domingo, 21 de abril de 2013

CAPITULO XXXIV



ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVI


DECADA 1551-1560


CAPITULO XXXIV



Guayre Adarguma Anez’ Ram n Yghasen


1556.
El año último de esta cruel y sangrienta guerra contra Francia, no ofreció extraordinarias novedades en el aspecto militar. En enero circularon por las islas rumores de que el pirata Jacques de Sores preparaba catorce navíos contra ellas e inmediatamente don Pedro Cerón, capitán general de Gran Canaria, lo comunicó a la Princesa, quien dispuso de nuevo, como gobernadora del reino" la salida a su encuentro de la flota de guerra española, al mando de don Alvaro de Bazán.

Este zarpó con los navíos de Sanlúcar, rumbo a las Islas Canarias, el 12 de abril de 1556, sorprendiéndole tan formidable temporal a la altura del cabo de San Vicente que tuvo que refugiarse en Lagos. Allí se desarrolló una epidemia que, al afectar a gran parte de la tripulación, estuvo a punto de hacer fracasar la expedición.

Pasado algún tiempo, pudo Bazán hacerse por segunda vez a la mar, arribando a las islas, sin que se pueda precisar la fecha exacta, y desde ella se dirigió a las Costas de Berbería al tener noticia de que narvíos moros allí apostados robaban a los barcos canarios pesqueros, que desde tiempos de la conquista realizaban en la vecina costa de áfrica sus faenas. Sin embargo, lo que halló don Alvaro de Bazán en el cabo de Aguer, al amparo de su fortaleza, fueron dos naos inglesas cargadas de toda clase de armas para vender a los moros de Fez, mandadas por un tal "Richarte Guates", pirata de difícil identificación. Don Alvaro de Bazán, no obstante el nutrido fuego que de la fortaleza y los navíos ingleses se le hacía, arremetió impetuoso contra ellas, y después de un fuerte cañoneo por ambas partes, logró rendir a 1as dos naos, capturando 200 prisioneros y apoderándose de un crecido material de guerra entre lanzas, cotas de malla, balas de artillería, plomo y pólvora. Después mandó poner fuego a las siete carabelas y chalupas berberiscas que robaban a los navíos pesqueros canario, y regresó con su presa a la Península para hacer su entrada en Cádiz el 26 de mayo de 1556.

En el palacio del Viso, construido en esta villa manchega por el primer marqués de Santa Cruz, se conservan entre las pinturas que conmemoran sus hazañas, debidas al pincel de los hermanos Juan y Francisco Perola, una que representa el combate que hemos reseñado, en el que limpió las aguas de Berbería-que es lo mismo que decir las costas de Canarias de los piratas moros que infestaban aquellos parajes. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1556. La isla de Chinech (Tenerife) los colonos establecidos en la misma rivalizaron con la de Gran Canaria en solemnizar el advenimiento al trono de Felipe II, en tiempos del gobierno de don Juan López de Cepeda. "Pusose el pendon real según nos refiere el historiador Núñez de la Peña en casa de Pedro de Ponte como regidor mas antiguo que vivía en la plaza de San Miguel. ..De ahi lo saco el dicho Pedro de Ponte acompañado de la Justicia y Regimiento", situándolo en un cadalso levantado en la propia plaza "en un mástil, ya los lados del se puso: el Estandarte Real al derecho y al siniestro la bandera general de la isla". Los reyes de armas Alonso Núñez y Bartolomé Barba, que se adornaban "con cotas de raso carmesí e escudos de armas reales en los pechos"-dicen los documentos de la época-, mostraron al pueblo congregado las cédulas de abdicación de Carlos I y proclamación de Felipe II, y entonces el gobernador Cepeda, adelantándose en el estrado, "e puesto el rostro a la plaza dixo: Oyd, oyd, oyd; Castilla, Castilla, Castilla por el ynclito rey don Felipe nuestro señor senper augusto", mientras Pedro de Ponte flameaba el pendón real a los cuatro vientos y las compañías de milicias de toda la isla disparaban las salvas de rigor con arcabuces y mosquetes. A renglón seguido los caballeros de la ciudad, vistiendo "libreas de seda", corrieron cañas y entretuvieron al pueblo congregado, y el acto finalizaba con una espléndida colación en las casas de Pedro de Ponte, quien con su rumbo proverbial obsequió a la nobleza y autoridades "con muchos generos de fruta, de confitura, tortas reales y maçapanes..."
1556.
Los colonos  de Tenerife abstienen licencia de la metrópoli para vender "frutos de la tierra" en Indias. Disparada la emigración, por deslumbrar la imagen excepcional del indiano triunfante, analfabeto y rico, se obligó al navegante a depositar 5.000 ducados de fianza, como garantía de regreso. Los barcos de Canaria debían incorporarse a las flotas a su paso por las islas, regresando en su compañía hasta Sevilla, para pagar quinto y avería en la Casa de la Contratación, no pudiendo llevar pasajeros.

