martes, 9 de abril de 2013

PARA MI BUENA AMIGA, JOSEFA FALCON ABREU, AFECTUOSAMENTE





LA GUANCHA, CHINECH (TENERIFE)



Eduardo Pedro García Rodríguez

La Guancha:
Municipio tinerfeño, está situado en el norte de la isla.
El término municipal está compuesto por varios núcleos de población dispersa dedicada a las faenas agrícolas, gracias al agua que se obtiene de sus numerosas galerías filtrantes, y al cultivo de la vid, las papas y los frutales. La artesanía del barro y la cestería tradicional también son parte de la identidad de este pueblo.
La Guancha tiene en torno a los 5.300 habitantes, distribuidos en el casco, con el 60% de la población, Santo Domingo y Santa Catalina en la zona costera, con más de 600 habitantes cada una y otras entidades más pequeñas como Las Cucharas, Las Montañetas, Hoya Los Pablos, Las Longueras, El Pinalete, etc.
El Barrio de Santa Catalina, situado en la costa, posee una muestra del uso de la piedra de cantería en la arquitectura popular canaria del siglo XVI. Se tiene conocimiento de la construcción de una ermita católica en el año  1510 estando ubicada en el lugar conocido por “Puerta Quemada” y fue arrasada por el aluvión de 1826. La actual ermita de Santa Catalina está situada en la parte antigua del barrio y fue construida en 1878 en un entorno de arquitectura colonial  tradicional canaria.
En el municipio se encuentra un charco de callados denominado Charco del viento.
Las tierras de la Guancha se extienden desde las laderas del Teide hasta el mar, en una franja estrecha de terreno, sumando 21,9 km2. Es uno de los municipios más pequeños de la isla de Tenerife. Los terrenos de la Guancha están constituidos por traquitas de emisiones tipo Montaña Rajada de las series recientes sálicas.
Topográficamente presenta dos zonas: una costera, con pendientes más suaves, inferiores en su mayoría en el 10% de desnivel; otra alta, por encima de los 300-400 msnm donde la inclinación llega alcanzar y superar el 20%. Algunos barrancos, entre los que destaca los de La Atalaya y de La Arena, discurren por la zona alta del municipio.
La Guancha ofrece los tres pisos típicos de los municipios de barlovento: una zona baja, más o menos cálida; una media, con incidencia del alisio y descanso gradual de las temperaturas; y otra de cumbres. En la zona media, en torno a los 500 m, donde está situada la capital municipal, las precipitaciones y temperaturas medias anuales superan los 550 mm y se aproximan a los 16 ºC, respectivamente.
El Pinar de La Guancha domina el espacio por encima de los 1.000 m, aunque desciende hasta los 400 m, por debajo del propio casco, siguiendo el barranco de La Gotera, en la franja occidental del municipio.
La economía está basada principalmente en la agricultura. Unas 300 ha., constituyen el total de las tierras labradas, de las cuales la mitad son de secano y la mitad de regadío. Las primeras se sitúan en las zonas media y alta y las de riego en la zona de costa.
La población de La Guancha que ejerce su actividad en el propio municipio se dedica casi exclusivamente a la agricultura de medianías. La práctica totalidad son pequeños propietarios que cultivan sus tierras en régimen familiar. Las papas, los frutales, la viña, etc., constituyen los cultivos principales. Las papas de secano son el producto agrícola más importante de la zona alta del municipio. Asimismo, la ganadería, que en otra época tuvo cierta relevancia, ha quedado reducida en la actualidad a la de autoconsumo.
Mención especial merece, no por su capacidad productiva pero sí por su tradición, la artesanía de La Guancha. La cestería, albardería y, sobre todo, los calados, a los cuales se ha dedicado una cooperativa.
Antes de la llegada de los invasores, conquistadores y colonos pertenecía al menceyato -reino- de Icode. Las primeras familias de colonos que se aposentaron en estas tierras eran portuguesas y de la isla de Tamarant (Gran Canaria). Se instalaron en lugar hoy conocido como Santa Catalina, único sitio donde había agua. Muy cerca de aquí los mercenarios invasores durante el reconocimiento del terreno y en busca de guanches que esclavizar encontraron junto a una fuente a una guancha, la cual antes de dejarse apresar prefirió arrojarse al barranco, por este hecho según recoge la Tamusni le llamaron la Fuente de la Guancha. Dentro de su término municipal se encuentra la cueva sepulcral de Hoya Brunco, en cuyo interior se han encontrado momias guanches y ajuar. Hay más yacimientos arqueológicos con utensilios de esta milenaria cultura.
El charco del viento:
Es una cala situada en el Barrio de Santa Catalina. La costa guanchera en la antigüedad fue utilizada como puerto natural para el embarque y desembarque de mercancías, concretamente en la zona llamada Punta de Marrero; el litoral guanchero además del Charco del Viento posee el Charco de la Arena y el Charco Verde, dichos charcos se encuentran perdidos por caminos de pescadores.
