lunes, 30 de enero de 2012

¿QUIENES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS?

CAPITULO III (II)

Eduardo Pedro García Rodríguez
6.1 EL PERIPLO DE HANNON

Los fenicios a pesar de ser los creadores e introductores de la escritura en el mundo conocido de la época, no nos trasmitieron documentos escritos o estos fueron destruidos por griegos y romanos durante la segunda guerra púnica en las luchas finales por el control de las rutas comerciales en el Mediterráneo y  el Atlántico conocido, en las que finalmente Roma, consiguió derrotar a Cartago, reduciéndola a cenizas y destruyendo todo vestigio de la opulenta civilización cartaginesa, apoderándose del inmenso imperio comercial de éstos, incluidas las islas Canarias, tal como queda manifestado en algunas escrituras rupestres (estelas) de la islas del Hierro y La Palma. Lo que de los fenicios conocemos es a través de los historiadores griegos y romanos fuentes que naturalmente eran parciales, y por las estelas votivas o sepulcrales que están saliendo a la luz últimamente en el noroeste del continente. Debemos una vez más a Heródoto el conocimiento de una de las odiseas marítimas más grande de la antigüedad, el viaje de Hannón.

El pueblo cartaginés encargó a Hannón una expedición con el objeto de establecer colonias en el litoral atlántico afrikano. El conocimiento de esta famosa expedición,  se ha conservado por la traducción griega de lo que parece fue el informe directo del propio jefe de la flota. Se hizo a la mar con sesenta pentecónteras, en las que viajaban sesenta mil futuros colonos con sus provisiones; su propósito debió ser  consolidar la ocupación de una costa ya conocida por los gaditanos como hemos apuntado, puesto que Plinio indica que la navegación se inicio en Cádiz, al igual que la de Himilcón y la de Eudoxo. El viaje se inicio en la primera mitad del siglo V a.d.n.e. y fue llevado a cabo en dos etapas bien diferenciadas; en la primera se fundaron diversas colonias a lo largo del litoral del actual Marruecos, o bien  reforzaron la presencia cartaginesa en establecimientos gaditanos anteriores, quienes antes de la fundación de Cádiz, ya habían creado establecimientos en la costa atlántica del actual Maruecos, en Lixus, según la versión que recoge Estrabón, de los gaditanos sobre los viajes que habían dado origen a la fundación de la ciudad. Menciona un primer intento en Sexi y otro en Onoba, donde había una isla dedicada al dios Melkart. A partir de entonces, Cádiz parece controlar con sus magnificas flotas tanto la pesca como el comercio de todo tipo de productos en el Atlántico.

Algunas de las naves empleadas por los fenicios fueron: la Pentecontera, de 25 metros de eslora y cincuenta remeros, buque esencialmente mercante; la Trirreme, de 36 metros de eslora y 170 remeros, ochenta y cinco por banda, la Tretera de cuarenta metros de eslora y treinta remos manejados por doscientos cuarenta remeros cuatro por remo, de igual eslora que la anterior pero manejada por trescientos hombres cinco por remo era la Pentera. Estas tres últimas naves conformaron las flotas gaditanas y fenicias que participaron en las guerras Púnicas durante el siglo IV a.d.n.e. Del potencial de la marina fenicia nos puede dar una idea el hecho de que las tres naves que participaron en la aventura de Cristóbal Colón, sólo pudieron transportar un total de noventa hombres.
   
Así pues, Hannón aprovecho los conocimientos que tenían los gaditanos del litoral  atlántico, contratando pilotos y marinos, e intensificó la amistad con los lixitas pastores nómadas de las riveras del río Lixus que puede identificarse con el Draa, al sur de Marruecos. Aquí toman guías lixitas quienes le acompañan hasta Cerne, donde fundaron una colonia que les serviría de base a la segunda etapa. Se cree que río el  Kretes, que desembocaba próximo a la colonia de Cerne es el río Senegal. Estudiando las rutas de los periplos tanto del organizado por el faraón Neko o Nekao, como el del legendario Hannón, vemos que es prácticamente imposible que las flotas no realizaran escala en las Islas Canarias, máxime si tenemos en cuenta que la distancia entre la isla de Fuerteventura y el continente es apenas de 97 kilómetros y que en días claros, algunas de las islas se divisan claramente desde determinados puntos del continente. Por otra parte, es de suponer que las corrientes marítimas y el sistema de navegar costeando propio de la época, contribuirían en gran manera al acercamiento de las naves de ambas expediciones a nuestras costas, como es natural en fechas distintas, estas escalas pudieron estar motivadas por la intención de formar colonias fijas y estables, o bien por la necesidad de sembrar los cereales y legumbres necesarios para el sustento de la expedición en su viaje de regreso, los cuales sería recogidos con los demás productos que en la tierra pudieran recolectar, a este fin, dejarían pequeños grupos de personas con semillas y  animales de corral en diferentes islas.

