miércoles, 20 de noviembre de 2013

CAPÍTULO XXXIX-II





EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1781-1790 

CAPÍTULO XXXIX-II



Eduardo Pedro García Rodríguez

1782 Marzo 11.
Inventario de obras del Castillo de Paso-Alto en Santa Cruz de Tenerife.

Batería baxa ó Plaza de Armas. Rastrillo de maderos de tea dobles con cerradura, cerrojo, llave, picaporte, dos aldabones, dos Gollones, en donde anda dho Rastrillo con su guarda de Gollones, todo de fierro, con más dos abrazaderas de bronce con su dado y Chapa.

Dos piés derechos que sostienen dho Rastrillo de cantería viva con su Cornisa, Plinto y Bola en que remata, y su Sardinel de dha Cantería con su batiente.

Sigue el parapeto que hace frente á la marina con diez Embrasuras y cada una de dhas con su Compuerta de Madera de tea, quatro Visagras, Zerrojo, Cerradura y Llave corriente y en dho Parapeto la Estacada que se compone de quatrocientos sesenta y cinco Estacas de dha Madera de tea, y en cada una de dhas Embrasaduras su esplanada de Cantería viva y Losas de picamento sentadas en mescla, y los intermedios empedrados de Almedrón con once banquetas en sus respectivos merlones, y todo el frente con su Glásis ó Esplanada.

El parapeto hace frente á la Campaña y está coronado de Estacada más corta que la del Parapeto de la Marina, por que no embarace el fuego del Castillo ó Plaza, se compone de doscientas y una estacas de madera de tea: tiene su banqueta proporcionada para el uso del fusil.

Batería Alta del Castillo. Batería interior ó Castillo fabricada nuevamente, todo lo que es circunferencia desde sus Cimientos con sus murallas á prueba con siete bóvedas de rosca de Piedra viva, con su terraplén á prueba y que están destinadas para Alojamientos, Almacén de Pólvora y Mazmorras como se dirá: la Bóveda del centro con las dos Colaterales se hallan sus pisos empedrados de Callao sentado en mescla, encalados á satisfacción con una puerta y dos ventanas de cantería viva cada una con dos ojas de madera de tea y cada una con su dado guarda Gollón y Chapa de fierro, y no tienen cerradura. Para bajar á dhas bóvedas se hallan tres pasos de cantería viva y para comunicación de la Bóveda del centro á las dos colaterales, hai dos puertas o entradas sin ojas de Cantería viva y su sardinel de lo mismo y las ventanas de las dos bóvedas colaterales tienen sus asientos de cantería de Canaria con un Escalón de piedra viva, son capaces dhas tres bóvedas de alojar cien hombres.

La quarta y quinta Bóveda se hallan á la derecha de dha Batería destinada la última para mazmorra, se hallan sus pisos empedrados de Callao entado en mescla, tres escalones de cantería viva y su Puerta de lo mismo con dos ojas de madera de madera de tea cada una con su dado, chapa y Guarda Gollón de fierro, y desta quarta bóveda se comunica á la quinta, el Calabozo con su puerta de Cantería viva y su oja de madera de Barbusano con su dado, chapa y guarda Gollón de fierro con una Aspillera que recibe la luz del patio y dha Puerta no tiene cerradura.

La sesta y sétima bóveda, destinadas para Almacén de Pólvora, están repartidas en tres divisiones, la primera ó esterior; tiene su puerta de Cantería viva con tres pasos de lo mismo con dos ojas de madera de Barbusano, dos dados, dos chapas y dos guarda Gollones de fierro y para entrar al segundo almacén, ay una Puerta de Cantería viva con ojas dobles cada una con su candado, Chapa y Guarda Gollón de Bronce y de éste para entrar en otro más interior; ay otra Puerta de Cantería viva con una oja de madera de Barbusano, con su dado, chapa y Guarda Gollón de Bronce; y des te Almacén al esterior ó primero de la entrada, hai una ventana de Cantería viva con ojas dobles cada una con su dado, chapa y Guarda Gollón de Bronce; tiene dho repuesto tres respiraderos, uno en la muralla esterior y dos en la división, los pisos de los tres Almazenes están de terraplen y ninguna Puerta tiene cerradura.