Tradición de origen guanche
Bajada de las Hayas:
Se ha convertido en los últimos años en el número principal de las fiestas mayores de La Guancha, que se celebran cada agosto en honor a su Patrona Ntra. Sra. de la Esperanzateniendo lugar en el segundo sábado de dicho mes. Este popular evento tiene su origen en una especie de romería que los vecinos propietarios de animales de carga hacían a los montes del municipio. Se salía a buscar ramas de haya con las que se adornaban la plaza y las calles del recorrido procesional. Esta singular comitiva regresaba al pueblo entre el regocijo de los vecinos, que les convidaban al paso por sus casas hasta llegar a la Plaza de la Iglesia para proceder a colocar el tradicional y vistoso Enrame”.
En el último lustro, y tras algunos años en los que “La Bajada” se efectuaba en camiones perdiendo así el encanto de antaño, se ha conseguido recuperar su forma inicial, donde cientos de personas ataviadas con el vestuario tradicional y portando las típicas “Varas” engalanadas con hayas y flores de papel van acompañando a los arrieros con sus animales. Entre parrandas, vino y productos típicos de la tierra bajan desde el cercano monte hasta desembocar en la Plaza de la Iglesia, donde concluye una jornada cargada de tipismo y alegría compartida.
Algunos topónimos de La Guancha
Hay algo más duradero que el Arte para que la memoria humana perdure. Ese algo es el nombre que damos a las cosas, y que salta de generación en generación viviendo en sus habitantes. Dentro de la palabra, ocupa un lugar especial el topónimo, que nace del pueblo para ser aplicado a un lugar concreto, y que va siendo trabajado a su modo por cada generación, que lo trasformará, pulirá y construirá su propia versión para uso de la siguiente.
En todo este proceso de designar los lugares, que muchas veces no aparece reflejado en mapas ni guías, juega un papel importantísimo nuestros mayores. En la memoria de éstos figura una extensa relación de nombres de sitios, lugares, veredas, etc., que si no andamos a tiempo, y tratamos de recogerlos por escrito, desaparecerán para siempre.
La toponimia y la singularidad guanchera
Un topónimo, es el término derivado del griego topos, "lugar", y onoma, "nombre", es toda palabra aplicada para designar un lugar, paraje, pueblo, accidente geográfico o en general cualquier lugar que se desee singularizar.
La toponimia es una rama de los estudios lingüísticos que se ocupa de investigar el origen de los nombres de los lugares, considerando que no son arbitrarios, sino que se remontan muy atrás en el tiempo y permanecen.
Al ser nuestro municipio un territorio bastante completo, geográficamente hablando, a lo largo de nuestra historia se han aplicado, casi en su mayoría, los nombres en función de las singularidades del territorio. Así pues aparecen numerosos topónimos que hacen referencias a lomos (tierra levantada entre dos surcos u hondonadas), hoyas (declive del terreno entre dos montañas), fuentes (manantiales de agua), barrancos (erosión que hace en la tierra las corrientes de agua), laderas declive del terreno), puntas (saliente o extremo de cualquier cosa), charcos (agua estancada en un hoyo), etc.
En cuanto al primer término, podemos destacar nombres como Lomo Colorado (famosa galería donde emanan aguas termales y donde hay una abundante presencia de zahorra roja), Lomo Blanco (lugar donde el color de la tierra y la piedra es blanquecino), Lomo La Bautista (hecho de pasar por algo por primera vez) o Lomo del Medio (promontorio de tierra enclavado entre otros dos lomos), y Lomo Arco, entre otros.
En cuanto al segundo, las hoyas, encontramos numerosos ejemplos. Uno de los más conocidos, por la popularidad que le ha dado nuestro grupo folklórico, es: Hoya Abrunco -también llamado Brunco- (con dos posible interpretaciones: 1/ degeneración del adjetivo abrupto= terreno inaccesible, intrincado; 2/bronco = tosco, desapacible), Hoya Honda (concavidad o depresión del terreno de cierta consideración), Hoya Arco, Hoya Giles, Hoya Grande (por su extensión), Hoya del Mercader, Hoya Potro, Hoya Cha Pérez, Hoya del Burrero, Hoya del Zarzal, Hoya del Charco del Agua, Hoya Los Pablos, o simplemente La Hoya.
