lunes, 3 de septiembre de 2012

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XIV. 1471-1480


EFEMÉRIDES DE LA NACIÓN CANARIA UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

 

CAPITULO III: DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XIV. 1471-1480

 

Eduardo Pedro García Rodríguez



1477. Se resolvió por parte de las coronas castellano-aragonesa sobre el Señorío de las islas ya invadidas y colonizadas, orientales de tal manera que el esclavista Diego de Herrera y su esposa recibieron cinco cuencos de maravedis, el Título de Condes de la Gomera y fueron despojados de los supuestos derechos de invasión y conquista sobre Chinech (Tenerife), Tamaránt (Canaria) y Benahuare (La Palma).
1477. Aumenta la presión depredatoria por parte del “señor” feudal sobre los habitantes de la isla de La Gomera. Esto provoca el malestar de los naturales y colonos habitantes de la isla, llegando a sublevarse, al menos los del cantón de Mulagua, llegando a la isla Hernán Peraza “el Joven”, hijo de los “Señores” feudales en ese momento de la isla. Durante este año y los dos siguientes el criollo Hernán Peraza “el Joven” vendió como esclavos a multitud de gomeros.

1477 Febrero 19. Toledo (f. 284). Orden a los concejos y vecinos de Andalucía, para que permitan a Pedro de La Algaba sacar bizcocho y otros mantenimientos, necesarios para la armada que debe aparejar en las costas de dicho reino con destino a la conquista de Canaria. Las vicisitudes de este capitán de los invasores nos las describe don Tomás Marín de Cubas en los siguientes términos:  “A los fines del año segundo de la invasión de Canaria, llegó el navío en que venía por nuevo gobernador de la Isla Don Pedro de Algaba, y su mujer doña Leonor Suárez de Fonseca, y dos niños, Andrés y Jerónimo Valdés, y un cuñado capitán de infantería de poco más de veinte y dos años, casado con hermana mayor de Doña Leonor que es Alonso Fernández de  Lugo, natural de Carmona, donde quedaba Doña Luisa de Fonseca, y todos andaluces de Tierra del Condado Costóle mucho al Gobernador Algaba apaciguar la discordia entre el clérigo y Juan Rejón; mostró su Cédula y á voz de pregonero se mandó que en lo tocante á la disposición ó fábrica de la población, ciudad, lugares, castillos, pertrechos y defensa tocase al Gobernador Algaba, y las entradas y salidas y guerras con los canarios solamente é independiente pertenezcan á Juan Rejón, á quien todos los soldados estén sujetos y obedientes á la voluntad y asistan, y así fue luego obedecido y el Deán cuidase en la reducción á la fe y cosas de la Iglesia: Hacíanse las entradas de los canarios á voluntad de Juan Rejón, enviando al Alférez Alonso Jaimez con la gente que era menester. Tuvo el Deán estrecha amistad con el gobernador Algaba y nunca cesó en sus temosidades contra Juan Rejón procurando motivos á tener la misma jurisdicción que antes, debiéndose hacer paces y sufrirles á los canarios sus fingimientos.

Habiendo sobrevenido en toda la Isla de Canaria mucha esterilidad y falta de bastimentos, de tal suerte que sin remedio era perecer aunque los amontados ó enemigos no carecían de carne y pescado, los cristianos procurábamos ir á mariscar, pescar y traer palmitos derribando más de doce mil palmas muy grandes y medianas sin dejar las pequeñas; por más de tres meses todas las semanas iban 300 hombres de á pie con hachas y costales y seis de á caballo para custodia, al pago de Tamaraceite y otras partes; llegó esta falta á un grave extremo; venía alguna vez á Canaria un navío flamenco llamado de Bertin, que en Lanzarote trataba en orchillas, nos dejaba algún bizcocho aunque era muy poco. Consultóse en el Real y fue de acuerdo enviar á Lanzarote el Deán y el Gobernador á pedir pescado, hasta que viniese el socorro que se esperaba de España, á Diego de Herrera y á Doña Inés Peraza y algunos granos de trigo, cebada y carne. Los dos hombres vecinos de Lanzarote Luis Casañas y Pedro de Aday, sólo ellos ofrecieron cargar el navío de su cosecha, y todos muy gozosos nombraron que fuese Juan Rejón á Lanzarote y llevase los dos hombres, mas no  se advirtió que éstos eran los que habían depuesto de Herrera y de Doña Inés. Llegó el navío al Puerto de Arrecife en Lanzarote, salió un hombre á tierra con un recado á Diego Herrera, que encontró en el camino á Hernán Peraza su  hijo, y queriéndole hacer volver le concedió llegase á ver á su padre; halló en tierra á Hernán Peraza, que iba acompañado de gente para retirar la fragata, á  Juan Rejón y á los dos hombres de Lanzarote, de lo cual se indignó Peraza y proveyó el matarlos, y ellos se retiraron. Luego llegó el recado de Diego Herrera que luego procurasen irse á su tierra ó que vendría á matarlos, cuando le vieron venir muy apresurado con mucha gente de pelea, y llegó braveando contra los castellanos de Rejón, que le salió al encuentro muy risueño con los brazos  abiertos (que ésto era costumbre de Rejón) y cariñosamente aparte le dijo cómo  no intentaba enojarle ni darle disgusto, ni pasar de allí, sí la grande falta que padecían en Canaria quería repararla remediándola ofreciendo la paga en maravedíes luego que llegase el socorro; de esto se ofendió más Herrera y se descompuso de cólera contra muchos que ofendió y el sagrado decoro, á grandes voces riñó Hernán Peraza primero y respondió Rejón muy colérico, cuando le dijo Herrera que á no embarcarse más que de prisa le mataría, y previniendo unos las armas y otro la barca, le dice Rejón: "Sois un mal caballero, y mal servidor de Sus Altezas y muy presto sabrán vuestro mal descomedimiento, y no os quedaréis sin castigo, advirtiéndoos que yo vuelvo presto", y llegando á la fragata le disparó dos veces; matóle á un escudero é hirió dos hombres, y dio la vuelta Rejón á Canaria,

