martes, 18 de junio de 2013

ORIGENES DEL PUEBLO GUANCHE-MAZIGIO (y IV)







Eduardo Pedro García Rodríguez

Son innumerables los autores Canarios y extranjeros, que aceptan el hecho de que establecimientos de los primeros Canarios en las islas, tuvo lugar algunos milenios antes de la era cristiana, el enumerarlos sería harto tedioso para el lector, por ello creemos que con los ejemplos que anteceden, el lector podrá formularse su propio criterio sobre el particular.


ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN: No obstante, queremos aportar los puntos de vista y los planteamientos que sobre el poblamiento de las islas nos ofrecen algunos de los investigadores actuales, los cuales como es natural manejan una serie de datos proporcionados por las modernas técnicas y por la ciencia, que no estuvieron a disposición de los anteriores investigadores.

Constituye una obviedad, al menos aparente, afirmar que el conocimiento de los pueblos indígenas del Norte de África, en la antigüedad clásica, interesa a todo aquello que se relaciona con el problema del poblamiento. Primero, y de la posible colonización (egipcio-púnica) posterior de las Islas Canarias. Una de las posibilidades,  entre las que han venido barajando los investigadores, en principio y aplicando la lógica más directa, parece indudable que una de las oleadas migratorias que poblaron el Archipiélago, partió (como hemos anotado) del continente. Este hecho constituye un lugar común; precisamente, las dos síntesis principales acerca de la prehistoria norteafricana tienen una alusión única y singular acerca de la Islas Canarias; en ella se refleja que el Archipiélago se pobló (en parte) por africanos procedentes de la región africana de Tarfaya (Balout, 1955:481; Camps, 1974: 348; igualmente, sobre el poblamiento de los hombres de Mechta el Arbi “hacia el segundo milenio”, Almagro, 1968). (Enrique Gonzalbes Cravioto, 200: 61 ss).

“Es cierto que todavía queda mucho por conocer, como el momento concreto, la modalidad de poblamiento o colonización, incluso la forma de paso (González Antón, Del Arco, De Balbín y Bueno, 1998). Pero todas las tesis abundan en la procedencia africana de

los aborígenes de Canarias. Una presencia humana que, en todo caso, a juzgar por la fechaciones del C-14, debió iniciarse al menos en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Las evidencias que se van acumulando, además, parecen señalar la existencia de una intensificación de ese poblamiento, incluso con posibles pautas de una colonización, con fechas no posteriores al siglo III a.de C., es decir, en  momentos de dominio cartaginés en el Norte de África (González Antón, De Balbín, Bueno y Del Arco, 1995).

Los nuevos datos que se apuntan parecen indicar una relación de las Canarias con el mundo líbico-púnico, mucho mayor de la que se  había podido sospechar hasta hace bien poco tiempo. En este sentido se apunta una documentación, que es controvertida desde alguna posiciones (Galand, 1997), pero que va tomando la fuerza de los indicios acumulativos. Principalmente debemos mencionar, a este aspecto, la piedra Zanata, con caracteres de escritura líbica (González Antón, Balbín, Bueno y Del Arco,1995), la existencia de imitaciones de ánforas púnicas en Canarias (González Antón, Del Arco, Balbín y Bueno, 1998), los posibles ejemplos de influjo iconográfico de Tanit (mucho más problemático de Baal Hammon) en el Archipiélago ( Del Arco, González Antón Balbín y otros, 2000), o la piedra de Anaga, con texto neo-púnico, descubierta por Manuel de Ossuna en el siglo XIX (Mederos, Escribano y Ruiz,2000).

