miércoles, 13 de marzo de 2013

CAPITULO X (V)




EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA

UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

DECADA – 1521-1530


CAPITULO X (V)


Guayre Adarguma

1527 Febrero 22.
Se presentó el colono Cristóbal de Ponte ante los miembros del Cabildo diciendo que él era notorio “hijo dalgo” (hidalgo) y ser de linaje tan notorio que era uno de los vecinos más ilustres de Génova, como consta de los papeles y testimonios que presentó al tiempo que fue admitido por vecino en esta isla y que habiendo impuesto el Concejo de esta isla sisa general, se le había llevado a él, estando exento de pecho y contribución. En vista de esta representación el Adelantado Mayor de esta isla, estando en Cabildo con el teniente gobernador, cuatro regidores, un jurado y el escribano Antón de Vallejo, mandaron se le devolviese la sisa, ya que por los recaudos que había presentado al tiempo que había sido admitido por vecino, era hombre hijo dalgo; que le amparaban y defendían en la posesión en que estaba y que gozase de las libertades y franquicias que deben ganar los nobles. Estos papeles originales están protocolados ante Francisco Fernández en 20 de abril de 1678, a petición de don Cristóbal de Ponte Xuares, caballero de la Orden de Alcántara.
Natural de la ciudad de Génova, pasó a esta isla Chinech (Tenerife) por los años de 1500, donde casó con Ana de Vergara, hermana de Pedro de Vergara, invasor-conquistador, regidor y Alguacil mayor de esta isla de Tenerife. Tuvo del Adelantado, Alonso Fernández de Lugo, datas de tierras y aguas. Donó el sitio para fundar el convento de San Francisco de Garachico y un real de agua para su abastecimiento. De este convento son patronos sus descendientes. Declara en su testamento por su hija natural a María de Ponte, que casó con Juan Clavijo, y mandó 100 doblas a su nieta Francisca, hija de estos últimos, para su casamiento.
En sus últimas voluntades manda que sus dos hijos fabriquen y concluyan la fábrica de la capilla mayor del mencionado convento, con toda decencia, que se levantó bajo la advocación  de nuestra señora de los Ángeles, donde se trasladaron sus restos y los de su mujer. Con cuya disposición y cumpliendo su voluntad su hijo Pedro de Ponte otorgó instrumento de ajuste con un oficial carpintero para fabricar dicha capilla mayor con un monte de 400 doblas, documento que pasó ante Antón Martín en 1545, al folio 331. Sus hijos otorgaron partición de sus bienes en 16 de mayo de 1554, ante Francisco de Rojas.
Fueron sus hijos: Bartolomé y Pedro de Ponte y la hija natural María de Ponte, que casó con Juan Clavijo, quienes le dieron por nieta a Francisca de Ponte.
Bartolomé de Ponte, hijo primogénito de don Cristóbal, fijo su residencia en Garachico y casó con doña María de las Cuevas, hermana de doña Catalina de las Cuevas y esposa de su hermano Pedro. Testó don Bartolomé ante Juan de Ancheta en 1543, dejando a su mujer como tutora de sus hijos: Cristóbal, Bartolomé y Luís de Ponte, Ana de Vergara y Melchora de las Cuevas; Luis y Melchora murieron niños. A la muerte de su marido, doña María de las Cuevas fundó mayorazgo de sus bienes a favor de Bartolomé de Ponte y sus descendientes, ante Álvaro de Quiñónez en 1580.
