jueves, 13 de septiembre de 2012

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV. 1471-1480



EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV. 1471-1480

 

 

Eduardo Pedro García Rodríguez


 1483 Febrero 10. Pedro de Vera había planeado el ataque a los centros vitales de los canarios a partir de dos bases: el Real de Las Palmas, inmediato al puerto de Las Isletas y con agua sacada de los pozos cavados en el lecho del barranco de Guiniguada, era evidentemente la base principal; además, un puesto avanzado al otro lado de la zona más poblada de la Isla, en Agaete, donde el conquistador improvisó en agosto septiembre de 1481 una torre fortificada, para mejor ofender a los canarios. El cargo de capitán de esta torre era sin duda difícil y penoso. Alonso de Lugo, en quien recayó el nombramiento, lo desempeñó con indudable éxito, pues, ya por fuerza, ya por trato, redujo al más prestigioso jefe canario, el Guanarteme de Gáldar, y lo llevó al Real de Las Palmas. Sí, como consta, consiguió este resultado en 10 de febrero de 1483, (*) poco antes de «ganarse» toda la Isla, esto significa que había precedido más de un año de dura lucha: «Hizo una fortaleza donde cada día peleaban, e fue muchas veces herido e sufrió muchos trabajos e hambres e muerte de criados y parientes e otras personas e muchas afrentas e peligros, hasta llegalle a poner fuego a la torre e pegárselo e desanparar la torre por temor del fuego e salir a pelear al canpo» .

Así es como él mismo cuenta sus trabajos por boca de su procurador, en su alegato de méritos; y, aun descontando las posibles ponderaciones, sin duda fue dura la vida de los hombres destacados en aquel lugar aislado. Durante algún tiempo acompañó a Lugo en el puesto Hernán Peraza, el señor de La Gomera, con un contingente de sus vasallos, en condición de castigados uno y otros por la muerte que habían dado a Juan Rejón, con ocasión de su recalada en la isla de su señorío.

Los méritos de Lugo le valieron la posesión de las tierras yaguas de Agaete, donde tanto había penado; y allí se dedicó al cultivo de la caña dulce, con ingenio propio. Allí trajo luego a su mujer e hijos y debió vivir años felices, mientras conservaba la alcaidía de la torre y el favor del gobernador Pedro de Vera. Pero no habían pasado diez años de esta-vida de próspero hacendado colonial -Alonso de Lugo tendría sus esclavos, no sabemos de qué nación o procedencia-, cuando ya resolvía cambiar aquella vida por nuevas y más ambiciosas aventuras. Varias razones debieron de intervenir en su decisión.

Se ha pensado en su viudez prematura, que sobrevino en fecha incierta; su insaciable sed de poder así como su desmedida ambición, pero no hay que olvidar tampoco el cambio de la situación política en Gran Canaria, después de haber sido llamado Pedro de Vera a Castilla y de haberse presentado el juez pesquisidor Maldonado, nombrado en 30 de marzo de 1491. Los amigos del gobernador depuesto se quedaron en una posición falsa. Lugo pasó a la Corte, según parece, mientras ésta se hallaba en Santa Fe donde coincidiría con Cristóbal Colón y con Beatriz de Bobadilla, la señora viuda de La Gomera, y aun con el ex -Guanarteme de Gáldar, cada uno con su pleito o pretensión, y no sólo para obtener nuevas mercedes, sino aun para asegurar las que tenía  ganadas.

Sería ésta su primera presentación ante los Reales Consejos y ante Sus Altezas, y por cier to que no salió desairado: en 2 de febrero de 1492 se le confirmó la real merced de sus bienes en Agaete, y meses después se le comisionó para la conquista de La Palma -ya llamada entonces San Miguel de La Palma-, con varias promesas para ayuda de costas, merced del quinto real de los cautivos y la mitad de los que entretanto se hiciesen en Tenerife y Berbería, amén de un premio de 700.000 maravedís, caso de, terminarse la conquista antes de un año.

La única relación que poseemos de esta empresa es la que proporciona Abréu aalindo, cronista bien informado, pero que debe utilizarse, como siempre, con precaución. Ahora sabemos que ignoró algunas circunstancias esenciales. La ocupación de la Isla fue precedida por tratos llevados a cabo por los cabildos secular y eclesiástico de aran Canaria, por mediación de una cautiva palmera, Francisca de Gazmira, que se trasladó a su isla y regresó con un grupo de jefes indígenas, que recibieron vestidos y el bautismo en el Real de Las Palmas. En septiembre de 1492, cuando se presentó en Tazacorte, Alonso de Lugo contó desde el primer momento con dos de los principales bandos, de los doce que se repartían la Isla. Uno de ellos, el de Aridane al parecer, aceptó la conversión religiosa, y el otro, cuando menos, la sumisión al enviado de los Reyes. El resto de la Isla siguió el mismo camino, con escasa resistencia, gracias a las gestiones de los jefes ya sumisos. Sólo el cantón o bando de Eceró, centrado en lo que luego ha sido llamado La Caldera,  con su caudillo Tanausú, tuvo que ser reducido por traición, ya que el tiempo urgía y el intento de forzar la entrada de aquellos pasos resultó impracticable. El indomable caudillo se dejó morir de hambre, al ser conducido a Castilla. En un documento se acusa a Lugo de haber dado muerte a «una Tamanca, cabeza de tres bandos», hecho que no podemos interpretar a base del relato de
Abréu Galindo.