Frente dhas Bóvedas ay una Cuneta macizada de mezcla y Piedra viva que se construyó para quitar las humedades de dhos Almazenes y alojamientos, y empedrada de Callao sentado en mescla con su conducto que sale al Mar por recojer dha Cuneta todas las Aguas de las Esplanadas y Habitaciones.

Un Oratorio ó Capilla provisional enlosado su piso de losas de Cantería de Canaria con tres ventanas, con una reja de fierro con su compuerta con quatro Visagras, otra con Balaustres de madera y compuerta con dos visagras y la tercera con Balaustres de Madera y su vidriera á la que falta un vidrio. En este Oratorio no se puede celebrar por la indecencia de su cielo raso y estar debajo del piso de una de las habitaciones, el que se ha determinado mudar.

Una rampa que sube desde la cuneta al piso de las avitaciones empedrado de Callao.

Una escalera descuvierta que sube del patio de dha cuneta á la Esplanada con diez y nuebe pasos de cantería viva, Pilares y pasamanos
de madera de tea.

Las esplanadas de las Baterías se hallan enlosadas de Cantería viva sobre terraplén á prueba, sentadas en mescla hasta veintidós piés de retirada y lo restante de Baldosas también sentadas en mescla.

El parapeto circular á la Marina, su espesor de once piés construido de Cantería colorada sus revestimientos y masisado á pisón de hormigón de mescla con nueve embrasuras, cinco rectas y cuatro oblicuas, y por la parte esterior su filete de dicha cantería que buela tres pulgadas y por la interior sus Lombardas de dicha Cantería.

El parapeto recto á la campaña que se construyó sobre la obra antigua tiene seis piés nueve pulgadas de espesor de dha cantería colorada, con tres embrasuras, su filete esterior y Lombardas interiores y las Embrasuras son oblicuas.

Trece banquetas con sus respectivos merlones y sus ángulos de cantería viva y los intermedios colorada, su piso de Callao sentado en mescla.

En el ángulo donde fenece dho Parapeto recto, un Campanario de Cantería viva y desde este ángulo hasta el saliente donde está una Garita, sigue otro parapeto de tres piés de espesor que sirve de entrada cuvierta, es de callao sentado en mescla.

Una Garita de figura exagonal en dho ángulo, su repisa, Cuerpo, Cornisa, Cúpula y Perillón de Cantería Colorada.

Otra Garita á la parte opuesta en donde fenece la obra nueva de figura circular con su repisa de Cantería viva, Cuerpo, Cornisa, Cúpula y Perillón de Cantería Colorada.

Desde esta Garita hasta la dha exagonal sigue un cordón de cantería viva de un pié de grueso donde siguen y arrancan los parapetos en perpendicular.

Por la parte esterior de dhos Parapetos, hai una Canal de Cantería de Canaria sentada en mescla que recoge las aguas de la mitad de la esplanada la que vierte por los conductos que hay en los merlones de la Marina y Campaña.

Parapeto interior de una vara de alto, coronada de Lambordas de Cantería Colorada con sus conductos que vierten las aguas de la mitad de la esplanada á la cuneta y rampa por ocho caños que buelan un pié de Canteria Canaria.

Otra rampa que sube del piso de las Habitaciones á la esplanada empedrada de Callao y las Lambordas sentadas en mescla con su parapeto coronado de pretiles de Cantería viva.

Otro Parapeto que sirve de resguardo á la entrada del Rancho que se halla sentado de Lombardas de Cantería colorada y una escalera que baja á dho Rancho con trece pasos de piedra viva.
Antonio Bocarro

