sábado, 1 de septiembre de 2012

Capitulo XXVI-VI


Capitulo XXVI-VI

Eduardo Pedro García Rodríguez

Titoreygatra (Lanzarote)
DIOSA TANIT  IGUAL   DIOSA CHAXIRAXI
Antecedentes
Hace unos doce mil años ocurrió lo que los arqueólogos e historiadores llaman “revolución neolítica” o “revolución agrícola”.

Hasta entonces el hombre había vivido de los frutos, semillas, raíces que recolectaba, o de lo que cazaba o pescaba. Cuando los alimentos comenzaban a escasear, la horda se trasladaba a otra región menos explotada. Había mucho espacio, la naturaleza era virgen y la tierra estaba poco poblada.

Es un cambio que acarrea muchos cambios. También se produjo un cambio social. Hasta entonces los hombres se habían ocupado de la caza y las mujeres, de la recolección. La aparición de la agricultura, que potencia la tradicional tarea de la mujer, acarrea una nueva valoración del elemento femenino. (Valdeandemagico)

Desde la más remota antigüedad, en todos los pueblos y en todas las culturas se hace referencia a las creencias religiosas de los pueblos antiguos, adorando a una Diosa-Madre, creadora y sustentadora del universo, madre a su vez de otros dioses y todos ellos protectores de la vida, de su pervivencia, de las aguas, de las cosechas y sustentadora del universo.

La representación de las denominadas Venus o Diosas–Madres y de otras diosas derivadas de ellas ha sido generalmente un triángulo o trapecio, colocando en el vértice superior una barra horizontal a modo de brazos y cuyos miembros aparecen, en algunas representaciones, algo elevados, y un círculo encima de este, el disco solar. Este es el signo con el que se representa a la Diosa Tanit, que se repite en Cartago, en el Mediterráneo, en la costa occidental africana y en las islas Canarias. (José Ferrer, 2007)
La Diosa Madre ha sido adorada por toda la humanidad desde los tiempos más remotos bajo mil nombres, atributos y aspectos, todos ellos recogidos y detentados por la Diosa Madre Universal Chaxiraxi, en diferentes culturas aún cuando estas están separadas en el espacio y el tiempo, prueba evidente de que la adoración a la Diosa Madre Universal surgió al mismo tiempo que el intelecto humano. Algunos de sus nombres en la denominada cultura occidental son los siguientes: “ en Canarias Chaxiraxi, la madre de la Sol. en Asia, Oriente Medio, América, África y Europa, su culto ha acompañado el desarrollo de la civilización humana en todas las latitudes. Fue la Gran Dama del Laberinto de la edad de bronce, en la antigua civilización minoica de la isla de Creta; la Diosa Tierra prehelénica Gaia, la de los anchos pechos; fue Terra en el panteón romano y Eva entre los hebreos. Para los sumerios fue Innana; entre los acadios, Kubaba e Ishtar; en Babilonia fue Tiamat y para los fenicios fue Astarté. En África ha sido Yemayá, la diosa yoruba Para los hopi del Norte de América, la Mujer Araña, la que teje la vida y en Los Andes es la Pachamama, la madre tierra. En Venezuela es María Lionza, la antigua diosa arawak de los pueblos prehispánicos caquetíos y jirajaras. En Grecia fue Afrodita y Artemisa -Artume, para los etruscos-, diosas del amor y de la caza; fue Deméter, diosa de la agricultura y Hera, diosa de las mujeres y del matrimonio. En antiguo Egipto fue Hathor, diosa de la danza y de la música; Isis, la gran maga; Sejmet, la soberana del desierto; Bastet, la diosa gata, protectora del hogar, símbolo de la alegría de vivir y fue también Nut, la que parió a los dioses. En la India, ha sido Durga o la Mujer Negra Kali y Annapurna, diosa de las cosechas, la que nutre al mundo. Fue Cibeles, la diosa frigia, adorada desde el Neolítico en Anatolia, progenitora más tarde de los dioses olímpicos. Fue Magna Mater, la Gran Madre romana; Diana, la diosa de la caza y Venus, la diosa del amor. Es Kwuan Yin en el Lejano Oriente, la que escucha el llanto del mundo y fue Jord, madre de Thor, entre los nórdicos. Para los celtas de Irlanda fue Danu y Dôn para los galeses. En Lituania fue Gea-Zemé, hija del sol y de la luna y para los maoríes es Papatuanuku, la Tierra, madre de los dioses. En las antiguas culturas mexicanas fue Coatlicue o Tonantzin Tlalli, la de la falda de serpientes. Ha sido Tara, la protectora del Tibet, principio femenino de liberación; Mary, deidad que moraba en las montañas vascas; Brigid, la diosa celta de la salud, la adivinación y la sabiduría y fue Tanit, la diosa cartaginesa de la luna.” (Mailer Mattié, 2009)