La traición de que, según Abreu, fueron víctimas Tanausú y su gente, está perfectamente dentro de los métodos políticos de Alonso de Lugo, según se probó repetidamente en ocasiones posteriores. (Agustín Millares Torres;1977, t.II:262-3). (*) La fecha precisa consta en las Cuentas de la conquista de Gran Canaria que, extraídas del Archivo de Simancas, ha publicado el Dr. Landero.

 1483 Abril 29.
Al amanecer, parte del campamento Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme) subiendo por el peligroso sendero, sin temor, ya que los canarios lo habían reconocido. Cuando se encuentra rodeado por ellos, los hambrientos canarios comienzan a vitorearlo dando muestras de fidelidad, hablándoles él con mucha amabilidad, siendo atento con ellos, diciéndoles que depusieran las armas y se entregaran para salvarse de una muerte segura. Les dijo, como lo había hecho en el Bentaiga, de todos los beneficios de someterse a los invasores, y esas palabras, unidas al sentimiento explotado, al hambre, a la sed y al cansancio, hicieron mella en los isleños, decidiendo, aún con la fuerza de Bentejuí y el faicán, que mantuvieron su posición intentando despedirlo de aquel sitio y volver a la lucha, decidieron como decía, rendirse y someterse.

Tanto fue el griterío de los canarios pidiendo la paz, que solo pudo conseguir Bentejuí, que se rendirían, no si antes firmar una capitulación por escrito, garantizándoles ciertas condiciones de posición social para Arminda, guayres y el pueblo canario.

Mientras la capitulación se hacía realidad escrita, se preparaba Vera, hinchado de triunfo y regocijo por los acontecimientos que iban surgiendo, en el otro extremo, Bentejuí y el faicán de Telde, se abrazaron fuertemente el uno con el otro y desde el borde del precipicio se despeñaron, gritando patrióticamente el ya conocido: “ATIS TIRMA”.

Murieron ese día, pero murieron como hombres libres, héroes auténticos que supieron estar unidos bajo la consigna de luchar por su tierra, de luchar por su patria. La misma patria que los vio y amó como hombres fuertes, honrados y libres. Era mejor morir que vivir sometidos al imperio carnicero, expoliador y esclavista, que se definían a si mismos, como hombres buenos y cristianos seguidores de Dios. Calaña mal nacida que desunió y conquistó a un pueblo humilde y luchador, del que quedó amplia presencia y que nunca se extinguió.

 Todos, mantenemos el derecho y el deber de recordar a estos patriotas, que murieron por defender lo que hoy día es nuestro, nuestra tierra, historia, cultura e idiosincrasia. Debemos seguir siendo el testigo de la lucha de nuestros ancestros o seguir en la lucha por los intereses de nuestra tierra, en la cual, nacimos y por derecho propio nos pertenece. Hay que recordar que una invasión, no tiene fecha de caducidad, y Canarias nos pertenece como Estado y Nación, para amarla, defenderla del expolio y los ríos de cemento que se le vierten diariamente. Conquistemos de nuevo lo que ya es nuestro, y pasemos a tener una gran nación, en vez, de una triste figura colonial africana.

 1483 Abril 29. Los últimos canarios que resisten a las tropas de la Corona de Castilla se rinden en la fortaleza natural de Ansite ante la imposibilidad de seguir luchando por la independencia de Tamaránt (Gran Canaria). Ante la rendición en masa de los pocos guerreros que aún mantenían la lucha, Bentejuí, último guanarteme de la Isla, y el faycán de Telde, se suicidan arrojándose al vacío desde las alturas de Ansite. Otros muchos optaron por el suicidio antes de caer vivos en manos de las tropas mercenarias castellanas. Con este triste pero heroico capítulo culminó la ocupación y conquista de la Isla de Tamaránt (Gran Canaria) tras cinco años de guerra continúa desigual y heroica defensa por parte de los canarios.

