martes, 18 de septiembre de 2012

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV. 1471-1480




EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XV. 1471-1480

 

Eduardo Pedro García Rodríguez




1488 Julio 23.

Murcia.

Carta de comisión a fray Antón Cruzado, custadio de Sevilla, de la orden de frailes menores observantes, para que pudiese firmar “paces” con los indígenas de Tenerife y La Palma.

Poder al custodia de Sevilla o a su comisario para entender en la conversión de la Grand Canaria.

Don Fernando e doña Ysabel etc. Por quanto a nos es fecha relaçón que los vecinos e avitantes en las yslas de Tenerife e La Palma, conosiendo el yerro, gentelidad e ynfidelidad en que están, se quieren convertir a nuestra santa fe católica e estar a nuestra obediençia, como súditos e naturales, pues que las dichas yslas son de nuestra conquista; e anos pertenesçe proveer de personas que les maestren e enseñen e endereçen las cosas de nuestra santa fe católica; e confiando de la vida e conçiençia de vos el devoto religioso frey Antón cruzado, maestro en santa teología, de la horden de san Françisco de oservançia, custodio de la custodia de Sevilla, y de qualquier otro custodio de la dicha custodia, y del comisario e que vos el dicho custodio para el dicho cargo fuere nombrado, que soys tal que guardaréys el serviçio de Dios y nuestro e con toda deligençia entenderéys en la dicha conversión de los vecinos de las dichas yslas: mandamos dar esta nuestra carta para vos. Por la qual vos damos poder cumplido para que vos, o el comisario que por vos fuere nombrado, vades a las dichas yslas de Tenerife y La Palma e a qualquier dellas, libre e seguramente, e a entender en la dicha conversión de los vecinos de las dichas yslas, y los convertir a nuestra santa fe católica; e trabajéys con ellos de los traer a nuestra obediençia, como lo deven estar nuestros súditos e naturales; e para que podáys con ellos capitular e concertar e asentar las cosas que a vos e a vuestro comisario paresciere que más cumple a servicio de Dios e nuestro, e lo más prestamente que pudierdes los traer e convertir a nuestra santa fe católica; e porque asy, ellos convertydos e tomados a nuestra santa fe católica, los podáys asegu- rar e aseguréys: que por nuestros capitanes ni gentes de armas ni por nuestro  capitán ni capitanes de la Grand Canaria ni por Femand Peraça ni por doña Ynés, su madre, ni por sus gentes ni por otros ningunos ni algunos de nuestros súditos y naturales no les serán fechos mal ni daño alguno. E para que cerca de lo susodicho podades asentar e asentades todo lo que çerca de ello pareciere a vos e a vuestro comisario, lo qual vala e sea firme, como si por nos fuese asentado y mandado. Y mandamos a los nuestros capitanes e gentes darmas, e a Pedro de Vera, nuestro capitán de la Grand Canaria, e al dicho Femando Peraça e a doña Ynés, su madre, e a sus gentes e a nuestros capitanes de nuestra armada que guarden los seguros que vos el dicho comisario dierdes por el  tiempo e con las condiçiones que les otorgades, tomándose como dicho es los vecinos de las dichas yslas de La Palma e Tenerife christianos, so aquellas penas en que caen los que quebrantan seguro puesto e dado por su rey e reyna e señores naturales. Para lo qual todo que dicho es, con sus ynçidençias e dependençias, mergençias, anexidades e conexidades vos damos poder cumplido por  esta nuestra carta. E los unos ni los otros etc. Dada en la çibdad de Murcia, a XXIII días de jullio, año mill e quatroçientos e ochenta e ocho años. = Yo el Rey e Yo la Reyna.=Yo Alonso de Avila, secretario etc.=En forma acordada, Rodericus, doctor. (A. S.: Registro del Sello. Fol. 220.) (En: Antonio Rumeu de Armas, 1975).