La dirección de este análisis apunta a una visión de las Canarias menos cerrada, una zona mucho más abierta a las influencias sucesivas de las distintas civilizaciones de la antigüedad clásica, punto de vista que en el plano puramente intuitivo (si bien de forma minoritaria) fue apuntada hace algún tiempo, desde la perspectiva del análisis de las fuentes literaria (Blázquez, 1977). Y por otra parte aceptando como realidad no sólo en influjo sino el poblamiento africano en la antigüedad, queda por definir la procedencia de esos africanos. A este respecto, las propuestas e hipótesis se van multiplicando, de un extremo a otro del Norte de África: los habitantes de Tarfaya, acuciados por el cambio climático; los habitantes del Atlas, que serían unos supuestos Canarii que dieron origen al nombre de las islas; un grupo de gente procedentes del noroeste del Magrib, la zona cercana al corazón de Numidia (Belmonte, Springer y Perera, 1998).” (Enrique Gonzalbe Cravioto, 2002).

En este apartado, estudiaremos algunas de las aportaciones que distinguidos antropólogos han realizado en torno a los primitivos pobladores de nuestro Archipiélago. Uno de los más importantes de estos investigadores por su proyección internacional, lo fue sin duda alguna el francés René Verneau, quien dedicó amplios estudios antropológicos etnográficos a las antiguas poblaciones Canarias.

Este sabio, en un principio se interesó por las razas que habitaron primigeniamente nuestras islas a través de las consultas que le fueron hechas en diversas ocasiones por otros insignes sabios como el también francés radicado en Tenerife, Sabin Berthelot y el no menos ilustre canario Doctor Chil y Naranjo, quienes mantenían entre sí una estrecha correspondencia epistolar sobre temas de Historia, arqueología e etnografía de Canarias. De la inquietud de estos sabios participaron también otros distinguidos próceres canarios, siendo uno de los más destacados el Doctor Don Juan Bethencourt Alfonso, cuya obra cumbre Historia del Pueblo Guanche, estuvo postergada durante casi un siglo, a pesar que durante este tiempo era frecuentemente citada por intelectuales al servicio del sistema, pero éste obstaculizó la publicación de la misma, quizás por considerarla proclive a aumentar los sentimientos de identidad del pueblo canario. Identidad que por otra parte el sistema colonial se ha esforzado por desarraigar en la población Canaria no sólo secuestrando toda seña de identidad, sino tratando de imponernos costumbres y modas europeas, al tiempo que ha

venido creando entre la población un sentimiento de rechazo a lo autóctono como sinónimo de atraso cultural, y aumentado nuestra subestima hasta cotas inimaginables en un país supuestamente desarrollado culturalmente, como hemos expuesto en el capítulo correspondiente.

“...De los pueblos que pudieron haberse mezclado forma con el elemento canario antiguo, hoy sólo investigaré la raza sirio-árabe. Se la encuentra con frecuencia en Gran Canaria, El Hierro y La Palma. Incluso en algunos lugares había llegado predominar considerablemente sobre el elemento guanche, que yo considero como el más antiguo. Este hecho demuestra que las migraciones tuvieron que ser numerosas.

“...Ningún descubrimiento nos ha mostrado, hasta ahora, la existencia del elemento sirio-árabe en el norte de Gran Canaria. Pero no ocurre lo mismo cuando uno se dirige hacía el sur. A partir de Agüimes se vuelve común. Hemos estudiado cincuenta y cinco cráneos procedentes del barranco de Guayadeque, situado en esa localidad, y, aparte de algunos-pocos numerosos- que presentan el tipo guanche, los restantes ofrecen huellas de mezcla con un elemento sirio-árabe. Incluso varios se parecen de una manera sorprendente al árabe.

“...De manera general, los cráneos, presentan con relación a la altura, un ancho un poco más considerable. Sin embargo, de los cincuenta y cinco cráneos de Guayadeque que hemos medido, siete son hipsistenocéfalos, es decir, que el diámetro vertical predomina sobre el diámetro transverso y en otros dos los diámetros son iguales.