Los del Real que le vieron venir, unos que era muy de prisa no juzgaban buen despacho, otros que era el socorro, muy alegres fueron todos á recibirles al Puerto, y sabido el caso y viendo el enojo de Rejón que prevenía gente de pelea y la vuelta á Lanzarote, admirados el Gobernador Algaba, el Deán y Alonso Jáimez, y otros con intentos contrarios entre sí, unos en favor otros en contra, del descomedimiento atribuyendo el mal recado á culpa de Juan Rejón, hubo nuevos enconos fomentados del clérigo; y reconocidas las quejas que todos traían de Lanzarote y el mal recado faltando á lo capitulado con Sus Altezas cuando hicieron Diego Herrera y Doña Inés el traspaso de las Islas de dar favor y ayuda al Rey de Castilla y sacar de Canaria los cautivos cristianos á su costa, faltaban á todo y dijo Juan Rejón: "Señores: esta afrenta se ha hecho á Sus Altezas y no á los que estamos en el Real de Canaria y el castigo no admite dilación ni sufrimiento y he de volver á castigarle y corregir el mal término"; y el Deán y el Gobernador dijeron: 'Vm, no irá ni se lo hemos de permitir", "y si vosotros, Sres., no queréis, yo quiero ir", volvió á decir Rejón, "Pues luego vos sois aquí el todo" replicó Algaba, y Rejón dijo que sí; y en ésto quedó esta plática y muy enconados sus émulos contra Rejón; y así se fueron caminando el Deán y Algaba juntos diciendo aparte que era muy importante para la quietud de todos y vivir pacíficos que saliese de Canaria hombre tan sedicioso y malévolo, y que era negocio de llevarlo con maña; y hablando el Deán algo alto y con Juan Rejón dijo que era muy cierto el descomedimiento de Diego Herrera como decían estos señores, que era y es muy digno de castigo y después se tomará de ello la satisfacción; y luego dijo Algaba: "Señores, sobre ésto no hay más, ustedes me harán favor mañana de honrar mi mesa que les quiero servir con buena voluntad". Aceptado el convite se hallaron solos los tres en casa de Algaba en su mesa el día siguiente; después de buenas comidas, y por sobremesa salieron seis hombres de una recámara y otros dos que pusieron á Rejón hierro á los pies y él se dejó prender sin resistencia alguna, diciéndoles ser muy fea la acción, pues para prenderle no era necesario tanto ruido ni tanta gente armada cuando había sido tan fiel servidor de Sus Altezas, y que era muy contento ir á España preso. Dijo el Deán al ponerle preso: "Así se castiga los locos desatinados"; y díjole también Algaba: "?Luego vos no sabéis á quien habéis injuriado?. ¿Cómo os habéis venido á Canaria sin título real por S.M?, I; Habeis de tener como le traigo; no os conozco á vos ni al Asistente de
Sevilla Melo; pues ¿quien sois vos, ni el asistente de Sevilla Melo; pues ¿quines soi vos ni el?

 Sabida en la calle la prisión de Rejón, acudió mucha gente á las puertas del Gobernador; entráronse dentro al patio su Alférez Alonso Jáimel con otros Capitanes diciendo: "Vm. nos suelte á Rejón y donde no hacerlo nosotros le soltaremos, pues iqué modo de traición es prender á un hombre convidándole á comer á modo del traidor de Judas que vendió á S.M. Hubo voces de favor al Rey, y pudo pasar muy adelante si Juan Rejón no se asomara á la calle por una ventanilla de la recámara, y dijo: "Sres., yo quiero y soy gustoso de ir preso á España, y quizás alguno de estos señores le pesará más que á mí de lo que se ha hecho; yo estoy salvo, quiero dar mis descargos y pretendo volver presto y con honor y buena fama", y luego todos se aquietaron y se quedó la plaza de San Antón llena de gente á ver el fin.

