jueves, 11 de julio de 2013

MORATO ARRAEZ






Eduardo Pedro García Rodríguez

1583 Abril 16.
Escribió Alvaro de Bazan desde Lisboa al   conde de Lanzarote, quien a la sasón se encontraba en  la isla de la Madera, dando aviso en que le comunicaba cómo se habían recibido noticias en la capital lusitana de que en Argel se aprestaban seis galeras con designio de saquear las Islas Canarias. Don Alvaro de Bazán le anunciaba su propósito de salir "con mucha brevedad", recomendándole de paso la conveniencia de prevenir por su medio a las distintas islas del Archipiélago canario para que estuviesen sobre aviso.

Enterado el monarca español de este peligro para la colonia y de las circunstancias particulares por las que atravesaba la de Lanzarote, falta de 1a presencia y dirección de su señor don Agustín de Herrera y Rojas, dispuso reforzarla en sus medios defensivos, y con este fin dió orden, el 24 de abril de 1583, a su capitán general de Andalucía, duque de Medina Sidonia, para que dispusiese el urgente envío a la misma de veinticinco hombres de guarnición, al mando de un cabo práctico en las cosas de la guerra.

Pero ni en ese año de 1583 ni en el de 1585, que también se significó por los avisos de posibles incursiones berberiscas, ocurrió nada de particular por mano de los mismos en las distintas islas del Archipiélago.

En cambio el siguiente de 1586 sería testigo de una de las más feroces incursiones del siglo XVI: la del famoso corsario argelino Morato Arráez, que devastó la isla de Lanzarote con singular encono y saña.

La personalidad de Morato Arráez (también llamado Morath o Amurad) es tan relevante dentro de la historia general de la piratería, y en particular de la mediterránea, que merece los honores de un breve oomentario biográfico. Tres fueron los piratas del siglo XVI que usaron igual denominación: Morato Arráez, "Maltrapillo", renegado español; Morato Arráez, "el Pequeño", renegado griego, y Morato Arráez, "el Grande" (como le llama el padre Haedo en su Topografía e Historia de Argel), renegado albanés, que fué quien atacó Lanzarote en 1586. La fama de las hazañas de este último le dieron tal celebridad en la Península Ibérica que Lope de Vega, Cervantes, Vicente Espinel, Jerónimo de Alcalá, Castillo Solórzano y Quevedo hicieron mención de ellas en sus comedias y novelas.

Había nacido Morato Arráez en Albania en el seno de una familia de cristianos, a la que abandonó a los doce años, impulsado por su espíritu aventurero y su afición por el mar.

Aprendió el manejo de las armas, siendo niño, a las órdenes de un famoso corsario argelino, Kara.-Ali (El Caraxali del padre Haedo), y se formó en la famosa escuela de Kheyr-ed-din (Barbarroja) y de su teniente Ochiali.

Combatió con la escuadra otomana en el sitio de Malta en 1565; pero después de aquel desastre se cansó de la monotonía del servicio, decidiendo desertar para buscar fortuna por su cuenta en uno de los navíos de su jefe. Sus primeras andanzas no fueron coronadas por la fortuna, regresando a Argel destrozado para oír entonces las imprecaciones de su amo, Kara-Ali, indignado por su proceder.

Morato Arráez supo vencer el primer desaliento, lanzándose a la mar como pudo para no separarse ya de la fortuna, su fiel compañera. Golpe tras golpe fueron cayendo en sus garras desde entonces los navíos cristianos, repletos de cautivos, siendo una de sus más notables hazañas la que llevó a cabo en 1578 apresando la galera Salntangel en la que regresaba a España el capitán general de Sicilia, duque de Terranova.

Pero todavía coronaría su carrera en 1580, llevando a cabo una empresa que le dió una celebridad pareja a la de Drake, en la cúspide de su fama después de la circunnavegación del mundo. En ese año se hallaban apostadas en Januti, puerto de la Toscana, dos magníficas galeras del Papa, cuando divisándolas el pirata se vió invadido por el impetuoso deseo de asaltarlas no obstante la pobreza de sus medios, pues apenas contaba con dos humildes galeotas. Para ello se confabuló con otros piratas argelinos, y poniendo más osadía y astucia en la empresa que verdadera fuerza, logró penetrar en el puerto con tanto sigilo que apenas tuvieron tiempo de echarse al agua sus más despiertos tripulantes. De esta manera pudo el pirata hacer su entrada triunfal en Argel llevando a remolque tan maravillosa presa, y más aún despertar el asombro de sus moradores con el reparto entre Sus hombres del cuantioso tesoro que conducían las galeras pontificias.

Al año siguiente, 1581, Morato Arráez no se conformó con saquear las costas mediterráneas, sino que repasando el estrecho de Gibraltar logró apoderarse frente a Lagos, en Portugal, de varios navíos en ruta. Es probable también que el aviso de don Alvaro de Bazán a las Canarias en 1583 este relacionado con alguna otra incursión de Morato por aguas portuguesas en dicho año. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)

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