lunes, 18 de noviembre de 2013

CAPÍTULO XXXVIII-VIII




EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1771-1780 

CAPÍTULO XXXVIII-VIII



Eduardo Pedro García Rodríguez

1779.
Recaló por el puerto de Santa Cruz un navío inglés, éste venía  maltrecho y falto de víveres y agua, por el hecho de ser inglés, se le negó el auxilio que demandaban siendo expulsado a cañonazos, siendo evidente que, en esta ocasión se olvidaron las formulas cortesanas a que tan apegados eran en la época. El buque arrumbó hacía Garachico donde recibieron similar tratamiento por parte de las autoridades de aquel puerto, ante tal situación, y vencidos por el hambre, la sed y las enfermedades, decidieron retornar a Santa Cruz donde se entregaron, siendo encarcelados en el castillo - prisión de Paso Alto.

 Las  frecuentes guerras entre españoles, ingleses, franceses y holandeses, por la explotación de la posesión de las colonias africanas y americanas, causaban frecuentes desasosiego en esta colonia, pues tan pronto unos eran enemigos de la metrópolis como en unos meses eran amigos. Esta situación que podríamos considerar de continua incertidumbre en las islas, perjudicaba el poco comercio de exportación que a éstas se les permitía por parte del gobierno español, pues por una parte el principal  o quizás único cliente europeo de cierta importancia era Inglaterra por otra, el modesto comercio que se mantenía  con América, era perturbado por los corsarios de los países contendientes.


1779. El sistema defensivo del departamento marítimo de Guía en Tamaránt (Gran Canaria)  quedó bajo el control del Regimiento de Guía organizado, según Hermosilla, hacia 1779, en 10 compañías de milicias distribuidas en cada uno de los pueblos de la jurisdicción, con un total de 870 hombres. Además se ejercía un sistema de vigilancia costero, al que estaba obligado a participar la población en turnos, sobre todo en las guerras con Inglaterra y Francia (1742-1743, 1761-1763, 1779-1783, 1793-1795, 1796-1800...). A tal efecto, desde la montaña de La Atalaya (Guía-Gáldar, fig. 2) se controlaba por el naciente la costa de Lairaga hasta el Vigía de La Isleta y por el poniente la panorámica que llegaba hasta el puesto de observación de la Degollada de Las Conchas sobre la punta de La Aldea. Aquí el campo visual se extendía más al Sur con sucesivas atalayillas situadas desde los riscos de Amurgar hasta Veneguera y Mogán, alertando de cualquier incidente a través de señales por hogueras. Otra atalaya muy estratégica, posiblemente utilizada desde la época guanche es la situada en la degollada de Tirma, con amplia panorámica hacia el Norte y Sur. De ello nos habla con precisión, en 1779, Miguel Hermosilla: (...) Están dispuestas y vistas unas de otras de tal suerte que al instante de hecha la señal por cualquiera de las atalayas inmediatas al mar toda la isla esta noticiosa de ello y se pone en armas.

1779 Julio 5.
El criollo  Fernando de Llarena y Franchy, el único seglar de los doceañistas canarios y el más joven de ellos, nació en La Laguna. Ingresó en el cuerpo de funcionarios del Crédito Público y fue intendente honorario de la colonia. En Cádiz fue oficial de la Contaduría General, siendo su jefe y luego amigo don Agustín de Arguelles «el divino».

Era ahijado del marqués de Villanueva del Prado.

En junio de 1811 resultó elegido diputado a Cortes por La Palma representación extensiva a Tenerife. Autor de una Estadística sobre las islas canarias, a una de sus proposiciones presentadas el 22 de noviembre de 1811 se debe el que las Cortes declarasen al Puerto de la Cruz de la Orotava habilitado, para el comercio con las Indias (sesión de 14 de enero de 1812). Así como otra del mismo día motivó la consecución de la Intendencia de Rentas para Canarias. precedente de las actuales delegaciones de hacienda (R.O. de 16 de enero de 18.12). También suscribió con Key y Ruiz de Padrón la solicitud de una Audiencia para Tenerife (sesión de 23 de marzo de 1812); en tema de capitalidad apoyó con Key la postura de Ruiz de Padrón favorable a Santa Cruz frente a Gordillo que propugnaba Las Palmas (sesiones de diciembre de 1812); votó con Gordillo y Ruiz de Padrón a favor de la abolición de la Inquisición {sesión de 22 de febrero de 1813) y suscribiría como primer firmante con Key y Ruiz de Padrón, la petición de crear la diócesis de Tenerife (fecha 6 de septiembre de 1813); siendo de notar que ya en 22 de noviembre de 1811 había pedi- do el restablecimiento en Tenerife de los antiguos juzgados de las cuatro causas, verdadero precedente de la división de obispados.