1488 Noviembre 25. Dentro de la organización social de los gomeros, existía una institución que guarda total paralelismo con otra existente en el mundo berber continental (Marruecos), relativa a los llamados "pactos o alianzas por colactación". De esta forma, Hernán Peraza estaba unido a través de un pacto con los bandos de Amulagua e Hipalán, y precisamente a este último pertenecía la joven Ibaila. Dicho pacto o alianza se realizaba mediante un ritual consistente en beber leche en un gánigo. Al mantener relaciones Hernán Peraza con una mujer de su propio bando, considerada según dicha alianza como su hermana, faltó no sólo al compromiso consuetudinario de la exogamia deshonrando a los bandos que lo habían acogido como hermano de sangre sino que además rompió el pacto establecido. Este hecho, además del despótico gobierno que realizaba el señor sobre la isla, determinaría la conjura, en la que participó Hupalupa, anciano encargado de vigilar el cumplimiento del pacto. Se decidió que Hautacuperche matara al traidor Hernán Peraza, aprovechando su visita a la cueva donde se encontraba Iballa, en Guahedum. Con su muerte, los gomeros alzados decían en su lengua "ya el gánigo de Guahedum se quebró", en señal de que el pacto se había roto. Sublevada la isla, con los gomeros sitiando a la señora Beatriz de Bobadilla en la Torre de los Peraza o del Conde, fue llamado a la isla Pedro de Vera, cruel y nefasto personaje que daría lugar a sangrientos episodios de la Historia de la colonia de Canarias. 


1488 Julio 23. Murcia (f.220). Poder a fray Antón Cruzado, de la Orden de San Francisco, maestro en Teología y custodio de la custodia de Sevilla, y a su comisario, para que entiendan en la conversión de los habitantes de Tenerife y La Palma, cuya conquista pertenece al rey. Ordenándose a Pedro de Vera, capitán de la Gran Canaria, y a Fernando Peraza y su madre doña Inés que guarden los seguros que el dicho comisario otorgase. El Rey y la Reina. A vila. Acordada: Rodericus. (E.Aznar; 1981)

1488 Septiembre 22. Valladolid (f. 135). Incitativa al asistente de Sevilla, a petición de Gonzalo Yáñez Mealla, Juan de Valladolid, Alonso Fernández y Diego Rarnírez, vecinos de Lepe, para que deternline acerca de un valliner, llamado Santa María de Gracia, que les embargó Pedro de Vera, gobernador de las islas de Canaria, bajo la acusación de que el patrón Martín de Ariste, vizcaino, había sacado de las islas al maestro Antón Ollero y su criado. Don Alvaro. Andreas. Antonius. Sancius. Franciscus. Sánchez de Cehinos. (E.Aznar; 1981)

 1488 Noviembre 20. Valladolid (f. 8). Confirmación a Bautista de Riberol, a pesar de su condición de genovés, de la venta de unas casas y heredades que para hacer un ingenio de azúcar le hicieron, ante Hernando de Ecija, escribano público de Gáldar, y Diego de San Clemente, escribano público de Gran Canaria, Juan Sánchez de Roldán y Francisco de Adeje, vecinos de Gáldar, que las recibieron de Pedro de Vera, gobernador de dicha isla, por su participación en la conquista, y merced para que pueda ser vecino de dicha isla. El Rey y la Reina. Santander. Don Alvaro. Antonius. Andrés. Franciscus. (E.Aznar; 1981)

1489. Fray Miguel López de la Serna, de la secta católica de franciscanos (O.F.M)., obispo de Canarias-Rubicón, va a la corte de Castilla a denunciar los crímenes y esclavizaciones efectuadas por Isabel de Bobadilla y Pedro de Vera.

1489. Aunque fue el tratado de Medina del Campo, firmado por los Reyes Católicos en esta fecha, el que abrió a los ingleses el tráfico con las Canarias -al concederles la Corona libertad completa de comercio con todos sus dominios-, las relaciones no se desarrol1aron activamente hasta 1519, cuando los comerciantes de Bristol organizaron expediciones comerciales a las islas Azores, Canarias y costas de Marruecos y Berbería.

En dichas relaciones mercantiles destacará la figura de William Hawkins, famoso mercader de Plymouth, quien, con sus hijos William y John, estableció un servicio regular marítimo con nuestro Archipiélago para la compra de azúcares y vino. Abierto el mercado inglés a los vinos canarios, en 1533 Anthony Hickman y Edward Castlyn deciden establecer factores fijos en las islas, siendo designados para representarles Edward Kingsmill en Gran Canaria y William Edge (sic) y Thomas Nícholas en Tenerife. Otra figura destacada de este comercio fue la de Andrew Barker, mercader de Bristol, que tuvo a John Druc como factor en Tenerife para la venta de telas y otras mercaderias. Con carácter más o menos independiente, actuaban otros tres comerciantes: Richard Grafton, Charles Chester y Jofre López (sic), todos ellos residentes en Tenerife.