De todo lo contenido en este Imbentario como asimismo de las demás havitaciones, Cuerpos de Guardia y de quanto constaba, por Orden del Excmo. Sr. Marqués de la Cañada, Comandante General de esta Isla, se hizo formal entrega autorizada por el Señor Don Joaquín de Texada, Coronel de los Rs Exércitos, Cabo subalterno del expresado, al Teniente Coronel del Regimiento de Milicias Provinciales de La Laguna D. Juan Franco de Castilla, como Gobernador del expresado Castillo, oy día de la fecha, estando en él los espresados Señores y firmaron. Castillo de Paso-Alto á once de Marzo de mil setecientos ochenta y dos Autoricé esta entrega. Joaquín de Texeda D. Juan Franco de Castilla. (José Maria Pinto de la Rosa. 1998)
1782 Agosto 6.
Es bautizado por el rito católico el poeta guíense (Gran Canaria) Rafael Esteban Mariano Bento y Traviso. Hombre de exquisita sensibilidad, de exaltado genio creador y, por naturaleza, dotado de brillantes disposiciones para la literatura. Dio una prolija y varia producción poética y algunas comedias. Su musa le inspiraba sobre cualquier hecho de importancia, pero sus trabajos, por las dificultades que entonces había para imprimir, circularon especialmente en copias manuscritas, que muy pronto se hacían populares en todo el archipiélago, pero que también, fue la causa de que muchas desaparecieran.
Apuntes Biográficos
 “En esta Parroquia de María Santísima de Guía, en seis de agosto de mil setecientos ochenta y dos. Don Fran­cisco de León, con licencia del venerable beneficiado de esta parroquial, puse Óleo y Crisma a Rafael Esteban Maryano, hijo legítimo de Lorenzo de Vento y de Marya Perdomo; Abuelos paternos: Melchor de Vento, Angela Travieso; abuelos maternos: Francisco Perdomo y Josefa Flores;  nació el día dos de agosto. Fue su padrino, D. Gaspar de Montesdeoca; todos vecinos de esta villa y fueron advertidos del paren­tesco de que doy fe.
Francisco José de León y Silva.
Así reza la partida de Bautismo del insigne guiense, según consta en la página 91 del libro 11 de Bautismos de la Parroquia de Santa María de Guía. Según costumbre de la época y al no llevarse ningún registro civil, tomaron para el neófito los apellidos paternos, distintivo de la pudiente familia.
Viendo las buenas disposiciones que para los estudios tenía el niño, le enviaron desde muy joven al Seminario Conciliar de Las Palmas, con objeto de que se dedicase al estado eclesiástico.
En esta época de su vida, comienza a manifestar su predisposición a las musas, si bien era el cabecilla de las travesuras y alborotos del Seminario (que en nada impedían fuese un brillante y adelantado estudiante) por lo que se vería obligado a renunciar a un estado que requería más gravedad y circunspección que las demostradas por el seminarista. Esta situación quedó resuelta con la triste muerte de su padre, que le supuso el abandono de los estudios para atender los negocios de la casa y consolar a su madre. 
Al sentirse libre de la imposición de un estado para el que no sentía vocación, se entregó con énfasis al estudio de cuantos poetas castellanos encontrase en las bibliotecas de Guía, a la par que a su afición poética.
Su carácter, su sensibilidad, su instrucción unidas a su juventud y  apostura le arrastraron a innumeras aventuras galantes y al descuido de los intereses de su cada vez mas escasa fortuna. Situación que se agravó con la muerte de su madre, dejándole con seis hermanos pequeños. 
 Entre los 21 y 22 años de edad, Bento se enamoró perdidamente de la joven guiense Fermina Fernández y Martínez, quien consiguió fijarle y distraerle de las musas por algún tiempo y finalmente que le tendiese su mano ante el altar de María Santísima de Guía, el 3 de abril de 1804. 
Un año después entró de Cadete en el celebérrimo Regimiento Provincial de Guía, creyendo así encontrar empleo y actividad.
 En 1811 hizo viaje a la Península. Al regresar a finales del mismo, se encontró con que Guía era, al igual que otros tantos pueblos de nuestras islas, presa de la fiebre. Su esposa, a la que tanto amor profesaba, fue una de las últimas víctimas. 