Los invasores castellanos dan por  hecho, la ocupación de la isla de Tamaránt aunque esta no fue efectiva hasta que la Princesa Arminda (conocida por los invasores como Almendrabella)  fue entregada de manera previamente pactada con los invasores en un pre-acuerdo, tal como recoge el historiador don Tomás Marín de Cubas:“[...] Bajaron del peñón de Ansite todos los nobles canarios de cabello largo y rubio, sin armas, acompañados de Guadartheme, rendidos ante Pedro de Vera, dando la obediencia al Rey de Castilla en su nombre y de la Señora, única heredera de toda la tierra, hija única de matrimonio, del legítimo y verdadero señor Guanache Semidán, tío del Guadartheme y otros Gaires y Faisajes, que ellos daban su palabra de llevarla á entregar al Real de Las Palmas en cogiendo sus panes, que sería después de San Juan. Mucho insistió Pedro de Vera que viniese luego, más llevóse en rehenes consigo ciento sesenta canarios de los más esforzados y que asistiese con Guadartheme y se fuesen a vivir a Gáldar.” (Marín de Cubas, [1.694] 1.993:165)

Más adelante prosigue el autor describiéndonos la entrega de la Princesa Arminda y con ella, la  independencia de la isla de Tamarant, la cita es extensa pero estimamos que es necesaria para una mejor comprensión del acto de entrega de la isla a los usurpadores, además, de la narración del mismo se desprende que para nada influyo el tan cacareado Pacto de Calatayud, y el protagonismo del converso  Fernando Guanarteme que en este caso como en el de otros muchos fue el de un simple recadero de Pedro de Vera, veamos el texto: “Después del mes de junio envió Pedro de Vera á D. Fernando Guadartheme, que hiciese venir á su sobrina, con los demás nobles sus parientes, al Real, á entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano español; traínla en hombros de cuatro capitanes nobles de cabellos largos y rubio, en unas andas de palo á modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza á modo de badanas ó pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillos de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los pies y guapilete en la cabeza, y lo demás desnudo; al lado de las andas algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua ó interprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra, herdera única y legítima hija de su señor Guanartemy Guanachy Semidán, dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella hacía entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a pie, y fue abrazando a todos con mucho cariño; traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los españoles llamaron Almendrabella, traía un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los pies, y zapatos de los mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo de justillo, de más delgada badana era el cabello largo y rubio aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le a uso de España, y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos. Marín de Cubas [1694] 1993:168).

La mayoría de las crónicas –escritas naturalmente desde el punto de vista de los vencedores-recogen un supuesto trato humanitario dado por los conquistadores a los canarios vencidos, e incluso algunos se esfuerzan en resaltar una hipotética política proteccionista por parte de las coronas de Castilla y León hacía los indígenas, la realidad fue bien distinta, las primeras medidas tomadas por los invasores fue la esclavización y venta en los mercados de esclavos de Sevilla, Valencia o Mallorca, de gran parte del pueblo vencido, y la deportación masiva de los naturales que por el hecho de haber asumido el cristianismo estaban teóricamente fuera del alcance de los esclavistas tanto seglares como del clero católico, aunque algún autor inducido de su buena fe o quizás pecando de ingenuo asume que, “Si hay un hecho, algo que condicione y determine por sus consecuencias históricas, en lo más profundo de su ser al actual pueblo canario; algo que sea realmente su "Ethos" político actual, es el llamado "Pacto de Calatayud" (30 de mayo de 1481). Firmado por Tenesor Semidán (Fernando Guanarteme) y Fernando de Aragón, por medio del cual Canarias terminaría integrándose como Reino, con una serie de condiciones y derechos que permitían la pervivencia del pueblo y la Nación Canaria con sus características propias, al conjunto de Reinos que formarían el Estado español. (Felipe Ross, Amaga)”

A continuación reproducimos unos documentos conservados en el Archivo de Simancas, pertenecientes al Registro General del Sello, de los cuales se deduce fácilmente que de haber existido algún tipo de tratado en igualdad de condiciones como se empeñan en hacernos creer algunos autores, este tipo de actuaciones por parte del país colonizador no hubiera sido tolerados ni siquiera por el poder arbitral de la época que era el papado, por el contrario, una buena parte del clero participó de los beneficios económico que producían la venta de canarios como esclavos.

1483 Abril 29.  El traidor y converso Tenesor Semidán conversa con Guayarmina Semidán y con Bentejuí en la fortaleza de Ansite, tras lo cual la descendiente de los Semidán baja, y Bentejuí y el Faican de Telde se desriscan, sin que esté constatado por ningún cronista la aparición de los cadáveres.  Grupos de Alzados se difuminan por las cumbres de Tmaránt, asentándose en caseríos de difícil acceso para los invasores españoles.

1483 Abril 29. El Pendón Real de Gran Canaria fue, según parece, el que trajo el Obispo Juan de Frías. Era —y debe ser lo que queda— de tafetán blanco, con dos puntas en forma de «rabo de gallo» en la parte opuesta al asta y debió ser por delegación del Obispo Frías por lo que el Alférez Mayor de la Conquista, Alonso Jaimez de Sotomayor, dio los gritos de ritual, tanto en las altas cumbres de la isla en los instantes de la rendición efectiva, como el 29 de abril de 1483, al efectuarse la simbólica entrega, en la Villa del Real, de Guayarmina, la heredera de los Reyes y Señores de la Isla, a quien acompañaban sus leales, ceremonia en la cual, forzosamente, habrían de alzarse pendones por los nefastos Reyes de Castilla.