No cabe duda de que uno de los capítulos más relevantes de la presencia inglesa en Canarias durante el siglo XVI, lo configura la vinculación de John Hawkins y los Ponte, de la que apenas se podia encontrar una vaga alusión en la Descrípttíone... de Leonardo Torriani hasta que, el profesor Rumeu de Armas, desveló con todo lujo de detalles las expediciones del inglés a las islas, tan frecuentes y de tanta trascendencia que produce asombro considerar cómo pasaron hasta entonces desapercibidas. Veamos seguidamente algunos detalles biográficos de los principales personajes de este episodio.

Nacido en 1532, John Hawkins había adquirido extraordinaria pericia en las cosas de mar a la sombra de su padre, Hawkins «el Viejo». A la muerte de éste, en 1554, tomó, en unión de su hermano William y cuando sólo tenía 22 años, la dirección de la flota familiar, centrando particularmente su atención en el comercio con el Archipiélago. En Plymouth llega a ocupar un importante cargo en la organización municipal –Common Counci-, orientando de paso sus actividades hacia Londres, a donde se traslada en 1560.

Al poblarse de corsarios el Canal de la Mancha. Con motivo de la guerra con Francia en 1557. 1os hermanos Hawkins rivalizaron en robos y depredaciones contra los navíos galos, según su tónica de alternar las actividades comerciales con las de corsario, campo de experiencias para sus futuras actividades de pirata, Así. por ejemplo hacia finales de 1558, un corsario a sueldo de John había capturado allí un navío propiedad de la Hansa, el Peter, que navegaba por cuenta de un italiano naturalizado francés y apellidado Negrollo; circunstancia que aprovecha para incorporar la embarcación a su flota de Plymouth utilizándola luego en sus relaciones con Canarias.

Precisamente a bordo del Peter realiza, en 1560 su primer viaje documentado al Archipiélago, comerciando en Tenerife -trayendo paños y embarcando azúcares- y recorriendo probablemente con el mismo fin Gran Canaria y tal vez otras islas; pudo visitar de esta forma, Santa Cruz de Tenerife, Abona, Adeje, el Puerto de La Luz y San Sebastián de La Gomera. Entre sus factores y amigos en Canarias, destaquemos a Enrique Núñez -acaso judio portugués-, representante suyo en Berberia y particular- mente en el puerto de Angla de Santa Ana, quien solía frecuentar las islas para  los negocios de su patrón o los suyos propios; John Lovell más tarde afamado pirata, cautivo en las cárceles de la Inqui$ición de Las Palmas, que figura entre uno de sus representantes temporales en Tenerife; el conde de La Gomera, con quien tuvo frecuentes tratos, hasta el punto de despertar los recelos del Santo Oficio, y, sobre todo sus  fraternas relaciones con dos familias importantes de Tenerife los Soler y los Ponte,
propietarias ambas de importantes ingenios en el sur de la isla.

La familia Soler, con magnífícos ingenios en Abona oriunda de Cataluña, tuvo que mantener tratos con Hawkins con anterioridad al viaje de 1560. Sólo estos vínculos previos explicarían el auxilio del clérigo Pedro Soler a los piratas ingleses en el turbio asunto de la conspiración de los beneficiados, que luego veremos, suponiendo Rumeu a tales piratas socios o subordinados del propio Hawkins. Pedro Soler, beneficíado de la iglesia parroquial de Los Remedios de La Laguna. y vicario eclesiástico en Tenerife, era el mayor de cuatro hermanos varones. Su padre, del mismo nombre y apellido, llegó a Tenerife con la conquista, casando con Juana de Padilla y Linares dueña de grandes heredamientos en el término de Vilaflor.

En cuanto a Pedro de Ponte y Vergara, digamos que era hijo segundo del célebre negociante genovés Cristóbal de Ponte, financiador de la conquista de Tenerife, por cuyo motivo recibió de Alonso Fernández de Lugo extensos repartimientos de tierras y aguas, avecindándose en el partido de Daute. Los genealogistas Antonio Ramos y Fernández Béthencourt, que le sigue, afirman que había sido su bisabuelo Mateo de Ponte, noble patricio de Génova, y su abuelo Juan Esteban de Ponte, inscrito como tal en el Libro de Oro de la dicha República mediterránea.