Algunos autores aventuran que los expedicionarios hicieron paradas estaciónales para proceder a la siembra, nosotros pensamos que de ser así alargarían demasiado la duración prevista para periplo puesto que tendrían que estar parados durante unos cuatro meses, tiempo mínimo para la siembra y recolección por cada parada realizada con este fin, coincidiendo además los meses en se suele realizar estas labores con los más propicios para la navegación, por ello, creemos que fueron dejando asentamientos de pequeños grupo de colonos como hemos expuesto más arriba. Este hecho queda refrendado no sólo por existencia de grabados alfabetiformes y figurativos libio-púnicos localizados en varios de los yacimientos rupestres de las islas, y por los zoomorfos de la cañada de los ovejeros, (Tenerife) la piedra Zanata y ánforas de factura libio-púnica encontradas en nuestras costas e interior de las islas, así como restos de centros ceremoniales, en la Punta de Rasca, además de salinas y hornos ciegos éstos de forma tronco cónicas y con una serie de peldaños externos que ascienden hacía la boca formando una escalera de caracol, o la ingente cantidad de símbolos representativos de la diosa Tanit (de la que por su excepcional importancia trataremos en un capítulo posterior) que se encuentran en los paneles de grabados rupestres diseminados por los barrancos y cumbres de nuestra geografía, además de las Representaciones de naves de la época Existentes en varias de las islas, especialmente en las de Fuerteventura,  Lanzarote, La Palma,  Gran Canaria y Tenerife, que algunos autores tratan de confundir con otros de  factura claramente posteriores.

Como dato interesante diremos que los grabados geométricos que adornan la cueva pintada de Galdar (Gran Canaria) y otros que se encuentran representados en una muñeca egipcia en forma de sandalia o paleta, que actualmente se encuentra en Museo británico de Londres, tienen los dibujos y colores  en una disposición muy similar en cuanto a formas y colores. Creemos que los vestigios de la presencia de los fenicios en las islas, son más que evidentes, y aunque éstas no son admitidas por los sectores más inmovilistas del estamento académico, al final no van a tener más remedio que aceptar la realidad, aunque les cueste reconocer su estrechez de miras o su obcecación. En la actualidad, algunos científicos consientes están abordando una línea de investigación en este sentido, y que indudablemente abrirá nuevas perspectivas para un mejor conocimiento de nuestra historia pre-colonial.

Veamos lo que sobre el tema que venimos tratando nos dice el investigador español don Enrique Gozalbes Cravioto, de quien reproducimos algunos párrafos de un interesante artículo publicado en la revista “Ere”, volumen 9 (diciembre 2000) <<... La revisión que hemos hecho del texto del periplo de Hannón tiene unas indudables implicaciones en la problemática del poblamiento y la colonización de la Canarias en la antigüedad. Desde el rechazo de su carácter de exploración ultrasahariana sitúa la discusión entre dos alternativas:

a)    Se trata de un texto falsificado, una especie de “refrito” a partir de otras fuentes antiguas de las que tomó algunos datos y topónimos. Hemos visto más arriba como las objeciones planteadas no sólo no son definitivas sino que son recusables. Únicamente tiene cabida la observación del cuidado que debe ponerse en el trabajo con un texto bastante alterado respecto al original.
b)    Se trata de un texto, alterado sobre todo por traducción al griego, de un proceso histórico real. El mismo supone una colonización con libio-fenicios, en el litoral  marroquí, sobre todo en su zona septentrional. Y una segunda parte que parece congruente con la anterior, sin desentonar de ella: se trata de una exploración con vistas a una colonización posterior. Dicha exploración, en buena parte, se abría realizado en las islas Canarias.
En los últimos años una interesante línea de investigación viene apuntando a la existencia de una presencia púnica en estas islas. Nuevos hallazgos como la Piedra Zanata, o las ánforas de clara influencia púnica, junto con algunas inscripciónes  en lengua neopúnica, va conduciendo a la necesaria revisión de viejos materiales y de algunos restos constructivos. La nueva visión obliga también a revisar antiguos paradigmas y a comenzar a aceptar lo que cada vez es más evidente: el influjo púnico en el poblamiento de Canarias.
El argumento contrario, la falta de móviles para un interés económico, se ha contestado con un elemento que nos parece de una indudable importancia: la atracción que suponía la explotación pesquera. Desde esta misma óptica se ha planteado el problema de que no solamente se trata de unos influjos, de una presencia, sino incluso en la participación en el poblamiento de las islas (tema siempre muy debatido).