 1483 Octubre 20. Vitoria (f.214). Citación contra Pedro de Munjaras y su sobrino Sancho de Urquiaga, capitán, vecinos de la villa de Durango, y Juan de Bilbao, armador y botiner, hijo de Martín Ibáñez, vecino de la villa de Bilbao Michel de Deva, el corcobado, maestre de la nao grande, Domingo Alós, maestre de la nao pequeña, Martín de Lasao, alguacil, su cuñado y Jalón, piloto, vecinos de Deva, Pedro de Ares, el largo, piloto, vecino de Bilbao, Juan de Orif Machin de Orio, Sancho de Bilbao, Caraballos y Esteban, condestables de dichas naos, Miguel, hijo de Perucho de Munjáras, Pedro de Sevilla, Torres y Rodrigo vecinos de la villa de Palos, Charran Vizcaíno, Pedro Vizcaíno, Lope Maestres; la, Juan Pérez, mercader y Juan Pérez, marinero, que asaltaron un navío cargado de mercáncías valoradas en 420.000 maravedís, de Diego Femández de Valladolid, vecino de Sevilla, a la altura del cabo de San Vicente de Lagos, cuando se dirigia desde la ria de Sevilla a las islas de Gran Canaria y de la Madera; para que respondan de ello ante el Consejo Real. El Rey y la Reina. Alvarez de Toledo. Andreas. Antonius. Gundisalvus licenciatus. Alfonso. (E. Aznar; 1981)

 1483 Noviembre 19. Vitoria (f.219). lncitativa a las justicias de Córdoba Sevilla a petición de Miguel de Segura, vecino de Segura, que intervino en  la conquista de Gran Canaria, para que devuelvan a éste un esclavo canario de unos veinticinco años que le fue tomado por Diego de Proaño, alcalde de casa corte, por orden del rey, a quien se hizo relación de que el esclavo era cristiano y, reuniéndose éste con el resto de los canarios de Córdoba. La razón de esta medida es la relación de Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, de que el esclavo es de buena guerra y que fue entregado por él a Miguel de Segura. Didacus. Johanes. Gundisavus. Mármol. (E. Aznar; 1981)

 1483 Noviembre 21. Vitoria (f.114). Citación contra Pedro de Vargas, alcaide de Gibraltar, y Diego Basurto, Pedro Núñez y Leonor Núñez, hija de Elvira Núñez, herederos de Bartolomé de Basurto, vecinos de Medina Sidonia, para que paguen a Pedro de Vera, gobernador de las islas de la Gran Canaria, que acusa a Pedro de Vargas y Bartolomé de haberle robado hace diez años del término de Marchinilla en la villa de Jimena setecientos puercos de tres años, con un valor de 300.000 maravedís, cuatrocientas puercas, que valían 150.000 maravedís, dos mil cochina~, cuyo valor era de 100.000 maravedís, trescientos cochinos de un año, cuyo precio ascendía a 40.000, veinte bueyes con un valor de 35.000 maravedís, doscientos cahices de trigo y cebada, valorados en 320.000 maravedís, y la ropa de sus mozos y collazos, que valía 10.000 maravedís. Episcopus. Johannes. Andreas. Gundisalvus. Castillo. (E. Aznar; 1981)

 1483 Diciembre 22. Vitoria (f. 227). Orden al gobernador, capitanes, justicias y demás personas de la isla de Gran Canaria, a petición de doña Inés de Peraza, en nombre propio y en el de su marido Diego de Herrera, para que se abstengan de intervenir en las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Hierro y Gomera, por ser posesión de dichos señores. Didacus. Johannes. Andreas. Antonius. Gundisalvus. Alfonsus. Castillo. (E. Aznar; 1981)

1484.
Introducción y cultivo de la caña de azúcar en  la colonia de Canarias: Linneo le dio el nombre de Saccharum officinarum a la caña de azúcar. El azúcar y la caña de azúcar se mencionan en antiguos textos mitológicos y poéticos indios entre los años 100 y 800 a. C. y en textos legislativos entre 200 a. C. y 200 d. C. Probablemente se introdujo en China alrededor del año 100 a. C.

Los egipcios de los tiempos faraónicos ya sabían extraerla de la caña, pero de baja calidad. Con la expedición del rey Darío de Persia al valle del Indo (500 a. J.C.), los persas descubrieron la caña de azúcar y se mantuvieron como expertos durante siglos. Tras el prensado de la caña se filtran los jugos para eliminar las impurezas que contienen, se someten a un proceso de evaporación para lograr la concentración adecuada, se cuece la meladura resultante y se separan los cristales de azúcar de las mieles sobrantes. El primitivo proceso de transformación requería grandes cantidades de leña y produjo importantes desforestaciones. El término trapiche deriva del latín trapettum, denominación que se daba a los antiguos molinos de aceitunas.