Rumeu, por su parte, habla de su parentesco con otro Ponte, Giacomo, también natural de Génova pero establecido en Inglaterra a principios del siglo XVI, e importante por haber sido el padre de Elizabeth de Ponte, segunda esposa de sir Walter Raleigh progenitor del aventurero y pirata del mismo nombre; señalando que esta posible relación de parentesco entre ambos mercaderes -Cristóbal, naturalizado español, y Giacomo, naturalizado inglés-, pudiera explicar las relaciones de los Ponte canarios con Inglaterra.

A la muerte de su padre, en 1552, le correspondieron, por testamento los ingenios de Adeje, mientras su hermano Bartolomé, el primogénito, se quedaba con los hereda- mientos de Garachico. Ambos habían contraído matrimonio, respectivamente, con doña María y doña Catalina de las Cuevas, hijas del bachiller Alonso de Belmonte, judiocon-
verso natural de la villa de Moguer, teniente general del Adelantado y regídor de Tenerife, y de su mujer Inés Benítez de las Cuevas, emparentada con el primer Ade-
lantado de Canarias.

Aunque ya desde su juventud colaboró con su padre en el cultivo de las tierras de Daute y Garachico, así como en la explotación de los ingenios de Adeje, Pedro de Ponte alternó muy pronto sus tareas de labrador con el ejercicio del comercio. Sabemos, en esta línea, que era el encargado de abastecer de carnes a Tenerife en momentos de escasez, habiendo arrendado previamente el tráfico de la Isla del Hierro, rica en carneros, al conde de La Gomera, Guíllén Peraza de Ayala, desde donde llegó a importar en determinadas ocasiones más de quinientas cabezas de ganado. Además, navíos suyos o por él fletados conducían a América los productos agrícolas canarios -frutos, vino y trigo-, que eran distribuidos por sus corresponsales en las Antillas, mientras mantenía un activísimo comercio de azúcares y vino con Inglaterra.

Su constante relación con los comerciantes y factores ingleses avecindados en Canarias, le hizo salir como fiador de los mismos en sus pleitos y contiendas judiciales

En cuanto al comercio clandestino, se valió de los navíos de permiso de las islas para introducir en el mercado indiano productos manufacturados ingleses, de altísima cotización.

Regidor perpetuo del Cabildo de Tenerífe -uno de los primeros en ostentar en la isla semejante dignidad-, consiguió que la Corona aprobase su proyecto de erigir en Adeje una poderosa casa-fuerte para la protección de sus ingenios, síendo desde entonces alcaide perpetuo de la misma. Aunque intentó romper la unidad realenga de la isla, para establecer un verdadero señorío jurisdiccional en Adeje, en donde se había establecido a la muerte de su padre, no consiguió su propósíto por la oposición que le hizo la Justicia y Regimiento de la Isla y, en particular, Pedro Soler, vecino de Ponte y, como vimos, rival suyo en el comercio con Inglaterra, que veía directamente amenazados sus dominios. Habrá que esperar a 1655 para que, dada la política de Felipe IV al respecto, alcanzaran sus sucesores este objetivo.

Semejantes datos bastan para dar una idea del ascendiente político y social de Pedro de Ponte, de su destacado papel entre los prepotentes isleños de la época, situación que de algún modo contribuyó a darle una relativa impunidad en sus ilegales negocios.

¿Cuándo decidió en secreto fusionar sus empresas con Hawkins y, más concretamente, cuándo resolvieron ambos de común acuerdo la expedición a las Indias Occidentales de 1562?  Rumeu indica que, independientemente de su posible traslado a Adeje, desde la mansión de los Soler en Abona, durante su estancia en 1560, debió ser a raíz de otro viaje entre ambas fechas cuando se planeó la primera incursión
americana.

Las continuas violaciones del monopolio metropolitano habían dado lugar a las reales cédulas de 18 de junio de 1540 y 17 de marzo de 1559, que ponían limitaciones al comercio extranjero con Canarias. La colaboración de Ponte y Hawkins sirvió, en este caso, no sólo para romper las trabas legales al arribo de mercaderías y productos manufacturados ingleses en América, sino que permitió un negocio de más alto valor: el tráfico de esclavos, mano de obra demandada por mineros y colonos para la explo-tación de las riquezas del Nuevo Mundo.

