viernes, 26 de julio de 2013

MARTIN FIERRO-XXV





4395    Y con esto me despido. Todos han de perdonar, Ninguno debe olvidar La historia de un desgraciado. Quien ha vivido encerrado
4400    Poco tiene que contar.
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[EL HIJO SEGUNDO DE MARTIN FIERRO EMPIEZA A OONTAB SU VIDA]
Lo que les voy a decir Ninguno lo ponga en duda, Y aunque la cosa es peluda "*, Haré la resolución;
4405    Es ladino el corazón,
Pero la lengua no ayuda.
El rigor de las desdichas Hemos soportao diez años, Pelegrinando entre estraños,
4410    Sin tener donde vivir Y obligados a sufrir Una máquina "5 de daños.
El que vive de este modo De todos es tributario;
4415    Palta el cabeza primario Ms, Y los hijos que él sustenta Se dispersan como cuentas Cuando se corta el rosario.
Yo andube ansí como todos,
4420    Hasta que al fin de sus días Supo mi suerte una tía
Y me recogió a su lado; Allí viví sosegado Y de nada carecía.
4425    No tenía cuidado alguno, Ni que trabajar tampoco; Y como muchacho loco Lo pasaba de holgazán; Con razón dice el refrán
4430    Que lo bueno dura poco.
En mí todo su cuidado Y su cariño ponía; Como a un hijo me quería Con cariño verdadero,
4435    Y me nombró de heredero De los bienes que tenía.
El juez vino sin tardanza Cuando falleció la vieja. «De los bienes que te deja,
4440    Me dijo, yo he de cuidar. Es un rodeo regular Y dos majadas de ovejas.»
Era hombre de mucha labia, Con más leyes que un dotor.
4445    Me dijo: «Vos sos menor Y por los años que tienes No podes manejar bienes. Voy a nombrarte un tutor.»
Tomó un recuento de todo
4450    Porque entendía su papel Y después que aquel pastel Lo tuvo bien amasao, Puso al frente un encargao Y a mí me llevó con él
4455    Muy pronto estubo mi poncho Lo mesmo que cernidor'"; El chiripá estaba pior,

Y aunque para el frío soy guapo' Ya no me quedaba un trapo
4460    Ni pa el frío ni pa el calor.

          En tan triste desabrigo,
Tras de un mes iba otro mes.
Guardaba silencio el juez,
                                   La miseria me invadía.

4465    Me acordaba de mi tía
Al verme en tal desnudes.
No sé decir con fijeza El tiempo que pasé allí; Y después de andar ansí,
4470    Como moro sin señor61', Pasé a poder del tutor Que debía cuidar de mí.
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,                                                     [EL VIEJO VIZCACHA]
Me llevó consigo un viejo
Que pronto mostró la hilacha'

4475    Dejaba ver por la facha
Que era medio cimarrón,
|                                  Muy renegao , muy ladrón,
Y le llamaban Viscacha. *
Lo que el juez iba buscando

4480    Sospecho, y no me equivoco;
                                   Pero este punto no toco
Ni su secreto averiguo. Mi tutor era un antiguo De los que ya quedan pocos.

4485    Viejo lleno de camándulas, Con un empaque a lo toro •"; Andaba siempre en un moro Metido en no sé qué enriedos; Con las patas como loro,
4490    De estribar éntrelos dedos624.
Andaba rodiao de perros, Que eran todo su placer; Jamás dejó de tener Menos de media docena;

4495    Mataba vacas agenas Para darles de comer.
Carniábamos noche a noche Alguna res en el pago; Y dejando allí el resago,
4500    Alzaba en ancas el cuero,
Que se lo vendía a un pulpero Por yerba•*, tabaco y trago626.
¡Ah! Viejo más comerciante En mi vida lo he encontrao.
4505    Con ese cuero robao El arreglaba el pastel, Y allí entre el pulpero y él Se estendía el certificaoen.
La echaba de comedido;
4510    En las trasquilas lo viera, Se ponía como una fiera Si cortaban w una oveja; Pero de alzarse no deja Un vellón o unas tijeras.
4515    Una vez me dio una soba Que me hizo pedir socorro, Porque lastimé un cachorro En el rancho de unas vascas; Y al irse se alzó unas guascas.
4520    Para eso era como zorro

Ahijuna!, dije entre mí; Me has dao esta pesadumbre: Ya verás cuanto vislumbre Una ocasión media güeña:

4525    Te he de quitar la costumbre De cerdiar yeguas *• agenas.
Porque maté una viscacha •* Otra vez me reprendió. Se lo vine a contar yo, 4530    Y no bien se lo hube dicho: «Ni me nuembres ese bicho», Me dijo, y se me enojó.
Al verlo tan irritao Hallé prudente callar.
4535    Este me va a castigar,
Dige entre mi, si se agravia. Ya vi que les tenía rabia, Y no las volví a nombrar.
Una tarde halló una punta 4540    De yeguas medio vichocas;
Después que volüó unas pocas Las cerdiaba con empeño; Yo vide venir al dueño Pero me callé la boca.
4545    El hombre venía jurtoso Y nos cayó como un rayo; Se descolgó del caballo Revoliando el arriador •*, Y lo cruzó de un lazaso "*
4550    Ahí no más a mi tutor.
No atinaba don Viscacha A qué lado disparar, Hasta que logró montar, Y de miedo del chicote •",
4555    Se lo apretó hasta el cogote <as, Sin pararse a contestar.
Ustedes crerán tal vea Que el viejo se curarla: No, señores, lo que hacía,

4560    Con más cuidao dende entonces, Era maniarlas de día Para cerdiar a la noche.
Ese fue el hombre que estubo Encargao de mi destino.
4565    Siempre andubo en mal camino, Y todo aquel vednarto Decía que era un perdulario "*, Insufrible de dañino18'.
Cuando el juez me lo nombró 4570    Al dármelo de tutor
Me dijo que era un señor El que me debía cuidar, Enseñarme a trabajar Y darme la educación.
4575    ¡Pero qué había de aprender Al lao de ese viejo paco ** Que vivía como el chuncaco °* En los bañaos, como el tero; Un haragán, un ratero,
4580    Y más chillón que un barracol""
Tampoco tenía más bienes Ni propiedá conocida Que una carreta podrida Y las paredes sin techo
4585    De un rancho medio desecho Que te servía de guarida.
Después de las trasnochadas Allí venía a descansar. Yo desiaba aviriguar
4590    Lo que tubiera escondido, Pero nunca había podido, Pues no me dejaba entrar.

Yo tenía unas jergas viejas Que habían sido mas peludas;

 4595    Y con mis carnes desnudas, El viejo, que era una fiera, Me echaba a dormir ajuera Con unas heladas crudas.
Cuando mozo fue casao, 4600    Aunque yo lo desconfío; Y decía un amigo mío Que, de arrebatad y malo, Mató a su muger de un palo H1 Porque le dio un mate frío ".
4605    Y viudo por tal motivo
                                 Nunca se volvió a casar;              No era fácil encontrar
                                                                 Ninguna que lo quisiera:
                                 Todas temerían llevar

4610    la suerte de la primera.

                                                                   Soñaba siempre con ella,
                                  Sin duda por su delito,
                                  Y decía el viejo maldito,
El tiempo que estubo enfermo,
4615    Que ella dende el mesmo infierno       Lo estaba llamando a gritos.


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