Pero al respecto existe un evidente problema centrado en la cronología.
Dentro de esta difícil precisión se ha apuntado la posibilidad de “una primera arribada de gentes a Canarias hacía el siglo VI a. C. así como otras (en número indeterminado) en los siglos posteriores, relacionadas directamente con la situación política y económica que vive cada momento el Mediterráneo occidental.

Y finalmente, también se ha profundizado en las dificultades de un proceso de poblamiento como el de Canarias, dados los paralelos en otras muchas partes. Dificultades que, en opinión de los investigadores, corroborarían la existencia de decisión política púnica, con un proceso de colonización de las Canarias en toda regla. En otros casos también se ha apuntado la posibilidad de que el poblamiento con indígenas africanos fuera realizado por los cartagineses mediante la trasportación de tribus belicosas>>.

Los planteamientos expuestos por Gozalve ya habían sido defendidos en el 1998 en el mismo medio por el Doctor don Rafael González Antón, en un trabajo (como todos los suyos profusamente documentado y magistralmente desarrollado) sobre los primeros poblamientos de las islas. Por la luz que aporta al periodo histórico de que venimos tratando, Creemos interesante insertar algunos párrafos del  artículo en cuestión: <<...Este planteamiento nos lleva directamente a buscar el origen y el momento del poblamiento canario dentro del proceso colonizador fenicio-púnico que se lleva a cabo en el Mediterráneo occidental y en el Atlántico durante el primer milenio a.C. Esta nueva perspectiva nos permite emitir una serie de hipótesis instrumentales que nos van a facilitar el camino hacía el entendimiento de nuestro pasado más remoto. Frente a la visión de prehistoria plana o única que aún se viene manteniendo y a las dificultades por vertebrar temporalmente la secuencia prehistórica, creemos que en protohistoria del Archipiélago hemos de distinguir cuatro periodos:
A)    Un primer periodo de frecuentación y posterior poblamiento e intercambio cultural entre los pueblos trasplantados y sus trasplantadores y que tiene sus orígenes a lo largo del primer milenio.
B)    Un segundo periodo, de tránsito hacía la autarquía, caracterizado por el abandono de los contactos con las poblaciones foráneas.
C)    Un tercer periodo de aislamiento y, por consiguiente, de reestructuración política y social, que  da lugar a lo que nosotros llamamos ahora propiamente Cultura Canaria.
D)    Y, por último, un cuarto periodo, presente de forma desigual en las distintas islas y que comenzaría con la frecuentación de los mares insulares por navegantes europeos a partir del siglo XI>>.

Diferenciar con materiales arqueológicos cada uno de los periodos reseñados resulta prácticamente imposible, sobre todo en las dos primeras fases y hasta hora no ha habido una estructura teórica que lo permitiera. Primero el yacimiento terrestre de El Bebedero (Atoche, et al:1995) que relacionaba el Archipiélago con los romanos y paralelamente la llamada Piedra Zanata (González Antón, et al. 1995) con los feno-púnicos han sido, aunque en distinta intensidad y maneras, descalificados sin aportación de prueba científica alguna. Para algunos, la arqueología ha sido bastante parca en mostrarnos evidencias de la presencia de poblaciones colonizadoras en el archipiélago; para otros, es necesario acometer una revisión de los supuestos teóricos y materiales arqueológicos al uso, en el convencimiento de estas irán aflorando poco a poco. Como señala Alvar, (1988: 429), mientras la arqueología no detecte un asentamiento con cronología segura, los escépticos mantendrán su postura, que (sin embargo) no encuentra suficientes apoyos como para rebatir las ideas contrarias. Esta es la situación en la que nos encontramos. Nosotros añadimos otro periodo para las islas de Tenerife, Hierro, La Palma y en menor medida Gran Canaria, El relato trasmitido por la tamusni y recogido por Espinosa al hablar de “los sesentas del hijo del grande” en Icod o Icoden, los Zanatas, que conformarían las últimas arribadas y  asentamientos de origen mazighio Zanata en las islas.


