miércoles, 7 de mayo de 2014

EFEMERIDES CANARIAS






UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1911-1920



CAPITULO-XII




                                Eduardo Pedro García Rodríguez
                              
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Nueva estructura del reparto de correos en el sur de Tenerife

Con respecto a las mejoras del servicio de Correos desde Santa Cruz hacia el Sureste de la isla, La Opinión, recogía el 31 de julio de ese reiterado año 1912 la siguiente “Información postal”, que tenía que ver con la reciente llegada de la Carretera General hasta Fasnia:

Debido a las gestiones del digno y celoso administrador principal de Correos de esta Provincia, se ha dispuesto por R. O. del Ministerio de la Gobernación, de fecha 17 del corriente, la supresión de las conducciones del Correo entre esta Capital y Güimar, y de
Güimar á Arico, estableciéndose en cambio, una conducción en carruaje de cuatro ruedas de Santa Cruz de Tenerife á Barranco Hondo, Candelaria, Arafo, Güimar, Escobonal y Fasnia (39 kilómetros) y otra á caballo de Fasnia á Arico (16 kilómetros), subvencionándose la primera con 3.800 pesetas y la segunda con 1.599 pesetas anuales.

Pero a pesar de la creación de la Cartería de El Escobonal y de las mejoras en la conducción de la correspondencia, en este pueblo seguían los problemas con el reparto de los periódicos, como destacaba El Progreso el jueves 6 de agosto de 1914: “¿Qué ocurre?.- Se nos dice que los periódicos puestos en esta estafeta de correos con destino al Escobonal no llegan a sus destinatarios desde el día 23 del pasado. / Creemos un deber llamar la atención al Sr. administrador sobre este abuso por si en lo sucesivo se puede evitar”.

El 1 de abril de 1917, Gaceta de Tenerife informaba de la nueva subasta del transporte de la correspondencia por el Sureste de la isla, de forma semejante a la realizada cinco años antes, pues había de efectuarse “en carruaje de cuatro ruedas entre la oficina del ramo de Santa Cruz de Tenerife y la de Fasnia y a caballo entre la de este punto y la de Arico, bajo el tipo máximo de ocho mil pesetas anuales y demás condiciones del pliego”, por lo que se deduce que, a pesar del tiempo transcurrido, la Carretera General aún no pasaba de Fasnia. Cinco años después, el 19 de abril de 1922, El Progreso se ocupaba de otra subasta de la “Conducción de correspondencia al Sur de Tenerife”, que, tal como venía haciéndose hasta entonces, debía efectuarse: “en carruaje de cuatro ruedas entre Santa Cruz de Tenerife y Fasnia y a caballo entre este punto y Arico”, debiendo atender en el recorrido a las carterías de “Barranco Hondo, Candelaria, Arafo, Guimar, Escobonal y Fasnia”, todo ello por el tipo máximo de 6.620 ptas, según el pliego expuesto “en la Secretaría de esta Administración Principal y en la Subalterna de Guimar”. Pero el 23 de ese mismo mes de abril, el Pleno del Ayuntamiento de Güímar solicitaba la sustitución de los medios de transporte anunciados, por considerarlos obsoletos:

A propuesta del Concejal Marrero Martín, se acordó por unanimidad hacer presente al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación el sentimiento con que se ha visto por esta Corporación el anuncio de subasta inserto en el B. O. de la provincia nº 46 para la conducción de correspondencia entre la Capital a Fasnia por medio de carruaje de cuatro ruedas, sin determinar expresamente en aquel que fuese automóvil, así como la misma conducción a caballo desde Fasnia hasta Arico, por los perjuicios que de concurrir solamente empresas de carruajes de tracción de sangre se irrogarían a toda esta región y por no haber razones que aconsejen la conducción de la correspondencia a caballo en el segundo trayecto ya que se halla abierta al servicio público la carretera hasta la villa de Arico; suplicándole por medio de instancia quede sin efecto la subasta
anunciada para contratar el servicio de conducción arriba expuesto y que en su lugar y previos los trámites indispensables para ello se anuncie una nueva debidamente retribuida para exigirse que pueda ser conducida en automóvil a todo el trayecto.