Sobre el término fuentes, muy propias de un territorio donde emanaban numerosos manantiales, y que gracias a ellos se establecieron los primeros pobladores foráneos a fin de poder practicar la agricultura, podemos encontrar los siguientes topónimos: Fuente Grande (fuente de importante caudal, que posteriormente fue aprovechada para excavar una galería, que tiene el mismo nombre), Las Fuentitas (por ser lugar de abundantes aguas), La Fuente de La Guancha (nombre que originariamente dieron los primeros conquistadores al ver -según cuenta una leyenda- a una hermosa mujer guanche tomar agua de un manantial), Fuente del Chupadero (posiblemente dado, entre otras interpretaciones, por la gran abundancia de trebinas –planta cuyo tallo se chupa y que crece en lugares húmedos-), La Fuente de Santa Catalina (abundante fuente donde se establecieron los primeros pobladores de nuestro municipio tras la Conquista y el posterior reparto de tierras), la Fuente del Cuervo, o Los Chorritos (pequeña oquedad escavada en la pista que lleva al Chupadero de cuyas paredes aún emana agua), entre otras.
En cuanto a las puntas podemos citar las siguientes en función de su localización geográfica, usos y sucesos acontecidas en ellas, y situadas en su mayoría en la costa marina: Punta del Marrero, Punta del Salvaje (acantilado muy escarpado, difícil), Punta de La Mesana (en un barco de tres palos, es el mástil más cercano a popa), y Las Puntas (zona agrícola de plataneras cuyo linde con el mar acaba en varios acantilados, en varias puntas), entre otras.
Con respecto a los charcos (laguna de agua salada), también ubicados en la zona costera, podemos citar algunos como: Charco del Viento (por ser un sitio donde este fenómeno atmosférico está siempre presente), Charco de La Arena (ubicado muy próximo a la Punta de El Marrero y cuya orilla está llena de callaos muy pequeños simulando arena del mar), Charco Verde (por el intenso color esmeralda de su fondo), y Charco José Luís (probablemente puesto en honor de su descubridor), entre otros.
Otras aportaciones
El terreno, y los distintos elementos que lo componen, tanto por su cantidad como por sus características, también han quedado plasmados en la toponimia guanchera. Ejemplos destacados son La Cascajera (en la zona de Santo Domingo, designado así por ser un terreno muy abundante encascajo, en grava –piedra muy picada), Las Zahorras (material muy presente en los suelos de las zonas más altas del municipio) o El Natero (arena que se deposita en el cauce de los barrancos y acequias).
Son interesantes algunos nombres de núcleos rurales habitados donde destacan aspectos de su orografía: Las Montañetas (zona semejante a pequeñas montañas), Las Longueras (extensión alargada de terreno), Llano Méndez (terreno muy plano) o La Caldera (terreno que se asemeja a la boca de un caldero)
También las aportaciones del mundo animal, ya que este pueblo mantuvo un estrecho vínculo con la ganadería hasta no hace muchos años, aparecen presentes en la toponimia guanchera. Así se designaron lugares como: La Cabrera (numerosas familias guancheras vivieron de la cabra y sus rebaños, que llevaban de trashumancia hasta Las Cañadas del Teide o la costa), La Canaria (cuyo interés radica en el hecho de que este nombre pudo haber sido dado en recuerdo de los primeros pobladores llegados de la Isla de Tamarant (Gan Canaria) cuyos habitantes eran conocidos como “canarios”), La Yegua (por serun animal que como muchos circularon por el antiguo camino Real que cruzaba por Tierra Costa y Santa Catalina y que llegaba al Valle de La Orotava), y Las Colmenitas (lugar en la zona baja de La Campana donde se colocan aún colmenas para las abejas).
También el mundo vegetal, dada su estrecha relación con el medio donde vivimos, ha aportado numerosos topónimos. Los árboles frutales como la higuera dio nombre a Las Higueritas (lugar de paso desde el Camino de El Lance hasta la Cruz del Brezo) o Farrobo (degeneración del término algarrobo –planta leguminosa muy común en Canarias). Otros árboles característicos por la coloración de sus hojas aportaron nombres tan poéticos como La Rosa del Álamo. Los pinos, muy abundantes en nuestro territorio, han aportado nombres como: Pino Moreno o El Pinalete. Otras plantas, propias del monte bajo, han quedado para la memoria: La Cruz del Brezo (las cruces se colocaban en los cruces de camino a modo de protección para el caminante. Este lugar poseía un brezo de varios decenios de años de vida que albergó –y alberga- a su pie una vieja cruz de tea). También el haya –muy abundante en el monte- dieron lugar a la aparición de nombres como: Haya Negra y La Haya Jurada.
La presencia de los ancestros guanches en este territorio apenas ha dejado topónimos. Si podemos citar al menos dos: La Tabona (piedra que se usaba, entre otras cosas, para marcar los animales) y Los Cabocos (cueva que interrumpe el cauce de un barranco y que fue usada como vivienda o enterramiento). Este caboco está situado muy cerca de las cuevas de Los Celajes (Santa Catalina), donde se han encontrado algunos restos de huesos y cerámica guanche. (j.escolorena, 2007).
16-4-2013.













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