Pedro de Ponte, hijo 2º de don Cristóbal, fue regidor de esta Isla y fundador del mayorazgo de Adeje, de su castillo y casa fuerte, título concedido por el Rey Felipe II de España y I de Portugal. Casó con doña Catalina de las Cuevas, cuñada de su hermano Bartolomé. Testó don Pedro ante Juan de Ponte en 1568, al folio 316 de su registro. Tuvieron por hijos a:
a)  Nicoloso de Ponte, hijo mayor, 2º señor de su mayorazgo castillo y casa fuerte de Adeje y regidor de esta isla. Casó con doña Ana de Vergara, su prima hermana, hija de Bartolomé.
b)  El Maestre de Campo don Alonso de Ponte, hijo segundo, que llevó el segundo mayorazgo y casó con doña Elvira de Vergara y Alzola, su sobrina.
c)  Doña Isabel de Ponte, que casó con el capitán don Francisco de Valcárcel y Lugo, regidor de esta isla y 1º Alguacil mayor de ella por su majestad el Rey.
d) Otros hermanos que murieron sin sucesión.
1527 Mayo 15. Los religiosos dominicos de la secta católica residentes en la antigua ermita de San Miguel de Eguerew (La Laguna), se trasladan a su nueva residencia. Era un convento de Santo Domingo de la Concepción, del que fue su primer prior fray Gil de la Santa Cruz.
 1527 Mayo 21.  En la çibdad del rreal de las palmas marts veynte vn dias del mes de mayo de y MXXVII annos antel sor ynqor el liçendo luys de padilla en abdia diego de contreras hijo de Juan nunnez mercader vo desta çibdad q dixo q es de hedad de diez y seys annos poco mas o mos to rreçebido avyendo jurado en forma de drcho dixo q puede aver mas de medio anno q fue despus q el sennor chantre de canaria le qujtaron el to de ynqor y ants q se lo quytasen muchas vezes en diversos dias este to oyo de ser a xpoual de sant clemeynt commo puco desta çibdad q fue penytençiado por el dho chantre syendo ynqor q el no avya hecholo porq el dho chantre lo penytençio y q asy commo el lo avya fho con el asy lo ayudase dios y le diese vuen vyaje y diziendo y echando muchas maldiçiones al dho 9chantre y q quando esto dezia el dho xpoual de sant clemynt estava psentvnas vezes su muger y otras vn q se dize q dias q escrevya mal y otras psonas de q no se acuerda y q lo suso dho dize po descargo de su conçiençia y porq su confesor se lo mando y pdo de odio dixo q no lo qre mal fuele leydo psevero en ello fuele mandado guardar secreto paso ant my anton bernal notro.  (Natalia Batista Pérez y Dan Munteanu Colán)
1527 Junio 21. La colona Elvira Díaz, vecina de Eguerew (La Laguna), mujer de Pedro de Lugo, regidor y vecino que fue, ahorra y da por libre a su esclavo Miguel, morisco, de color prieto, de unos 30 años, natural de Marruecos, que está presente, para que desde hoy en adelante sea horro, libre y exente. Lo horra porque el esclavo, alumbrado de la gracia del Espíritu Santo vino en conocimiento de nuestra Santa Fe católica, se hizo cristiano y recibió agua de bautismo, y además por su ahorramiento y libertad le dio 3 esclavos negros, que ella declara haber recibido.