Terminadas las Cortes extraordinarias, fue contador del Crédito Público en Canarias. cargo para el que fue nombrado el 1° de octubre de 1814 por la Junta del mismo. Casó en La Palma en 1815, con doña Manuela Massieu y Tello. En 1822 fue acusado de conspirar para conseguir la independencia de las islas y el trastorno del sistema constitucional; pero resultó absuelto por la Audiencia y condenado el juez en costas daños y perjuicios a quien además se le suspendió la vara de La Orotava. En julio de 1834 fue miembro de la Junta de dicha villa que eligió los procuradores a Cortes del Estatuto Real.

Llarena era, indudablemente, un liberal; pero aunque de ideas más amplias que Key no quedó bien definido, votando unas veces con los absolutistas y otras con los liberales.

Don Fernando sólo sobrevivió a su esposa unos días falleciendo el 26 de febrero de 1861 en su casa de la calle de la Carrera de La Laguna. a los ochenta y dos años de edad. Fue pues el más longevo de los criollos doceañistas canarios. (Marcos Guimerá Peráza en: A. Millares.  1977, T. 4:301)

1779 Julio 25. Es indudable que el siglo XVIII fue pródigo en sucesos que han dejado profundas huellas en la memoria de los canarios. En Chinech (Tenerife), uno de los hechos que más profundamente pervive en la memoria popular es sin duda alguna el ataque perpetrado por una escuadra inglesa al mando del entonces vicealmirante Sir Horacio Nelson. El tema ha sido ampliamente tratado en la historiografía local en gran número de libros y artículos de prensa por diversos y cualificados autores, aunque con diversa suerte en cuanto a los planteamientos y desarrollo de los hechos acaecidos.

Es un hecho notorio el que la historia suele escribirla los vencedores –en Canarias tenemos muchos ejemplos de ello -, pero sí además es escrita por participantes directos en los hechos narrados y además, los sucesos se narran con el objeto de ensalzar los supuestos méritos de los que escriben con animo de recabar recompensas y prebendas personales, nos encontraríamos - cuando menos – ante una exposición interesada o tervirgesada de los mismos.
 
Esta situación se da en la narración que de la invasión de la plaza de Añazu (Santa Cruz) nos han llegado escritas por algunos participantes del drama, como son los casos del Teniente General D. Antonio Miguel Gutiérrez, el Coronel D. José Monteverde y el teniente de Artilleros de milicias D. Francisco Grandi, estos personajes miembros de la oligarquía dominante en Chinech (Tenerife) en lugar de centrar sus escritos en la narración sucinta y verídica de los hechos, degeneran en un vocerío de plañideras en demanda de las migajas que de la mesa real puedan caer en recompensa de los servicios prestados a la corona española. Como es usual sobreponiendo en ocasiones sus interese personales, a los verdaderos del país, tal como se desprende del contenido de las súplicas elevadas a la corona por estos personajes, y de testimonios posteriores.
 
En cuanto a la figura del Teniente General Gutiérrez, creemos que ha sido debidamente descrita por quienes le trataron personalmente - sus contemporáneos -, quienes tuvieron oportunidad de conocer de cerca el carácter y modo de actuar de este sujeto, unos dejaron sus impresiones escritas, otros dieron testimonio de los momentos vividos durante el asalto de los ingleses. No deja de ser significativo el que dos siglos después de los hechos, algunos autores con determinada filiación profesional, se empeñen en crear de la figura del General Gutiérrez, un héroe “pre a porter” del ejército español, ejército que por otra parte era prácticamente inexistente en las islas como hemos apuntado en otro lugar. Creemos que el mencionado general se limitó a cumplir con las obligaciones de su empleo, dentro de los límites que le imponía su delicado estado de salud y de las limitaciones propias debidas a su avanzada edad, apoyado como es natural en la mayor energía y juventud de sus subalternos, como tendremos ocasión de ver durante el desarrollo de este trabajo.

Si la tendencia de los vencedores es la de magnificar los hechos, y las personas que en ellos han intervenido, en contra partida, los vencidos tienden a minimizarlos, achacando la no- consecución de sus fines, a causas externas tales como el mal tiempo o la buena suerte del contrario, y casi siempre como castigo de Dios, tratando de salvar así la propia responsabilidad, por las decisiones mal tomadas por la propia ineficacia de los individuos responsables.

Por otra parte tienen mucho que ver con la lectura de los hechos narrados, el tratamiento que a los mismos van dando los autores que sucesivamente se van ocupando del tema, unos se dejan guiar por un romanticismo caduco, otros por determinados intereses localistas, y los más, siguiendo directrices emanadas de determinados sectores dominantes, todo ello conlleva el que, con el transcurso del tiempo, los hechos nos lleguen viciados, y con una gran carga oculta de determinados mensajes subliminales emitidos por el colonialismo.
 