En 1561, ya establecido en Londres, Hawkins casó con una hija de Benjamín Gonson, tesorero de la Marina, y con su apoyo entra en relación con un grupo de negociantes ingleses interesados en el tráfico comercial con las Canarias y Guinea. A continuación, y tras un esbozo de las primeras piraterías inglesas en las islas, relacionamos las tres expediciones que llevaría acabo entre 1562 y 1569. Sus lazos con Canarias proseguirían, ligados entonces a la figura más trascendente de la piratería inglesa de todos los tiempos, Francis Drake, formado precisamente a sus órdenes. (En: Millares Torres; 1977, t. III:106-9)

1489.
El tratado de Medina del Campo, firmado por los Reyes Católicos en 1489, al conceder a los ingleses libertad completa de comercio en todos sus dominios, les abrió las puertas de las Canarias, pues nunca las consideraron los reyes españoles como colonias cerradas al comercio con otros países.

Las relaciones comerciales entre las Islas Canarias e Inglaterra pueden datarse como de los primeros años del siglo XVI. Hasta entonces el área comercial de la expansión inglesa había quedado reducida a sus límites medievales con el canal de la Mancha, como gran centro de empresas mercantiles, y las costas del Occidente europeo, como teatro de más arriesgadas hazañas.

Sin embargo, el tráfico activo con las islas Canarias no se inició hasta el año 1519, en que los comerciantes de Bristol organizaron expediciones comerciales a las islas Azores y Canarias, así como a las vecinas costas de Marruecos y Berbería (136) .

La figura más representativa en el círculo de este tráfico mercantil fué la de Willíam Hawkins, famoso mercader y pirata de Plymouth y hombre de negocios preeminente (que llegó a empuñar la vara de alcalde de su ciudad natal) quien, en unión de sus hijos William y John, estableció un servicio regular marítimo con las Canarias, dedicándose a la compra de azúcares y vinos en las distintas islas del Archipiélago, en las que contaban con poderosos auxiliares y amigos.

Los Libros de registro del puerto de Plymouth atestiguan la extraordinaria actividad desplegada por esta familia afortunada, que consiguió, al par que riquezas para su casa, propagar la excelencia de los vinos canarios, dándoles popularidad y fama y abriéndoles los hogares de las clases acomodadas de su nación. Este tráfico lo llevaban a cabo en pequeños buques de veinte a cincuenta toneladas, ligerísimos y muy marineros, que tardaban en hacer el recorrido de ida y retorno unos tres meses aproximados. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

 1489 Marzo 4. Medina del Campo. AS, RS ACV, pc. VII-I 4/5-6.

Doña Ynés Peraca para que la pongan en la posesyón de las islas de la Grand Canaria.

Don Fernando e Doña Ysabel etc. A vos Pedro de Vera, nuestro gouernador de la ysla de la Grand Canaria, salud e gracia. Bien sabedes cómo Doña Ynés Peraça, muger que fué de Diego de Herrera, tyene e posee por suias e como suias ciertas islas que son de las yslas de Canaria, e agora nos es fecha rrelación que algunos vezinos de una ysla dellas mataron a Ferrand Peraça, su fijo, e se han levantado e quieren levantar algunos de los vecinos de la dicha ysla e se quieren o querrán substraer de su obedienc;ia en 1o qual s y asy ouiese de pasar diz que ella rrecebiría agrauio e dapno. E por su parte nos fué suplicado e pedido por merced que sobre ello le proueyésemos de rremedio con justicia o como la nuestra merced fuese. E nos touimos lo por bien, por que vos mandamos que s y asy es que la dicha Inés Peraça em estado en posesyón de las dichas yslas que amparéis e defendáys en la posesión de las dichas sus yslas a la dicha Doña Ynés e non consyntades nin dedes logar que los vecinos de las dichas ys,las se le subtrayan de su obecliencia, e para las tener e poseer e para los fazer acudir con los fructos e rentas dellas e para fazer justiçia de los malfechores la deys e fagades dar todo el fauor e ayuda que vos pidiere e menester ouiere, e en ello nin en parte dello non consyntades que le sea puesto enbargo nin contrario alguno. E los vnos nin los otros etc.