1556. Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) tenía su escuela de gramática que regentaba Pedro Alonso Morón, sin otro sueldo que el salario que le pagaban los alumnos y que el ayuntamiento fijó en 4 doblas por año a cada discípulo.

1556. El Rey español, como compensación a tantas penurias sufridas en la colonia canaria en defensa de sus interese y para premiar la defensa, concedió durante 3 años a las islas de Chinech (Tenerife), Tamaránt (Gran Canaria) y Benahuare (La Palma), el derecho a exportar 5.000 toneladas de frutos a América. También cedió 30 piezas de Artillería y 80 quintales de Pólvora para mejorar las defensas. Hasta finales del 57 se mantuvieron en continua alarma y movilizadas las milicias y castillos de las islas.
 
Tras pasar el peligro, el Tesoro de Méjico, causa de todos estos trastornos y sangre derramada, pudo llegar por fin a Cádiz (España).
 
En el Museo Militar del Castillo de Almeyda, en Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife), se conserva una pieza de artillería denomina Tigre que según las crónicas coloniales participo en la Batalla contra Blake. También lo hizo contra Jennings en 1706 y contra Nelson en 1797.

1556. Don Alvaro de Bazan persigue a un pirata ingles que traficaba en armas con los pueblos mazigios del continente para que estos hostigasen a los pescadores colonos canarios frente a Santa Cruz de Mar pequeña.

1556.
Baterías de Roncadores 1 y 2, situadas entre la de la Cruz o del Calvario y el Fuerte de San Pedro se hallaban estas dos baterías, la primera con 2. piezas y la segunda con 3 de bronce, mandadas construir en 1656 por el Comandante General Dávila Guzmán al declararse la guerra con Gran Bretaña, y quedaron en ruinas después del ataque de Blake del 30 de Abril de 1657. (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1556. El Rey de la metrópoli Felipe II había heredado, con sus dominios, el odio concitado de aquellas naciones que, como Francia, tenían intereses antagónicos con los españoles y estaba dispuesta a hacerlos prevalecer. De esta manera la tregua de Vaucelles estaba tan sólo pendiente de un hilo ya merced del primero que lo quisiera cortar  fue el papa Paulo IV, perteneciente a la familia napolitana de los Caraffa, que, no obstante haber sido el campeón de la intransigencia contra el protestantismo, ahora encontraba, en su odio contra los españoles y su dominación en ltalia, compatible tal actitud uniéndose en alianza con Enrique II, protector de aquéllos, y con los mismos turcos, enemigos declarados de la Cristiandad.

La guerra volvió así a encenderse por todas las fronteras de Europa, y las autoridades coloniales españolas recibieron orden de declarar rotas las treguas cuando apenas hacía un año que había sido solemnemente proclamado el monarca español y que se habían publicado las paces con Francia.