En el caso que nos ocupa, la invasión de la plaza de Añazu (Santa Cruz) por la escuadra inglesa, al mando del contralmirante Nelson se nos muestran los factores que más arriba hemos expuesto. Determinados autores se esfuerzan en presentarnos los hechos como la victoria de un ejército español, sobre una escuadra inglesa, sin tener en cuenta que tal ejercito no existía, por lo menos tal como hoy lo entendemos, y “olvidando” que las verdaderas tropas defensoras, estaban compuestas por las milicias canarias, tropas éstas compuestas de campesinos, marineros y pescadores, braseros, artesanos y modestos empleados, quienes además aportaban las escasas armas de que disponían a su costa, dándose el caso de que los contingentes más numerosos los aportaban los rozadores, campesinos armados solamente de un palo con una rozadera fijada en uno de sus extremos (herramienta que se emplea para cortar zarzas y otras hierbas), con las cuales tenían que hacer frente a fusiles, pistolas, sables, adargas e incluso a los cañones. Éstas fuerzas, apenas mencionadas por algunos cronistas y de manera muy superficial (cuando lo hacen), pasando de puntillas sobre el tema, sin valorar debidamente que eran el verdadero ejército que defendía las islas de las invasiones de los enemigos de los reinos de las Españas.

1779 Septiembre 4.
Ymbentario del cuerpo de Guardia de la nueba Batería provisional nombrada Sn Antonio últimamente construida entre los fuertes de Sta Ana y Sta Catalina en esta Y sla, a saver:

Puerta pral: de dos ojas, con cerraduras, llabe y quicialeras de puyón y Taramela correspondiente.

Una ventana de una oia con su quicialera completa y pasador Tablado de firme para la tropa con su marca y cabecera de madera Tres canes de dha. embutidos en la pared para colocar los atacadores, lanador; etc.

Otra puerta de una oia con tres visagras, cerradura y llave correspondiente para el repuesto de Pólbora.

Todo lo dho. es nuebo y tiene su cosinita pero sin Puerta.
Don Ramón de la Rocha, Tte. de Infanea é Ingeniero Extraordinario de los Reales Exercitos, Plazas y Fronteras.

CERTIFICO: haver hecho entrega de este Cuerpo de Guardia al Tte de Infanea y Ayudte Maior de esta Plaza Don Frano Aguilar que exercía ynterinamte las funcions de Sargento Maior y para que conste firmo el presente en la Ciudad de Las Palmas de Canaria á quatro de septiembre de mil setecientos noventa y siete. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996).

1780.
Nace el guanche don Pedro Pérez Elías.

Nació en Agache,  "Pago de San José" (El Escobonal) del Lugar de Güímar en 1780, siendo bautizado por el rito católico en la iglesia de San Pedro Apóstol. En 1806 contrajo matrimonio en la iglesia de San Joaquín de Fasnia con doña Antonia Gregoria González Jorge, hija de don Antonio Jorge González y de doña María Estévez, naturales y vecinos de este lugar en el "Pago de la Sarza"; celebró la ceremonia el Rdo. Padre Fray Roberto González, de la Orden de Predicadores y "conventual del Lugar de Guimar", a quien confirió licencia e.l cura interino don Juan de Castro y Baute; y actuaron como testigos don José Antonio González, doña Ana María Díaz y don Luís Díaz Marrero, todos guanches y vecinos de dicho lugar. La pareja se estableció en La Zarza, donde transcurrió el resto de la vida de don Pedro y donde nacieron sus cinco hijos: don Juan, don Esteban, doña María, doña Ana María y don Fernándo Pérez González. Desde entonces nuestro biografiado desempeñó varios cargos de responsabilidad en el Ayuntamiento de Fasnia. Fue regidor en 1811 y 1813; alcalde en 1815, 1818, 1824-1825 y 1838; elector de la capital en 1817 y elector parroquial en 1820; procurador síndico en 1823 y 1836; y escrutador en elecciones en 1838. En 1836 fue nombrado mayordomo de fábrica de la parroquia de San Joaquín, pero su nombramiento fue anulado en.1837, al reconocerse que "no tuvo efecto ni validación". También figuró frecuentemente como testigo en la otorgación de testamentos en la parroquia de San Joaquín. Falleció en su domicilio de la "Aldea de la Sarza", su pueblo adoptivo, en 1862, a los 82 años de edad "mas o menos"; no había testado pero sí recibido los Santos Sacramentos. En el momento de su muerte estaba viudo de doña Antonia González Jorge.

1780. Arucas, Tamaránt (G. Canaria). Se ignora el motivo que dio lugar al amotinamiento. Posiblemente un asunto de tierras o aguas.
 1780. Gáldar, Tamaránt (G. Canaria). Los campesinos se niegan a pagar los censos impuestos sobre el agua de barranco Hondo.
1780 Abril.
Presuùesto para la restauración del Reducto o Fuerte de San Felipe en Las Palmas de Gran Canaria.