1527. Continuaron los colonos canarios sus cabalgadas, entrando sin remilgos en la conquista portuguesa, donde los naturales, vasallos del Xarife, no podían ser mutados en carne de mercado. Habiendo adoptado al rey de Portugal por protector, la captura de 13 vecinos de Tamaraque y uno de Cabo Blanco, en 1527, por colonos canarios, puso en aprieto a Luis Sacoto, gobernador de Santa Cruz del Cabo de Guee. A tres meses del término de tregua de dos años, firmada con Muley Mafamedes, rey del Sus, negociaba Portugal prórroga por otros tantos, con el "irmâo mais velho", Muley Hamete, rey de Marruecos, que suspendió las negociaciones, supeditándolas al regreso de los raptados.
Sin posibilidad de defender Santa Cruz, por ser "mucha la frontera de moros", escasa la guarnición y subsistir los residentes, de lo que traían los naturales cada mañana. No habiendo sementeras, huertos ni ganado, en el término de la plaza, era seguro que de reanudarse las hostilidades, abandonarían el enclave, sin necesidad de perder batalla. Dirigiéndose a Pedro de Lugo, "Adelantado de Tenerife", Sacoto pidió la devolución de los cautivos. Entregó al de Cabo Blanco, porque estaba en su "isla", confesando no poder recuperar los restantes, por estar en Tamaránt (Gran Canaria), fuera de su jurisdicción.
Dirigiéndose a Juan III de Portugal, Sacoto advirtió que de lamentar el Xarife haber puesto el reino, "debajo de su bandera", la plaza estaría en precario, por lo que debía escribir al Emperador, consiguiendo que los cautivos fuesen devueltos en el primer barco, pues de no hacerlo, se acabaría la paz en "Africa". Fechada la carta a 14 de abril, disgustó al rey, pues al año siguiente gobernaba la factoría Antonio Leitâo. (L.Al.Toledo)
1527 Febrero 22.
El colono Cristóbal de Ponte se presentó ante los miembros del Cabildo colonial en Chinet (Tenerife) diciendo que él era notorio “hijo dalgo” (hidalgo) y ser de linaje tan notorio que era uno de los vecinos más ilustres de Génova, como consta de los papeles y testimonios que presentó al tiempo que fue admitido por vecino en esta isla y que habiendo impuesto el Concejo de esta isla sisa general, se le había llevado a él, estando exento de pecho y contribución. En vista de esta representación el Adelantado Mayor de esta isla, estando en Cabildo con el teniente gobernador, cuatro regidores, un jurado y el escribano Antón de Vallejo, mandaron se le devolviese la sisa, ya que por los recaudos que había presentado al tiempo que había sido admitido por vecino, era hombre hijo dalgo; que le amparaban y defendían en la posesión en que estaba y que gozase de las libertades y franquicias que deben ganar los nobles. Estos papeles originales están protocolados ante Francisco Fernández en 20 de abril de 1678, a petición de don Cristóbal de Ponte Xuares, caballero de la Orden de Alcántara.
 Cristóbal de Ponte, colono natural de la ciudad de Génova, pasó a esta isla  por los años de 1500, donde casó con Ana de Vergara, hermana de Pedro de Vergara, conquistador, regidor y Alguacil mayor de esta isla de Tenerife. Tuvo del Adelantado, don Alonso Fernández de Lugo, datas de tierras y aguas. Donó el sitio para fundar el convento de San Francisco de Garachico y un real de agua para su abastecimiento. De este convento son patronos sus descendientes. Declara en su testamento por su hija natural a María de Ponte, que casó con Juan Clavijo, y mandó 100 doblas a su nieta Francisca, hija de estos últimos, para su casamiento.
En sus últimas voluntades manda que sus dos hijos fabriquen y concluyan la fábrica de la capilla mayor del mencionado convento, con toda decencia, que se levantó bajo la advocación  de nuestra señora de los Ángeles, donde se trasladaron sus restos y los de su mujer. Con cuya disposición y cumpliendo su voluntad su hijo Pedro de Ponte otorgó instrumento de ajuste con un oficial carpintero para fabricar dicha capilla mayor con un monte de 400 doblas, documento que pasó ante Antón Martín en 1545, al folio 331. Sus hijos otorgaron partición de sus bienes en 16 de mayo de 1554, ante Francisco de Rojas.( Don Pedro de Ponte otorgó poder ante Gaspar de Xexas en 1553, al folio 259, para suplicar al Rey Felipe le conceda licencia para fabricar un castillo en su hacienda de Adeje. Fundó dos mayorazgos, el uno, El de Adeje, en su hijo mayor Nicoloso de Ponte y otro en su hijo segundo Alonso de Ponte, por ante Juan López de Azoca, en 15 de abril de 1567)
 Fueron sus hijos: Bartolomé y Pedro de Ponte y la hija natural María de Ponte, que casó con Juan Clavijo, quienes le dieron por nieta a Francisca de Ponte.