 Bajo el peso de este amargo dolor, se apartó del trato de sus amigos y resolvió entrar de nuevo en la tonsura y abrazar el sacerdocio, por lo que solicitó y obtuvo la licencia absoluta como militar. De nuevo, una vez amortiguado su justo dolor y tal vez también debido a las intrigas que secretamente alimentaban en su contra algunos individuos, renuncia a la carrera eclesiástica, para volver a dedicarse de lleno a la poesía.
 Bento, dotado de nobles y generosos instintos, en las épocas constitucionales de 1812 y 1823, no podía dejar de pertenecer a los liberales, dedicando sus cantos a la libertad, al patriotismo y a la regeneración social. Puede asegurarse que no hubo hecho notable al que no citase su pluma.
Hacia 1816 hizo nuevo viaje a la Península iberica, llegando hasta Madrid, donde mantuvo amistad con el célebre D. Manuel José Quintana y con el ilustre vencedor de Bailén. Durante esta estancia escribió una oda al nacimiento de la infanta Isabel. Oda que leída en Palacio mandaron se le buscase para premiarle. Pero Bento creyendo haber ofendido al suspicaz Gobierno de Fernando VII, fue a ocultarse en Barcelona, donde le acogió su amigo Casa-Cajigal, por entonces Capitán General.
De su estancia en Madrid nos dejó varias comedias que no llegaron a imprimirse ni representarse pero que, a criterio de quien ha tenido la ocasión de leerlas, son dignas de elogio.
En 1820 regresa a Canarias en compañía de una dama. Su fortuna personal, a pesar de verse enriquecida con un nuevo legado, desapareció en sus manos con rapidez asombrosa; así que para obtener nuevos recursos con los que hacer frente a sus necesidades, pasó a desempeñar el cargo de Secretario del Ayuntamiento de Gáldar.
Pero su abandono y negligencia fue tanta que hubo de intervenir el Gobierno Civil de la Provincia.
Como anécdota de este hecho, cuentan que el Secretario que venía al frente de la Comisión que había de ver y paliar los fallos de Bento, era también poeta; y una vez llegados a Gáldar, en vez de intervenir en los asuntos del Ayuntamiento, provocó una conferencia en la que solo se habló de poesía, con tal entusiasmo que la razón de la visita pasó al olvido, ganándose Bento a la comisión con solo recitarles algunas de sus más espirituales composiciones.
Su alocada, aventurera y exaltada vida minó rápidamente su salud. En 1831, el bizarro y airoso militar, de distinguido porte y salud robusta, había enfermado, dejando su cuerpo débil y gastado. No habiendo, entonces, médico en Guía, ni pudiendo su familia costearle los cuidados de la ciencia, su más querido admirador, D. Manuel de Lugo, le ofreció su casa y los auxilios médicos que en la capital podía encontrar. 
Agravándose su enfermedad, fue trasladado a la sala de “distinguidos” del Hospital de San Martín, bajo la atención de su amigo el doctor D. Antonio Roig, con la compañía de sus amigos más queridos y la presencia de su solícita hermana María del Carmen.
Sus últimos momentos fueron de enfebrecimiento y delirios, de honda rebeldía ante la muerte. Rebeldía ante el olvido y soledad del que hasta hacía escaso tiempo llevó tras sí el cortejo del escándalo gallardo y tenorio.
Así, llega el momento de su agonía, en la que no pierde su impresionante lucidez de espíritu, cumple con todos los preceptos de buen cristiano y, lejos de su rincón natal, al que tanto quiso, loó y defendió y al que preferentemente dedicó su producción, se apaga su vida.
En el libro 8 de Defunciones de la Parroquia Matriz de Las Palmas, en el folio 279, leemos: 
En Canaria, a veinte y seis de noviembre de mil ochocientos treinta y uno, fue sepultado en el cementerio de esta ciudad, el cadáver de Rafael Bento, vecino del lugar de Guía, viudo de doña Fermina Fernández.- Recibió los Santos Sacramentos, el que falleció de cincuenta y dos años(#). Acompañóle a la proce­sión fúnebre el curato y clero. Se le hizo en dicho cementerio oficio de sepultura, como se acos­tumbra.
Juan de Castro Hernández.”
 (#) Es inexacta esta referencia, pues como se aprecia en su partida de Bautismo, nació en 1782, por lo que contaba al morir, 49 años de edad.  (Joaquín Rodríguez Ramos)