Cuando se iba apagando el brillo de estas fiestas, volvieron a resucitar merced a las noticias recibidas en el Archipiélago, en la primavera de 1556, de haberse firmado las paces entre España y Francia" acontecimiento que fué conmemorado con "faroles y luminarias" y toda clase de festejos populares, en particular "cañas y sortijas"

Así no es de extrañar la decepción que produjo en la población colonial isleña las noticias difundidas en febrero de 1557 de haberse roto las treguas con Francia, que tuvieron inmediata confirmación oficial. La princesa doña Juana, como gobernadora de los Estados de su hermano, comunicó la infausta nueva a las autoridades españolas del Archipiélago Canario por Real cédula expedida en Valladolid el1 de marzo de 1557, poniéndolas al corriente de cómo el rey de Francia había roto las treguas, violando las fronteras españolas  de Flandes, y conminándolas a llevar a cabo, sin pérdida de tiempo, la publicación del rompimiento y el embargo inmediato de, todos los navíos y bienes de franceses.

Mientras tanto en Gran Canaria había cesado en el gobierno, por segunda vez, don Rodrigo Manrique de Acuña, un poco antes de cumplirse el trienio de su mando (sin duda a causa de las denuncias formuladas contra su gestión) , siendo sustituído por el gobernador y juez de residencia licenciado Pedro Mexía, llegado a Canarias en el otoño de 1556  .El 28 de marzo de 1557, en presencia del gobernador Mexía y del capitán general Cerón, fué publicada la guerra, y el 3 de .abril lo hacía en San Cristóbal de La Laguna el licenciado don Juan López de Cepeda.

1556.  Las aguas de las Islas Canarias son testigos del paso de la frustrada expedición de Peyrot de Monluc. Este sujeto, con dos buques de su propiedad y 5 navíos de la Armada francesa, pretendía colonizar la costa de Sudafrica con la ayuda de pilotos Portugueses. Parte Monluc de Burdeos el 23 de Agosto de 1556.Pese a que el rey de Francia Carlos IX les había dado claras instrucciones de no atacar buques y propiedades de España y Portugal, una vez en el Atlántico y tal vez para financiar la expedición, Monluc se dedica al Corso. Después de algunas piraterías, aparecen el 3 de Octubre ante Madeira y saquean Funchal, donde muere el Almirante francés de las heridas recibidas en el combate contra la guarnición portuguesa y tras apoderarse de los buques fondeados en el Puerto.
 
Le sustituye en el mando Louis de Lur, Vizconde de Uza. Se decide volver a Francia no sin antes hacer unas correrías por las canarias, a ver si pescaban algo. Tras haberlo intentado contra Winiwuada (Las Palmas), aparecen ante la Gomera el 1 de Noviembre, permaneciendo 4 días en la Bahía y comerciando con sus habitantes. Estas transacciones comerciales le costaran un proceso de la Inquisición española al Conde de la isla por tratar con Herejes.

1556 Abril.
Aportó al Puerto de Naos (Lanzarote) con su escuadra el conde Jorge de Cumberland, a quién acompañaba su capellán el Dr. Layfield. Desembarcaron sin contradicción 500 a 600 soldados y pa­saron a atacar la villa capital de Teguise al mando del caballero Berkley. Por la relación de cuyo conde no se echa de ver que hubiese fortaleza ninguna en los Puertos del Arrecife ni de Naos, aunque si nombra la de la villa de la cual se posesiona. (J. Álvarez Rixo, 1982:45)


1956  Mayo.  Dos navíos ingleses fueron rechazados en el Puerto de Añazu (Santa Cruz) por los cañones de los castillos.

1556 Mayo 10. Los colonos y criollos europeos establecidos en Tamaránt (Gran Canaria) en sus deseos de afianzar sus orígenes de procedencia no dudaban – ni dudan – en imitar las ceremonias y costumbres de la Metrópolis, tal como acaeció con la celebración de la coronación del rey de las españas Felipe II. La ceremonia se había verificado con gran pompa en Guiniwada (Las Palmas) el domingo 10 de mayo de 1556, en presencia de toda la nobleza y autoridades coloniales de la isla y gran concurso de gente, ante quienes hizo la proclamación el gobernador don Rodrigo Manrique de Acuña mientras flameaba el, pendón real don Pedro Cerón, capitán general de la isla; ceremonias y fiestas que se vieron turbadas por el asesinato, cometido días más tarde, del alcalde mayor y capitán coronel de Gáldar y Guía Hernando de Pineda. 