Con grande prisa le fulminaron proceso antes que hubiese más alboroto, y el día siguiente le embarcaron para España en el mismo navío. La causa y acusación fue de sedicioso, alborotador, cruel, usurpador de bienes temporales y espirituales, y era causa ó instrumento de no estar los canarios ya cristianos, y para hacer tantos robos y crueldades nunca admitió parecer ni consejo del Deán Bermúdez, y cómo intentó ir á prender á Diego Herrera. Llegó el navío á Sanlúcar de Barrameda, y Rejón preso á Sevilla con guardas; oyóse el proceso, dióse descargo á Sus Altezas solamente de palabra, y les pareció muy mala la prisión; dijo lo procedido en Lanzarote con Diego Herrera y resolvieron de saber todo con fundamento para el remedio previniendo Armada para que viniese á las Islas.

Los amigos y parciales de Rejón sintieron su falta y ausencia y llegábanse á Alonso Jáimez que andaba muy acompañado; y luego el Deán maquinó alborotos contra Jáimez, y él les dijo á sus camaradas se sirviesen de dejarle solo, pues allí todos estaban á servir á Sus Altezas como hermanos y seguir lo comenzado en mucha paz. El Gobemador Algaba estimó mucho a Jáimez, y hacía las entradas en los canarios cuando el Deán y Algaba lo mandaban; los canarios amigos viendo la falta de Rejón se amontaron, y fue de allí adelante la conquista muy sangrienta por faltarles ya el temor que tenían á Rejón.

Salieron los nuestros del Camino Real de Satautejo donde fueron resistidos mas de camino trajeron algunas cabras y seis canarios presos para saber de ellos el estado de las cosas. Segunda vez volvieron á la parte que llaman Moya, y habiendo llegado fatigadísimos del sol y mucha sed, hallaron á Guadarteme de Gáldar, que aunque con poca gente, pelearon muy bien y con valor aunque se retiraron después; y los castellanos recogieron gran presa de ganados y muy alegres llegando á los llanos de Tamaraceite, les salió al encuentro una legua del Real el valiente y afamado Doramas, caudillo de valientes camaradas, peleó con mucho empeño, matónos cinco caballos y algunos cristianos, y mal heridos á otros: los de la presa dieron á huir á las carreras que no dejaron atrás sola una cabra y llegaron al Real y á no ser de los soldados más fuertes y de valor hubiera sido peor esta salida que las demás y de más peligro.

1477 Octubre 15. Las reyes castellano-Aragonés, Isabel y Fernando, en Sevilla, pactan con los invasores Diego García de Herrera y su esposa Inés Peraza el supuesto derecho real de conquista de las tres islas canarias mayores todavía sin conquistar: Tamarant (Gran Canaria), Chinet (Tenerife) y Benahuare (La Palma); así como la compra de las otras dos mayores: Titoreygatra (Lanzarote) y Erbania (Fuerteventura), por una indemnización.

Con el cierre de este pacto, las cinco Islas Canarias mayores quedan incorporadas de modo inmediato {sin señorío privado intermedio) a Castilla; o sea, pasan a ser «realengo» castellano. El traficante de esclavos Diego García de Herrera queda hecho conde de Gomera y Hierro. Su hijo Guillén Peraza heredará en mayorazgo, en 1516, tal condado; y el Padre Las Casas fue probablemente quien le llevó el título; al menos, fue el primero que le dio nuevas del título expedido y le llamó «señoría» en la Gomera -de paso para La Española- el 21 de noviembre de 1516 (Hist., I, 19; BAE, XCV, 75a). “El diferente proceso de invasión y conquista de las Islas Canarias y la división políto-administrativa de las mismas por parte de los invasores en dos grupos: las denominadas como Islas de Señorío Feudal Titoreygatra (Lanzarote), Erbania (Fuerteventura), Gomera y Esero (Hierro) e Islas llamadas de Realengo Tamaránt (Gran Canaria), Benahuare (La Palma) y Chinet (Tenerife), tiene su repercusión en la propiedad usurpada por los invasores del territorio insular.

En las primeras es el señor feudal quien se autoadjudica la  propiedad de la tierra y a él corresponde su reparto; en las de realengo es la Corona de la metrópoli la que se arroga la propiedad de las tierras usurpadas a la población autóctona y también se autoadjudica el reparto de las mismas entre los mercenarios invasores y los colono.

En las islas de señorío feudal el proceso de reparto y puesta en cultivo intensivo de la tierra tiene algunas semejanzas con el que con posterioridad se pondrá en práctica en las islas de denominadas de realengo. Datas, mercedes y rozas, no sólo tras la invasión y conquista sino en siglos posteriores, son los mecanismos utilizados por el colono invasor  para la transmisión del dominio útil a cambio de un canon o censo perpetuo ya sea en dinero o en especie. La propiedad de los montes, donde los hay, y de las tierras baldías pertenece al señor y es a él a quien corresponde regular su aprovechamiento. El incremento demográfico debido a los flujos migratorios más que al proceso biológico y la escasez de tierra lleva a los colonos vecinos de estas islas a solicitar de los señores feudales territoriales la ampliación de las áreas de cultivo. Estas reclamaciones no siempre son atendidas y con ello las tensiones sociales entre los colonos no hacen más que crecer hasta que determinadas circunstancias coyunturales propicien el estallido violento. A los cabildos, única institución municipal colonial de gobierno en cada isla, también se les asignan unos escasos bienes, los Propios.

En conclusión, la tierra por merced o data del señor feudal, entra en el circuito comercial y será objeto de transacciones, compraventas, permutas y divisiones hereditarias. Esta propiedad libre, aunque no exenta de gravámenes, con sus procesos de concentración y fragmentación, se incrementa al mismo tiempo que desciende el patrimonio territorial del señor feudal, pero también se ve sometida aun proceso de reducción como consecuencia de la retirada de tierra del mercado debida al fenómeno de la vinculación y de la amortización eclesiástica.” (Vicente J. Suárez Grimón; 1991)

1477. Isabel y Fernando, de Castilla y Aragón, por Real Cédula, de Sevilla, a 24 de noviembre de 1477, se reservan para sí la disposición de los fondos recaudados para la evangelización y conversión de Guinea y Canarias por el nuncio Fray Alfonso de Bolaños con la predicación de la bula Regimini gregis de 1476; y ello lo deciden aunque el nuncio Bolaños mande otra cosa.

Es evidente (visto a través de los sucesos y documentos que seguirán) que los Reyes Católicos intentan desviar los fondos destinados por la bula a la “evangelización” y conversión hacia la conquista de las islas todavía no conquistadas. ¿Se opuso a ello Fray Bolaños? Parece que sí.

1477 Marzo. Madrid (f. 378). Carta a Diego de Herrera y Fernando Peraza, recordándoles la reserva real sobre la conquista de África y Guinea y la prohibición de ir a Guinea para hacer guerra, rescatar o comerciar, bajo pena de confiscación del navío y sus mercancías, y ordenándoles que entreguen a Gonzalo de Coronado, regidor de Écija y receptor de Guinea, la carabela portuguesa, con sus armas y mercancías, que los vecinos de Lanzarote capturaron a causa de la guerra con Portugal y que ellos les arrebataron, ordenándoles, así mismo, que no hagan mal ni daño a los vecinos. El Rey y la Reina. Ávila. Reg: Diego Sánchez. .(E.Aznar Vallejo. 1981)

 1477 Marzo 9. Madrid (f.378, 2°). Carta al concejo y vecinos de Lanzarote, recordándoles la reserva real sobre la conquista de África y Guinea y la prohibición de ir a Guinea para hacer guerra, rescatar o comerciar, bajo pena de confiscación del navío y sus mercancías, y ordenándoles que entreguen a Gonzalo de Coronado, regidor de Écija y receptor de Guinea, el quinto del valor de la carabela portuguesa apresada, así como el de las armas, ropas y mercancías que llevaba, en recompensa de los buenos servicios prestados por los vecinos en la captura de dicha carabela, conforme a las normas dictadas por el rey en la guerra con Portugal. El Rey y la Reina. Reg: Diego Sánchez. .(E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Septiembre 20. Sevilla (f. 587). Orden a Pedro Osorio, alcaide de la fortaleza de Palos, para que tenga en secuestro a los canarios que se lleven a vender a dicha villa, ya que son cristianos o están en camino de convertirse. Se le concede poder cumplido para realizar esta misión y se ordena al concejo y vecinos de la villa que le presten todo favor y ayuda. El Rey y la Reina. Ariño. Reg: Diego Sánchez. .(E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Septiembre 28. Sevilla (f. 521). Orden a las justicias de las villas de Palos, Moguer, Huelva, Gibraleón, Lepe y demás lugares de la costa de la mar, para que secuestren y pongan en poder de personas llanas y abonadas a los canarios vendidos en dichas villas, ya que algunos son cristianos y otros están en camino de convertirse, la que no harán si se producen cautiverios. El Rey y la Reina. Ariño. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Octubre 3. Sevilla (f. 53). Confirmación de los privilegios que tenían el obispo de Rubicón y de las islas de Canaria, y las iglesias y personas de su obispado, conforme a los otorgados por los anteriores monarcas a todas las iglesias, prelados y personas eclesiásticas de sus reinos y señoríos. El Rey y la Reina. Santander. Respaldada: Rodericus. Antonius. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Octubre 15. El convenio firmado en Sevilla  entre los Herreras y la corona castellana dejaba en poder del Reino de Castilla los supuestos derechos de conquista, posesión y dominio de Tamaránt (Gran Canaria), Chinech (Tenerife) y Benahuare (La Palma).

La principal  razón que empujó a la Reina Isabel de Castilla  a  invadir y conquistar las Islas Canarias aún no sometidas: fue la de alejar del Estrecho  de Gibraltara las incursiones  agarenas, que durante siete siglos pusieron en jaque a las fuerzas vivas de Castilla y al restos de las monarquías cristianas de la Península Ibérica. La posición estratégica de las Islas Canarias situadas en el noroeste de África era vital para mantener a salvo las fronteras  castellano-aragonesa.

Existe otra  razón que no siempre se argumenta como motivo por el que se lleva a cabo la conquista de canarias pero que no debemos olvidar. El supuesto derecho de la Corona castellana a la posesión de las Islas Canarias iba en menoscabo de los intereses de los nobles.  Se inauguraba así una nueva política consistente en ir socavando el poder de los nobles en favor de la Corona.

Sin pérdida de tiempo  la maquinaría de guerra se puso en marcha. Se reclutaron 600 hombres de infantería armados con picas, ballestas, espadas, estos soldados procedían en  su mayor parte del tercio de tropas mercenarias o asesinos a sueldo que por su color del uniformen llamaban los pardillos. También se alistaron algunos hidalgos que servían a caballo y armados con lanzas, yelmo y cota de malla. La caballería se completaba con varios nobles empobrecidos que deseaban aumentar su maltrecho patrimonio con la captura y venta de esclavos y la repartición de las nuevas tierras invadidas y conquistadas. Para transportar el ejército invasor se utilizaron 6 grandes carabelas y 2 pequeñas fustas.

La expedición partió en la mañana del 13 de Junio de 1478 del puerto de Santa María. Al frente de la misma el mercenario  Juan Rejón, militar de gran pericia en la guerra. Después de 10 días navegando por el Atlántico la escuadrilla avistó Gran Canaria en la tarde del 23 de Junio de 1478. Dirigieron su rumbo al fondeadero de La Isleta, echaron el ancla en la madrugada del 24 de Junio, coincidiendo con la festividad de San Juan Bautista.

Rejón viendo que en el litoral no apreciaban presencia de canarios, da la orden de desembarco. Saltan a la playa 600 soldados y los 30 hombres que componen la caballería. Cada soldado lleva consigo víveres para emprender una corta jornada de camino. La ocupación de la playa se lleva sin ninguna incidencia. Producido el desembarco Rejón manda que los demás pertrechos y víveres permanezcan en las naves y que estas les sigan su camino por la costa, hasta encontrar un lugar idóneo donde levantar el campamento.

Antes de emprender la marcha el capitán Juan Rejón arenga a su tropa de mercenarios. Les recuerda que son soldados de Castilla, que como tales deben ser disciplinados, prudentes y valientes. Después de este recordatorio, todo estaba preparado para iniciar la marcha. Los hombres perfectamente armados y pertrechados con lo necesario para la jornada.

Suenan los clarinetes, al aire se desplegan los estandartes y pendones. El Capitán da la orden de en marcha. Al frente de la marcha iba la caballería diseminada en parejas de a dos para reconocer el terreno. Le seguía el grueso del ejército con los falconetes al frente.  La idea de Rejón es de llegar a Gando y reconstruir la fortaleza de los Herreras y apoderarse del Guanartemato de Telde, que según le había informado sus espías estaba en manos de un usurpador.

Rejón inspecciona el lugar indicado por el viejo canario. Cruza el riachuelo con la caballería. Al General le gustó el lugar y manda a levantar el campamento. Lleva a su tropa al margen izquierdo del río, cuyo cauce esta sembrado de sauces, juncos y dragos.

El lugar es perfecto, al frente del campamento estaba el mar, a la derecha las palmas, cuyos troncos fueron utilizador para hacer una empalizada, a la izquierda el margen del riachuelo y a la espalda un a espesa arboleda. El lugar exacto donde se levantó el campamento es donde hoy se encuentra el templo de la secta católica de San Antonio Abad, su plaza y calles de alrededores. Llamaron al campamento Real de Las Palmas, esta fue la cuna del primer asentamiento estable europeo fundado en la mañana del 24 Junio de 1478.

1477 Octubre 18. Jerez de la Frontera (f.109). Incitativa a los doctores Andrés de Villalón y Nuño Ramírez de Zamora, oidores de la Audiencia y miembros del Consejo Real, para que determinen en la demanda del obispo de Rubicón y de las islas de Canaria contra Fernán Peraza, hijo de Diego de Herrera, señor de La Gomera y otras islas de Canaria, por haber cautivado a ciertos canarios cristianos, pretextando que iba a armar una carraca y haciendo entrar en la Gomera carabelas de Palos y Moguer, que llevaron a los vecinos de la isla a dichas villas. Episcopus Pacensis, Prior de Ucles. Juanes. Antonius. Petrus licenciatus. Ruiz del Castillo. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Noviembre 18. Sevilla (f.324). Comisión a Gómez de Nebro, contador del sueldo, para que tome a Juan de la Guerra y Juan Alfonso Izquierdo las cuentas de las presas de oro y esclavos que hicieron en las islas de Canaria y de La Gomera y en otras partes, y. que condujeron a las villas de Palos y de Moguer, sin haber pagado el quinto real, otorgándole poder cumplido para encarcelar a Juan de la Guerra y Juan Alfonso Izquierdo mientras duren las pesquisas, cobrar el quinto de éstas y otras presas, y dar cartas de pago y finiquito de lo que cobre. El Rey. Gonzalez. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Noviembre 24. Sevilla (f. 354). Carta a Pedro de Setién, mercader, vecino de Burgos, tesorero general de la limosna de la indulgencia para la conversión y redención de las islas de Guinea y Canaria, para que reciba y cobre todos los maravedis de tal limosna y no haga ningún gasto sin antes ponerlo en conocimiento del rey, aunque para ello tenga orden de fray Alonso de Bolaños, nuncio y comisario de tal indulgencia, o de fray Juan de Bobadilla, su delegado; los gastos hechos sin tal requisito no serán válidos y tendrán que ser reembolsados por Pedro de Setién. Se ordena a Francisco González de Berrera, escribano de cámara, que notifique esta carta y dé fe de haberlo hecho. El Rey y la Reina. Ariño. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1477 Noviembre 24. Sevilla (f. 355). Carta, a petición de Pedro de Setién, mercader vecino de Burgos, tesorero mayor de las indulgencias para la conversión de las islas de Canaria, para que, se permita la predicación de las bulas de Sixto IV, ratificando otras de sus predecesores, para la conversión de los infieles de las islas de Canarias y otras islas del Mar Océano, y la recaudación de las limosnas de tales indulgencias, ya que esto se hace con consentimiento real, y para que todas las limosnas sean recibidas por el dicho Pedro de Setién. El Rey y la Reina. A riño. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478. Ante el cariz que tomaba el establecimiento de los invasores europeos y dada la imposibilidad de expulsarlos de la isla, los canarios desarrollaron una nueva estrategia adaptativa. Después de un infructuoso acuerdo con los portugueses afines de 1478, abandonan los asentamientos del litoral y se repliegan a poblados más resguardados de las incursiones castellanas, contando con recursos alimentarios almacenados en los Cenobios (graneros-fortaleza) de diferentes puntos de la isla para el desarrollo redistributivo. A tenor de la centralización de su sistema político, inician un proceso de pactos y treguas con los invasores acercándose ocasionalmente al Real.

1478. Los Reyes Católicos siguiendo sus planes de expansión en África planean la conquista de los bandos o reinos de Tamaránt (Gran Canaria) que no han querido hacer pactos de paces ni convertirse al catolicismo. No se trata de una guerra de conquista apoyada en indulgencias y privilegios de cruzada contra infieles enemigos del catolicismo que hayan hecho mal a los reinos cristianos; se trata de una guerra de conquista apoyada subrepticiamente en indulgencias de “evangelización”, guerra proyectada contra infieles reacios a la misma “evangelización” que se les ha ofrecido y para que, sometidos por la fuerza de las armas, estén en condiciones óptimas -así se entiende- para aceptarla y convertirse. Lo aprueban el cardenal legado Rodrigo de Borja, Fray Juan de Zamora, (O.F.M.), comisario de Canarias, y Fray Andrés de Zumis, también de la secta católica de los franciscanos (O.F.M)., nuncio de Guinea. S e abre así la veda a la caza y esclavización de los guanches por parte de las coronas de Castilla y de Aragón y de la iglesia católica.

1478. La ocupación parcial de una zona continental por parte de los invasores europeos fue casi contemporánea de la conquista de las grandes islas Canarias, Tamaránt (Gran Canaria) Benahuare (La Palma) y Chinech (Tenerife). Tanto portugueses como españoles lograron asegurarse bases comerciales y militares desde Orán a la Mina. Santa Cruz de Mar pequeña había sido fundada para servir de protección a las actividades de saqueo y supuestamente comerciales.

La modalidad de comercio pacífico daba a menudo malos resultados económicos. La posibilidad de caer prisionero era considerable. La actitud depredatoria de los castellanos aumentaba las desconfianzas de los imazighen y el establecimiento de relaciones normales se hacía cada vez más difícil.

El contacto con la ruta comercial de las caravanas sería el más poderoso incentivo comercial para los pueblos europeos, en particular portugueses y castellanos, pues ellos conducían a los puertos del Atlántico el codiciado oro en polvo de Tivar, o sea de los mercados de la curva del Niger, Tombuctú y Gao principalmente, así como otros valiosos productos africanos: esclavos sudaneses, malagueta, marfil, plumas de avestruz, etcétera, personas y artículos que se podían adquirir con poco costo y consiguiente gran provecho, a cambio de tejidos burdos, plata, granos, etcétera.

1478. Se produce un acontecimiento fortuito en el cual se descubre en Sevilla a un grupo de cristianos nuevos que hacían ceremonias extrañas a la religión cristiana. Esto convence a la reina, quien ordena a los embajadores de España en Roma que pidan al papa la creación de una Inquisición  para Castilla y Aragón. El papa Sixto IV expide una bula en noviembre de 1478 que autoriza a los reyes de España a nombrar inquisidores y removerlos a perpetuidad. Empezó sus actuaciones en 1480. Los Reyes Católicos querían un tribunal que recibiese las órdenes de la Corona, aunque por su carácter religioso estuviera nominalmente bajo la autoridad de la Santa Sede. El “Santo Oficio” de la Inquisición actuaría contra los que, siendo o no cristianos, atentaran contra la fe o se apartaran de ella «heretizando».

Una de las primeras actuaciones en la colonia fue la del obispo de la secta católica D. Diego de Muros en 1499. Muros se refería expresamente, en su proclama, al judaísmo, y sin duda ésta es la razón del establecimiento de la Inquisición. (Luís Alberto Anaya Hernández y Francisco Fajardo Spinola; 1991).

1478. Diego de Herrera una vez que obtuvo el título de señor de las partes de Berbería mandó construir en 1478 una torre en el lugar que consideró más idóneo: la bahía de Puerto Cansado, magnífica ensenada situada a unos 45 kilómetros al NE de Cabo Juby, protegida del fuerte mar por una barra de arena y con escasa profundidad en marea baja, que dificultaba las operaciones de las embarcaciones de gran porte. Esto le confería a la torre un gran valor estratégico que se vería corroborado más tarde durante los asaltos y asedios que sufrió a lo largo de su existencia. A través de esta fortificación se llevó a cabo un considerable tráfico de esclavos y comercial con las tribus continentales de la región, del que, por supuesto, siempre salían beneficiados los cristianos: oro y esclavos a cambio de plata y pan. Sin embargo, hay que señalar que la empresa a la postre no resultaría todo lo rentable que se deseaba. A nuestro entender, el principal fallo consistió en extrapolar las torres-fortalezas que tan buen resultado habían dado en la conquista de Canarias: Rubicón, del Conde, Gando, Añazu, etcétera, a una región continental con unas características totalmente diferentes a las insulares. Posiblemente envalentonados con los éxitos de las rápidas cabalgadas esclavistas, no calcularon bien las fuerzas de los pueblos saqueados. Lo cierto es que tras unos años de costoso mantenimiento hubo que abandonar la empresa, dejando atrás un amplio rastro de sangre, sudor y lágrimas en el que, como era lógico, se llevaron la peor parte los guanches, los cuales eran forzados y llevados allí como carne de cañón, con el pretexto de que se desenvolvían bien en aquellos terrenos, eran buenos guerreros y además lograban entenderse al hablar con sus hermanos imazighen. Sus protestas no fueron escuchadas y murieron más de la mitad de los que allá fueron. "También relevantes jefes canarios y tinerfeños cayeron en aquellas costas. Maninidra, el guapo Maninidra, como le llamaban, quedó exánime en el combate. "Por cuanto Pedro Maninidra murió por los moros en defensa de la Santa Fe Católica..." decía el adelantado en una data a sus hijos. "Otro noble guanche, Pedro de Adeje, llamado de Llerena al recibir el bautismo, también murió en esa acción: fue hermano o primo del mencey de Adeje, y su mujer, María de Lugo, se avecindó en Buenavista". 

1478. Cuando comenzó la denominada Guerra de Canaria declarada unilateralmente por el reino de Castilla,  para invadir y conquistar la  isla de Tamaránt,  por iniciativa de los Reyes Isabel De Castilla y Fernando de Aragón  (1478-1483), la comarca posiblemente llamada Ajodar y hoy conocida como Aldea de San Nicolás   al ser montañosa sirvió de refugio a los canarios con lo que se convirtió en un centro de operaciones militares. Y, en la fortaleza natural de Ajódar, probablemente ubicada en la actual montaña de Los Hogarzos (1.010 m), la resistencia guanche infligió una humillante derrota al ejército invasor, en el invierno de 1483, con la muerte del capitán Miguel de Mújica y su compañía de 200 ballesteros vizcaínos que habían sido traídos de la Guerra de Granada, para acabar con la resistencia Guanche. 