No conocemos la respuesta de la administración, pero dado que la sugerencia del Ayuntamiento suponía una mejora clara para el servicio, suponemos que ésta sería atendida, aunque es mucho suponer. Lo cierto es que años más tarde, tras la creación de la empresa Transportes de Tenerife, la conducción de la correspondencia la haría la guagua-correo que todos recordamos.

A la izquierda, en primer plano, bajo la carretera, la casa de don Andrés García y doña Ifigenia Marrero, donde estuvo la Cartería, que luego pasó a la casa de la derecha, construida por don Martín García Marrero. A la derecha, este recordado cartero.

Nuevos carteros y cambio de sede la carteria de El Escobonal

Con el fin de mejorar el reparto de la correspondencia en Agache, el 8 de agosto de 1924 la Administración de Correos pidió al Ayuntamiento de Güímar que nombrase un cartero para los pagos de La Medida, Pájara y Lomo de Mena; y el 8 de octubre de ese mismo año la Corporación municipal nombró a Florentín Castro Díaz como primer cartero rural de dichos pagos, lo que permitió recibir el paquete directo en el primero de dichos barrios, aunque con carácter provisional. Y el 8 de agosto de 1925, el cartero rural de La Medida solicitó al Ayuntamiento el oportuno matasellos.

El lunes 20 de mayo de 1929, el diario El Progreso se hacía eco de la muerte del primer cartero de El Escobonal: “En el Escobonal ha fallecido el encargado de aquella estafeta de Correos, don Andrés García Campos, persona muy estimada de sus numerosas amistades”. Don Andrés había permanecido al frente de la Cartería rural de este pueblo
durante 17 años. Y tras la muerte de este primer cartero, quedó encargada de la Cartería su viuda, doña Efigenia Marrero Díaz, con la colaboración de sus hijos doña Peregrina y don Martín García Marrero; pero del reparto se encargaba doña Josefa Rosa “La Cartera”, quien trabajó como peatón de Correos, sobre todo durante la Guerra Civil, repartiendo la correspondencia por todas las casas del pueblo, con la ayuda de sus hijos don Eliberto y doña Maximina del Pino Rosa.

Continuando con las mejoras de este servicio en el municipio de Güímar, el 28 de marzo de 1931 el Pleno del Ayuntamiento solicitó nuevas carterías rurales para los barrios de San Juan y La Medida, con sus correspondientes placas y fechadores. El 21 de octubre de 1931 también se solicitó una “cartería-peatonía” para los barrios de Guaza, La Hoya y San Juan. Y el 20 de mayo de 1932 la Administración de Correos creó la Cartería rural de La Medida, segregada de la de El Escobonal, que también atendería a los pagos de Pájara y Lomo de Mena.

En 1937 ya figuraba como cartero de El Escobonal don Martín García Marrero (1893- 1986), hijo de los anteriores carteros don Andrés García y doña Efigenia Marrero, a los que ocasionalmente había ayudado en dicha labor desde su juventud; permanecería al frente de la Cartería durante por lo menos 43 años y en la primera etapa contó también con la colaboración de doña Josefa “La Cartera”. Don Martín construyó una casa, también en La Quebrada y cerca de la de sus padres, pero anexa a la Carretera General, a donde pasó la Cartería, con el correspondiente buzón público. Con su profesión de cartero fue conocido y apreciado por sus paisanos, que todavía lo recordamos con las cartas en la mano y recorriendo diariamente a pie la dispersa geografía del pueblo, a pesar de su avanzada edad. Además, en su juventud destacó por su fortaleza como luchador y fue capataz de una plantación de caña de azúcar en Cuba, agricultor-propietario en su pueblo, y primer presidente de la Sociedad Cultural “El Porvenir”, así como concejal y procurador síndico suplente del Ayuntamiento de Güímar durante la II República (de 1931 a 1936) por el Partido Republicano Radical.

Varias décadas después de la creación de la Cartería de El Escobonal, los vecinos del “Lugar de Arriba” aún seguían protestando por su mala ubicación. Así, el 3 de julio de 1953, un grupo de vecinos de La Montaña, todos agricultores y mayores de edad, elevaron una instancia al alcalde de Güímar, para exponerle:

Que encontrándose la Cartería rural del Barrio del Escobonal a una distancia de 2 kilómetros aproximadamente de la Montaña y otros lugares cercanos donde residen unos seiscientos vecinos y no existiendo cartero rural, con el consiguiente perjuicio para
el reparto de correspondencia, que a veces llega con mucho retraso.