Bartolomé de Ponte, hijo primogénito de don Cristóbal, fijo su residencia en Garachico y casó con doña María de las Cuevas, hermana de doña Catalina de las Cuevas y esposa de su hermano Pedro. Testó don Bartolomé ante Juan de Ancheta en 1543, dejando a su mujer como tutora de sus hijos: Cristóbal, Bartolomé y Luís de Ponte, Ana de Vergara y Melchora de las Cuevas; Luis y Melchora murieron niños. A la muerte de su marido, doña María de las Cuevas fundó mayorazgo de sus bienes a favor de Bartolomé de Ponte y sus descendientes, ante Álvaro de Quiñónez en 1580.
Pedro de Ponte, hijo 2º de don Cristóbal, fue regidor de esta Isla y fundador del mayorazgo de Adeje, de su castillo y casa fuerte, título concedido por el Rey Felipe II de España y I de Portugal. Casó con doña Catalina de las Cuevas, cuñada de su hermano Bartolomé. Testó don Pedro ante Juan de Ponte en 1568, al folio 316 de su registro. (Don Pedro de Ponte otorgó poder ante Gaspar de Xexas en 1553, al folio 259, para suplicar al Rey Felipe le conceda licencia para fabricar un castillo en su hacienda de Adeje. Fundó dos mayorazgos, el uno, El de Adeje, en su hijo mayor Nicoloso de Ponte y otro en su hijo segundo Alonso de Ponte, por ante Juan López de Azoca, en 15 de abril de 1567.
Tuvieron por hijos a:
a)  Nicoloso de Ponte, hijo mayor, 2º señor de su mayorazgo castillo y casa fuerte de Adeje y regidor de esta isla. Casó con doña Ana de Vergara, su prima hermana, hija de Bartolomé.
b)  El Maestre de Campo don Alonso de Ponte, hijo segundo, que llevó el segundo mayorazgo y casó con doña Elvira de Vergara y Alzola, su sobrina.
c)  Doña Isabel de Ponte, que casó con el capitán don Francisco de Valcárcel y Lugo, regidor de esta isla y 1º Alguacil mayor de ella por su majestad el Rey.
d) Otros hermanos que murieron sin sucesión.
(Tomado de: usuarios.arsystel.com/pedrobaez/ingenios/cristobaldeponte.htm)
 1527 Mayo 23.  En miercoles veynte e tres dias del mes de mayo de y MDXXVII annos antel sor ymqor el liçendo luys de padilla en abdia diego de torrs natural de pennafiel vo desta çibdad del rreal de la palmas desta ysla de grand canria q cobra el almoxarefazgo de los annos pasados to rreçebido avyendo jurado en forma de drcho dixo q puede aver çinco annos poco mas o mos q estando este to en esta çibdad vn dia del dho tpo aviendo este to rrennydo con vna muger q le servya a la sazon yntervyno en los far amygos vno q se llama mayrena q q fora prr y despues fue carçelero q hera amygo deste to y q pa fazellos conbydo a este to y a la dha muger vn dia de fiesta a comer a su casa y q este to acatio el conbyte y estando sentado a la mesa el dicho mayrena y su muger y este to y la dha muger q le servya q se llamava franca grrs q agora esta en tenerife q la tiene vn hijo de palençuela el dho mayrena hizo sacar de comer y se saco a la mesa carne de vna olla el caldo de la cul carne estava lleno de azeyte y todo prieto y con çebolla y q este to no quyso comer dello porq le parsçio muy mal y le parsçio manjar judiego y por tal lo tuvo este to y por aqlla cabsa lo dexo de comer porq este to to tenya al dho mayrena y a su muger por conversos y por tales heran tenydos en esta çibdad y q asy mysmo myro en lo suso dho la dha franca grrs y no quiso comer del dho manjar y q el dho mayrena es defunto y su muger bive en esta çibdad çerca de las casas de machicao el nonbre de la qul este to no sabe fue pdo q por q rrazo[n] le parsçio el dho manjar ser judiego o de judios dixo q hera carne cozida y a medio dia y de aqlla mana guysada la olla no vee este to q lo acostunbran los xpianos guysar y q este to le pgunto q por q gujsava asy la carne el qul dho mayrena se corrio porq este to no comya dello y poq le pgunto q por q la avyan guysado ansy a lo qul el dho mayrena rrespondio q porq hera la carne frescase avya guisado ansy el qul guysado guiso la dha su muger y ella lo sacava de la olla fuele pdo q sy los sobredhos mayrena e su muger este to fa oydo de ser otra cosa el qul dixo q no ha oydo de ser otra cosa dellos y q lo dize por descargo de su conçiençia y pdo de odio dixo q no los qre mal fuele leydo psevero en ello fuele mandado guardar secreto paso ante my anton bernal notro.   (Natalia Batista Pérez y Dan Munteanu Colán).
1527 Julio 5.
Por Real Cédula de esta fecha es erigida la Audiencia en la colonia de Canarias y,  según el historiador Antonio Rumeu de Armas: “Tuvo a lo largo del siglo XVI una vida asaz ajetreada, significándose por sus disensiones y discordias con los gobernadores y demás autoridades de las islas, que obligaron al César a enviar por dos veces sendos jueces visitadores, encargados de calmar los ánimos dando cauce a intereses contrapuestos. El primero de ellos fue don Francisco Ruiz Melgarejo (1529) , y el segundo, don García de Sarmiento (1548) .El mismo príncipe don Felipe siendo gobernador de los reinos, en ausencia del Emperador su padre, había concedido varias leyes y capítulos de Ordenanzas para dicho Tribunal en 1553.