1556 Mayo 23.
Mientras tanto los plenipotenciarios de España y Francia firmaban la Tregua en Vaucelles el 5 de febrero de 1556, aunque no por eso dejaron de sufrir las islas Canarias todavía alguna que otra incursión por parte de los navíos franceses.

Así, por ejemplo, la noche del sábado 23 de mayo de aquel año se presentó de improviso un esquife de una nao francesa mandada por un tal "Monsieur de Figuevila" (que había zarpado del Puerto de las Isletas el día anterior) con el propósito de apoderarse de una carabela propiedad de Melchor de Mateos. El esquife, que conducía a 12 personas y venía armado con dos cañones, se fue acercando con sigilo al puerto y al navío, y pretendió asaltarlo al grito de su capitán, pero la tripulación se defendió valientemente, obligándoles a retroceder malparados. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)



1556 Junio 28.
En estas fechas en el Cabildo de Tenerife se vio una carta orden de S.M. fechada en Madrid en 30 de Mayo por la que se concede por seis años mas el arbitrio del Donativo del 1% para fortificaciones y para que se haga un Castillo que corone la ciudad (de la Laguna) con motivo de que los ingleses quisieron invadir la isla (Libro 27 of l0 fo 169).- En 5 de Julio en Cabildo General se dice que como se han hecho las fortificaciones en el Puerto de Santa Cruz y sobre la cuesta de dho camino, y se suplica a S.M. se sirva extender el donativo por 12 años para la construcción del Castillo sobre la dha Cuesta, ademas que concurriran los vecinos con lo que les fuere posible (Libro 27 oficio l0 folio 172) (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1556 Julio 3.
Según certificación del escribano de Garachico Francisco Fernández, se tenían allí por actos distintivos de nobleza: " el de alcaydes del Castillo del Arcángel S. Miguel de su puerto, nombrados por la justicia y Regimiento desta Ysla y el de Prioste de la fiesta de la Santa Cruz que se celebra en cada año en el mes de Mayo, que esta en uso en elegir y nombrar los priostes de dha fiesta á las personas que estan en poz, de hijosdalgos abidos y tenidos y reputados por tales y por lo comun estimasion en que son tenidos..." (Expediente de ingreso en la Orden de Calatrava de D. Juan del Hoyo año I697) (José María Pinto de la Rosa, 1996)

1556    Julio 14.
El Ingenio azucarero de Güímar bajo la administración del colono Pedro de Alarcón.

[…] Los socios citados, excepto Diego Suárez, que estableció un censo de su parte, vendieron a Pedro de Alarcón  y ante el escribano Juan del Castillo, el 14 de Julio, establecen los pormenores de la venta fijando las condiciones económicas. Cada uno vende por separado. García de Vergara lo hizo «..García de vergara vo., desta ysla de Thenerife otorga carta de venta rreal de la tercera parte de un heredamiendo de yngenio, tierras e aguas, viñas e molino, tanques e casas de purgar y de aposento e guertas que se dice el heredamiento de Guymal; con sus cobres e con todo lo a él anexo y perteneciente (...) con las cargas de los censos debidos al dcho Sr: Fadrique y doña Antonia, su muger (...) con cargo de sesenta doblas de tributo por razón de seyscientas doblas que fue el precio por el que hizo venta y traspaso de su cuarta parte el dcho Diego Suárez ...»  «...por precio de 2000 doblas de valor cada una de 500 mrs. de moneda corriente de estas islas, las 1500 doblas por razón del capital que en el dcho heredamiento téngo y me pertenece (...) y las 500 doblas restantes por razón de los mejoramientos y gastos y costos que he hecho en el corte y acarreto de las maderas para del dcho heredamiento y en compra de caña que se han traído de fuera de esta ysla y en plantada nueva de las cañas desde março pasado y en mucho número de canales para sacar las aguas y en otros pertrechos y mejoramientos y edificios útiles y necesarios para la fabricación de los azúcares...».