1782 Septiembre 29.
Da a luz una monja del convento de clausura de Santa Clara en Winiwuada (Las Palmas) llamada Antonia Mujica.

“Frecuentes eran en aquellos tiempos las competencias y recursos por derecho de asilo en iglesias. Usando de este derecho, y colocándose bajo la protección del cabildo eclesiástico, quebrantando una monja su clausura y dio lugar en Las Palmas una larga serie de ruidosos incidentes que refleja con exactitud la manera de ser de aquella sociedad en el último tercio del siglo XVIII. Era esta monja doña Antonia de Mujica, nacida en Canaria en 1758, de nobles padres que, siguiendo la tradicional costumbre de la época, la encerraron desde sus más tiernos años en el convento de Santa Clara de aquella ciudad sin consultar su voluntad ni sus inclinaciones. A los catorce años tomó la joven  hábito de novicia y a los dieciséis profesó.

Vivía entonces, en una calle fronteriza al convento, un presbítero que estaba en sacrílegas relaciones con otra monja amiga de la doña Antonia y a fuese por consejos, por mal ejemplo u obedeciendo sólo a los impulsos propios de su juventud encontró en un fraile de la orden de San Francisco un cómplice de sus culpables deseos.

Véase ahora los medios de que se valieron las dos amorosas parejas para conseguir una frecuente comunicación. Colocábanse las dos monjas por la noche en la azotea del convento y cuando veían a sus dos amigos en la de enfrente, recibían de estos unas cuerdas que les lanzaban de una a otra acera armadas de fuertes garfios que ellas aseguraban e los pretiles, formando de este modo un puente aéreo flotante, sobre el cual colocaban unas tablas movibles que les servían para atravesar la calle. De estas comunicaciones tan peligrosas como atrevidas resultó que, al principiar el año de 1782, la doña Antonia se sintió atacada de un mal desconocido que exigió la consulta y asistencia facultativa de los médicos don Joaquín Bello y don Francisco Pano quienes con la discreción de expertos profesores observaron y callaron el nombre de la enfermedad.

Pero en la mañana del 29 de septiembre de aquel mismo año se presentaron de repente los dolores precursores del parto, con tanta intensidad que la infeliz reclusa, ahogando sus gritos, se refugió e la letrina esperando allí con espanto el momento de la crisis. Al principio resistió con valor, asistida de algunas de sus compañeras que conocían su secreto y afirmaban que había sido atacada de un repentino cólico; mas llegó un momento en que fueron tan agudos sus sufrimientos y tan horribles las torturas físicas y morales que padecía que pidió a gritos confesión.

La comunidad, reunida en aquel sitio y adivinando la causa verdadera de aquel escandaloso suceso, permanecía silenciosa y avergonzada de lo comentarios del público cuando descubriera la verdad. Al fin, doña Antonia, sin abandonar la letrina, sintió que su feto caía en el foso y, recobrando entonces una parte de sus fuerzas, tuvo el valor su- ficiente para retirarse a su celda y seguir ocultando su desgracia.

Algunos días después una moza de servicio descubrió en aquel sitio el cadáver de una criatura del sexo femenino, dando lugar a un proceso para cuya instrucción llegó de Tenerife el padre provincial fray Antonio de Salinas. Como primera providencia fue encerrada sor Antonia en estrecha cárcel, incomunicada, sin luz y con un alimento malsano e insuficiente, siguiéndose el proceso con refinada crueldad, indigna de la caridad cristiana. Dotada la rea de un carácter enérgico y resuelto y deseando burlar la vigilancia de sus implacables verdugos, logró una noche abrir los cerrojos de su pri- sión y, atravesando en silencio los claustros del convento, llegó al coro alto, donde, rompiendo la verja que era de madera, se lanzó al pavimento de la iglesia y, abriendo por dentro una de las puertas que comunicaban con la plaza de San Francisco, salió a la calle, encontrándola el alba oculta en uno de los ángulos del atrio de la catedral, bajo cuyas bóvedas buscó asilo tan pronto se abrieron las puertas del templo.

Al tener el cabildo conocimiento de este hecho se reunió inmediatamente y acordó que su presidente accidental, el chantre don Luís Manrique, condujese a la asilada, con la reserva propia del caso, al convento de San Ildefonso, recomendándola al cuidado de la abadesa con  expresa prohibición de que la entregasen a ninguna autoridad, cualesquiera que fuesen las órdenes que se quisieran utilizar. Indignado el comisario de la intrusión en la causa de aquella corporación extraña, acudió en queja al Consejo de Estado, pidiendo la inmediata entrega de la procesada. Entonces el presidente del Consejo conde de Campomanes, en carta orden de 14 de agosto de 1784, mandó que la reclusa volviese a su convento y se sujetara al fallo de sus jueces regulares, disposición que la mayoría del cabildo se negó a obedecer por las razones que expuso en un brillante informe el canónigo don Nicolás de Viera y Clavijo, hermano del célebre historiador.