En una palabra, estos cráneos presentan los rasgos sirio-árabes de una forma tan acusada como los árabes de Argelia. Las diferencias, pocos apreciables, residen en la nariz y en las órbitas. Pero si en lugar de compararlos con los árabes, los hubiéramos comparado con los antiguos egipcios, hubiésemos visto como la analogía se establece hasta en esas partes de la cara. Podemos afirmar, pues, que, aunque en la localidad de la que hablamos se encontraban algunos tipos guanches, el elemento sirio-árabe, para emplear una expresión vaga, le da cien vueltas a éste último.
.
...En una palabra (refiriéndose a los antiguos habitante del Hierro), igual que las cabezas oséas del sur de Gran Canaria, las del Hierro se aproximan de una manera sorprendente a la de los árabes de Argelia, de las que, sin embargo, se distinguen por un poco más de anchura y un poco menos de altura en el cráneo y por una disminución de los diámetros verticales de la cara.

También encontramos los mismos rasgos en los cráneos que he recogido en el barranco de Belmaco, en La Palma; pero aquí el tipo sirio-árabe es aún más acusado que en los precedentes. (René Verneau, 1996)

Para el resto de las islas podemos aplicar en las mismas proporciones las observaciones que tanto René Verneau como otros investigadores han realizado sobre la procedencia de los primeros canarios.

LA PROCEDENCIA DE LOS MAZIGIOS-CANARIOS SEGÚN LA GENÓMICA: Si bien la ascendencia libico-beréber (mazigia), con una considerable aportación egipcia del pueblo Canario, ha sido admitida por los prestigiosos historiadores  e investigadores tal como hemos podido ver en las páginas precedentes, desde los comienzos de la Conquista y colonización, fue a principios del pasado siglo XX, cuando este aserto  fue asumido y defendido por el Doctor en medicina D. Juan Bethencourt Alfonso, y en las postrimerías del mismo siglo, es otro Doctor, D. Francisco García-Talavera Casañas, quien ahonda en los mismos planteamientos aunque aplicando una disciplina más moderna, el estudio de los genomas humanos los cuales nos enlazan científicamente con nuestros ancestros.

En las páginas que siguen, expondremos algunos de los conceptos científicos que este ilustre Canario ha desarrollado en torno a la ascendencia de nuestros antepasados.

“Desde comienzos de la ciencia antropológica, los investigadores del siglo pasado (s.XIX) observaron con extrañeza el parecido de los parámetros antropométricos de gran parte de los guanches (generalizando el término a todos los habitantes preeuropeos de Canaria) con el hombre fósil de Cro.Magnon. Pero en este siglo (s.XX) cuando se establecen las bases de comparación entre los antiguos canarios y las poblaciones norteafricanas, al resultar evidentes no solamente las similitudes físicas, sino también culturales, especialmente a medida que avanzaba en el conocimiento de la prehistoria y cultura antigua del Archipiélago.

...Ahora son las nuevas técnicas de la genética molecular aplicadas a las poblaciones, las que están produciendo un avance espectacular en el conocimiento de la evolución biológica e histórica de la especie humana. “Una nueva rama de la ciencia emerge con fuerza: la genómica histórica. La comparación de los perfiles genéticos de grupos étnicos permite poner a prueba los postulados históricos, muchas veces basados en deducciones poco objetivas: sin duda, la genómica complementa a la historia clásica” (Arnaiz-Villena, 1999).

En este sentido, con los estudios del ADN mitocondrial en poblaciones autóctonas de todo el mundo llevados a cabo, entre otros, por Cann, Stoneking y Wilson (1987), Ruiz Linares et al. (1995) y sobre todo los de Cavalli-Sforza, Menozzi y Piazza (1994) en 1800 pueblos aborígenes de todo el orbe – sin llegar a ser definitivo, entre otras razones por las limitaciones en la obtención de genes diferenciadores – han quedado esbozadas las afinidades y diferencias genéticas entre los distintos pueblos del mundo y, lo que es más importante, sus relaciones, migraciones y evolución histórica.

La existencia en el Norte de África de poblaciones blancas  clasificadas inicialmente como caucasoides, ha dado píe a múltiples hipótesis sobre su origen.