Es por lo que suplican a V.S. que: teniendo por presentada esta solicitud se digne solicitar del Sr. Administrador Provincial de Correos de S/C de Tenerife, les sea concedido previos los informes oportunos la instalación de una Cartería Rural de correos en La Montaña, centro del lugar donde más falta hace dicha cartería para el servicio de todos los vecinos, por ser de urgente necesidad.

Pero según los técnicos municipales faltaban muchos requisitos para tramitar la petición, que evidentemente no logró su objetivo.

Según un informe elaborado por el Ayuntamiento en 1965, el municipio contaba por entonces con una Administración de Correos en la cabecera municipal y cuatro carterías
rurales en Fátima, San Juan-La Hoya, La Medida-Pájara y El Escobonal. Además del
administrador existían 7 carteros, uno urbano y seis rurales, tres de ellos en Agache: en La Medida, Lomo de Mena y El Escobonal. En este último lugar existía por entonces un único buzón, en La Fonda, aparte del existente en la propia Cartería.

A la izquierda, la casa de don Domingo Mesa, en La Hoya de los Almendreros, donde estuvo la oficina unos cuatro años. A la derecha la casa de don Lizardo “El Cartero”,
en La Vera, en la que permaneció durante más de 20 años.

Don Martín García Marrero continuó como cartero de El Escobonal hasta enero de 1980, en que previa denuncia por su avanzada edad tuvo que dejar este empleo, cuando
contaba nada menos que 86 años, más de la mitad de ellos como cartero. Al mes siguiente se
hizo cargo de la Cartería don Lizardo de la Rosa Campos, sobrino-nieto del anterior, que contó en sus inicios con la experiencia y enseñanzas de don Martín. Nuestro amigo Lizardo aún continúa al frente de ella, tras 32 años de servicio, habiéndose ganado en este tiempo la simpatía y el cariño de todos sus paisanos, tanto por su entusiasmo profesional como por su carácter alegre y su entrañable trato humano.

En el mismo año 1980 se gestionó y obtuvo por el Ayuntamiento, ante la Dirección General de Correos, la colocación de nuevos buzones en los diferentes barrios: El Pino, La Corujera, El Montijo, La Montaña y El Tablado, a los que se sumaba el ya existente en La Fonda; todos se han mantenido hasta la actualidad, menos el de El Pino, que ha sido suprimido. Y con respecto a la Cartería, tras la jubilación de don Martín abandonó La Quebrada, quedando instalada inicialmente en casa de don Domingo Mesa, en La Hoya de los Almendreros, durante unos cuatro años; luego en el domicilio del nuevo cartero, en La Vera, durante otros 23 años; y desde 2007 en un local cedido por el Ayuntamiento en una antiguavivienda de maestros de la Plaza de San José, ahora sí, en el centro del pueblo.

Sede actual de la oficina de Correos, en la Plaza de San José, en una antigua vivienda de maestros. (Octavio Rodríguez Delgado, 2012)


Notas:
1 Sobre este tema puede verse también el artículo de este mismo autor: “Los servicios públicos en El Escobonal: la Cartería u oficina de Correos (1912-2012)”. Programa de las 258 Fiestas de San José (El Escobonal). Agosto de 2012.


1912 febrero.
El vapor "Viera y Clavijo" se construyó en los astilleros Caledon, en Dundee y fue entregado a la Compañía de Vapores Interinsulares Canarios en fe­brero de 1912. El día 15 de ese mismo mes zarpó desde Liverpool con desti­no a Las Palmas de Gran Canaria, incorporándose de inmediato al servicio in­terinsular canario. El 17 de marzo arribó por primera vez al puerto de Santa Cruz de Tenerife, al mando del capitán Pedro Schwartz, continuando viaje hacia Arrecife.
Al tratarse el "Viera y Clavijo" del primero de los seis correíllos que entra­ba en servicio, acaparó el interés informativo local y fue muy visitado por las autoridades insulares, celebrándose varias recepciones a bordo. El 26 de marzo siguiente fondeó por primera vez en La Estaca (El Hierro) y ello fue motivo de júbilo para la población herreña.
Durante años, el "Viera y Clavijo" y sus compañeros de flota enlazaron la mar isleña con tierra insular y el territorio continental (africano,) hasta que en los difíciles tiempos de la Primera Guerra Europea, entre 1914 y 1918, fue fletado por armadores del Cantábrico conjuntamente con los vapores "La Palma" y "León y Castillo", estableciendo un tráfico de transporte carbonero entre puertos del Norte de la península ibérica.
Con la vuelta de la paz, los correíllos mayores retornaron a Canarias y, ya en 1930 se incorporó a la flota de Compañía Trasmediterránea. (Juan Carlos Díaz Lorenzo).

1912 febrero 8.

El día 8 de febrero del año 1912 un fuerte temporal de lluvia, viento y fuerte oleaje se abatió sobre Gran Canaria, las carreteras quedaron cortadas por la caída de árboles a consecuencia del fuerte viento, lo teléfonos dejaron de funcionar y todos los barrancos de la Isla corrieron de banda a banda. En la ciudad, el sector que fue más afectado por este fuerte temporal fue el del puerto de La Luz, y en especial, la playa de Las Canteras; las olas de proporciones gigantescas derrumbaron murallas de contención arrasando con casas hasta llegar al otro lado del itmo, todas las casetas de madera, tanto las de la playa como las de la Avenida Marítima, fueron barridas por el enorme oleaje. Las barcas de los pescadores desaparecieron de la arena y en el Muelle, el antiguo barco “El Correíllo” Viera y Clavijo rompió amarras y colisionó con un barco carbonero de bandera inglesa.


1912 mayo 4.
Las represalias contra los periodistas por los criollo españolistas a cuenta de su labor, estuvieron presentes en las Islas hasta bien entrado el siglo xx. Sirvan como ejemplos estos casos: a finales del siglo xix, Patricio Perera Álvarez, redactor-jefe de «Unión Conservadora», fallece a consecuencia de la agresión que le propinan sus rivales polí­ticos (véanse detalles en Unión Conservadora, 9 y 25-8-1899); en vísperas de la gue­rra europea, Leoncio Rodríguez, director de «La Prensa», es agredido por denunciar ciertas atrocidades en una becerrada (véanse detalles en: La Prensa, 11-7-1911); días más tarde le ocurre otro tanto a Jerónimo Fernaud, redactor de «La Opinión», por in­formar sobre un juicio (véanse detalles en La Opinión, 1-8-1911). La intimidación con la violencia, por lo demás, no sólo mediatizó la labor de la prensa canaria, pues a fina­les de la guerra europea el periodista tinerfeño Manuel Delgado Barreto, redactor de «La Acción» de Madrid, sufrió una agresión en la capital de España  (véanse detalles en: Gaceta de Tenerife, 21-5-1918).


1912 Mayo 8.  El 1912 mayo 4.

Muere Secundino Delgado, Padre del Nacionalismo Canario.

Muere en Añazu a los 45 años el periodista, político y líder independentista, Secundino Delgado Rodríguez, considerado como el padre del nacionalismo canario. Participó en el movimiento insurreccional de Cuba contra la dominación española, abrazando igualmente la idea de ver liberado el archipiélago canario de yugo español. Sus restos descansan en un lugar indeterminado del cementerio de San Rafael y San Roque de la capital tinerfeña.
"En vano buscará el español una mordaza para nuestras bocas y

una losa para nuestros corazones"