Ante este atrevido acto de resistencia, el comisario dirigió al cabildo una carta amenazadora que sólo consiguió irritar más los ánimos, de tal manera que, temiendo aquella corporación que se apelase a la Audiencia para obtener la orden de extradición, hizo saber a la abadesa que bajo pena de excomunión mayor y de suspensión de empleo no permitiese quebrantar la clausura. Debe observarse que en este asunto obraba el cabildo con autoridad episcopal, sede vacante, y bajo tal concepto sostenía sus derechos.

El Consejo de Estado, entretanto, pasaba el expediente al fiscal, quien evacuando su informe en 7 de junio de 1785 decía lo siguiente: “El que informa sólo encuentra por prueba de los atroces crímenes de la incontinencia y homicidio de que se quiere culpar a la doña Antonia, unos testigos demasiadamente débiles y unas declaraciones mujeriles poco consecuentes, confusas; repugnantes las más de ellas y todas lejos de aquella verdad ingenua y sólida que se requiere y necesita para formar un juicio seguro de la culpa o calumnia de los delitos graves. Lo que sí resulta sin incertidumbre de dicha causa, es una multitud de enredos, ilusiones, chismes, poca caridad hacia una religiosa en muchas de sus hermanas, tanto, que parece que se complacen en las declaraciones, extendiéndose algunas mas de lo que se les pregunta y olvidando su carácter.  Concluía este ilustrado y prudente funcionario pidiendo se dijese al cabildo, como representante de la autoridad episcopal, que podría disponer de la procesada como le pareciera conveniente, ya fuese dejándola en el convento donde se hallaba depositada, ya trasladándola a otro, si el trato era conforme a la piedad debida a su desgracia. Por último, respecto al fraile, solicitaba fuese entregado a su prelado, encargándole a éste la caridad y misericordia que es inseparable de todo acto judicial.

El Consejo, sin embargo, a pesar de esta notable censura, en auto de 27 de septiembre dispuso que el cabildo quedara despojado de la jurisdicción que pretendía, resolviendo la competencia a favor del provincial y acordando al mismo tiempo se impusiera una severa amonestación a los canónigos que habían votado la suspensión del cumplimiento
de la carta orden y desterrando por un año a don Nicolás de Viera y Clavijo. El presbítero y el fraile, cómplices y encubridores del delito, fueron entregados al señor obispo para ser castigados con arreglo a las disposiciones del concilio tridentino.

La conclusión de este ruidoso proceso fue que el  embajador en Roma, don José Nicolás de Azara, obtuviese de Su Santidad un breve de indulto dirigido al obispo de la diócesis, para que "con su circunspección y prudencia, por sí o por otra persona eclesiástica. pueda absolver por esta vez en ambos fueros a la suplicante de cualesquiera sentencias, censuras y penas en que, de cualquier modo, haya incurrido... imponiéndole a su arbitrio la conducente penitencia..." Diósele asimismo licencia a sor Antonia para que entrase en
otro convento y, si no lo encontraba de su orden, que fuese absuelta de sus votos y secularizada, exhortándola a que en este nuevo estado viviese dando ejemplo de virtud y recogimiento.

Véanse, pues, las tristes consecuencias de encerrar a las jóvenes desde su niñez en un convento y no consultar su voluntad al pronunciar votos tan solemnes. ¿Qué actos de virtud podían esperarse de aquellas infelices víctimas, sacrificadas al egoísmo de sus familias o al fanatismo de sus padres?” (A. Millares T. 1977).

1782 Noviembre 21. Fallece en La Orotava, Chinech (Tenerife) Don Patricio García un enigmático constructor Este alarife hijo de la Orotava que hace gala de una gran maestría en su labor como constructor de esa maravilla del barroco tardío como es la iglesia de la concepción orotavense .Sin embargo no tenia título de arquitecto y aunque se dice que su fama como tal le venía por otras dos iglesias que había construido en Chinech (Tenerife), no existen datos de su intervención en los templos fabricados en su tiempo. Que D. Patricio sea nombrado maestro mayor de una obra de esa envergadura, ya nos parece sorprendente pero encima que dé muestras de una maestría inusitada con tan poca experiencia a todos los niveles, convirtiéndose en uno de los grandes de la historia de la arquitectura en Canarias ya nos parece enigmático.
 