Los detalles de la compra constan en la escritura: Pedro de Alarcón le tenía que dar a cada uno de los propietarios 2000 doblas.

De ellas, 1000 doblas las pagó de contado y sobre las 1000 restantes impuso un censo de 100 doblas anuales, hasta cancelar la deuda. Además, tenía que hacerse cargo de un censo anual a Diego Suárez de 60 doblas y otro a don Fadrique de Vargas, cuyo importe no queda reflejado en estos documentos pero en otros posteriores se dice que era de 158 doblas anuales.

El 29 de agosto de 1556, tuvo lugar la entrega de la propiedad y con la intervención del alguacil mayor y del alcalde del lugar, Francisco Rodríguez, se formalizaron los actos de posesión. De esta forma comenzó el período del heredamiento del valle de Güímar siendo titular Pedro de Alarcón. El nuevo propietario quiso recuperar todas las tierras del heredamiento que tradicionalmente estaban ocupadas por pastores desde tiempos de la administración de Giraldin y una de las primeras acciones consistió en desalojar algunas familias guanches, esencialmente ganaderos Juan Hernández, Rodrigo Rodríguez, Martín Rodríguez y Juana Hernández) que ocupaban cuevas en Guaza, por ello intervino la Justicia y los guanches fueron echados por la fuerza con sus ganados, incluso, algunos al resistirse fueron «presos en la cárcel pública». En oposición alegaban, que vivían allí desde hace más de 20 años «en quieta y pacífica posesión, sin contradicción».

Estos hechos, desde nuestro punto de vista, no reflejan simplemente el desalojo por Pedro de Alarcón de unas tierras y cuevas ocupadas por los pastores guanches, los cuales lógicamente no pueden presentar título de propiedad, sino que muestran con toda
crudeza el drama del derrumbe de las estructuras sociales y económicas de la sociedad aborigen. Por una parte, el cambio de finalidad del uso de las tierras del valle: el paso de actividad ganadera a una utilidad agrícola, y por otra, el sentido de la posesión territorial, que para los guanches carecía de importancia, pues el uso de la tierra no significaba un dominio territorial, para los castellanos por el contrario, la propiedad del terreno es un derecho privativo y fundamental.

Pedro de Alarcón desarrolla una política de compra de tierras desde Chacaica hasta Agache, de tal forma que las tierras que el Adelantado había dado a Juan Vizcaíno y Juan Cabello, Rodrigo Cosme, Alonso Díaz, Miguel de Vera y otros, fueron vendidas por sus herederos incorporándose al patrimonio del heredamiento y así, en los momentos posteriores de crisis económica en los que los Vargas recuperan la propiedad de la hacienda, a la familia Alarcón le quedarán suficientes propiedades en la zona al margen del ingenio.

Todas las tierras aprovechables del heredamiento y otras nuevas que se «rozan», van a ponerse en producción. Pronto surgen algunos problemas con los vecinos porque los rebaños hacen daño en los cultivos. Para remediarlo se ponen cercas que provocan protesta de los vecinos.

Con Pedro de Alarcón la hacienda crece y conoce los años de máxima expansión bajo una férrea administración. No obstante, el monto de los tributos va a hipotecar el desarrollo del ingenio en los años siguientes. Durante la primera década hay un buen rendimiento, y se liquidan los censos de García de Vergara, Bartolomé .Joven y Fabián Viña.

En marzo de 1568 Pedro de Alarcón enfermó y después de otorgar un testamento cerrado y varios codicilos, falleció el día 21 de ese mes. En sus últimas voluntades deja la administración de la hacienda a su mujer Arguenta de Franquis, y encarga que el heredamiento no fuera dividido, por lo menos hasta la zafra de 1570, con el fin que se pagaran las deudas.