6.2 LOS MAZIGIOS CANARIOS
                                                                
Como hemos expuesto anteriormente, las Islas Canarias han sido ocupadas en diferentes épocas y por distintos grupos humanos pero que indudablemente todos procedían de un tronco primigenio común, quienes aportaron diferentes elementos culturales acordes con las épocas correspondientes a cada desembarco, es notorio que cuando los europeos en la  edad media aportaron a Canarias, la sociedad guanche se encontraba en un franco retroceso de su cultura material debido al aislamiento en que se vieron sumidas las islas como consecuencia en una primera etapa al derrumbe sufrido por el imperio cartaginés provocado por la derrota sufrida de mano de los romanos, y posteriormente, por el retroceso cultural, político y comercial acaecido en la Europa clásica, la cual se sumió en el oscurantismo de la edad media como consecuencia del auge del cristianismo fanático que gobernó al continente europeo, tanto en lo terrenal como en lo espiritual, y cuyas nefastas consecuencias han sido evidentes hasta bien entrado el siglo XX, y aún en el XXI continúan manifestándose en aquellos países llamados del tercer mundo en los que la religión predominante es la católica.

<<La historia, o mejor dicho, la conciencia de la memoria colectiva nos arroja más luz sobre lo que son los imazighen, aunque la mayoría de ellos hayan perdido su lengua autóctona. Por ejemplo, el avance de la arqueología prehistórica (protohistórica) en las Islas Canarias confirma rotundamente la procedencia amazigh de los guanches, por lo que los canarios actuales, totalmente hispanizados, toman cada vez más conciencia de ser imazighen. Igualmente los mauros de Mauritania que hablan solamente el hasania se definen imazighen>>. Esta es la visión que de la realidad actual de Canaria nos da el investigador en Antropología Bereber y Presidente del Colectivo de Documentación y Estudios Amazighs  de la Universidad de Granada Rachid Raha Alumed.
Los imazighens fueron fundadores de grandes dinastías, especialmente en la edad medieval, a pesar de ello, no han sido capaces de crear y mantener un estado amazigh con continuidad en el tiempo con una conciencia colectiva común, ni fijar una lengua escrita única. Excepto el Reino Masil de los siglos IV al VII a.d.n.e., y el Imperio Almohade, siglo XII. A pesar de las vicisitudes históricas a que ha estado  sometida la comunidad imazighen desde tiempos inmemoriales por fronteras  tribales y geográficas, o por parte de potencias extranjeras tales como los icsos, fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, turcos y europeos, han provocado el devenir divergente que han conocido las comunidades norteafricanas, y que se han traducido en una diversidad extraordinaria lingüística y social. No obstante, las comunidades amazighs han conservado sorprendentemente y, en gran medida intacta, su propia idiosincrasia cultural, su mitología compartida y sus raíces lingüísticas comunes, ya sean éstos rifeños, kabilios, sussis, mozabitas o tuareg.
          