Emplazamiento en forma. etc. Dada en la villa de Medina del Campo, a quatro días del mes de marzço año etc. De mill e quatrozientos e ochenta e nueue años. Yo el Rey, yo la Reyna. Yo Alfon de Auila, secretario del Rey e de la Reyna nuestros señores, la fiz escreuir por su mandado. (D.J.Wölfel)

1489. Pasivo Pedro de Vera, Beatriz de Bobadilla permaneció sitiada "mucho tiempo", hasta que Inés, que estaba en Sevilla, hizo llegar la noticia a la corte. Mal ejemplo toda revolución popular triunfante, a 4 de marzo de 1489, los reyes ordenaron a Vera rescatar a "nuestra criada", señora de Gomera y Fierro, como tutriz de sus hijos. Aunque no lo necesitase, ampararía de paso a la Peraza, que "posee por suyas ciertas yslas, que son de las yslas de Canaria", para que sus vasallos "no se sustraigan a su obediencia". El gobernador se comportó, a la manera oficial de la época: "en vengança de la dicha muerte", hizo matar "a muchos vecinos de la Isla.., y las mujeres, muchachos y niños y niñas cautivaron". Tras haber "tomado e prendido a todos los vecinos... e a sus mujeres e fijos", se repartió el lote con Beatriz: "metiolos en una nao e en sus navíos... De ellos perecieron y otros fueron vendidos.., dados e enajenados en nuestros reinos e señoríos e otros fuera dellos.

Cobrados 1.000 castellanos en oro y 500 quintales de orchilla, a dos castellanos quintal, por el gasto, Vera se reservó ambas partidas, dando "cautivos en pago de su sueldo, a "los escuderos e maestres de navíos e otras gentes, que fueron en lo suso dicho". Valorado el gomero o gomera, entre 7.500 y 10.500 maravedís, el obispo de Canarias y Málaga, que residía en la ciudad andaluza, quedó a cargo de la distribución, no olvidando el gobernador obsequiar a Isabel, con un camello y 9 esclavas y al Príncipe D. Juan, con tres cajas de conservas y una grande de azúcar. (L. Al. Toledo)

1489. Que unas islas volcánicas, pobladas por guanches,  padeciesen dos conquistas en toda regla, en poco más de una década, escapa a la lógica. Pero el hecho es que Alonso Fernández de Lugo, emprendería una segunda conquista de las Canarias, recién terminada la primera. Partícipe de la guerra de Vera, residente en Tamaránt (Gran Canaria), en 1489 era propietario de plantaciones de caña e ingenio y Alcaide en Algueres?. Mal pagador, le perseguían los acreedores, cuando fue llamado a Granada por los Católicos para participar en la toma de aquel reino. A 19 de febrero de 1492, le compensaron por los servicios prestados y el 1.400.000 de maravedís, que adelantó para la invasión y conquista de Benahurae (La Palma), con donadío en el Valle de Graxere, entre la villa de Galel y la costa[1], adjuntando licencia para tomar agua donde quisiera, destinada a regar 90 fanegadas de tierra de sembradura, aptas a plantación de caña dulce y frutales. El Alonso de Lugo azucarero, es para Bernáldez caballero sevillano "de noble generación, hombre pacífico y de muy buena condición y de sana conciencia, agudo y de buen corazón e ingenio, cuidadoso de ganar honra e de servir a Dios y a sus Altezas... en conquistar las gentes bárbaras e idólatras, ignorantes y enemigas de la fe cathólica". Mediador entre Pedro de Vera y los guanches, "porque con mucho amor los trataba e conquistaba"?, se le atribuye la iniciativa de la guerra: "quando vido tiempo conveniente, demandó a el rey e a la reyna, la conquista de Palma". (L.Al.Toledo)

1489 Enero 9.
 Una esclava canaria de nombre Isabel de 11 años, es vendida al mercader de Játiva, Miguel de Urrea.

1489 Enero 10. Valladolid (f. 331). Orden a Pedro de Ezequiel, veinticuatro de Sevilla, para que sentencie el pleito que está pendiente entre doña Ines de Peraza y la citada ciudad por el lugar de Villamartín, en el que es juez comisario, y para que obligue a los letrados solicitados por doña Ines de Peraza a que ayuden. Don Alvaro. Johannes. Andreas. Antonius. Mármol. (E. Aznar; 1981)

1489 Enero 17. Valladolid (f. 227). Incitativa a Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, para que entienda en la petición del jurado Pedro Fernández Señorino, quien dió en Alonso de Lugo los 20.000 maravedís que debía al carpintero Gonzalo Fernández, vecino de dicha isla, a pesar de lo cual le han sido embargados por el alcalde Pedro García de Santo Domingo, dos negros, cuatro bueyes y cuatro asnos, con un valor superior a los 30.000 maravedís. El Rey y la Reina. Avila. Don Alvaro. Johannes. Antonius. Franciscus. (E. Aznar; 1981)