Años más adelante, habiendo surgido nuevas disputas y desavenencias entre los mismos jueces de apelación de aquel Tribunal, Felipe II resolvió enviar como tercer visitador al doctor Hernán Pérez de Grado (1562), quien reprimió enérgicamente las discordias y aconsejó al Rey las reformas convenientes para la buena administración de justicia. Una de las propuestas era la creación de un regente que presidiese la Audiencia, y el Rey escogió para tan alto cargo a su mismo juez visitador, don Hernán Pérez de Grado, que vino a ser la primera autoridad del Archipiélago y el primer regente de su Audiencia (1566)

El segundo hecho de notoria importancia en el orden militar durante esta década fué el nombramiento de don Alonso Pacheco para el cargo de visitador de las islas en lo tocante a la guerra, con las mismas facultades con que lo había sido por primera vez don Rodrigo Manrique de Acuña en 1554. Don Alonso Pacheco, regidor de Gran Canaria y alférez mayor perpetuo de la misma isla y de la de La Palma, es una de las figuras más destacadas del Archipiélago en el siglo XVI, no obstante haber nacido en tierras de Castilla. Intimo amigo y colaborador de Manrique de Acuña y de Cerón, ya lo hemos visto participar en la elección de este último como capitán general de la isla por acuerdo unánime de su Concejo, Justicia y Regimiento. Hombre dinámico y aventurero y hecho a prueba de incomodidades, cruzó infinitas veces el Océano para hacer valer ante la Corona los derechos y privilegios de las islas o conseguir de la misma mejoras en su régimen interno o en su defensa militar. En 1547 y 1549 fue mensajero de la isla de Gran Canaria; en 1550, de las islasde La Palma y Gran Canaria; en 1554, por tercera vez de Gran Canaria  y en 1556, por segunda vez de La Palma Todavía en 1557 el Cabildo de Gran Canaria le honró con su representación; en carta de 30 de mayo de dicho año el Concejo de la isla anunciaba al Rey que iba por mensajero, "como ha ido otras veces, don Alonso Pacheco"”.  (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1528. Hacen información de nobleza los hijos del canario Aymediacoán. Según los documentos que hoy conocemos. Luisa de Betancor, esposa del segundo Maciot, fué efectivamente hija de Aymediacoán (o, según otra lectura, Annide Yacocón), según resulta de la información que hicieron sus hijos, en 1528. También consta que fué efectivamente hermana de Autindana, quien falleció en Gáldar, siendo sepultado por el rito católico en la iglesia de Santiago, antes de 1521, fecha en que se mandó abrir su sepultura; y que una hija de Autindana, llamada Catalina Fernández Guanarteme, casó con el invasor y conquistador  Francisco de Cabrejas, natural de Sevilla, alcalde mayor que fué de Tamaránt (Gran canaria  en 1504, quien hizo información de hidalguía en 1513 y falleció antes de 1543, dejando sucesión cuyo apellido se ha perpetuado tanto en Tamaránt (Gran Canaria, como en Chinet (Tenerife). Pero, si de estos datos certeros se infiere, como se debe inferir, que los que no podemos comprobar con la misma seguridad son también certeros, resulta que el matrimonio de Maciot con Luisa se hizo después de conquistada la isla; lo que destruye la leyenda del rapto de la futura esposa de Maciot, leyenda que no figura en la historia de Abreu Galindo, pero que repiten casi todos los demás historiadores.