Hoy esta extensa zona consta de cinco países: Mauritania, Maruecos, Argelia, Túnez y Libia, conocida desde hace tiempo como <<berbería>>, y que ahora usando un término árabe se conoce como <<al-Magrib>> (el Occidente), en clara diferenciación de <<Al.Masriq, el Oriente) En estos países la lengua oficial es la árabe, pero existen grande bolsas de verberófonos que se resisten a ser totalmente absorbidos por la lengua árabe.
¿Por qué le llamaban Beréberes?. Término que nunca fue empleado por ellos, quienes se ha denominado siempre como <<imazighen>>, plural de <<amazig>>, cuyo significado es el de <<hombre libre>>. <<Hombre libre>> quiere decir también en sánscrito <<warwara>>,  que da <<barbaroi>> en griego, en el sentido de <<extranjero>> y que pasa al latín como <<barbarus>> con un matiz peyorativo, término éste que algunos autores españoles vienen usando con el mismo sentido peyorativo. Ahora bien, ¿es nuestro <<beréber>> el <<barbarus>> latino? Ibn Jaldun no lo cree pues lo deriva del verbo árabe <<barbara>> (alborotar, vociferar, pronunciar palabras ininteligibles). Continua explicando éste sabio y sociólogo árabe del siglo XIV, que, Ifrikos, hijo de Qays ibn Sayfi, rey de Yemen, invadió el Norte de Áfrika (de ahí el nombre de este Continente) y, cuando vio a este pueblo extranjero (¿?) Y oyó su lengua empleó el verbo <<barbara>> para definirla. Y añade Ibn Jaldun que, que por esta razón se llama <<beréberes>> a los habitantes. Sea como sea lo ciertos es que, como hemos dicho estos pueblos de denominan así mismo << imazigen>> es decir <<hombres libres>>. Los contactos continuados de éstos <<beréberes>> con la cultura europea de la época, se inician con el asentamiento fenicio y la fundación de Cartago, por Elisa o Dido, si bien es plausible que los comerciantes fenicios ya practicaban el comercio silencioso en las costas cartaginesas y por consiguiente tenían un amplio conocimiento del país que eligieron para crear la colonia. Por la importancia que posteriormente tuvo esta fundación para el pueblo mazigio, estimo oportuno dar unas ligeras referencias sobre la fundación de Cartago: Cuenta Justino, basado en un relato anterior de Timeo que durante el reinado de Pigmalión de Tiro (fines del siglo IX a. C.) se produjo en la ciudad una grave crisis; el anterior rey, Mattan, había pretendido que le sucediera conjuntamente sus dos hijos, Pigmalión y Elisa, pero el pueblo prefirió al primero, un niño de sólo once años, contra el que debieron intrigar su hermana Elisa y el marido de ésta, Azerbas o Zakerbaal, que era al mismo tiempo su tío y sumo sacerdote de Melkart. En cuanto Pigmalión obtuvo una cierta mayoría de edad y poder, hizo asesinar a Azerbas y se apoderó de sus riquezas.
Elisa tuvo que escapar de Tiro, tras encomendarse a Melkart, la acompañaron en la aventura el jefe de la flota tiria, Bitias, y el noble Barcas, posiblemente antepasado de la familia de Aníbal; recalaron primeramente en Chipre, donde se les unió un séquito de ochenta mujeres destinadas a la prostitución sagrada y el sumo sacerdote de Astarté, (Tanit) con la condición de que se le respetara el derecho hereditario del sacerdocio en el nuevo templo que fueran a fundar. Luego arribaron a la costa tunecina, fueron bien acogidos por sus paisanos de la antigua colonia de Utica, y negociaron con los indígenas y su rey Yarba la compra de un terreno para la nueva ciudad; llegaron a un acuerdo de ocupar una parcela que pudiera delimitarse con la piel de un buey; Elisa recurrió al ardid de cortar la piel en finísimas tiras con las que rodeó una colina que recibió desde entonces el nombre de Byrsa, que significa en griego piel de buey. El rey Yarba admitió el engaño de buena gana, teniendo en cuenta los futuros beneficios que podría reportarle el establecimiento de los fenicios en sus dominios. Transcurrió el tiempo, y la ciudad fue tomando forma, se construyeron los  puertos el comercial y el militar, la vida de los fenicios se desarrollaba en relativa calma hasta que un día el rey Yarba, citó a su corte a los diez nobles más importantes de la ciudad y le expuso su propósito de casarse con Elisa de quien se había enamorado, advirtiéndoles que de no aceptar su oferta destruiría la recién construida ciudad. Ante esta delicada situación, los notables trataron de convencer a Elisa de la conveniencia de aceptar la imposición de Yarba para así salvar a la ciudad,  la astuta princesa fingió aceptar la oferta y pidió tres meses de plazo para celebrar las bodas, en este tiempo, mandó  construir un ara de sacrificios en las afueras de la ciudad en la que sacrificaba algunos animales en honor del dios Melkart, cuando expiraba el plazo convocó al pueblo para un último sacrificio, y en presencia del pueblo después de ofrendar un cordero se dirigió a la muchedumbre diciéndoles: puesto que la salvación de la ciudad necesita de un gran sacrificio seré yo la ofrenda, y sacando un puñal de entre sus ropas se lo hundió en el pecho arrojándose acto seguido a la pira. Así  ella prefirió suicidarse sobre una hoguera antes que traicionar la memoria de su marido. Así se cumplió el ciclo fundacional, al establecerse el primer sacrificio humano del ritual que sería el más importante de los cartagineses.
Nos  dice Ramón Corzo que: <<la leyenda de Elisa es tan atractiva que  sirvió de tema  a muchas reelaboraciones literarias, como la de Virgilio en la Eneida, que la presenta bajo el nombre de Dido y como amante de Eneas; de todas estas contaminaciones poéticas sólo conservan verosimilitud los nombres de los reyes tirios, atestiguados por otras fuentes, y el planteamiento de la crisis con ingredientes religiosos y económicos, que son muy aceptables. Sin embargo, ningún otro texto, ni los hallazgos arqueológicos, dan píe a pensar que la ciudad nueva de Cartago iniciara una verdadera política exterior propia hasta fines del siglo VII a. C.>>.