Las numerosas manifestaciones del arte rupestre (Castiglione y Negro 1986, Le Quellec 1993 y 1996, Muzzolini 1996), en esta amplia región, alude a las formas de vida de la época y a un complejo mundo simbólico. Quizá el caso más polémico sea el de los borregos tocados con un objeto o calabaza en la cabeza,[1] que algunos vinculan al Dios Amón, explicándolo por su pertenencia a un sustrato de creencias comunes de origen neolítico.

La religión griega tiene sus orígenes en los pueblos libios del norte de África, uno de los detalles mas significativos es la identidad casi total que se encuentra entre los atributos, títulos y características de la Diosa griega Athenea con la más antigua Diosa cartaginesa Tanit.

La Diosa  Tanit fue imitada por posteriores diosas griegas y romanas, que debido al colapso de la civilización cartaginesa-púnica, la suplantaron en todos sus templos y ciudades. Sólo gentes sencillas del campo persistieron en su recuerdo y veneración. Su culto perduró a partir de entonces tan sólo en secretas oquedades y cavernas. Y en los lejanos siglos posteriores se la conoció como la Diosa de las Cuevas. (
La desecación y desertización del Sahara provoco emigraciones en todas direcciónes de la población asentada en esas latitudes en épocas anteriores al tercer milenio (adc). El clima benigno y las abundantes lluvias de esta zona daban las condiciones para ser el asiento de importantes civilizaciones pérdidas cuando comenzó su desertización.

Las emigraciones se produjeron en tres direcciones principalmente: al norte, hacia la isla de Creta y Grecia por el este; península ibérica y las costas del mar de norte por el oeste; y hacia el sur, hacia la cuenca del Níger. Tanto en un lugar como en el otro florecieron culturas muy desarrolladas con cultos religiosos muy similares.

Unos ejemplos interesantes que ilustran esta idea del parentesco entre la religión griega pre-helénica y las religiones africanas del sur del Sahara, es el de los Akanos, pueblo de la actual Ghana, y también la religión de Ifa, de los Yoruba, que es una etnia de la actual Nigeria.

Entre los Akanos hay varios cultos diferentes que son el reflejo de sistemas sociales distintos y que son fruto de la evolución mayor o menor de los diferentes grupos que los componen. En el que parece más antiguo, se adora la Diosa Luna con el nombre de Ngame. Los atributos de esta Diosa en nada se diferencian de la cartaginesa Tanit, o de la Libia Neith, también son iguales a los de la cananea Anatha o a la griega Athenea. La tradición sobre Ngame la hace madre de los cuerpos celestes (estrellas y planetas), de los animales y de la humanidad. (Alba de Hermes)

Atributos de la Diosa Tanit

La Diosa Tanit es Señora del Cielo y el Infierno, Diosa del Amor, de la Fortuna, de la Felicidad, de la Fecundidad y hasta de la guerra y de la muerte, del Luna, y de la fertilidad. Es venerada como Diosa astral que unía el cielo con la tierra. También fue conocida como Diosa de la lluvia y para obtener sus favores sacrificaban ovejas y palomas. Su antecesora era Astarté, la diosa del amor, cuyos orígenes se remontan a Ishtar en los tiempos de Babilonia. Más tarde y bajo la influencia romana, Tanit se convertiría en la diosa Juno. También muchos eruditos equiparan a Tanit con la diosa griega Demeter o con Hera.