1528. Antón Bernal, colono vecino de Tamaránt (Gran Canaria), notario del “Santo Oficio.” Como notario escribió de 1527 hasta 1531. Se le formó causa por orden del inquisidor Padilla porque, al pasar los dos a Benahuare (La Palma), en 1528, el notario mostró mucha soberbia y poca obediencia, al punto que, al llegar un día al tribunal, y ver que faltaba la tinta, se fue a su casa diciendo que volvería cuando la hubiese. Se le dio su casa por cárcel, por lo cual él quiso acuchillar al fiscal y al receptor de la Inquisición, «y decía que avía de venir un día al abdiencia y dar de estocadas al dicho Inquisidor». En aquella ocasión quiso favorecer a Jacome Monteverde, procesado por el “Santo Oficio;” y por todas estas razones fue apartado del servicio.

Era padre de Juan López Bernal, que había sido preso y procesado por orden del mismo Inquisidor Padilla, en 1531, por desacatos y por haber querido soltar un preso de la cárcel; pero su padre recusó a Padilla, por considerarlo juez sospechoso, en razón de la animosidad que a él le había demostrado.
1528. Se da una gran actividad de la piratería morisca durante la segunda mitad del siglo XVI, que asolaron prácticamente a la isla de Titoreygatra (Lanzarote) y ocasionaron grandes daños en las demás. A lo largo del siglo siguiente la amenaza se instaló con carácter permanente. Los piratas moriscos entraban casi todos los años en aguas canarias, detenían a los pescadores, atacaban los navíos, ejecutaban rápidos desembarcos e incursiones en las islas. Los cautivos de colonos canarios en África llegaron a ser numerosos. Como las condiciones de vida no eran muy diferentes, y las perspectivas de libertad eran pocas, muchos se quedaron, y algunos renegaron de su fe católica.
El vecindario de Santa Cruz fue uno de los que mayor tributo de sangre pagó a África musulmana. La piratería turcoberberisca no demostró al principio ningún interés por las islas. Había empezado en el Mediterráneo con el siglo XV; había tenido en aguas ibéricas épocas de intensa actividad, por ejemplo en 1528-1534 o en 1549-1550, con lo cual había obligado a la corona castellano-leonesa y a las ciudades a una rápida organización de las defensas en las costas de Andalucía y Levante; pero durante esta época no se había dejado ver en Canarias. Sin embargo las frecuentes incursiones de los colonos canarios en las costas de África, con las armadas o los navíos aislados que surgían de repente para siguiendo el ejemplo europeo cargar esclavos capturados rápidamente dentro de la población, fueron causa de que "estas numerosas naciones se vieron como precisadas a ser también agresoras".
1528. Desembarcado en Santa Cruz el 28 de febrero de 1528, con la primavera en puertas, tiempo de navegaciones y corsarios, a 3 de abril se manifestó inquietó, por la falta de gente. No habiendo regresado García de Mello con los moros, que robaron los colonos canarios Muley Hamete, entrando en Safi, reclamó interlocutor portugués. Designado Duarte Llópez, fue a la corte en compañía del judío Bezomero, bien quisto de los moros, Celebrada la primera entrevista, escribió el embajador que según palabras de Hamete, de no estar de vuelta los cautivos, cuando llegase el rey de Fez, la paz no sería firmada, añadiendo que quedaba en "Çafym, receloso", mientras la situación se complicaba en Santa Cruz de la Mar Pequeña y otras factorías de "Allende".
1528. Cristóbal de Valcaçar, colono y también regidor en Chinet, pidió licencia para armar contra "moros y franceses", pues si los vecinos pudiesen vengar por su mano, daños "y vexaciones", no serían "molestados y fatigados". Se concedió a 26 de julio de

1528.
De cuantos datos se van apuntando, dedúcese la importancia que tuvo la, inmigración judaica en la invasión y conquista de Tenerife, objeto digno de un especial estudio.

Coincidía la conquista con los  momentos de máxima persecución y era natural que los conversos o descendientes de conversos a los que se cerraba la emigración a las Indias-buscasen en las Canarias una atmósfera más sana que respirar, en la que poder cimentar una vida nueva, rota con el pasado más o menos bochornoso.

El incremento de la emigración judaica provocó el edicto inquisitorial de 1528, obli-gando a los descendientes de "confesos" a presentar sus genealogías.

Entre los que acudieron a presentarlas figuran los hermanos Alonso y Luís de Belmonte, residentes en Canarias, y por dichas genealogías conocemos los antecedentes familiares de los Belmontes, por completo distintos a los que apunta Fernández Bethencourt en su famoso Nobiliario y Blasón de Canarias.

Los tales Belmontes no eran "oriundos de Carmona y caballeros hijosdalgos notorios", solo humildísimos vástagos de una familia judía de Almagro (en la Mancha) y de Moguer. Era el padre de ambos Manuel de Belmonte, escribano, natural de Almagro y casado en Moguer con Catalina González, judíos de nacimiento, así como todos sus antepasados, por ambas líneas. Su reconciliación se habia verificado en el famoso auto de fe de Gibraleón, de gran resonancia en Andalucía.

De los dos hermanos, Luís fue escribano público de Santa Cruz de La Palma y estuvo casado con Leonor de Sevilla, vecina de Lepe e hija de reconciliados; el otro hermano, Alonso, fue uno de los personajes más notables de la invasión y conquista de Tenerife.

El bachiller don Alonso de Belmonte y González fue teniente general del adelantado en 2 de enero de 1523, regidor del Cabildo de Tenerife en 1506, teniente de gobernador en 1527 y jurado en 1532. Además habia obtenido extensos repartimientos de tierras en la isla, como premio a sus servicios en la invasión y conquista.