Posteriormente el patrimonio del heredamiento se dividió entre los herederos de Pedro de Alarcón. La partición se hizo ante el escribano Juan del Castillo, entre octubre de 1572 y enero de 1573, interviniendo como partidores Martín de Alarcón Beltrán en nombre de Arguenta, Hernando y Leonor, y Cristóbal Joven por parte de Francisco y Martín de Alarcón. El importe total del inventario de la hacienda ascendió a 23 millones de maravedíes, haciéndose el reparto de tierras, aguas y otros bienes entre los herederos conservándose como bienes comunes algunas tierras, los tanques, el molino, el ingenio con sus pertrechos y máquinas que sería usado proporcionalmente por cada heredero según el acuerdo pactado.

A la viuda de Pedro de Alarcón y porque éste declaró en su testamento que los bienes habían sido multiplicados durante el matrimonio, le correspondía la mitad del heredamiento con todo lo en él contenido y la otra mitad a los hijos, tanto del primer matrimonio (Martín y Francisco de Alarcón)) como los del segundo (Leonor y Hernando). Al ser estos últimos menores, la mayor parte de la hacienda quedó en manos de su madre, como administradora de la parte de sus hijos y de su mitad.

El primer problema que tuvo que afrontar Arguenta de Franquis fue la falta de dinero.
El rendimiento del ingenio se había reducido y no alcanzaba para los salarios., manteni
mientos o para pagar los censos con regularidad. Tienen que tomar préstamos a Bernardino Justiniano y a Pedro de Soria, incluso para salir adelante, tuvo que hipotecar la hacienda y unas casas que poseía en San Cristóbal.

En 1574 Arguenta vendió su parte a Diego de la Peña, residente en Catagena de Indias, aunque inmediatamente éste otorgó poderes para que Arguenta de Franquis continuara administrando la propiedad. Es posible que tras esa venta haya un intento de protegerse de los acreedores que le acosaban. En concreto, ésta es la época que se puede conocer por los protocolos de Sancho de Urtarte en la que se evidencia la ruina del negocio azucarero y la bancarrota de la hacienda que ocasiona un despoblamiento de la zona a lo que contribuye las epidemias de esos años, una recesión que no se recupera hasta la primera década del siglo siguiente.

1556 Septiembre 15.
Carta de S.M. dirigida al Cabildo de Tenerife manifestándole su agradecimiento por el celo con que ha atendido á sus fortificaciones según noticias que le ha dado el Capitán General D. Alonso Dávila de Guzman y además espera que su continuación hasta acabarlas, se proseguirá con igual fineza que la hasta entonces tenida; en Madrid á 15 de Septiembre de 1656. Se leyó en el Cabildo de 12 de Abril de 1657, folio 200.

1556 Octubre 21.
Acordóse por el Cabildo colonial, dar licencia a todos los Capitanes de esta Isla de La Palma para que cada uno de ellos pudiera cortar dos dragos para rodelas a la gente de su compañía.

1556 Noviembre 1.
Una  flota  francesa al mando del joven y experto soldado y marino Peyrot de Monluc, hijo del vicealmirante de Guyena Blaise de Monluc, compareció en San Sebastián de La Gomera tras de haber intentado vanamente desembarcar en la isla de Gran Canaria.

En el archipiélago afortunado las noticias del saqueo de la Madera habían producido honda sensación en sus moradores, y desde mediados de octubre de 1566 las autoridades coloniales habían tomado las reiteradas y acostumbradas medidas de defensa que aconsejaban el menor espíritu previsor.

La estancia de los franceses frente a la isla de Gran Canaria la conocemos a través de una versión un tanto confusa, que asegura que los piratas francos intentaron poner pie en tierra en una de las caletas próximas a la capital, propósito que fue obstaculizado por los naturales con una enérgica resistencia. En esta acción parece ser que tuvo una desta-
cada intervención Juan de Civerio Múxica Castillo, hijo primogénito del famoso Bernardino de Lezcano Múxica. Mientras la flota francesa merodeó por los contornos de la isla, las milicias estuvieron en continua alarma y todo el ejército y paisanaje movilizado en evitación de cualquier sorpresa.