<<Los nuevos fenicios de Cartago adoptaron un modelo político propio; la institución monárquica debió extinguirse con Elisa y el régimen pasó a un sistema democrático; los propios ciudadanos formaron parte del ejercito y crearon una potente armada; la dependencia de Tiro, a la que se enviaban tributos anuales, se presentaba como un diezmo religioso al dios Melkart, no como una sumisión política; los contactos con los vecinos no tenía el carácter de mera resistencia a imperios poderosos, sino que se transformaron en una competencia entre fuerzas similares por el control del mar y las islas en las que chocaban sus intereses. La conclusión de un enfrentamiento tan directo obligaba a la anulación total de uno de los contendientes, de modo que los cartagineses perdieron en la última batalla hasta su propia identidad como pueblo, mientras que las ciudades fenicias originarias conservaron un relativo grado de independencia económica y cultural aún bajo el poder del imperio romano>>.

6.3 ASCENDENCIA DE LOS IMAZIGEN CANARIOS

Como hemos venido exponiendo, los investigadores están de acuerdo en que las islas fueron pobladas por diversas oleadas migratorias, todas procedentes del continente africano, confirma este aserto los materiales arqueológicos últimamente estudiados en diversos yacimientos insulares.

Entre el final del siglo XIX y hasta mitad del XX, hubo un reducido grupo de intelectuales canarios y europeos que tomaron partido por la cultura guanche, naturalmente concebido bajo el prisma que imperaba en Europa en su segunda oleada de conquistas  y colonización del Continente Afrikano, tras la pérdida de la mayor parte de las colonias americanas y asiáticas. En esta nueva etapa, convenía al imperialismo europeo destacar la figura del “buen salvaje”, y a esta misión se consagraron buen  número de  intelectuales, unos de buena fe y otros movidos por intereses “nacionales” o a cambio de prebendas, entre los que se ocuparon del “buen salvaje” guanche. Entre los autores europeos algunos no ocultaron sus deseos de hacernos descender de los primitivos habitantes de sus patrias respectiva, entre ellos destacó Fran Von Loeher, quien dedicó todo un libro, Los Germanos en las Islas Canarias, para tratar de demostrar nuestra ascendencia vándala. En general los autores españoles y españolistas vienen haciendo ímprobos esfuerzos por situar la ascendencia de los canarios, como provenientes de españoles, portugueses, vándalos, flamencos, franceses etc. etc., es decir de cualquier lugar de Europa, menos de nuestros verdaderos orígenes, que es el noroeste africano. No dudando para ello en tevigerzar e incluso falsear algunos aspectos de la historia.

Entre los que han abordado con un mínimo de seriedad los estudios sobre nuestra ascedencia, podemos destacar entre otros muchos, a Millares Torres, René Verneau, S. Berthelot, Juan Bethencourt Alfonso, Juan Álvarez Delgado, Dominik Wolfe, Elías Serra, Alejandro Ciuranescu, Antonio Rumeu etc., en cuanto a las notas que siguen sobre el poblamiento de las islas, vamos a seguir a Bethencourt Alfonso y Buenaventura Bonnet, éste último, autor de acusadas tendencias germanófilas, en nuestra opinión, pero que a pesar de su vehemente “nacionalismo” fue  posiblemente, uno de los mejores documentados en su tiempo.

El doctor don Juan Bethencourt Alfonso nos sugiere un contacto entre los primitivos mazigios canarios y el Egipto predinástico, estos contactos  pudieron ser directo o indirectos mediante la navegación de altura que según algunos autores, y la arqueología confirma, ya practicaban, o bien en épocas inmediatamente posteriores a través del flujo migratorio de los Rebus  (Libios,) o de otros pueblos que mantuvieron relaciones continuadas con los egipcios.

 Esta atractiva posibilidad nos la expone el mencionado autor en los siguientes términos: << La existencia en épocas remotas de un Atlántico o íbero-libio, ocupando todo el N. De África, España y otras partes de Europa como refiere la tradición, aunque no es un hecho demostrado ofrece sin embargo visos de certeza, pues sí bien tan basto territorio hallábase habitado por varias razas, no es dudoso que sobresalieran por su ponderación o extensión civilizadora la egipcia, la bereber, o libia y la íbera o vasca, cuyas afinidades comprobadas entre otros medios por el estudio comparativo de sus lenguas, revelan un pasado de estrechas relaciones.>> (Bethencourt Alfonso)

