domingo, 2 de febrero de 2014

IRENEO GONZALEZ HERNANDEZ






1842 septiembre 9. Nace Ireneo González Hernández (1842-1918) Nacido en La Laguna se le considera en algunos textos históricos como el mejor gramático canario del siglo XIX. Fue catedrático de latín, retórica, poética, lengua castellana y religión. De hecho, fue sacerdote, entre otras iglesias, en la de San Francisco, en Santa Cruz, aunque destacó más por su actividad docente. En 1822 publicó su obra Nociones de gramática castellana.

Fue cofundador del Gabinete Instructivo de Santa Cruz de Tenerife tal como recoge el cronista de la ciudad Luís Cola Benítez:

En recuerdo del Gabinete instructivo
“Decía un cronista local que los vientos revolucionarios de "La Gloriosa" pasaron por Santa Cruz sin dejar la menor huella. Esto es cierto en cuanto al devenir de la política local, pero no tanto en lo concerniente al escenario social. Desde que el decreto de 20 de noviembre de 1868 permitió en España la libertad de asociación surgieron innumerables ateneos, círculos y sociedades de opinión que se extendieron por la geografía nacional. Santa Cruz no permaneció ajena a este movimiento y, entre otras iniciativas, se propició la creación de una asociación insólita, por sus componentes e intenciones, en un entorno social anegado por el analfabetismo de la mayor parte de la población.
Aquellos vientos revolucionarios dejaron en Santa Cruz el recuerdo de unos hombres que muchos tildan de románticos luchadores por las libertades, y propiciaron la creación de una sociedad, el Gabinete instructivo, que a lo largo de un tercio de siglo logró aglutinar una pléyade de patriotas de las más diversas ideologías. En ella se trató de enaltecer, instruir y motivar a la comunidad y más de una vez sus miembros se erigieron en sus conductores desde la tribuna del más vivo debate al servicio de la cultura y del progreso. Una sociedad orlada por la tolerancia y el respeto a la libertad de las conciencias, forjadora de ideas y de ideales, y que en cierta forma recogía el testigo y servía de puente entre las ilustradas tertulias y foros dieciochescos, tantas veces citados, y los movimientos vanguardistas del siglo XX.
Muchos de aquellos hombres, auténticos próceres del intelecto, no son para el ciudadano de hoy desconocidos y sus nombres le son familiares, aunque a veces no sea capaz de situar sus actuaciones personales. Algunos fueron alcaldes: Bernabé Rodríguez, Suárez Guerra, Emilio Serra, Anselmo de Miranda, Febles Campos. Otros están presentes en rótulos de calles y plazas: Domínguez Alfonso, Doctor Guigou, Ireneo González, Pulido, Valentín Sanz, Puerta Canseco, Villalba Hervás, Costa y Grijalva. Y muchos más que de alguna forma siguen vivos en la memoria colectiva.
El 9 de mayo de 1869 se reunieron en casa de Elías Zerolo Herrera, que entonces tenía 20 años, un grupo de inquietos ciudadanos, entre los que se encontraban el marqués de la Florida, Villalba Hervás, Domínguez Alfonso, Darío Cullen, Rafael Calzadilla, Izquierdo y Azcárate, Gil-Roldán y Ríos, José D. Dugour y su hijo Alfonso, José Tabares Bartlett, y otros. Llama la atención la juventud de la mayor parte de los asistentes y la disparidad de sus ideologías, pues allí se encontraron con un objetivo común, liberales, republicanos, conservadores, carlistas e indiferentes a cualquier pensamiento político. En la reunión se acordó la creación de un "Gabinete", para lo que se eligió una comisión presidida por el sacerdote Ireneo González Hernández. Se creaba, según sus fundadores, para la comunicación mutua de ideas expuestas por medio de discursos escritos u orales, que contribuyan al desarrollo de las facultades intelectuales de sus miembros. Los fines no podían ser más loables.
El 24 de julio se celebró la solemne sesión inaugural, en la que se constituyó la primera directiva presidida por Juan de la Puerta Canseco. Esta fecha quedó instituida como la fundacional, y en el reglamento social se consideró preceptivo hacer coincidir con ella la sesión extraordinaria anual, con lo que, al mismo tiempo, se daba un especial realce a la conmemoración de la Gesta de 1797, el más glorioso hecho de la historia de Canarias. En la inauguración se señalaron los objetivos de la entidad, insistiéndose en que siempre los progresos sociales son obra genuina de la libertad de discusión.
A lo largo de su trayectoria, aquellos hombres realmente pusieron las bases del Santa Cruz del siglo XX. Allí se luchó por la emancipación de la mujer, nacieron los barrios para obreros, por primera vez se pidió el telégrafo con la Península, se fomentó el cultivo de la vid, se trató de las franquicias y de la libertad de comercio, se propuso la creación de un hospital para niños y de una escuela agrícola, se crearon la Sociedad de Socorros Mutuos y Enseñanza Gratuita, la de Edificaciones y Reformas Urbanas, la Unión Mercantil y Agrícola, el Círculo Cinegético, la Sociedad de Bellas Artes, germen del actual Museo, y muchas más.
Hoy, en la que fue sede de aquella irrepetible sociedad, frente a la Plaza del Príncipe, se ubican las instalaciones del moderno Hotel Príncipe Paz, a cuyos responsables ha propuesto la "Tertulia Amigos del 25 de Julio" la colocación de una placa que recuerde y salve del olvido, en modesto pero sentido homenaje, a la más singular sociedad privada que ha tenido Santa Cruz, en la que la cultura y el progreso marcharon hermanados de forma ejemplar en beneficio de la ciudad.“
(Luís Cola Benítez, 2014, de la Tertulia Amigos del 25 de Julio www.amigos25julio.com)