En la isla de La Gomera, cuyo mando interinamente regentaba Alonso Sánchez de Ortega en ausencia del conde don Diego de Ayala y del gobernador titular Diego de Liaño, se habían tomado también las más urgentes medidas defensivas. Convocados por el gobernador Ortega los regidores y los capitanes de las dos compañías de milicias, Pablo Jaimez y Antón de Zamora, se había tratado en junta celebrada en la plaza de la iglesia de prepararse contra un probable ataque, acordándose con el mayor celo y espíritu patriótico "morir en defensa de nuestra santa fe católica y de la isla".

En este estado de ánimos, empezaron a llegar a la villa las primeras noticias de la efectiva y real presencia de la flota francesa en aguas canarias. El martes 29 de noviembre de 1566 hizo su entrada en el puerto de San Sebastián, conduciendo una carabela, el mareante Francisco González y declaró a las autoridades "que los franceses quedaban en [la] isla de Canaria y que habían pedido agua y que el General, Justicia y Regimiento se la daban".

La aseveración de González aparece desmentida documentalmente, así es que la estancia de la flota de Louis de Lur-Saluces a la vista de Gran Canaria no pasó de un intento frustrado de desembarcó, ya que no es admisible que las autoridades le permitiesen hacer aguada en ella, pues la isla contaba con sobradas fuerzas para resistir, y además carecería de sentido el presentarse en San Sebastián de La Gomera, pocos días después, en demanda de igual gracia.

Las noticias propagadas por el piloto González en La Gomera produjeron una nueva reunión de autoridades, discutiéndose acaloradamente sobre si debía resistirse al posible enemigo o facilitarle la aguada (como hacían, según el rumor, En Gran Canaria), acordándose que si los franceses "pidiesen agua buenamente se les diese, pues venía tanta gente... que eran más de dos millares de arcabuceros, y los de la isla no eran sino trescientos hombres".

Así las cosas, la flota francesa, al mando del vizconde de Uza, se dejó ver en el horizonte en la mañana del 1 de noviembre de 1566, y mientras las mujeres, ancianos y niños se desbandaban temerosos hacia las montañas del interior, los hombres útiles encuadrados en las milicias acudían con sus armas al puerto, dispuestos a responder con la paz o la guerra a la actitud de los franceses.

La escuadra, con los navíos robados en la Madera, se componía ahora según informes canarios, de nueve naos grandes y conducía 2.000 arcabuceros bien armados de diversas nacionalidades, pues los había franceses, navarros, vizcaínos y portugueses.

La armada francesa fué entrando lentamente en la bahía, y mientras los navíos anclaban, un batel con marineros se fue separando de la nao almirante, y se dirigió a la playa. Varios soldados armados acudieron a detenerlos, y levantando los franceses bandera de parlamento, el gobernador Alonso Sánchez de Ortega sólo autorizó a descender en tierra a uno de ellos.

Entonces se destacó de la lancha un joven que, desprendiéndose de sus armas, se dirigió a saludar al gobernador: Thte, a quien los documentos llaman "Mosior de Pompadore", el lector lo habrá identificado ya con uno de los hijos del vizconde de Pompadour, que venían en la expedición.

Pompadour expuso, entonces, al bachiller Ortega los propósitos del capitán general de la armada, declarándole, "que eran amigos y vasallos (sic) del rey don Felipe Nuestro Señor; y que Francia no tenía guerra con España; que les dieran un poco de agua, que no querían otra cosa y que no les harían mal".

Vista la solicitud de los franceses, el gobernador Sánchez de Ortega tuvo consejillo con las autoridades, y juzgándose impotentes para contenerlos por la fuerza, acordaron franquearles pacíficamente la entrada, siempre "que no desembarcasen con armas", y abastecerlos de agua.

Mientras algunos grupos de franceses se disponían para desembarcar, el bachiller Ortega recorrió, en compañía del escribano Juan de Valdespino, el corto perímetro de la villa, advirtiendo a sus moradores la prohibición absoluta en que estaban de comerciar con los franceses.