Tanit entroniza rodeada por Leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Lejana, turbadora. Cálida y cruel al mismo tiempo. Tanit, en sus representaciones como Istar, Ishtar, Astoret, Astarté, Tara,  Diosa Celeste, Moneiba, Diosa de Abona, Diosa de Tajao, Abora, Chaxiraxi, que como hemos dicho son diferentes nombres para la única Diosa, entre cuyos atributos figuran como hemos indicado la media Luna, el disco Solar, el octágono y una estrella de ocho puntas que la simboliza universalmente también es representada por Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba, estrella Canopo, Venus etc. En su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa de la Luna (El Luna)  y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal judeo-cristiana era llamada por los profetas judíos como hemos dicho “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del mundo, la Diosa naturaleza. Así pues, de lo  que no queda ninguna duda es  que Tanit, Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté  crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos, anteriores a las modernas religiones monoteístas, y potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún). (Eduardo P. García; 2002).

A lo largo de la historia de la civilización, La Diosa Tanit y sus paredros o aspectos han tenido un protagonismo vital, hasta que lentamente les fue usurpada su adoración por la idea de un único dios masculino y guerrero. De todas formas, sincretismo mediante, en historia de la cristiandad se ha visto como muchas Diosas fueron asimiladas al panteón oficial convertidas en santas. Incluso, la virgen María, madre de Jesús de Nazaret, aún sin tener estatus de divinidad en el dogma oficial, recibe un culto tan relevante en determinados sectores del catolicismo que sin duda la convierte en una deidad central.

En el 432 e.a.o., en el concilio de Éfeso (causalmente ciudad famosa por su devoción a Artemisa o Diana como la llamaban los romanos), se proclamó a María “Madre de Dios”. En 1854 el Papa Pío IX definió el dogma que sostiene que la “Santísima virgen María” fue protegida de toda mácula de pecado original al primer instante que fue concebida.
La Diosa Tanit en África

Según parece, la vasta región que se extiende de oeste a este entre el cabo Espartel y el cabo Bon, con una extensión de unos 1.550 kilómetros, que se presenta fraccionada en diversos macizos de difícil acceso, se hallaría a la sazón habitada por tres elementos étnicos: protoberéberes de elevada estatura, también denominados íbero-mauritanos, que a mediados del I milenio, tras asentarse en algunas sierras, pudieron llegar voluntariamente o ser forzados -en lo que se refiere a alguna fracción- a su asentamiento en el archipiélago canario, ante la presión de otras gentes llegadas desde el ámbito tripolitano y que vienen siendo conocidas, ya como capsienses, ya como libios. (África del Norte en la Antigüedad, Arte Historia)


La existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África, está contrastada desde el II milenio a.d.c. En lo que respecta al noroeste africano en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas rupestres referentes a la Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, posiblemente fue el lugar donde se inició el culto a la divinidad. Hasta hace unos 8000 años una extensa sabána ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida tanto vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos humanos encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida. (Arnay et al. 2002)
Así pues, todo parece indicar que el norte de África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado hace aproximadamente más de 6000 años por una serie de etnias con un sustrato cultural común. Estos pueblos o etnias constituirían, desde el punto de vista lingüístico, lo que se ha denominado área o sustrato líbico-bereber; otros autores hablan de "Protobereber" (J. Desanges, 1982).