La primera evidencia del poblamiento humano de la región lo tenemos en los yacimientos de Ternifine, Ain Hanech y Side Abder Rahman, con una antigüedad de 200.000 años, que fueron clasificados como Homo erectus  (Newman, 1995) Pero es la aparición del Homo sapiens de Jebel Irhoud del Paleolítico medio (Musteriense) (100.000-200.000 AÑOS B.P.) con características neandertaloides atenuadas que preconizan el tipo de Afalou, y del hombre ateriense (sapiens sapiens) de Dar es-Soltan (30.000 años B..P.) que para algunos es el eslabón intermedio entre aquellos y el hombre moderno de Mechta-Afalou, portador de la industria Ibero-Mauritana (19.000-10.000 años B.P.). Este último, junto a protomediterranoides venidos de oriente con la cultura capsiense (10.000-5.000 B.P.), que esencialmente conforma la mayoría antropológica de la población actual.

El hombre de Machta el Arbi, también conocido como Mechta-Afalou fue equiparado por los antropólogos del siglo pasado (s.XIX) al tipo de Cro-Magnon europeo, pero más tarde se ha visto que sin dejar de ser vecino o primo de aquel, presenta caracteres diferenciadores en el cráneo y en las dimensiones corporales. Posee, entre otras características físicas, una gran


estatura (1,76 m. De media para los hombres), desarmonía entre una cara ancha y un cráneo dolicocéfalo, así como una gran capacidad craneana (1.650 cm3).

Este tipo dominante en el Norte de África hasta la aparición de los protomediterranoides capsienses, comienza a disminuir demográficamente y a retroceder geográficamente hacía el oeste, acantonándose en las montañas del litoral occidental mediterráneo y atlántico y en las Islas Canarias, así como en el sudoeste sahariano (Hassi el Abioud) y en el Sudán (Jebel Saba).

...Fue hace más de 9.000 años cuando hizo su aparición en la parte oriental del Magreb un nuevo tipo humano muy parecido a las poblaciones mediterráneas actuales que, al igual que ellas, presenta dos variedades: una robusta y de gran talla (1.75 m. Para los hombres) y otra más grácil que se localiza en las montañas. Este tipo de hombre, según todos los indicios  venido de Oriente Próximo, se conoce como protomediterranoide, término que también se aplica a poblaciones más antigua de Oriente (natufienses).

A estos protomediterranoides muy bien podríamos llamarles protobereberes (Camps, 1996) por su cultura y sobre todo por su marcada propensión a la decoración con motivos geométricos, que son muy similares a los utilizados en la actualidad en el adorno corporal y en la decoración de la cerámica por sus sucesores bereberes.

...Simultáneamente, o con posterioridad, llegaron los protomediterranoides, pero en el caso de Canarias sólo se distingue el tipo robusto, también de gran talla, cara alargada y estrecha, y con un grado variable de extroversión goniaca que le da un contorno facial pentagonal o cuadrangular. Este tipo es asociado, al menos en Gran Canaria, con la “cultura de los túmulos” ya que enterraba a sus muertos en esos monumentos funerarios mientras que los cromañoides lo hacia en cuevas. En los últimos tiempos se ha constatado que no existía una separación racial tan clara como les pareció a los primeros antropólogos.

Según Wölfel (1992), en el siglo XVI al menos la mitad de la población de Gran Canaria (10.000 habitantes) era aborigen, sin contar los mestizos entre canarios y españoles, pues muy pocos traían mujeres. En el caso de Tenerife, según el mismo autor, también se puede afirmar que, en el siglo XVI, tres cuartas partes de la población de Tenerife eran de origen guanche. Wölfel llega finalmente a la conclusión de que a pesar de la inmigración europea en siglos posteriores, y de la fuerte emigración canaria a América, entre 2/3 y 3/5 de la población nativa actual lleva sangre aborigen y el resto europea.”

Sobre la pervivencia de la población guanche, y la posterior reasimilación del aporte foráneo especialmente en las zonas rurales (que era casi todo el territorio) de nuestras islas, el Doctor Bethencourt Alfonso, centrándose en este caso a la isla de Tenerife, pero que es aplicable a cualquiera de las otras islas, realizó un interesante estudio, el cual por su indudable interés para el tema que nos ocupa reproducimos a continuación: “...Al celebrarse la paz de Taoro o de los Realejos y hablando en cifras redondas, existían en Tenerife 20.000 guanches de todas las edades y sexos aunque predominando las mujeres y niños, de los cuales unos 5.000 continuaron rebelados en medio de los montes sin querer darse a partido, y los otros 15.000 se mezclaron con un millar entre conquistadores y pobladores formando los núcleos de veinte y tantas de las poblaciones actuales. Cuanto a mujeres europeas, como aconteció en las demás islas, eran contadas.


De los 1.000 entre conquistadores y pobladores que se avecindaron durante los primeros lustros, salvo unos cuantos extranjeros que por su escaso número nada significan, unas pocas docenas eran portugueses, como 200 indígenas isleños en su mayoría de Canaria y el resto de españoles, que siendo casi en la totalidad solteros se casaron con las guanchas. Aparte de que esto era natural, sábese por tradición, por lo que arrojan los archivos y sobre todo por el testimonio nada sospechoso de un comisionado inquisidor de aquella época que hizo un padrón secreto de todas las islas, y sacó a la luz el erudito Sr. Millares.

En lo esencial los hechos expuestos son  exactos y sólo falta aplicarles las conocidas leyes de la herencia y de cruzamiento; con la circunstancia en esta ocasión de hallarse favorecido el coeficiente o grado de afinidad sexual, por estar comprendido en el grupo llamado por Mr. Broca de homogenesia eugenésica o absoluta, puesto que tanto los naturales de las otras islas, portugueses y españoles como los guanches de Tenerife, proceden del mismo manantial ibero-libio.

Siguiendo con el ejemplo de los 1.000 conquistadores y pobladores casados con otras tantas guanchas, pues los pocos que ya lo estaban para el caso es lo mismo porque se amancebaron, resultó:

1º. Hijos mestizos de primera sangre.

2º. Simplificando el ejemplo para más fácil compresión, mestizos de segunda sangre (que es el primer grado de retorno), que comprende a los vástagos del cruzamiento de los mestizos anteriores con guanchas, que eran las que abundaban.

3º. Mestizos de tercera sangre (segundo grado de retorno) o sea los nacidos de los de segunda sangre casados con guanchas de pura raza y así sucesivamente hasta que en el quinto o sexto cruzamiento de retorno, como la población no era alimentada con elementos de fuera sino de la tierra, desapareció por lo general todo vestigio de mesticismo (mestizaje) y reapareció el tipo de la raza de la madre o séase del guanche con todos sus caracteres”.(Juan Bethencourt Alfonso, 1991:78-79)

Continuando con el estudio del Doctor García-Talavera, éste nos dice: “A pesar de los avances de la genética molecular en los últimos años, especialmente en el conocimiento del DNA mitocondrial y nuclear, el estudio de los grupos sanguíneos, entre ellos el sistema ABO, sigue siendo importante y complementario a la hora de abordar análisis genéticos comparativos entre poblaciones. Según R. Beals y H. Hoijer (1965): “los grupos sanguíneos son importantes antropológicamente porque sabemos con exactitud cómo se heredan”. “...La alta proporción del grupo O encontrada por Swazfischer y Liebrich (1963) en los aborígenes de Tenerife (83.90%) y Gran Canaria (94.7%), a pesar de haber sido obtenida, no por ausencia de A y de B, sino directamente, ha hecho dudar a algunos investigadores. Pero si comparamos estas cifras con las de los Tuareg del Ahaggar (75.4%) y beréberes Ait Haddidu del Atlas (79.7%)  vemos que son bastante aproximadas. Y si observamos que en las tres poblaciones el aislamiento es la característica común (islas, altas montañas, desierto) cabe pensar en la actuación en ellas, durante siglos, de la deriva genética, el efecto fundador y la consaguinidad.

Por otra parte, se observa que los porcentajes del sistema ABO en Canarias se asemeja más a los de los países maghebies estudiados, que a los europeos ibéricos. También se constata que en Canarias es más patente el dominio del grupo O sobre el A, que en Marruecos, Argelia o el Sahara. Esto se debe a que en estas islas el principal aporte sanguíneo

del exterior es europeo occidental, mientras que en los países continentales del Magreb, el principal flujo genético ha venido de Oriente próximo y, en menor medida, del África subsahariana, regiones en las que el grupo B aparece en un alto porcentaje. En Canarias, las islas orientales Lanzarote y Fuerteventura poseen unos valores elevados de este último grupo (17.5% y 16,5%) según datos obtenidos por Pinto et al. (1996), que son similares a los de Marruecos y Argelia, lo que, con toda
probabilidad, es debido a la entrada masiva en dichas islas de esclavos de la vecina costa africana después de la conquista, en los siglos XV y XVI.

Los canarios nos encontramos en el “Cluster” Norte a escasa distancia genética de libios y tunecinos, muy próximos entre sí, y a mayor distancia de otro subcluster” en el que se encuentran los beduinos y los nubios y marroquíes (sin beréberes). En este grupo Norte son “outliers” destacados los bereberes, lógicamente por todas las circunstancias antropológicas e históricas que hemos expuesto, y en menor grado los egipcios.

CONCLUSIÓN FINAL: La reflexión final que nos atrevemos a exponer es que, a la vista del abundante registro arqueológico, antropológico y lingüístico, junto al avance en el conocimiento de la prehistoria y la historia norteafricana y, sobre todo, los contundentes resultados de las investigaciones en biología molecular que están saliendo a la luz en los últimos años, es indudable la relación genética de los canarios con los pueblos norteafricanos amazighes.

El hecho de haber vivido separados durante milenios, al haber cruzado el mar y poblar las islas unos, y los otros soportado invasiones, conquistas y colonizaciones – que más tarde sufrirían los insulares –por parte de otros pueblos no africanos, no ha borrado las huellas del origen común.

Los pueblos invasores influyeron culturalmente en los que no se refugiaron en las montañas o en el desierto, pero el flujo genético fue escaso hasta la llegada al continente desde Oriente de los musulmanes Beni-Hilal en el siglo XI, que, aunque no influyeron de manera contundente en el pool genético, si contribuyeron decisivamente a la arabización  e islamización del Maghreb. En las islas fueron los ibéricos los que siguieron el mismo guión aunque desde distintas ópticas culturales y religiosas. Estos españolizaron y cristianizaron a la fuerza a los canarios, pero como hemos visto, tampoco alteraron en gran medida la genética insular.

De manera que, a pesar de todos estos avatares los canarios y los norteafricanos continentales seguimos conservando las características étnicas básicas que nos identifican con una raíz común que se remonta muchos milenios atrás,  cuando unos invasores – curiosamente también venidos de Oriente hace casi 10.000 años, posiblemente a consecuencia del cambio climático postglacial – arrinconaron y sometieron en gran parte a los autóctonos de ese momento.” (Francisco García-Talavera Casañas, 2000)

En cuanto a las relaciones que tanto fenicios, cartagineses e incluso egipcios, mantuvieron con las Islas Canarias en la antigüedad, trataremos de desarrollarlas en las páginas que siguen, soy consiente de que algunos de los planteamientos que expondré, no gustará a los defensores del  sistema imperante, pero al igual que el transcurso del tiempo insobornable arbitro, me  ha dado la razón en anteriores planteamientos de revisión histórica por los cuales en su momento fui denostado, en esta ocasión vuelva a estar de mi parte, que es lo mismo que estarlo de la Historia de Canarias no adulterada ni manipulada por intereses

bastardos. Es gratificante, el no estar sujeto a directrices preconcebidas por muy académicas que estas sean o se consideren, y poder expresar libremente los aspectos de la historia tal como lo entendemos y como nos la muestra las fuentes, sin tener que valorar las posibles reacciones de compañeros segados por el oro del sistema o por su propia incapacidad para analizar los hechos.