En el siglo X la caña se encuentra distribuida por toda la cuenca mediterránea, especialmente en Siria-Palestina, Egipto, Sicilia, Chipre, Marruecos y Al-Andalus. Los árabes habían logrado aclimatar la caña en Motril (Granada). En la Edad Media Venecia debió parte de su prosperidad al azúcar que importaban de Asia en caravanas. Marco Polo trajo esquejes de caña. Plantadas más tarde en las islas de Madeira y Canarias abastecieron a Europa. Lisboa suplantó a Venecia como plataforma del negocio azucarero. La urgente necesidad de mano de obra para el cultivo en los nuevos territorios aumentó significativamente la captura y tráfico de esclavos africanos. Colón en su segundo viaje (1493) introdujo esquejes en la isla de Santo Domingo, que se dedicó exclusivamente a la producción de caña. Las tierras fértiles, húmedas y cálidas de las Antillas fueron ideales para su cultivo. Cuba se convirtió en el principal productor de caña durante el siglo XIX. Durante los años cuarenta del siglo XIX se estableció un proceso de evaporación al vacío para eliminar el agua contenida en los jugos y evitar los largos procesos de cocción.
Importante producto de exportación desde la colonia de  Canarias (s.XVI):
La exportación de azúcar fue uno de los pilares de la economía canaria desde los primeros años de la conquista. Está documentado que ya en 1508 había azúcar canario en Amberes. Sirvió para atraer riqueza y equilibrar la balanza comercial. 

Ingenios:
Eran numerosos en el norte de Tenerife (Comarca de Daute), en Güimar y Taganana. Según el factor inglés Thomas Nichols en la primera mitad del siglo XVI había 12 ingenios en Gran Canaria, cuatro en La Palma, uno en La Gomera y varios en Tenerife. En 1575, el Xarife poseía en los aledaños de Santa Cruz, en el barrio de los Molinos, catorce ingenios. Para la penosa tarea de los ingenios se trajeron esclavos negros. A partir de 1554 comienza a disminuir la producción, debido en parte a la emigración de los maestros del azúcar.
Genoveses y flamencos controlaban el negocio, distribuían la producción a los puertos de Barcelona, Marsella, Génova y Amberes, desde donde se enviaba a Holanda.

"El rendimiento económico de los ingenios era muy grande. Un ejemplo bastará: En Gran Canaria, un ingenio cuyo costo había sido de dos millones de maravedís, producía, un año con otro, azúcar por valor de otros tantos, de los que setecientos mil servían para amortizar gastos y un millón trescientos mil revertían en beneficios del dueño, que así podía recuperar con rapidez el capital invertido. En otros casos observamos cómo las rentas permiten amortizar el capital invertido en dos, o a lo sumo en tres años... Hacia 1550 el ciclo del azúcar canario llegó a su apogeo y pasaron todavía varios decenios más antes de su crisis definitiva. Sobre él se cimentaron las primeras grandes fortunas isleñas, y hay que pensar, como señala José D. De Silva, que había un verdadero abismo económico entre aquellos poderosos y el resto de la población". (Miguel A.Ledero Quesada).

"...ni el clima ni los suelos de la isla son los apropiados para el cultivo de caña en condiciones competitivas con las zonas tropicales. Para defenderlo se arbitraron una serie de impuestos sobre el azúcar importado, gabela que alcanzó hasta tres veces el valor del coste... La caña se cultivó de una forma primitiva, con bajos rendimientos, los abonos químicos aún no se empleaban... al cabo de cierto tiempo agotaba los terrenos; la única solución era rotar cada ocho o diez años con otros cultivos... las variedades de caña eran pocas y nada selectas..." (Wladimiro Rodríguez Brito).

El cultivo de la caña de azúcar después de la conquista.
La accidentada y agreste geografía canaria -especialmente en las dos islas mayores, Tenerife y Gran Canaria- con sus estrechos valles, donde el cultivo sólo podía extenderse en bancales, no es comparable con las amplias terrazas de los valles dominicanos o puertorriqueños. Y no es comparable en rendimiento del suelo por muy intensivo que fuera el cultivo, pues la escasez de tierras era tan evidente, que forzosamente debían agotarse antes. Del mismo modo, no es comparable tampoco desde un punto de vista climatológico, pues en Canarias era forzosa la irrigación y, por otra parte, al ser escasas las lluvias, se limitaba temporalmente la molturación cañera en los molinos, que eran movidos por energía hidráulica.
Estas particularidades de la geografía canaria con respecto, por ejemplo, a las Grandes Antillas, incidían directamente en el desarrollo de la aparcería para el cultivo de la tierra cañera, generalizándose una variada gama de acuerdos entre los señores de ingenio y los modestos agricultores que cultivaban sus pequeñas parcelas con caña. La producción, que depende directamente del desarrollo del cultivo, estaba así condicionada por esta primera particularidad.