Reducto ó Fuerte de Sn Felipe, situado en la punta de la colina de Sta catalina que domina la legua de arena en el paso desde el Puerto á esta plaza y Ciudad de las Palmas, a saver:

En este reduto solo existe la pared qe forma la magistral y es señalada en linea de carmin en el Plano, y la qe se halla rasa con el piso de su terraplen en siendo su construccion de buena piedra y barro, rajonadas y ripiadas todas sus juntas de buena mezcla de cal, pero oy pr el transcurso del tiempo, han desmoronado sus ángulos b y las porciones de murallas y para edificazn de lo qual en la forma qe se señala en el adjunto plano y dejada conforme lo antiguo con la diferencia de efectuar los ámgulos con mezcla de cal y mampostería, el gasto, lo siguiente:

Para reedificar esquinas y la porción de pared  gruesa en su pié de 8 pies y á su conclusión en la altura, 5, con- forme la bieja, es menester construir 375 brazas cúbicas
de muralla qe según el estilo ó práctica del País, rejonadas con mezcla de callas juntas, tendrá de valor cada braza incluso el costo del barro pa mezcla, agua y jorns á 75 rr de veon por lo qe y aportaran las 375 brazas 5.

Para la construzn de parapetos en la forma y porción qe ocupa el Plano y qe oy está la maior parte rasa, hay qe construir 408 brazas de muralla qe en la mesma forma y precio ymportarán 6.72.0

Para la construzn del Quartel y AlmazS deverán construirse 740 brazas de muralla de 2. pies 3 pulgadas de grueso qe con las mesmas circunstancias de la antecedente y
el mesmo precio ymporta 700

Para cerrar el reducto pr la espalda como se señala en el plano y evitar esté descubierto de la altura qe á la distancia del alcance del fusil se halla, y de donde sin ella se regis- trará todo el Plan de la Bata se hace forzoso la construzn de 250 brazas de muralla de 4 112. varas de alto 314 de grueso qe aspillerada y construida como las antecedentes y sentada á razón de 75 rrs de vn ymportarán 3.

Para 668 baras quadradas de explanadas y de losas de cana de una cuarta de grueso, sentadas con mezcla y en solo las necesarias en cada cañón, en la forma x del plan, pagando la bara quadrada de losas desvastadas, conducción y sentada á razón de 73 rrs de von, ymportarán 8.684

En reparar con malpais y cal entre vigueta del techo y cobertizo del Cuerpo de Guardia y almacén, pa no emplear tablas y pontonage, según se practica en el Pais, se considera na cal y conducción del malpais, a cantidad de 850

Para la puerta principal del reduto qe será de 7 pies de ancho 20 de alto, sin más herrages qe la cerradura y madera de tea su costo 500

Para tres puertas ordinarias y cinco ventanas pa el Cuerpo de Guardia y Almacén sin otros herrages qe las cerraduras y todas de madera de tea, regúlase su costo en 7.050

Para la tarima con su cavezal en la forma qe se vé en el Plano como también el aforro del piso y paredes asta la altura de 5 pies en el Almazn de pólvora, se regula su
costo siendo la madera qe se emplea de tea en 7.723

Por 724 jubrones de tea de 7 varas de largo y de 6 á 7 pulgadas en quadro pa el techo de la casa, pagado cada jubrón puesto en la obra á ocho rrs de plata ó 0,45 rrs de von cada uno ymportarán 7.860

Para dejar arreglado el piso interior con los desagües correspondientes se regulan bastantes 700 32.362. Ciudad de Las Palmas de Canaria Abril de 1780
Miguel Hermosilla.- Rubricado. (En: José María Pinto y de la Rosa. 1996).

1780 Junio 1. Se manifiesta otra epidemia importante, esta vez de viruela, que afectó a Chinet (Tenerife) y que llega en agosto a Winiwuada (Las Palmas). Causó estragos en la población de la colonia y fue particularmente grave en los párvulos. Se repite este brote de viruelas en 1799.

Por lo que respecta a la mortalidad de la infancia es en todos los momentos bastante ele vada, como corresponde a este modelo demográfico precapitalista. Se sabe que la mortalidad de los párvulos supone más del 50% del total de óbitos, lo cual puede corresponder a una tasa de mortalidad infantil por encima de 200 por mil. La esperanza de vida al nacimiento no podía alcanzar los 30 años.

1780 Junio 8.
En el archivo de Acialcázar, existe un manuscrito firmado con las iniciales M.H.V: (Miguel Hermosilla Vizcarrondo) de 116 carillas titulado Plan de defensa de la Ysla de Canaria por D. Miguel Hermosilla que por lo visto es una primera idea del trabajo más completo que hemos citado antes.







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