Como prueba de lo improvisado de aquella sociedad colonial insular en 1os albores de la colonización, baste consignar que el parentesco de Alonso de Belmonte con los Ade-
lantados de Canarias le sirvió para justificarse, improvisándola, una ascendencia prócer, pues en 9 de octubre de 1523 hizo información ante don Pedro Fernández de Lugo y el licenciado Ramón Estopiñán, probando que él, sus padres y abuelos habían sido hijosdalgos notorios de sangre a fuero de España. Por tal causa le fue devuelta la “sisa" establecida en 1527 para el sostenimiento de la Real Audiencia. Había casado Belmonte con doña Inés Benítez de las Cuevas, hija y heredera del invasor y conquistador Juan Benítez (primo del primer Adelantado) y de su legitima mujer doña Maria de las Cuevas. De este matrimonio nacieron, además de doña María y doña Catalina de las Cuevas, casadas con los hermanos Ponte, don Juan Benítez de las Cuevas, regidor; Felipe Jácome de las Cuevas, maestre de campo; fray Antonio de las Cuevas, franciscano, y tres hembras más.

(A. E. N.: Genealogías de Alonso y Luís de Belmonte. Inquisición, leg. 152, 5, y 182, 4. Antonio Ramos: Descripción genealógica de las Casas de Mesa y Ponte. Se-villa, 1792, págs. 102 y 103; y Francisco Fernández Bethencourt, Nobiliario y Blasón de Canarias, tomo I, págs. 236 y siguientes.) (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1528. Mientras durase la guerra, los colonos canarios no pagarían la parte del quinto, que tocaba al Almirante Mayor de Castilla, ni otro derecho, por las presas que hiciesen en la mar o en tierra de Berbería, repartiendo el botín entre armadores y tripulantes, "cada uno por lo que le tocase", según costumbre. Recibida la cédula en Chinet (Tenerife), Luis de Aday compareció ante el cabildo en Eguerew (La Laguna) , en nombre de los armadores y vecinos, "que van de armada contra los moros de Berbería, como uno del pueblo", pidiendo que fuese pregonada. Se hizo el 1º de mayo de 1529, en la plaza de San Miguel de los Angeles. Al poco tiempo, la franqueza se amplió a todos los castellanos, que fuesen contra moros y franceses, "a su riesgo y ventura". Aquel año hubo armada, para saltear en Berbería. (L. Al. Toledo)

1528. En el puerto de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) se va a pique la Nao Santa Ana, que iba para América, arrumbando al puerto hawara (palmero) para tomar carga con destino a los de América.

1528. Los Inquisidores enviados por la metrópoli a la colonia de Canarias, habían alcanzado éstos una Real cédula, en la que el Rey mandaba al Gobernador de Canaria y a sus lugar tenientes «que cada é cuando los venerables Inquisidores contra la herética pravedad é apostasía, en las dichas Islas de Canaria, y los oficiales é ministros de la dicha Inquisicion, sí cualquier dellos fueren o vinieren, estu vieren y pasaren por esas dichas Cibdades, villas y lugares, a entender y ejercer el dicho Santo Oficio de la Inquisición, les dedes a ellos, é á los suyos, que con ellos fueren, buenas posadas, que no sean mesones, si vos los pidieren, e la ropa que ovieren menester sin dineros.....»

En una de las muchas cuestiones que se suscitaban frecuentemente con el Tribunal de la Audiencia, sobre límites de jurisdicción, hubo una, en el período que vamos examinando, motivada por el Inquisidor D. Luís de Padilla, en la que obtuvo la Inquisición una nueva Real cédula a su favor, que prueba la omnimoda infinencia que
ejercía en la gobernación del Estado.

Fue el caso que Padilla mandó al teniente de Gobernador, Juan Arias de la Mota, prendiese á Alonso de Lemos, que .estaba testificado por el “Santo Oficio”, y habiendo cumplido aquel esta orden, la Audiencia le procesó y prendió, solo por haberle obedecido.

Este suceso dio lugar á escritos, defensivos, excomuniones y entredichos, hasta que el Rey, en febrero de 1562, mandó a los oidores,  licenciado Villena y Doctor Espinosa, pusiesen en libertad á Juan Arias, añadiendo: «y porque conviene que el Santo Oficio de la Inquisición y sus ministros, sean favorecidos y honrados, por ser tan necesario para el. aumento y conservación de nuestra Santa fe católica, y en especial en estos tiempos, vos mando que de aquí adelante hagáis dar y deis, al dicho Inquisidor. y a los oficiales de el Santo Oficio, y ministros de él, todo el favor y ayuda, que os pidieren y vieren menester, para usar sus oficios; y que sean acatados y honrados, en todo lo que se les ofreciere, como se hace por nuestro mandado en todos nuestros reinos.