“Nació Secundido Delgado en la calle San Lucas de Santa Cruz de Tenerife, en 1867, aunque viviera mucho tiempo en la localidad de Arafo. Emigró a Cuba muy jóven, como tantos otros paisanos isleños de su época, buscando mejores condiciones de vida, que como a tantos canarios les era negada en su propio país, consecuencia del colonialismo y su sistema caciquil imperante. En la perla del Caribe entra en contacto con revolucionarios cubanos y canarios unidos por un mismo ideal en torno a la libertad de aquella isla antillana. Fue el padre indiscutible del nacionalismo canario (como en Cuba fue apostol de su independencia fue el descendiente de canarios por vía materna: José Martí Perez). Aquella frase que se le acuña, "...todo por y para la libertad de los pueblos y de los hombres", es de apliación en las Canarias del siglo XIX y principios del XX. Estamos pues ante la presencia de un insólito personaje que jugándose su bienestar y prosperidad, por sus ideales prefirió denunciar el mal que aquejaba a las islas y a los isleños, muy a sabiendas de lo que estaba arriezgando en semejante empresa. Conociendo el peligro de un enfrentamiento a la dura administración española, repetía frecuentemente " Qué importan los sacrificios si algún día llega a alumbrar nuestra Patria el Sol de la libertad".Aquel grito que lanzaba Secundino era apremiante y necesario, y que podía haber hallado eco en la decada de los años 30, si otras circunstancias políticas tranformadas en guerra civil no hubieran truncando aquel buen deseo ya suficientemente arraigado entre los canarios. Desde los inicios del siglo XX, canarios residentes en América que captaban la opresión caciquil del sistema social imperante en estas Islas, pensaban la viabilidad de un Estado canario independiente de España, al igual que los, por aquellos momentos, emancipados de Cuba, Puerto Rico o Filipinas. En 1924 se constituyó en La Habana el Partido Nacionalista Canario, que no tuvo gran aceptación, por falta de verdadero conocimiento, en las propias Islas Canarias ni en su política partidista de ámbito español, si bien constituyó un referente histórico que ha encauzado ideales nacionalistas. En Cuba colabora con los "rebeldes" independentistas en la guerra contra el ejército español de ocupación, y donde pronto será un "elemento peligroso", para los servicios de información del ejército colonial. Acusado de coparticipar en un atentado con explosivos en el edificio del Palacio del Gobierno en La Habana, ha de salir de Cuba y regresar a Tenerife, su isla natal, a principios de mayo de 1896; pero como quiera que el Capitán General era el sanguinario Valeriano Weyler, militar vinculado a la Cuba colonial, y recien nombrado para el mando en la Isla de Tenerife, conocedor de su paradero le denuncia por telegrama a las autoridades militares de Canarias, que le perseguirán insistentemente. Secundino tendrá que huir de su país -esta vez por motivaciones políticas-, transcurridos unos nueve meses de su llegada de Cuba, con la ayuda de portuarios que le esconden en un barco con dirección a Venezuela. En Caracas, a los pocos meses y en unión de otro gran patriota palmero, José Esteban Guerra Zerpa (fundandor del periódico Diario de Avisisos de Santa Cruz de la Palma), editan la revista quincenal, independiente y noticiosa de las Islas Canarias, El Guanche, de la que sólo se publicaron cinco números por la presión que el embajador de España en Caracas ejerció sobre el presidente venezolano, general Crespo, para que dispusiese el cierre inmediato de la misma y prohibiese toda clase de organizaciones canarias de tipo nacionalista en aquel país.
Con estas medidas se da al traste, tanto con la revista, como con el incipiente "Club patriótico para la propagación de los ideales que defiende El Guanche", que no eran otros que concienciar a los canarios residentes en Venezuela, en el camino de las aspiraciones que tenían proyectadas para la Patria isleña. Tan "peligroso" llegó a ser Secundino Delgado que para erradicar totalmente cualquier brote de esta índole que afectase a los intereses españoles, llegó a ser expulsado de aquella República hermana por órden expresa del mismo presidente y dictador General Crespo. Después de una breve estancia en Curazao, donde al parecer coninuó publicando su revista El Guanche, aspecto sin confirmar, pasa a Nueva York. Secundino reside en Nueva York donde su espíritu patriótico y de regeneración social y político por la que lucha, hace que esté en constante demanda de todo lo que entiende que perjudica a Canarias y a sus hijos. De ahí que su incansable pluma no cesa en denunciar las tropelías que en el solar patrio se cometen. Finalizada la guerra de Cuba con su independencia, lo encontramos nuevamente en Santa Cruz de Tenerife, alternando su residencia en su querido pueblo de Arafo. Seguirá colaborando en medios escritos, e impulsará el semanario Vacaguare de ideología autonomista, que se publica en Aguere, hasta 1902 en que la autoridad española dispone su cierre, y aunque aparece como director el jóven Manuel Déniz Carballo, todo apunta a que el verdadero promotor era Secundino. En el periódico Vacaguare, puntualiza lo siguiente: "...que nuestro periódico, aunque vea la luz propia en Tenerife, no es un periódico tinerfeño, sino un periódico CANARIO; que todos los desmanes, todos los errores, todas las injusticias que en nuestras islas se realicen, sea de donde sea, en ciudad, villa, pueblo, villorio o caserío, todo lo hremos público, din temores de ninguna especie; que anhelamos el bienestar que por derecho y ley natural corresponde disfrutar los hijos de estos siete hermosos peñones, y que tras ellos marchemos, puesta nuestra confianza en la razón que nos asiste, y en la indudable creencia que tenemos de que no habrá un solo canario honrado que no secunde la misión que nos hemos impuesto...y finalmente arengaba con su sempiterna frase: Pueblo de las Islas Canarias... ¡Viva nuestra autonomía!" Más tarde aquel inicial firme independentista canario, desde Florida y Cuba, tornó su ímpetu en los últimos años de su vida para convertirse en autonomista, sin duda condicionado por la imposibilidad de defender publicamente el independentismo en Canarias tras la pérdida de las últimas colonias americanas por parte de España, y el analfabetimos y control caciquil reinante. Este ilustre tinefeño, amante de su tierra como nadie, nacionalista de pro, tenía claro que había que acabar de una vez con las rencillas y discordias que gentes sin amor por Canarias fomentaban en las Islas para provecho de sus intereses personales y de dominio. En este ideal nos dejó escrito: "...despreciad con valor la prensa venal y asalariada que fomenta la discordia entre las Islas, nuestra Patria, con el fin de dividir al pueblo para que el lobo debore con paciencia y gusto su víctima...La emancipación y el mejoramiento de esta Patria, no lo esperemos de esos sabios de librea que asisten a las Cortes para hacer la venia al amor....¡¡ Ah !!, el día que se nos caiga la venda, estas siete joyas volverán a ser como el nombre que llevaban..." A pesar de ella sus proclamas autonomistas fueron determinantes en su detención el 2 de marzo de 1902 por órden del General Weyler, que dispuso su prisión en la cárcel modelo de Madrid. Lo que aquel general, nombrado como Marqués de Tenerife, no pudo llevar a cabo desde La Habana a pesar del intento en 1896, si lo logró desde su puesto de mando en Madrid, como ministro de la Guerra. Lamentables fueron los últimos años de su vida. Aquella órden se cumplió y Secundino fue detenido por la Guardia Civil española en Canarias, cuando se hallaba en su casa de descanso de Arafo. Conducido a pie hasta la prisión de Santa Cruz de Tenerife, para seguidamente ser trasladado a la Modelo de Madrid. Se llevaron a cabo gestiones para su liberación especialmente por el consulado de los Estados Unidos, que representaba los intereses de Cuba en España dada su nacionalidad cubana. No obstante fue internado en la Cárcel Modelo de la capital de España, donde permaneció casi un año sin recibir el auto de procesamiento, motivo de la detención, ni ser sometido a juicio. Con la intermediación de su paisano canario, Nicolás Estévanez, se logró su libertad. Durante su estancia en prisión adquirió o agravó la enfermedad pulmonar que padecía y que causó más tarde su muerte, 4 de mayo de 1912, en la casa donde habitaba en la Calle Progreso de Santa Cruz de Tenerife. El asunto había trascendido a la prensa madrileña y a toda la de España y al propio Congreso, donde ningún diputado español supo dar razones de aquella injusticia.” (Tomado de: Nación Canaria, 09/05/08)

 periodista palmero, Luís Felipe Gómez Wangüemert, afincado durante la mayor parte de su vida en Cuba, escribe una semblanza a su amigo Secundino Delgado Rodríguez, que acababa de fallecer en Tenerife: "Acaba de morir en Santa Cruz de Tenerife, en su tierra, a la que tanto amó y a la que no pudo ver poseedora de todas las libertades que anhelaba para ella, un hombre todo corazón, un ideólogo, un rebelde: Secundino Delgado. De vivir en los tiempos de Garibaldi, hubiérase puesto a sus órdenes para pelear en defensa de los pueblos oprimidos. Pasóse muchos años en América, y fue allí revolucionario. No podía ser otra cosa" .

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