Así pues, la producción de azúcar en Canarias era bastante más reducida por sus menores disponibilidades de tierras, por la escasez de precipitaciones pluviométricas, por el menor número de trabajadores que empleaban y, sobre todo, por las limitaciones que tenían de combustible para las distintas faenas de cocción del guarapo. Por tanto, la producción tuvo que adaptarse a estas particularidades acogiendo a un elevado número de asalariados y de aparceros que, una vez finalizada la zafra, recibían sus salarios o porcentajes de azúcar y quedaban como mano de obra libre.

Tierra, agua y aparceros.
En Canarias, dado que las plantaciones de cañas eran mucho menores -en Tenerife los pobladores que se comprometieron a construir ingenios sólo recibieron 30 fanegas de tierra, aunque de riego, y semejantes cantidades se repartieron en Gran Canaria-, el cultivo era más intensivo. Según se comprueba en las fuentes documentales e impresas, el ciclo de renovación y corte se repetía cuatro veces -ocho años de cultivo-, cinco y hasta nueve temporadas, lo que suponía un cultivo continuado de la tierra durante dieciocho años, esto último, suponemos, en terrenos muy abonados y de excelente calidad, por supuesto bajo riego. Se explica así el que encontremos en las explotaciones canarias numerosas operaciones de cavado, riego, escarda, envarado y lucha contra las plagas, casi de forma reiterada, lo cual evidencia un cultivo intensivo y, como es lógico, de alto rendimiento, pues no se entendería de otra forma una explotación tan prolongada del suelo.

Las operaciones agrarias requeridas por el sistema de cultivo en Canarias eran bastante más exhaustivas y prolongadas que las usadas en las Antillas, comenzando con la preparación de la tierra para la plantación de la caña y canalización del suelo para los abundantes riegos, proceso que alargaba temporalmente las faenas posteriores de escarda, cavado y colocación de varas de soporte, cuidándose igualmente la desparasitación de gusanos, la desrratización mediante trampas y el desburgado que seguía al corte de la planta.

El área de cultivo en Canarias correspondía a las zonas de costa, en altitudes inferiores a los 500 metros, en las que se unían condiciones óptimas de temperatura y pluviosidad o posibilidades de riego artificial. Sin embargo, las disponibilidades de tierras en este espacio no eran idénticas a uno y otro lado del Atlántico, ni tampoco su valor, siendo mucho más escasas en el primer archipiélago y, por ende, también más elevado su precio.
En Gran Canaria el cultivo de la caña se extendió desde Las Palmas a las vegas próximas, en el norte se implantó a lo largo del barranco de Agaete y en el triángulo formado por Galdar, Firgas y Tenoya; por el este a lo largo del barranco de Guirriguada en su mitad nororiental, entre Las Palmas y Santa Brígida, entre Telde y Melenara y por el sureste en la zona media del barranco de Aguatone.
En Tenerife la caña se cultivó en la cornisa septentrional, Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icod y Daute, así como en la banda oriental, en la región de Güimar; en La Palma, el cultivo se generalizó por los barrancos de Los Sauces, en el noreste, y de Las Angustias, cerca de Taracoste, en la región occidental; mientras que en La Gomera, con menor intensidad, lo hizo por las áreas intermedias del norte y sur.

La canalización del agua para producir energía hidráulica por precipitación sobre una rueda que hacía los efectos de turbina gastaba gran cantidad de energía usando madera para ello. Por lo que respecta al uso de madera para los fuegos que alimen-taban a las distintas calderas, . Según los cálculos que efectuamos sobre el gasto de leña por zafra en los ingenios del siglo XVI, cada fábrica quemaba un promedio de 2.760 toneladas (2.760.000 kilogramos) de madera, lo que equivalía a talas anuales de árboles y arbustos que, dependiendo del tipo de vegetación existente en cada espacio y de la densidad de su distribución en el mismo, no sería inferior a 3.000 m2 de bosque en Canarias

La distribución de la renta entre el propietario de la tierra y el agricultor que la cultivaba, así como el porcentaje de las maquilas que se cobraban a los propietarios de pequeñas parcelas, eran relativamente bajas, aunque variaban sustancialmente de unos ingenios a otros entre Gran Canaria, Tenerife y La Palma, dependiendo del predominio o escasez de este tipo de acuerdos económicos. En Gran Canaria y Tenerife la producción azucarera se distribuía al 50% entre los señores de ingenios y los campesinos, siendo, pues, la maquila relativamente baja, dada la alta calidad del azúcar conseguido, es decir, dados los importantes costes que el señor de ingenio tenía que asumir para purificar tanto el azúcar.

Trapiches e ingenios: exigencias de la industria.