1478. En Tamaránt (Gran Canaria), en esta isla nació Doramas, era moreno y fuerte, se parecía a Hércules, recio y musculoso, desde luego no era Hércules, era Doramas, y a pesar de su juventud vivía intensamente lo que estaba pasando en su pueblo, la insólita llegada de extranjeros que pretendían conquistar la isla. El Guanarteme o rey había muerto dejando dos niños de corta edad lo que hacía más difícil el momento. Doramas no pertenecía a la nobleza pero era respetado por sus desvelos y por su valentía frente a los conquistadores, de tal forma que llegó a ser nombrado Guanarteme o jefe de uno de los dos bandos en que se dividía la isla. - Viva nuestro guanarteme - Viva Doramas, viva el valiente Doramas Y así fue como el niño que había nacido plebeyo accedió a la máxima autoridad en la isla de Gran Canaria. - Señor en el Real de Las Palmas han acampado los conquistadores. - Tienen armas punzantes y afiladas, como cuchillos gigantescos - Fuego, echan fuego que mata con sus propias manos - Es verdad que son poderosos, que sus extrañas armas asesinan sin piedad, pero nuestras lanzas y dardos afilados atravesarán sus vestidos de metal y llegarán hasta el mismo corazón de la vida - Montan hermosos animales más rápidos que nuestras piernas - A nosotros nos ha parido la tierra, y la conocemos lo mismo que nuestros padres, cuya agilidad atravesaba barrancos con la rapidez de un rayo - Tienes razón, la tierra nos ayudará porque somos parte de ella, le pertenecemos lo mismo que ella a nosotros. Mientras tanto Juan Rejón se prepara, primero manda a un emisario, a lo mejor lo infieles prefieren rendirse. - Di a tu general que mañana le enviaremos la respuesta. Y al amanecer de la mañana siguiente dia 29 de Junio comienza la batalla, era la respuesta de Doramas, el barranco Guiniguada se llenaba de sangre, de gritos, de caballos, de dardos, de palos, de espadas, de mosquetones, de arcabuces,... Trescientos hombres ha perdido Doramas, y consciente de la superioridad del armamento de los conquistadores ordena la retirada, ellos no se atreven a perseguirlos. En el campamento extranjero hay grandes desavenencias y Juan Rejón es enviado a Castilla cargado de cadenas, mientras el valeroso Doramas se prepara para la lucha, de una cueva a otra, de un lugar a otro del barranco, de un poblado a otro poblado el nuevo jefe habla a los suyos de la necesidad de revelarse, de luchar contra un enemigo poderoso que quiere eliminarlos. En la cuesta de Tenoya se libra una encarnizada batalla que hace huir a los conquistadores. Los canarios usan su agilidad y destreza, su valor y empuje ante un enemigo superior y bien armado pero que desconoce la isla, que no sabe de sus riscos y barrancos, de cuevas y recovecos donde se gesta su insobornable deseo de libertad. Más tarde en Arguineguín los extranjeros son derrotados estrepitosamente, el poderoso Doramas es aclamado por su pueblo, que ve en él la salvación de la isla. Mientras tanto nuevos bajeles se acercan a la costa, Doramas y los suyos observan cuidadosamente, ha llegado el nuevo gobernador, el general Pedro de Vera que desea imponer orden y disciplina. Ha de conquistar la isla rápidamente, no sirven de nada las excusas. Mientras tanto en el corazón de Doramas va fraguándose una idea, le duele el derramamiento de sangre, no importa de quién, la sangre es vida y ningún hombre deberá perderla en vano. - Enviaremos un emisario, le diremos al general que no queremos guerra, que la paz debe reinar entre nosotros. - ¿Y cómo conseguirás que se vayan, señor? - Nosotros no empezamos, ellos vinieron y ellos deben irse - Jamás nos rendiremos, la sangre de nuestros  antepasados claman desde sus cuevas funerarias. - Tienen razón, pero escuchen, tengo un plan y si da resultado los extranjeros se marcharán para siempre de nuestra isla. - Te escuchamos señor, ojalá los dioses iluminen tus palabras. - Verán, enviaremos un emisario al general, le diremos que yo Doramas, el Guanarteme, estoy dispuesto a desafiar al soldado más valiente, al más fuerte del ejercito invasor, pero con una condición si gana él la isla de Canaria rendirá pleitesía a los reyes extranjeros, pero si gano yo, se marchará para siempre de nuestra tierra. - Es una gran idea señor, pero no sé... - Es peligroso, puedes morir Doramas, no olvides que tienen armas poderosas. - Es justo, mi vida a cambio de una de las suyas. Nuestra libertad bien vale ese precio. La sangre no debe manchar la tierra sino florecerla. Pedro de Vera escucha enfurecido la oferta enemiga - Que soberbia, el peor de mis soldados acabará en un momento con el reyezuelo ese, pero seré yo, yo el general Pedro de Vera el que se batirá con el infiel. - No lo haga vuestra merced, que hay soldados suficientes para dar su merecido escarmiento a ese salvaje - Yo mismo señor, estoy dispuesto a batirme y como me llamo Pedro de Hoces que cortaré la cabeza al Doramas ese, y la pondré en la pica más alta de nuestro campamento. Aceptado el desafío se hicieron los preparativos para el encuentro, allí estaban los isleños apoyando a su héroe. De la otra parte los castellanos, jadeando a Pedro de Hoces, un joven y fornido soldado. Doramas afirma su pie desnudo en el desnudo suelo, el caballero en el caballo arremete con fuerza sobre el hombre que le desafía con tan viles armas. Doramas levantando su hercúleo brazo lanza sobre el jinete un certero dardo que le atraviesa el corazón. El desconcierto entre los soldados es inmenso, los gritos de alegría de los isleños estremecedores, Pedro de Vera encolerizado lanza su caballo sobre el hombre en tierra, Doramas, arremete con sus dardos, pero no logra alcanzarlo, está dispuesto a sacar su palo y resistir con él hasta que jinete y caballo rueden por el suelo. Ambos contendientes luchan a muerte sin que se vislumbre un vencedor. De pronto y sin que nadie pudiera evitarlo, un escudero del general se lanza sobre Doramas, hiriéndolo mortalmente. - Traición, traición, traición Cuentan que la sangre de Doramas, fertilizó generosamente la tierra, frondosos árboles crecieron allí donde cayó el joven y valeroso Guanarteme. Pedro de Vera tenía abierto el camino para conquistar toda la isla de Gran Canaria. (La leyenda de Doramas, tomado de: panaca. Blogcindario.com/2005/12/index.html).

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