Barranco de Chamoco

Descripción del Barranco de Chamaco o Badajoz según Ireneo González Hernández
Considerado el mejor gramático canario del siglo XIX, Ireneo González fue catedrático por oposición de latín, retórica y poética, lengua castellana y religión. Escribió posiblemente la más bella y detallada descripción del Barranco de Badajoz que fue publicada en la revista Ilustración de Canarias el 30 de septiembre de 1883 con el título El Valle de Güimar.
 “Ilustración de Canarias” el 30 de septiembre de 1883 con el título “El Valle de Güimar”.
El Barranco de Badajoz situado al S. O. Y formado por la ladera, es lo más notable que allí se encuentra: es lo más grandioso que después del Teide, podemos por su belleza salvaje admirar en esta Isla. Desde el fondo del barranco cubierto de maljuradas cuyas amarillas flores semejan una alfombra de oro, apenas se alcanza á ver una tercera parte de la altura de los riscos cortados perpendicularmente, ocultas casi siempre sus cumbres entre las nubes, y poblados en la parte superior de gigantescas mocaneras. Precipítase al centro de la herradura de forma irregular en que el barranco termina, una hermosa cascada con sonoro rumor y grata vista. A la izquierda la cueva del culantrillo , verde y pequeña galería, da paso á cristalinas aguas; á la derecha por la Madre vieja con cavidad semi-oscura, entretegida de helechos y jibalveras discurren grandiosamente mansos arroyuelos; mientras que bajo los  pies se oyen bullir confusamente las aguas de la Mina. En las alturas se divisan recuerdos de nuestros antepasados los pacíficos moradores de aquellas soledades. En la cueva del cañizo se alcanzan á ver cruzados unos palos que algún temerario que ha llegado á penetrar allí asegura se de sabina. Al frente, entre la Cascada y la Madre vieja, pero á una altura accesible sólo para algunos pájaros, está la lanzita, palo que debiendo ser bastante grande aparece del tamaño de un bastón, y que no puede conjeturarse cómo ni por quien fue puesto allí.
Si algún atrevido intenta buscar el origen de la Cascada, llegará con gran riesgo de su vida al fondo de una especie de embudo cortado verticalmente, de paredes completamente lisas y de una elevación tal que causa algo más que espanto, más que horror. Allí la vida se encuentra á cada momento en inminente riesgo; una piedra del tamaño de una avellana desprendida de la altura produce un ruido que aturde. En el fondo, un poco
más arriba del naciente del agua que brota en diferentes partes al pie de unos peñascos, existe un agujero de dos pies de diámetro; si se arroja por él una piedra, se oye que cae de uno en otro salto durante algunos segundos, y se va oyendo más confusamente el golpe, y luego el sordo rumor de la caída, sin que llegue á percibirse el término de ésta aunque se aplique el oído á la boca del abismo. Este lugar se denomina la hondura, ó la fuga de cuatro reales.
En la parte opuesta, la Madre vieja da entrada, aunque completamente inaccesible, á otro abismo inmenso que corre parejas con la Hondura y se llama el Osario á causa de los huesos que en el fondo hay, de cabras despeñadas. Este sólo puede verse desde la cumbre.” (file:///C:/Documents%20and%20Settings/Edu/Escritorio/Archivo%20Municipal%20de%20G%C3%BC%C3%ADmar.htm).

Imagen: Sede del Gabinete Instructivo, hoy, Hotel Príncipe Paz.



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