En vista de lo que llevamos expuesto, cómo dudar de la irresistible influencia de la Inquisición, y de su inmenso poder en todas las esferas del gobierno? ¿Cómo no hacerla solidaria de la próspera ó adversa suerte de una Nación, que estaba sin de defensa bajo sus pies?

Todavía, en la época que vamos describiendo, el Santo Tribunal no poseía en Las Palmas una casa propia., aunque. Pensaba adquirirla. Sus cárceles, como ya en otra ocasión hemos dicho, eran las mismas de la Audiencia, y la cámara del tormento, lugar tan necesario á los Inquisidores para descubrir la verdad, lo arreglaban interinamente en la casa donde tenían sus sesiones. Los instrumentos de tortura habían venido de España, desde la instalación del Santo Oficio, y los atormentadores o verdugos, eran los cargos que más ocupación tenían.

Cuando se votaba el tormento, lo que sucedía casi diariamente, se le notificaba al reo, y se le hacia saber en nombre de los Inquisidores, que: «si en el dicho tormento muriere ó fuere lisiado ó se siguiere efusión de sangre ó mutilación de miembro, sea á su culpa y cargo, y no á la nuestra, por no haber querido decir la verdad. Palabras textuales que se insertaban en la diligencia, y encontramos en todas instrucciones que hemos podido examinar, las cuales revelan una equidad y misericordia dignas de todo elogio.

El tormento más común, era el que llamaban de la cuerda, que consistía. cuando era ordinario, en atar las manos del paciente  su espalda, con el extremo de una cuerda, que colgaban de una  polea, fija en el techo. Subíasele luego al reo hasta donde permitía la altura de la bóbeda, y enseguida se le soltaba, dejándole caer de improvisto, pero sin que tocara con sus piés el suelo.

Este  juego se repetía dos ó tres veces, hasta que todas la articulaciones de la víctima quedaban fuera de su lugar y el nudo que sujetaba la cuerda tocaba el hueso. El extraordinario no tenía más diferencia, sino que en cada uno de los pies del reo, se ataba un  peso de cincuenta libras, la que proporcionaba el placer de verle respirar re.
ventado, en medio de los más horribles dolores.

Sin embargo, se procuraba siempre no abusar de estas pruebas, hallándose el médico cerca de la cámara para consultarle al final de cada ejecución, porque hubiera sido una grave responsabilidad para los Inquisidores, si aquella alma moría impenitente, ó se sustraia de ese modo a una pena más lenta y prolongada.

Usábase también del tormento del potro, que consistía, en extender el cuerpo del paciente sobre un caballete, en forma de arco, colocándole la cabeza, de modo que ape-nas pudiese respirar, y en esta posición, se le ataban los brazos y piernas en unos barrotes que se movían en  contra direcciones, dislocando  a cada vuelta los miembros de la víctima.

A veces añadían el suplicio del agua, vaciando por la boca con un alambique, cuantos azumbres de agua pudiera contener el cuerpo. Otras empleaban el de la cuna o borceguí, que se ejecutaba, colocando las piernas del paciente entre cuatro tablas de las cuales dos iban internas y dos externas perfectamente ligadas. En seguida, con unas cuñas de hierro, que se entraban á viva fuerza,. se comprimían lentamente las tablas, que iban á su vez pulverizando los pies de modo, que á la octava cuña, era cosa probada, que las tablas quedaban perfectamente unidas, y desaparecían las piernas,  habiendo caído antes al suelo desmenuzadas,  en informes fragmentos de carne, sangre y huesos.

No nos detendremos á explicar otros suplicios, porque en todas las causas que hemos consultado,  relativas a esta Inquisición no hemos visto empleado otros suplicios que el de la cuerda , el potro o l cuña,  si bien no podemos asegurar con certeza, que se de-jasen de aplicar otros, teniendo en cuenta el vasto y variado arsenal de que disponían a su antojo, aquellos fieles guardianes de la fe, y la repetición de un espectáculo, que debía embotar la escasa sensibilidad, que aún podía encontrarse en su organismo.

Continúa en la entrega siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario