sábado, 18 de agosto de 2012

LA GRAN MAHAN


LA GRAN MAHAN


Según notas de prensa:

“En las excavaciones paleontológicas de Valle Grande y Valle Chico, en Órzola (Haría, Lanzarote), se han encontrado fósiles de huevos de moas, un avestruz pariente de las avestruces actuales que vivió en Lanzarote en el Mioceno superior (hace entre 5,3 y 6 millones de años).

En el yacimiento, impulsado por el Servicio de Patrimonio del Cabildo, colaboran tres universidades: la Autónoma de Barcelona, la Rey Juan Carlos de Madrid, la de Calgary (Canadá) y el Museo de Historia Natural de París.”

Los enigmas sobre cómo llegaron a la Isla los antecesores del avestruz encandilan a los científicos


NUESTROS CIENTIFICOS CANARIOS YA SE HABÍAN OCUPADO DEL TEMA

[…] Por su parte y según una teoría del palenteologo D. Francisco García- Talavera Casañas nos dice: “De todos es sabido que al finalizar la última gran glaciación del Pleistoceno sobrevino un intenso cambio climático que afectó sobremanera al hemisferio Norte.
Las tierras que habían estado cubiertas por casquetes glaciares se vieron libres de ellos paulatinamente y a medida que se iban fundiendo los hielos, el nivel del mar -que llegó a estar 120 m por debajo del actual- ascendía, quedando sumergidas las costas bajas. Testigos de estas oscilaciones son las “playas levantadas”, “playas sumergidas” y las plataformas insulares conocidas como "veriles", de gran extensión en las costas de Fuerteventura y del Norte de Lanzarote.

Dentro de una síntesis paleogeográfica de las islas orientales a lo largo del Holoceno (Cuaternario reciente), cabe resaltar importantes cambios en la configuración de las mismas. 

Como botón de muestra diremos que durante el máximo glacial würmiense, hace 18.000 años, Lanzarote, Fuerteventura y las isletas e islotes, junto a algunos bancos submarinos como el de Amanay (-25 m ), conformaban una sola isla de más de 200 km de longitud y una superficie superior a los 5.000 km2, orientada paralelamente a la costa africana y siguiendo las directrices de la geotectónica de esta región atlántica. A su vez, la distancia que en aquel tiempo separaba esa gran isla, que llamaremos “Mahan”, del vecino continente no era superior a los 60 km. (en la actualidad son 95).

Si, además, tenemos en cuenta que en esa época el Sahara estaba pasando por una de las etapas de máxima aridez, no resulta descabellado pensar en poblaciones paleolíticas localizadas en la franja costera, más húmeda y con abundantes recursos marinos a su alcance. La falta de documentación arqueológica, en este caso, es debida a que probablemente los yacimientos fueron destruidos por la erosión marina o están sumergidos en la plataforma continental. Por eso solamente aparecen restos neolíticos, época en la que el mar ya había alcanzado aproximadamente su nivel actual. Con toda certeza en muchos días del año en los que la atmósfera estaba limpia, libre de las tormentas de polvo y de la humedad litoral, las cumbres de nuestra gran isla eran visibles desde las atalayas más elevadas de la vecina costa de Tarfaya -como incluso ocurre actualmente- ofreciéndose como tentadora “terra incógnita” a nuestros primitivos vecinos. ¿Intentaron dar el salto ya en esas fechas?

La idea no parece tan descabellada si consideramos la presión climática y/o antrópica que tendrían dichas poblaciones en aquella época, máxime si tenemos en cuenta antecedentes documentados arqueológicamente, como es el paso -hace 11.000 años- desde Nueva Guinea a Nueva Bretaña, atravesando el brazo de mar de 88 km que separaba ambas islas (Specht et al., 1983). Más cercano a nosotros y por las mismas fechas, los primitivos pobladores de Grecia cubrían una distancia de 150 km entre el continente y la isla de Melos en busca de obsidiana (Cherry,)…

Fue, en el último milenio antes de nuestra Era, cuando un nuevo período húmedo permitió durante siglos el poblamiento del Sahara Central, así como un nuevo avance de los pueblos del África blanca hacia el Sur y Oeste. Es muy probable que por esas fechas poblaciones del litoral sahariano ya hubiesen entrado en contacto con algunas de las grandes culturas mediterráneas (egipcios, fenicios, cartagineses, griegos, etruscos, romanos, etc.) y que por lo tanto fueran transportados o incentivados determinados contingentes humanos para su desplazamiento a las "maravillosas islas" (Hespérides, Afortunadas, etc.), como les sucedió a las poblaciones beréberes situadas más al Norte (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia).”  (Francisco García-Talavera Casañas, 1997)

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