Desde este momento las milicias permanecieron en continua vigilancia en la villa y el puerto, atentas a impedir el desembarco de soldados armados o cualquier intento de "traición".

Desde el viernes 1 de noviembre al lunes siguiente, día 4 de, dicho mes, los franceses permanecieron en la rada gomera, descendiendo a tierra los expedicionarios para abastecerse, solazarse y comer. Varios de los vecinos por miedo o por granjería, no tuviron reparos en sentarlos a sus mesas, como Juan de Ocampo, futuro gobernador de la isla, y hasta el mismo bachiller Ortega, según posterior denuncia, no confirmada.

Destacó por el número de las transacciones comerciales el vecino Juan López, y cuentan los testigos presénciales cómo los soldados franceses se introducían en las casas asombrados de no encontrar una mujer por todos los contornos.

El 4 de noviembre de 1566 la flota del vizconde de Uza zarpó de San Sebastián de La Gomera sin nuevos contratiempos, y el conde de la isla sería de nuevo acusado por la Inquisición por haber "recibido a la armada que robó a la isla de la Madera”.  (En: A. Rumeu de Armas, 1991)


1556 Diciembre.
Meses más tarde, en diciembre de 1556,  y ya en pleno período de paz entre la metrópoli y Francia, se presentó pirateando por las islas la escuadra francesa del Brasil, al mando del capitán general Paris Legendre, señor de Bois-le-Comte-les Meaux.

La presencia de dicha flota está relacionada con la; anterior empresa del vicealmirante Villegaignon. Deseando éste afianzar el dominio de Francia en el Brasil, tan .sólo reducido hasta entonces al Fuerte Coligny y a la pequeña aldea de Henryville, comisionó a su sobrino Bois,-le-Comte para, gestionar del rey Enrique II el rápido envío de un auxilio militar de 2.000 hombres, con el que le prometía engarzar a su corona un vasto imperio.-

Sin embargo, los propósitos de Vi1legaignon se frustraron. El almirante Coligny creyó llegado el momento de ensayar la convivencia en las tierras libres de América de los hombres de las más opuestas creencias, y en vez de enviar 'al conquistador francés soldados bien curtidos, se contentó con organizar una expedición colonizadora a base de luteranos y calvinistas.

Con este objeto Se prepararon tres navíos: La Petite Roberge La Grande Roberge y La Roséel mandados, respectivamente, por Bois-le-Comte, Sa.inte-Marie de l'Epme y Roeée, que zarparon de El Havre el 19 de noviembre de 1556. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

1556 Diciembre 12.
Paris Legendre, siguiendo la ruta de su tío en su viaje a Brasíl, volvió a buscar el arrimo de las Canarias. El 12 de diciembre los franceses desembarcaban en la isla de Tenerife, en lugar ignorado, buscando botín y víveres para las tripulaciones. Más en seguida fueron violentamente atacados por los canarios, que les obligaron a reembarcar.

Derival1on entonces los navíos hacia el puerto de Santa Cruz, a la vista del cual capturaron una carabela de pescadores y permanecieron durante tres días en pugna por poner pie en tierra.

El 18 de diciembre estaba la escuadra merodeando por las costas de Gran Canaria, en cuyas proximidades apresaron una carabela portuguesa y un navío español cargado de sal ; hasta que cansados del poco éxito obtenido, que no compensaba la pérdida de tiempo, se dirigieron, por último, al Brasil.

Bois-le-Comte llegó a las costas americanas poco tiempo después con aquella pesada carga; y desde el día siguiente de su arribo comenzaron las luchas intestinas entre los colonos, salpicadas de crímenes horrendos, que no finalizaron hasta cuatro años después, .en que los soldados de Portugal dieron fin a la efímera colonización francesa en aquel inmenso territorio.

Dos años antes, en 1558, el vicealmirante Durand de Villegaignon había abandonado el Fuerte Coligny, decepcionado de sus compatriotas, buscando en Francia un tranquilo retiro para sus postreros días. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)






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