1489 Enero 19: Valladolid (f. 143). Orden a Pedro de Vera, gobernador de la isla de Gran Canaria, para que ejecute una obligación del jurado Pedro Fernández de Señorino contra Alonso de Lugo, vecino de dicha isla y alcaide de Agaete, que le debe 2.400 arrobas de azucar y le tiene hipotecado un ingenio. Don Alvaro. Johannes. Antonius. Andreas. Franciscus. Castillo. (E. Aznar; 1981)

1489 Enero 19. Valladolid (f. 358). Incitativa a Pedro de Vera, gobernador de la Isla de Gran Canaria, para que haga cumplir la sentencia dada por Fernando de Trujillo, teniente de gobernador, en el pleito entre el jurado Pedro Fernández Señorino y Adán Acedo, vecinos de dicha isla, sobre un contrato hecho entre ellos. Don Alvaro. Johannes. Antonius. Franciscus. (E. Aznar; 1981)

1489 Marzo 4. Medina del Campo (f. 76). Orden a Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, para que ponga a doña Inés Peraza, viuda de Diego de Herrera, en posesión de las islas de Canaria que le pertenecen y para que le prestodo favor y ayuda para castigar a los vecinos de una de dichas islas que se ha matando a su hijo Fernando Peraza. El Rey y la Reina. A vila.

1489 Marzo 4. Medina del Campo (f. 300). Orden a Pedro de Vera, gobernador de Gran Canaria, para que ampare a doña Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernando Peraza, como tutora de sus hijos, en la posesión de las islas de la Gomera y el Hierro, que pertenecían al dicho Fernando Peraza por donación de su madre doña Inés Peraza. El Rey y la Reina. A vila. (E. Aznar; 1981)

1489 Marzo 4. Medina del Campo. AS, RS ACV, pc. VII-I 4/5-6.

Doña Ynés Peraca para que la pongan en la posesyón de las islas de la Grand Canaria.

Don Fernando e Doña Ysabel etc. A vos Pedro de Vera, nuestro gouernador de la ysla de la Grand Canaria, salud e gracia. Bien sabedes cómo Doña Ynés Peraça, muger que fué de Diego de Herrera, tyene e posee por suias e como suias ciertas islas que son de las yslas de Canaria, e agora nos es fecha rrelación que algunos vezinos de una ysla dellas mataron a Ferrand Peraça, su fijo, e se han levantado e quieren levantar algunos de los vecinos de la dicha ysla e se quieren o querrán substraer de su obedienc;ia en 1o qual s y asy ouiese de pasar diz que ella rrecebiría agrauio e dapno. E por su parte nos fué suplicado e pedido por merced que sobre ello le proueyésemos de rremedio con justicia o como la nuestra merced fuese. E nos touimos lo por bien, por que vos mandamos que s y asy es que la dicha Inés Peraça em estado en posesyón de las dichas yslas que amparéis e defendáys en la posesión de las dichas sus yslas a la dicha Doña Ynés e non consyntades nin dedes logar que los vecinos de las dichas ys,las se le subtrayan de su obecliencia, e para las tener e poseer e para los fazer acudir con los fructos e rentas dellas e para fazer justicia de los malfechores la deys e fagades dar todo el fauor e ayuda q11e vos pidiere e menester ouiere, e en ello nin en parte dello non consyntades que le sea puesto enbargo nin contrario alguno. E los vnos nin los otros etc.

Emplazamiento en forma. etc. Dada en la villa de Medina del Campo, a quatro días del mes de marzço año etc. De mill e quatrozientos e ochenta e nueue años. Yo el Rey, yo la Reyna. Yo Alfon de Auila, secretario del Rey e de la Reyna nuestros señores, la fiz escreuir por su mandado. (D.J.Wölfel)

1489 Junio 10. .Seguían en Tamaránt (Gran Canaria) por parte de los invasores los repartimientos del botín de guerra, tierras y aguas arrebatadas a los canarios, constando de los libros de Datas que hasta fines de ese año dirigía y autorizaba el jefe de los invasores y gobernador colonial el sanguinario Pedro de Vera.

También resulta de esos libros, entre otras curiosas concesiones, la que se le señalaba en 10 de junio de aquel año a Hernando de Prado sobre terrenos situados en Tenoya, que habían de regarse pasando el agua por canales de madera  colocados en el cauce de aquel barranco, revelando este hecho el  aprovechamiento de las antiguas infraestructuras de regadíos de los antiguos canarios, lo que facilitó a los colonos europeos un rápido desarrollo que la agricultura en tan pocos años.