Dividido dicho imperio por las columnas de Hércules destacaban al N. de África  Egipto, de tal antigüedad y lejano progreso que su historia positiva alcanza a más de cuatro mil años antes de Cristo, fecha en que ya conocía según el P. Fidel Fita el arte de la navegación y la escritura sobre papiro. La generalidad de las tribus y demás naciones del extremo septentrional del  continente situadas a su Oeste, a pesar de tener sus desinencias peculiares, por lo que aparece en las inscripciones hay fundado motivo para creer que los egipcios les daba el nombre genérico de Rebu;  pero como en su idioma y escritura no existía la l, por lo cual los extranjeros podían leer la r como l pronunciando Lebu, de aquí el término de Libio que aplicaron los griegos a los moradores de Cirene por ser los primeros que conocieron. Por esto dice el Dr. Meyer en su interesante << Historia del antiguo Egipto>>
<<...todas estas tribus, a las cuales pertenecen también los habitantes de los Oasis, son estrechamente afines entre sí y forman con los habitantes del Noroeste de África, los númidas y los moros, un gran grupo de pueblos que conocemos con los nombres de libios o moros, o con el más moderno de berberiscos>>.

A parte de la recíproca influencia orgánica de los egipcios y demás pueblos del N. de Áfrika, como se deduce del excelente trabajo de Schmidt, <<Del cráneo del antiguo y del moderno egipcio>>, hay testimonios históricos demostrativos de las relaciones y de la compenetración de dichas razas, entre sí y con otras de la orilla opuesta del Mediterráneo.

 En las inscripciones de las tumbas tebanas del tiempo de Tutmosis III y sus sucesores, aparece que a Egipto pagaban tributos la Nubia, los oasis libios, los chenus y utentius (también libios) con otros territorios del Oeste, <<las islas del gran mar>> y <<los países que están detrás del gran mar>>; y en los Anales del referido soberano dibujados en las paredes del templo de Karnak, confirmase el pago de estos tributos por <<las islas del gran mar>>, <<todos los países ocultos>>, <<todas las islas de los fenchus o Kaft (Fenicia), la Nubia, Punt, los Oasis libios, la Marmárica y otros territorios libios, los chenus y untetius, <<los países que están detrás del gran mar y los países de delante>>, <<los habitantes de las arenas>>, <<los barbaros de la Nubia>>...<<Los habitantes del Oeste y Este son vasallos tuyos>>.

El rey Seti I, figura realizando una expedición guerrera hacía el Oeste, contra las tribus libias de los tehenus, que probablemente se les rebelaron. Pasa por el primer soberano que introdujo la costumbre de reforzar el ejército egipcio con mercenarios. Ya bajo el solio de Ramasces II (Ransés) existían fuerzas permanentes de libios, de negros de <<hombres vigorosos procedentes de muy lejos por mar>>; pero fueron los libios los que llegaron a constituir  casi el ejército nacional. Durante siglos a ellos de debió principalmente la defensa del reino, no ya contra las distintas invasiones que sufrió de las regiones costeras de Europa, de las islas del Mediterráneo o del Asia, sino de las gentes de su propia raza que más de una vez cayeron sobre Egipto. Ramesces III logró rechazar con dichos contingentes una de las tantas irrupciones libias, que se había apoderado de las poblaciones de los territorios occidentales del Nilo, ocupando durantes años el distrito de Kanopos. Más como siguieron aumentando de día en día los mercenarios libios, concluyeron por hacerse dueños del reino el año 939 antes de nuestra era>>.

Otro de los autores  interesados por el origen de los libios fue don Rafael Muñoz Jiménez, quien nos expone su visión de la ascendencia de los pueblos libios en los siguientes términos: <<...A través de la iconografía egipcia tenemos algún conocimiento sobre la historia de los antepasados de los libios: son los temehu, que viven durante el Nuevo Imperio y aparecen representados con una coleta que nace en la parte posterior de la cabeza, pero colocada delante de los hombros; además van tatuados. Son dos grupos: los libu, que visten un taparrabo, mientras que los meswes llevan una funda fálica. Los temehu parecen ser los antepasados de los libios. Los libios eran designados por los antiguos egipcios como tehennu, de la raíz hnn, “brillar”: debido al frecuente paso de h a s  es fácil deducir la analogía de este cambio con el que ocurre en beréber...