Los “especialistas” vienen debatiendo sin que hasta el momento exista un pleno consenso sobre los primeros grupos humanos que poblaron las islas, casi todos ellos parten de la idea preconcebida de que estos poblamientos debieron realizarse con un plan perfectamente elaborado y a gran escala, transportando a grandes masas de población e implantándolas en las Islas en grandes masas, es posible que esto sucediera así con las últimas oleadas y cuya acción fuese desarrollada por los fenicios de Gadir o de Cartago, pero por otra parte no hay que ser un lince para saber que en días claros, las montañas de nuestras Islas son perfectamente visibles desde determinados puntos la costa del continente especialmente desde Tarfaya, esto nos indica que desde tiempos remotos los habitantes del continente pudieron sentirse atraídos por estas Islas que tienen enfrente, y decidieran explorarlas en un primer periodo y colonizarlas después, y no precisamente en una navegación de fortuna o fortuita como apuntan algunos investigadores, sino en expediciones perfectamente organizadas cuya intencionalidad era poblar estas tierras, tal como lo prueba el hecho de que todas las islas estaban  habitadas en un mismos periodo histórico posiblemente desde el neolítico. Casi todos los historiadores cuando se refieren a algún pueblo en concreto que ocupó las islas, coinciden en que, había otro grupo humano anterior que ya las ocupaba, extremo este, ampliamente corroborado por los antropólogos, siendo esto así, ¿cómo y cuando se establecieron esos grupos? Si estos mismos investigadores niegan la navegación de altura para la época ¿cómo se desplazaron hasta las islas? Creo que la explicación es bastante sencilla, en nuestros días lamentablemente, estamos asistiendo a un drama que nos puede ilustrar de cómo se produjeron las primeras arribadas a nuestras islas desde el continente. A diario recalan a las islas de Fuerteventura y Lanzarote (y en algunas ocasiones a Gran Canaria y Tenerife) decenas de inmigrantes a bordo de unos barquitos denominados “Pateras”, estas frágiles embarcaciones miden entre cuatro y seis metros de eslora, y en cada una de ellas vienen veinte o treintas personas, y en los tres años en que se viene practicando este tipo de inmigración ya son varios los miles de ciudadanos continentales que han arribado a nuestras islas, a pesar de los impedimentos que tratan de ponerles las autoridades españolas, naturalmente la aventura no esta exenta de riesgos, pues ya son varias decenas los muertos habidos, pero la necesidad que sufren estos ciudadanos les impele a correr este riego cierto.

Si en tan corto periodo de tiempo han llegado a las islas varios miles de inmigrantes, es fácil deducir que en otra época con expediciones organizadas y sin ningún tipo traba y con embarcaciones de mayor porte aunque estas estuviesen compuestas de foles o balsas de juncos, las arribadas serían más numerosas, pudiendo transportar animales de tamaño mediano, semillas y herramientas, quizás esto explique el porque no había en las islas animales mayores, bacas, asnos, caballos  etc., ya que estos suponían un peso excesivo para este tipo de embarcaciones además de un riesgo cierto para la travesía (aunque indudablemente en Gran Canaria, conocieron los caballos según se desprende de unos grabados existentes en un yacimiento del barranco de Guayadeque, los cuales tienen paralelo en otros localizados en la antigua Nubia egipcia y que están Datados en el 3.800 a.d.n.e).