Tras éste concepto se encontrarían nombres de pueblos de la antigüedad como Temehu y Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y Psylles de Libia, Garamantes y Atarantes del Sahara, Gétulos y Numidas de Argelia y Túnez, los Guanches de las Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja entre Marruecos, Argelia y Malí, etc. (Camps, 1980) (Guillermo Alonso Meneses, 2007)



Como hemos visto anteriormente la iconografía egipcia del Imperio Nuevo ya alude a los “Temehu” o “Tehennu”, que se caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados en dos grupos básicos: los “Libu” (que portan taparrabo) y los “Meswes” (que portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos más antiguos sobre lo amazigh (lo líbico-bereber o “protobereber”). Por otra parte, la paulatina desertificación del Sahara fue aislando a muchos de estos grupos pastores en zonas de montañas o empujándolos hacia las periferias húmedas del norte y del sur, donde entran en contacto con otros pueblos e incluso se llegan a mestizar. Las primeras fuentes históricas (Herodoto, Estrabón, Plinio) hablan de distintas tribus y/o pueblos: Amantes, Cinithi, Garamantes, Guzantes, Canarii, Libyophenices, etc. (Muñoz, 1994). (Guillermo Alonso Meneses, 2007)
Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis), con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con representaciones de esta diosa.

La diosa tnt es de origen oriental. Primero aparece asociada a Astarté en un inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.C.

Pero a partir del siglo V a.C. se convierte en la diosa principal del panteón de Cartago, substituyendo a su predecesora. En la epigrafía a menudo aparece denominada Tnt pn B’l (Tanit faz de Baal), siendo, pues, una manifestación, o incluso la divinidad paredra, del dios Baal, aunque con el tiempo acabará apareciendo sola en las inscripciones. A partir del 400 a.C., su culto está documentado en muchos lugares mediterráneos: Sidón en el Líbano; Kition en Chipre; Thinissut, Hadrumentum y Constantina en el N de África; Tharros, Sulcis y Nora en Cerdeña; y Lilibeo y Palermo en sicilia. Su grafía en púnico es Tnt, dado que las lenguas semitas se escriben sin vocales.

La asociación en Cartago de Tanit con la divinidad de origen egipcio Sid, representada por el pilar djet y cuyo culto se celebraba también en una cueva, plantea la asociación de esta diosa con el pilar como elemento de culto (Sd-Tnt = Tanit la del Pilar) y, por tanto que, dado que la tradición anicónica de los pueblos semitas, que su imagen de culto fuera un pilar, o un betillo. Justamente, los pequeños betilos y las diferentes terracotas encontradas ilustrarían, al menos teóricamente, el paso de las representación anicónica (betilo, ídolo-botella) a la ictónica (figuras femeninas).
 […] En todo el Mediterráneo fenicio, desde Tiro hasta Gadir, encontramos el culto a y en cumbres o  en “lugares altos”, así como a o en elementos naturales como piedras, manantiales, estanques, árboles o cuevas. Entre los ritos desarrollados en estos lugares tenemos, a su vez, la realización de libaciones de agua, leche, vino, aceite o manteca, tradi­cionales símbolos bíblicos de la prosperidad y la riqueza. Además, el rezo y la plegaria se realizaban elevando las manos al cielo. También puede observarse entre estos grupos semitas el uso de representaciones zoomorfas como expresión de prosperidad y fertilidad, tal es el caso del pez o el toro. En cuanto a las prácticas funerarias, ya hemos citado los enterramientos en decúbito supino sobre armazón de madera, o sarcófago, en fosas individuales o colectivas, cistas o hipogeos a los que se accede mediante pozo o plano inclinado -con o sin gradas-; a ello habría que unir la costumbre (no generalizada en todas las capas sociales ni en todas las regiones afectadas por el influjo próximo-oriental, pero sí presente entre los fenicios por contacto con sus vecinos egipcios) de tratar los cadáveres con productos aromáticos y conservantes, así como su posterior cubrición con bandas de diversos tejidos fuertemente apretados (RIBICHINI, S. eíXELLA, P., 1994: 36).