Herodoto señala los mismos rasgos respeto de los libios de Sirte:
 Los garamntes viven junto a los masamones, mientras que, por la costa y en dirección hacía occidente, está ocupado por los mákai. Se cortan el pelo, dejando crecerlo como penacho en el centro de la cabeza, afeitándose a ras de piel los lados. (Tal como está documentado usaban los canarios y maxoreros)
Schrader se fija en esta peculiar manera de cortarse el pelo, no solamente los mákai, sino también los maclies y los maxyes. Tiene razón porque los maxyes: se dejan crecer el pelo en la parte derecha de la cabeza y, en cambio, se lo afeita en la parte izquierda; además se embadurnan el cuerpo con minio.
En la época de la dominación romana aparecen los maziges: son nómadas camelleros que plantean conflictos en las colonias del imperio, para cuyo remedio los romanos fortifican el lime, a lo largo de una frontera sinuosa que vigila inteligentemente la irregularidad de los territorios no ocupados>>.
En cuanto a la costumbre de tatuarse el cuerpo, está ampliamente recogida para los antiguos mazigios canarios por destacados cronistas e historiadores: <<...De cebo de pico y con zumo de hierbas hacen de ello una composición, con la cual se untan para hacer su piel gruesa...Suas carnes con zumos de hierbas pintan, estas sus pinturas son de diferentes colores, o sea verde, amarillo, y bermellon, con muchos bellos animalitos, y demás follaje, y otras cosas.>> (Benedetto Bordone)

<<Se dejaban crecer el cabello por lo alto de la cabeza y barba en punta hasta el pecho cortado por sobre la boca, y el cabello por el pescuezo y sobre las orejas...y labraban con fuego (tatuaban) los brazos, enrubiaban el cabello con lejias.>> (Marín de Cubas)

El espacio que estos pueblos protomazigios ocuparon en la época de la expedición de Suetonio Paulinus, se encuentra al otro lado del Atlas. Después se habrían instalado en las pendientes meridionales del Alto Atlas marroquí.

Hay una denominación que parece común para los que habitan esa franja del continente africano. Los makai, los maclies, y los maxyes y después los maziges parecen ser grupos de un mismo pueblo: el protoberéber. Inclusive se puede llegar a decir que esos vocablos registran pronunciaciones locales de una misma palabra, cuyo sonido k se permuta con j, z y h,  con arreglo al fenómeno estudiado por Prasse. Según esta ley la palabra temehu sería una variante de las anteriores, a la que se le añade el prefijo beréber t. La palabra maxyes daría lugar  a la palabra canaria prehispánica magos, mahos, a la beréber amazig, amahak y a la árabe mayis y mayus. (Rafael Muñóz, 1994)

Los protoberéberes eran animistas: veneraban ciertos lugares reputados como moradas de un poder sobre natural. Ciertas rocas han sido siempre lugares de veneración, como ocurre actualmente. Plinio habla de una roca situada en la Cirenaica, que no se podía tocar, so pena de desencadenar el viento procedente del mar. San Agustín, menciona la “noche del error”, que los cristianos hicieron coincidir con la noche de San Juan, en la que los númidas se bañaban ritualmente en el mar. Nicolás de Damasco, contemporáneo de Augusto menciona cómo, después del orto de las pléyades, hombres y mujeres tenían relaciones sexuales al azar. Un concilio africano en el siglo IV pide a los emperadores que destruyan la idolatría que se da hasta “en la madera y en los árboles”. Atanasio recuerda una divinidad adorada por los norteafricanos a la que llaman Amón. La figura del pez es abundante en los mosaicos tunecinos. Los peces están ligados simbióticamente al falo y ambos servían para eliminar el mal de ojo.>>

Es sobradamente conocido el paralelismo de estas prácticas religiosas continentales, con las practicadas por nuestros ancestros, los cuales tenían sus lugares de culto en determinadas rocas situadas en lugares preeminentes y elevados de nuestra geografía, así como el culto a los árboles especialmente a los Pinos ( Pinos Santos de Terure, La Victoria, Las Nieves etc.), y Dragos, los peces y falos están presentes en muchos yacimientos de grabados rupestres de las islas asociados a otros signos de carácter ritual.

En el grabado de la página anterior, a la derecha podemos observar dos figuras antropomorfas que muestran faldellín y fundas fálicas. El “pico” representa el penacho o trenza, a pocos metros de donde está situado el panel existe otro grupo de grabados que representan una serie de podomorfos. Estos conjuntos de signos corresponden al yacimiento de Khor Zurqan, (Alta Nubia egipcia) estando catalogados como pertenecientes a un periodo comprendido entre 3.200 y 3.500 antes de la era actual occidental.
Continua…
Enero de 2012.

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