sábado, 27 de julio de 2013

DESEMBARCO INGLES EN ERBANIA





Eduardo Pedro García Rodríguez

1590. Desembarcan en Erbania (Fuerteventura) 40 soldados ingleses con la intención de saquear la Villa de Bethancuria, siendo rechazados. En ese mismo año, un corsario inglés apresa una carabela portuguesa frente a las costas de Titoreygatra (Lanzarote). El Marques de la isla se ve obligado a pagar rescate para liberar a la tripulación.

1590.
La isla de Fuerteventura fue escenario de una operación militar de gran envergadura, siendo sargento mayor de ella Jerónimo de Aguilera Valdivia. Los ingleses desembarcaron en la isla poniendo en tierra una pequeña columna de 40 mosqueteros con bandera, tambor y pífano, con propósito de saquear la capital, cometiendo todo género de desmanes.

Puesto Aguilera al frente de sus hombres les salió al encuentro, combatiéndose por ambas partes, a distancia, con la arcabucería, hasta que enarbolando el alférez mayor el estandarte y dada por Aguilera la orden de ataque, lograron arrastrar a los invasores hasta la costa, obligándolos a reembarcar. Es digno de  resaltar cómo en esta ocasión de guerra contrastó el espíritu animoso y osado de Aguilera con la indolencia, rayana en cobardía, del hermano del señor de la isla, don Fernando de Saavedra.

En el mismo año ocurría en aguas de Lanzarote otro suceso de distinta índole. Había zarpado del puerto de Arrecife una carabela que conducía a Sancho de Berrera Ayala y a Francisco Amado, que iban a vender a la isla de la Madera buena porción de trigo que llevaban embarcado.

Apenas se habían separado de las costas de la isla cuando se les cruzó en el camino un poderoso navío británico, que no se avino a otras razones que a conducirlos al puerto de Naos para tratar de rescate. Puestos de acuerdo en la compensación, el inglés recibió “quatro botas de vino, ciertas vacas, una docena de carneros, pan fresco y otras cosas de legumbre”, pudiendo así recuperar Amado y Herrera la libertad y la carabela.

Sucesos como el presente se repetían en el Archipiélago en el período que historiamos con extraordinaria frecuencia, y tanto las cartas de don Luís de la Cueva y Benavides como las de don Tomás de Cangas (con particularidad las de este último) aluden a una serie ininterrumpida de piraterías y actos vandálicos. (A.Rumeu de Armas, t.II. 2ª pte. 1991)


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