Representaciones de la Diosa Tanit en Titeroygatra (Lanzarote) y en el resto del archipiélago
Si nos adentramos en la religiosidad del Magreb del primer milenio antes de Cristo, observamos que los centros urbanos libiofenicios de la costa y del interior son un foco de influencia púnica, un crisol donde se produce el mestizaje de dos culturas. Esta circunstancia propicia la existencia de una serie de prácticas atribuidas posteriormente en exclusiva a los pueblos bereberes. Ahora bien, muchas de ellas también son propias del mundo fenicio y púnico, y formaron parte de la “simbiosis” de creencias y tradiciones que protagonizaron las comunidades norteafricanas y los colonizadores próximo-orientales (CAMPS, G.,
Así, la máxima expresión en las islas de la creencia que señala­mos, la encontramos en la práctica de la momificación. Aparte de este importante testimonio, nos interesa destacar, además, la presencia de la muerte ritual (suicidio) como forma de ganar la inmortalidad (González et. al 1998). Las noticias son numerosas aunque sólo destacaremos dos, aquella que nos señala el suicidio para acompañar al Mencey en su viaje al más allá y los que escogen la muerte en la lucha que primero hauían de morir que rendirse por que tenían allí a su señora a la cual defendían y guardaban. (A. Sedeño en Morales, 1978).

La creencia en el más allá nos conduce indefectiblemente a la existencia de una “morada” para albergar a aquellos que habían ofrecido su vida y aunque arqueológicamente esto no parece claro, el citado W. Huss cree que si éste fuera el caso, entonces encontrarían seguramente la acogida en un lugar preferido aquellos que habían sido ofrecidos a Tnt y a B'l como mlk (=ofrenda). Un gran número de símbolos aluden a la inmortalidad de estas víctimas sacrificadas: bajel (¿), escaleras, armas, hojas de hiedra, flores de loto, guir­naldas de laurel, ramas de palma, palmeras, palmitos, cápsulas de adormide­ra, racimos de uva, delfines, ranas....
En el repertorio de grabados rupestres de las islas están presentes algunos de los motivos señalados. (Mª del Carmen del Arco Aguilar et al., 2000:43-65)


En Titoreygatra (Lanzarote) existe una interesante representación de la Diosa
púnica y canaria Tanit, con sus caracteres típicos bien marcados, y la condición de estar realizada sobre unos bloques de piedra asentados en el Pozo de la Cruz, en San Marcial del Rubicón, esta representación de la Diosa está asociada a signos neopúnicos. Es probable que los bloques pétreos empleados en la construcción del pozo por los invasores normandos, fuesen extraídos de otra construcción más antigua de origen maho, o bien que dicho pozo fuese de construcción púnica., en ambos casos queda bien patente la presencia de los símbolos de Tanit en la isla milenios antes de la llegada a la misma de los normandos y castellanos.
La presencia de esta imagen de la Diosa Tanit, en compañía de podomorfos de grafía guanche, es manifestación a las claras del arraigo de una figura y un culto de origen púnico en los pobladores de Titoreygatra (Lanzarote.) hasta el punto de pervivencia a las puertas de la edad actual.



Las irrefutables pruebas arqueológicas de la adoración del pueblo canario por Nuestra Diosa-Madre Chaxiraxi en su aspecto como Tinnit-Tanit, están presentes en los lugares sacros de nuestras islas, desde la representación más arcaica del pozo de San Marcial del Rubicón y Peña Humar, asociados a cazoletas y canalillos como son los localizados en   Los Ajaches, El Jable, Finquinineo, Las Cruces, Castillo Santa Bárbara, Barranco Quíquire, Titoreygatra (Lanzarote) En Erbania (Furteventura) destacan la representaciones de la Diosa en forma de triángulo en Pie de Agua Paloma, Pico de Piragua, Tetir también asociados a cazoletas y canalillos. En Tamaránt (Gran Canaria) tenemos representaciones antropomórficas de la Diosa en Morro del Cuervo, Agüimes, Cueva de Cubas, Telde, Cueva de La Laja de la Mula en Tauro Alto, Mogán, en pintura rupestre la Cueva de La Majada Alta, Tejeda, así como triángulos púbicos en Cueva Caballero, Artenara, Cueva del Cagarrutal en Tejeda, Cueva Grabada de Silva, Telde, entre otros.