Su biografía está cogida con pinzas por lo escaso de sus datos y por obtenerse sueltos de aquí y de allí hemos tenido que consultar diferentes fuentes y en algunos casos presenciando la corrección de ellas como la que decía que era ciudadano de Winiwuada (las Palmas). Sabido ya de que vio la luz en la Villa de la Orotava al nacer del S. XVIII donde residió hasta el día de su muerte. No sabemos de viajes suyos fuera de las islas o de otras residencias menos aún qué relaciones cultivó como para descubrir  vinculaciones masónicas de algún tipo.


Encontramos una copia del testamento de D. Patricio y supimos que se casó de segundas nupcias con Isabel García de Abreu quien le sobrevivió tras ella enviudar de D. Joseph de Brito del cual tuvo una hija y a su vez tenia tres hijos legítimos de D. Patricio: Agustín (clérigo), Domingo y Narcisa García. Otras obras suyas que se conocen son posteriores a la concepción de la Orotava como la Iglesia de Santiago de los Caballeros de Gáldar en Tamaránt (Gran Canaria) como colaborador del arquitecto Don Antonio Eduardo. En esta obra Don Patricio vuelve a hacer gala de su dominio de la profesión.

1783.  En el Puerto de Mequínez (Puerto de la Cruz) Chinech (Tenerife).Un bergantín del tráfico insular, propiedad de doña Francisca Cardosa, al no poder orzar debido al fuerte viento del Norte, se fue a pique en la bahía de Martíanez.
1783. Un grupo de 300 gomeros funda el segundo poblamiento de Luisiana, (Norte América) dándole por algún tiempo el nombre de Benchijigua.
1783 Junio 8.
Partida de bautismo por el rito de la secta católica del criollo Manuel Massieu Tello, uno de los últimos corsarios nacido en la isla Benahuare (La Palma).

“En la Ygla. Parroql. del Salvador de esta Ciudad de Sta. Cruz de la Palma en ocho de Junio de mil septs. ochenta y tres años Yo Dn. Christoval Martines Benefdo. Rector de dha. Ygla., examinadr. signodal de este obispado y Comisario del Sto. oficio de la Ynquisicion; baptize puse oleo y chrisma a un niño que nacio a sinco de dho. Mes hijo lexmo. de Dn. Juan Franco. Massieu Fierro Cavallero del Orden de S(a)nthiago y Mayor de la Plaza de esta Ysla y de Da Anna Tello Massieu y Eslava vezs. de esta Ciudad; Abues. Paters. Dn. Felipe Massieu y Vandala Coronel del Regimto. de Milicias de esta Ysla y Govemadr. Militar de ella por su Magesd. y Da Maria Anna Fierro y Es- pinosa Naturales de esta Ciudad; Matemos Dn. Alonzo Tello de Eslava Zespedes Gentil hombre de boca de su Magestd. y Cavallero Maestrante de la Real Maestranza de Sevilla y Da Manuela Massieu y Torres Natul. de dha. Ciudad a el qual niño puse por nombre Manuel Antonio JosefMaria Juan Nepomuseno Ramon Bonifacio fue su Pa drino Dn. Manuel Fierro Ayudante Mayor de esta Y sla a quien hise el exorto del Ritual y lo firme.
Christoval Manuel Martínez y Mendes (rubricado).”

(Archivo de la Parroquia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma.
Libro IXV de Bautismos, fol. 82 r. Mss). (En: Manuel A, de Paz Sanchez et al. 1983)

1783 Octubre 9. Según el cronista oficial de la Isla Benahuare (La Palma) y alcalde constitucional de su capital, Juan B. Lorenzo Rodríguez, narraba cómo "hubo un terrible huracán de viento y agua en esta ciudad que los barrancos salieron de madre, especialmente el de Las Nieves, que habiendo desbordado en la Cueva de La Virgen, entró por el Llano de La Cruz y corrió por las calles del Tanque y Molinos".

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