Continuaba el plantío de cañas de azúcar, vides y árboles frutales en los sitios más favorecidos de la isla, especialmente en Telde, Firgas, Arucas y Gáldar, cobrándose los mercenarios conquistadores en terrenos los sueldos que por sus servicios se les adeudaban y estableciéndose una justa proporción entre caballeros y peones, como antes
hemos indicado.

La medida agraria usada en la colonia era la aranzada, o sea una fanega de tierra com puesta de 1.600 brazas cuadradas, constituyendo cinco aranzadas una suerte y cuatro suertes una caballería, equivalente ésta a veinte fanegas.

Estos repartimientos hechos al capricho del gobernador, eran a veces justos, aunque con
frecuencia se inspiraban en la amistad, parentesco o simpatías del mismo jefe o de las personas que lo rodeaban. Imposible era complacer a todos y por eso principiaron desde luego las quejas, reclamaciones y protestas de los que se creían agraviados, elevando sus solicitudes al general o llevándolas hasta el mismo trono con gran copia de documentos e informaciones redactadas a gusto de las partes solicitantes.

Envanecido Vera con la confianza de los reyes y seguro de que sus decisiones serían aprobadas, continuaba obrando a su antojo sin temor de acumular sobre su cabeza el odio de sus compañeros de armas y el disgusto de los principales colonos. Despreciando también el poder cada día más avasallador del Santo Oficio, recientemente instalado en Sevilla, patrocinaba con orgullosa arrogancia el grupo de judíos conversos que huyendo de las iras inquisitoriales se había fijado en Las Palmas, sin cuidarse de cumplir los despachos y edictos que se le dirigían para la vigilancia de aquellos y prisión de algu- nos de sus principales individuos.

Entre estos cristianos nuevos se encontraban, con vehementes sospechas de herejía, el portugués Bartolomé Páez, el comerciante Luís Álvarez y el escribano del consejo Gonzalo de Burgos, jefe reconocido de estos ocultos disidentes cuyos conciliábulos eran censurados de toda la población europea. El gobernador había recibido Órdenes apremiantes de remitir a Sevilla al infiel y atrevido escribano; pero ésta, escudado en la
amistad y protección de Vera y con la facilidad de apoderarse de los despachos y extraviarlos, se había burlado hasta entonces de las censuras de aquel tribunal, esperando a favor de la distancia obtener el olvido de su persona. Sin embargo, cuando en el mes de diciembre de 1489 llegó el capitán Maldonado a relevar a Vera en el cargo de gobernador, no se pudo evitar por más tiempo su prisión y fue remitido a España en la misma nave que había de conducir a su protector.

En efecto, Pedro de Vera dejó Gran Canaria, cuya conquista había tenido la suerte de concluir, después de imponer asentamientos de europeo en  sus tres principales poblaciones de Las Palmas, Gáldar y Telde y de favorecer a sus parientes y amigos con buenos lotes de terrenos y aguas elegidos en los más feraces valles de la isla. Su ausencia no fue sentida de los nuevos colonos y todos respiraron viéndose libres de su despótica autoridad.

Era su sucesor, como ya hemos dicho, el capitán Francisco de Maldonado, nombrado aquel mismo año de 1489, pues consta que con fecha 27 de septiembre se le prevenía procediese inmediatamente a satisfacer los sueldos que aún se adeudaban a los mercenarios conquistadores, o su abono en tierras con arreglo al importe liquidado.

Después de presentar su título fue recibido el gobernador con mucho agasajo, esperando
todos en su rectitud la revisión de los repartimientos anteriores y la reparación de los agravios causados por Vera. Al mismo tiempo se vio muy obsequiado por doña Inés Peraza y su yerno don Pedro Fernández de Saavedra, que reunía bajo su mando la jurisdicción civil y criminal de Fuerteventura y la dirección y superintendencia de las armas, enviándole un mensajero que lo saludase en su nombre y remitiéndole algunos escogidos productos de su señorío.

De tan cariñosas relaciones nació el proyecto de unir sus fuerzas y provocar un reconocimiento en la isla de Tenerife, cuya conquista ambicionaba Maldonado soñando con los triunfos alcanzados por Vera en Canaria. (Agustín Millares Torres; 1977, t. II:213).




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