Algunas de las representaciones antropomórficas de la Diosa en Chinech (Tenerife), están localizadas en Matoso, Buenavista, Roque Dos Hermanos en Punta del Hidalgo, Guadameñe Los Baldíos, Cueva en el Barranco de la Monja, Llano del Moro, Barranco del Pino Los Baldíos, Altar de Taganana, etc., frecuentemente asociados con cazoletas y canalillo, además son prácticamente innumerable las representaciones en forma de triángulos.

En La Gomera están registrados en Orilla de Quines. Charco Viejo, El Ancón, además como es habitual abundan las cazoletas y canalillos.

En el contexto material del yacimiento de Zonzamas, se inscribe uno de los conjuntos de artefactos más interesantes de la arqueología del archipiélago ca­nario y, en él, una de las piezas más singulares de las que tenemos noticia. Se trata de una placa lítica, la cual posee como elemento más llamativo la presencia en una de sus caras de una representación a tamaño natural del positivo de una mano, obtenida mediante una ligera abrasión de la roca que sirve de soporte.[2] Su presencia parece indicar que el proceso de aculturación sufrido por los mahos en su contacto con el mundo púnico fue profundo, aunque no definitivo.
Si aceptamos que los mahos son paleobereberes punicizados, transporta­dos hasta las islas por fenicios o púnicos, no debe extrañarnos que determinadas creencias y prácticas, hoy consideradas típicamente bereberes, tomadas a su vez de los colonizadores fenicios, aparezcan en Canarias. (Pablo Atoche Peña et al., 1997: 7-38)

Entre las noticias geográficas que Plinio el Viejo ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se encuentra referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información sobre ellas depende, como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba. Según el texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se encontraban Iuniona, Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis y Planasia (nat. VI, 202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo el relato pliniano, incluía entre las Fortunatae las siguientes islas (las cito en el orden en el que se enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor), Capraria, Ninguaria y Canaria (nat. VI, 203-205).

...La notable excepción la constituye “Islas de Juno”, [3]es decir, las islas que en el pasaje de Plinio reciben el nombre de Iunonia. Su excepcionalidad proviene del hecho de que se trata de un topónimo teóforo. Los topónimos de esta índole no son demasiado frecuentes en la geografía antigua, aunque hay un ámbito en el que aparecen especialmente documentados: en puntos concretos de las costas e islas. Muchos de estos topónimos se encuentran en puertos, cabos, golfos, promontorios, montes y otros accidentes geográficos que jalonaban las costas y las rutas marítimas del Mediterráneo, apareciendo frecuentemente asociados a aras, altares, templetes o templos.
 
Las características y funciones de los promontorios vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch. Semple hace ya más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no exhaustivo)  y que todavía hoy es el único que ha tratado monográficamente este tema. Sus conclusiones proporcionan valiosas pistas para entender la naturaleza de las “islas de Juno”. Semple constató la existencia de 175 de estos puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo, desde la  Península del Sinaí, en oriente, hasta la Península Ibérica, en occidente. Descubría esta autora dos principios básicos que recogían su distribución: a) jalonan las principales rutas comerciales y b) aparecen (aisladas o en grupos) en las proximidades de puertos. El primer principio se explica por la importancia de estos promontorios como puntos de referencia para los navegantes, y el segundo por su función de señalizadores de los puntos de partida y llegada de los viajes por mar, indicando a los marineros que ya se encontraban en aguas familiares. (...) Explicaba también que las divinidades que presidían estos lugares fueron muy diversas, aunque de una forma u otra se vinculaban al mar y a las empresas marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o Juno), Posidón o  dioses de origen semita como Baal, Melkart o Astarté. Apreciaba también una sucesión o superposición de diferentes dioses en ciertos promontorios, consecuencia de prácticas coloniales, empresas militares u otras de control de territorio.
 