Una vez madurada la caña, cortada y transportada a los lugares de elaboración, daba comienzo un largo y complejo proceso que comprendía la molienda, prensado, manipulación del güarapo, cocción, decantación, cristalización, refinado y aprovechamiento de los residuos de la caña -bagazo- y del azúcar. De aquí se pasaba a la preparación para el transporte del azúcar que, en diversas formas, llegaba a los mercados.

Será el molino, movido por tracción animal -trapiche- o por energía hidráulica -ingenio- el que dé nombre al complejo fabril donde se elabora el producto, al ser la pieza sustancial del proceso. Molino de dos rodillos verticales y prensas, cuyo componente base era la madera, en Canarias la de til, con refuerzos, anillas, dientes y clavos de hierro que debían importarse.

Para Canarias se registran unos quince ingenios a principios de siglo, que en el primer tercio -con veintiocho constatados- pudieron ser entre treinta y cuarenta. El primer edificio de ingenio datado corresponde a 1484 y en la primera década del XVI pudo haber treinta ingenios, veintinueve en 1550 y trece a finales de la centuria.

La producción de azúcar en Canarias era muy dificil por la razon de que un molino obtuviera más de 3.000 arrobas por zafra, pues el proceso de purificación de los azúcares era tan contínuo que la producción se limitaba casi enteramente a azúcares blancos, con lo que a medida que se perfeccionaba la producción se reducía su peso por la eliminación de impurezas sólidas y líquidas, especialmente estas últimas -mieles y coguchos-, que quedaban reducidas a puro azúcar, aunque fuese incrementando los costes de producción con un mayor gasto de leña.
El azúcar en el comercio atlántico.

Desde su conquista, las islas Canarias complementaron la oferta de la región andaluza, que incluso desplazaron, y reemplazaron a la levantina, fuertemente deprimida, pero ante todo establecieron lazos directos con los mercados europeos, ingleses, holandeses, italianos, alemanes y en menor medida franceses, con participación en la industria local de nacionales de estos países y comerciantes castellanos, catalanes y portugueses, quienes financian, producen, compran, comercializan el azúcar -en ocasiones con barcos propios- y controlan, a través del régimen especial de Canarias, parte del tráfico interatlántico, férreamente monopolizado por Sevilla.

Canarias suministró azúcar de alta calidad y en apreciable cantidad a los mercados referidos, hasta el declive de dicha elaboración, que se produjo a mediados del siglo XVI y que fue sustituida, fundamentalmente, por el creciente comercio y producción de vino, que se reveló como más productivo y largo, proyectado también hacia América y la propia Península.
La produccion en actualidad.El ron.
Faceta singular de la cultura de todos los pueblos los brebajes espirituosos como coadyuvantes de misteriosos ritos ancestrales, de medicaciones estimulantes, y de otros preparados tonificantes. El aborigen canario no fue una excepción, y documentados estudios nos ilustran sobre ello.
El tabú imperó en el formulario de lo aplicado a su mundo mágico-religioso, y el conocimiento de sus componentes perdidos en aras de la nueva cultura. Lo perteneciente a su devenir cotidiano no corrió tal suerte. Servíanse, dicen los textos, de productos aportados por la naturaleza, entre los que el mocán y la palmera eran objeto de sus preferencias. Los frutos del primero, maduros, se exponían varios días al sol que concentraba su jugo. Luego, desmenuzados, añadíanle agua, dejándolos en maceración hasta su fermentación. De la segunda, haciéndole una incisión en su cogollo extraían un licor blanquecino, que fermentado convertíase en un suave tónico aguardentoso.

Envasaban estos néctares en especie de odres de cuero de macho cabrío, que apilados en los recovecos de cuevas naturales cual incipientes bodegas, conservaban y añejaban. Esta práctica artesanal no se perdió, ya que conquistada la isla, tal actividad continuó, y ante la escasez de envases tan originales, los botes, botijas y pipotes, que de la Península traían los pobladores con diferentes líquidos, sirvieron para tal fin.
En las postrimerías del XVII se incrementó en Canarias la destilación de aguardientes diversas que abastecían las necesidades del mercado. Varios de estos centros eran los propios conventos de distintas órdenes, que alteraban sus actividades conventuales con las al parecer más lucrativas afines al mítico Baco.
Se consagraría ante la historia, al menos como experto catador, fray Sebastián, seráfico músico de la catedral, al que las exaltaciones de su cometido llevaba a propinar algún que otro contundente cachete a las monjas, cuyas almas estaban a su cuidado. En el discurrir del siglo XVIII, el trasiego comercial americano se incrementó, y el aguardiente canario encontró su destino, adulterado en ruta, en las lejanas tierras donde ondeaba el pabellón español.