Posteriormente, se producirían las arribadas dirigidas por egipcios, gaditanos y cartagineses, éstas organizadas con fines económicos y producirían el trasplante de poblaciones norteafricanas, las que compondrían el último extracto racial y cultural que los

investigadores han dado en llamar cultura guanche, la que encontraron los colonizadores europeos en sus primeros contactos con las islas en el siglo XV, y en la cual se ha centrado la mayor parte de los esfuerzos de la investigación oficial, dando por sentado que la cultura del pueblo canario no tuvo más horizontes que los que éstos habían predeterminado. Así, durante centurias la historiografía oficial ha venido sosteniendo que los primeros canarios (canarii), eran unos simples inmersos en una cultura del neolítico en plena edad de piedra, que habitaban en cavernas y que apenas sabían manejar algunos rebaños de cabras. Esta visión de los antiguos canarios, propagada por los colonizadores europeos conviene a sus intereses depredadores, para así poder justificar ante la sociedad y mentalidad de la época, el sangriento comercio de seres humanos de que hicieron víctimas a estas islas, como hemos expuesto en otro lugar. Por el contrario, lo que tuvieron mucho cuidado en ocultar en un principio y después perseguir de manera inmisericorde, hasta casi destruirla, la cultura social, moral y religiosa de era portador el pueblo Canario, la cual fue causa de asombro y admiración de aquellos conquistadores más sensibles, no entendiendo como un pueblo tan parco en su cultura material era con mucho, superior a los europeos en cuanto a la cultura espiritual. Estos colonizadores  no quisieron entender que el pueblo tuvo que adaptarse a los elementos que el medio ambiente les ofrecía para desarrollar su cultura material, y aún así, no dejaron de crear obras de ingeniería, como el túnel horadado en roca de basalto de más de una cuarto de legua, así como las canales para riego en Gran Canaria y Tenerife, las sólidas construcciones de casas de piedra formando poblados existentes en todas las islas, las construcciones sicopleas de Lanzarote o la muralla de Fuerteventura, así como las canales de tea o horadadas en la toba para el riego de los cultivos, y la construcción de bancales aún en uso en el Sur de la isla Tenerife, la construcción de mastabas escalonadas en las islas Tenerife, La Palma y Gran Canaria, relacionadas con observatorios astronómicos, son elementos arquitectónicos y de ingeniería que los primeros colonizadores aprovecharon para uso propio como parte del botín de la conquista, pero que ocultaron como partes de la cultura material de los antiguos Canarios.

Y todos estos logros, fueron realizados sin la ayuda de herramientas de bronce o de hierro, pues si bien fueron conocidas por los primitivos habitantes, el aislamiento sufrido durante centurias o quizás milenios del mundo exterior, posiblemente a partir del derrumbe del imperio romano de occidente al cortarse las comunicaciones e intercambios comerciales les privó de su uso.





Es indudable que este largo periodo de aislamiento, al carecer las islas de los aportes externos, la cultura Canaria, se fuese cerrando sobre sí misma, produciéndose una involución técnica al depender esta exclusivamente de los materiales que ofrecía el entorno, que por lo demás, eran bastantes limitados, consistente en la piedra, la madera, los huesos, las pieles y algunas fibras vegetales, no obstante, la industria de los Canarios supieron sacar el máximo partido a tan burdos materiales siendo la admiración de los colonizadores, la finura de acabado de los objetos elaborados y el fino adobado y posterior manufacturación y fino cosido de la pieles. Este reconocimiento por parte de los colonos no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la España rural de la época, los campesinos vestían con toscas arpilleras, esparto o burdos paños, y que las pieles estaban destinadas a la nobleza, para la que  por otra parte, practicar la higiene personal era un pecado capital.





En la imagen encima de estas líneas, grabados rupestres representando a jinetes y caballos situados en un yacimiento en el Barranco de Guayadeque, Tamaránt (Gran Canaria), debajo, motivos similares situados en un panel localizados en la Alta Nubia egipcia y datados en el 3.800 a.d.n.e. Si bien en los momentos de la invasión y ocupación de la isla por los mercenarios castellanos no existían caballos en la misma, es indudable que conservaban memoria de ellos.













      



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