...Queda ahora por determinar la adscripción de las “Islas de Juno”, en su condición de “lugares sacros”, a una cultura concreta. Dada la localización atlántica de esas islas y la muy probable antigüedad de las fuentes últimas del pasaje pliniano (en todo caso anteriores a Juba) hay que pensar en el mundo semita. En este punto hay que hacer constar que al igual griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la tradición de “lugares sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el texto de Plinio dichos lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de nombre romano, puede significar únicamente que la divinidad originaria sufrió una implantación, a través de lo que se conoce como “interpretatio”, por la que el autor del texto, un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya dicha suplantación fue promovida por el propio Juba, fuente inmediata de Plinio, que escribió su obra en griego y pudo haber conocido las islas con el nombre de “islas de Hera” (cf. Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica está perfectamente atestiguada en muchos puertos del extremo Occidente, donde la presencia de dioses griegos o latinos se explica como una adaptación a la religiosidad grecolatina de divinidades semitas preexistentes.

...En cualquier caso, el abandono de Mogador en la segunda mitad del siglo VI a.d.n.e., que coincide con el fin de un determinado modelo económico (la “segunda fase” en el esquema de López Pardo), supuso el fin de toda exploración y reconocimiento de la costa atlántica africana en dichas latitudes extremas. Las “islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los grecos latinos, fueron olvidadas y su recuerdo reducido a los datos que de ellas quedaron registrados en la documentación conservada en Gadir (quizás también en Lixus y después en la Cartago púnica) y tal vez también a algunas vagas referencias en las tradiciones orales que pudieron circular en el entorno marinero de la ciudad.” (José Á. Delgado Delgado, 2001: 1 y ss)

Es evidente que los contactos de pueblos libio-púnicos con las islas contribuyeron a la expansión del culto a la Diosa-Madre en su representación como Tanit, pero es más que probable que este culto ya se practicara en las islas en épocas anteriores a la arribada de estas poblaciones. Este aserto queda refrendado por el hecho de que la simbología representativa de la Diosa difundida en las islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la época en que ésta promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones libica-imazighens. Ello nos autoriza a creer que la población que habitaba el territorio antes de la llegada de estas poblaciones, no sólo tenía un origen claramente norteafricano, sino que eran portadores de una cultura religiosa feno-púnica (Diosa Tehenu o Net) anterior a la cartaginesa y, como hemos indicado más arriba, con un gran substrato cultural de origen egipcio. (Guayre Adarguma Anez’ Ran n Yghasen)











[1] En Chinech (Tenerife) está documentada la existencia del carnero sagrado en el rebaño exclusivamente dedicado a la Diosa Chaxiraxi, el cual tenía como zona exclusiva de pastoreo el término de Igueste en el actual municipio de Candelaria.
[2] Recordemos que el equipo multidisciplinar de Juan                Antonio Belmonte precisa que en los oasis  de Bahariya y de Selima, estudiado por el equipo de investigadores canarios hay miles de túmulos funerarios, algunos simples y otros más elaborados, con estelas curiosas con la forma de la palma de una mano con los dedos extendidos y otras en forma de creciente lunar, símbolos sagrados típicos del Mediterráneo.

[3] Tengamos en cuenta que Juno es el nombre aplicado por los romanos a la Diosa Tanit.

No hay comentarios:

Publicar un comentario