Por nuestra geografía surgieron de nuevo trapiches y alquitaras, precursores de ingenios ya más sofisticados. Pero la competencia exterior coartó ansias de expansión, y esta incipiente industria feneció. Sería el insecto prendido en el nopal, popular "cochinilla", del que se extraía un preciado tinte altamente cotizado en las centrales fabriles europeas, lo que sustentaría la economía insular a lo largo de la segunda mitad del siguiente siglo. Pero el descubrimiento de las anilinas alemanas darían al traste con toda una era de prosperidad, conocida como la del "áurea grana".

Y se implantó otra vez la caña de azúcar en su segundo ciclo. Las tierras canarias alentadas por la ejemplarizante gestión aruquense se cubrieron de plantíos. Para procesarla surgieron modernos ingenios, y Arucas presumió de inaugurar, el 9 de agosto de 1.884, el más completo en su género, ya que además de obtener el cristalino edulcorante, sus alambiques o columnas rectificadoras, destilaban aguardiente suficiente y de calidad, para el consumo de la comarca.
Arucas, cuna del ron canario.
El paladar isleño, que había degustado toda una serie de aguardientes de procedencia dispar y de muy poco ortodoxa elaboración, aceptó de buen grado el que se lo ofrecía. Lo que llegaba de fuera no lo contentaba. La América española pagaba con la misma moneda, por la bazofia que durante años desde Europa allí se había exportado.

Para Arucas, el primer reconocimiento a su calidad le fue otorgado en la Exposición Regional celebrada en Las Palmas en 1.892, donde recibió diplomas y medallas, además del gran Vaso de bronce y plata concedido por la Reina, por o esmerado de sus azúcares y aguardientes. Luego, la creciente demanda del ron de Arucas obligaría a la señera entidad a plantearse su elaboración a gran escala, sin perder con esto su tradición artesanal.

Por ello, el primer paso para la consecución de un buen ron fue, el de la selección de la caña de azúcar más idónea por su contenido en sacarosa, y totalmente afín con la climatología local, como clave del éxito para su posterior proceso. Seleccionada ésta, y adecuada la tierra con sus correspondientes surcos para el plantío, se colocan trozos o rizomas de ella, horizontales en el fondo de los mismos con sus brotes hacia arriba, y cubriéndolos luego con la tierra. Como época más apropiada para ello se ha conceptuado el mes de febrero.

Cuando la planta, con los cuidados propios inherentes a su cultivo, ha alcanzado aproximadamente un metro de altura, es despojada de las hojas que cubre su tallo, para que llegue a su máximo desarrollo. En poco más de un año está ya en sazón, por lo que se descogolla, corta y en haces se transporta a la fábrica.
En ésta, es inmediatamente molturada, extrayéndose su jugo, nominado "guarapo", que por una canalización pasa a las cubas para su fermentación. La parte exprimida, llamada "bagazo", es aprovechada entre otras aplicaciones, en tareas de preparación de tierras para subsiguientes cultivos.
Otro paso importantísimo para un éxito final es el de la fermentación, secreto artesanal que se obtiene en base al empleo de una levadura especial que permite el lograr un estado y grados idóneos, para una adecuada destilación.

Efectuada ésta, el aguardiente obtenido pasa a ser envasado en barricas de roble, que siguen en cuanto a constitución tratamiento, lo preconizado por el monje Basilio Valentín en 1.480, sin que hasta el presente se conozca otro sistema para la consecución de un excelente y verdadero ron.

Ya en las bodegas, el maestro del blénded, controla las diferentes partidas envasadas, hasta que éstas alcanzar la suavidad y el bouquet propio que caracterizan a los rones de Arucas, en su paulatino envejecimiento de un año para los más jóvenes y de doce a catorce para los añejos.

Desde dichas bodegas, el ron se trasvasa automáticamente a la modernísima planta de envasado, desde donde efectuado éste y embalado convenientemente, pasa al mercado. Hoy Destilerías Arehucas continuadora desde 1.965, de la mas que centenaria fábrica creadora del exquisito ron, está alcanzando altas cotas, tanto en su producción como en el reconocimiento de su calidad. Además, independientemente de esta su selecta gama de rones, ha ido elaborando toda una serie de cremas y licores, muchos de ellos, al igual que los rones, consubstanciales a nuestra tierra.

Sus perspectivas son amplias, y su política exportadora impulsada hacia la comercialización de sus renombrados productos en el mercado internacional.

Después de lo reseñado, el lector se habrá impuesto de lo que caracteriza a un verdadero ron. De que sus origen fue fruto de una ancestral cultura, aunque en su trayectoria esto fuera tergiversado. Por ello se puede aseverar que existe una gran raíz cultural en la consecución del mismo, y que fue creado, no para degeneración del ser humano, y si como tonificante y coadyuvante en las relaciones sociales de éste. Pero no se podrá hablar de su cultura, si no se es consciente de que la moderación en su uso, es la clave para beneficiarse de los efectos positivos que el buen ron nos ofrece. (www.mgar.net/azucar.htm -).

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