miércoles, 16 de julio de 2014

FELIPE DAMIAN LOPEZ RODRIGUEZ





1909 octubre 29.

Nace Felipe Damián López Rodríguez
Establecido en su ciudad natal llevó a cabo una meritoria labor de enseñanza y difusión de la música en unos años difíciles, en los que era imposible contar con ayudas económicas de entidades estatales o locales, pero sembró buena semilla en la juventud palmera. Fundó y dirigió las bandas de música del Frente de Juventudes (1940), como ya se dijo, y la denominada “Santa Cecilia” (1952), así como la Academia de Música, gratuita, de la que saldrían la gran mayoría de los músicos de la Isla de La Palma; se preocupó por la divulgación de la música de cámara. Introdujo en los ambientes musicales de La Palma el conocimiento de músicos de la talla de Rimsky-Korsakov, Stravinski, Débussy, Respighi, por aquella época aún muy desconocidos y poco aceptados.
Notas realizadas por su hijo José López Mederos, extraídas de documentación familiar, prensa y memoria viva de amigos y familiares.

Datos genealógicos.

Nacido en Santa Cruz de La Palma el 29 de octubre de 1909, hijo de Damián López Sánchez, músico militar, natural de Leganés (10 de Septiembre de 1885, Madrid), destinado a Santa Cruz de Tenerife (Noviembre de 1903, Regimiento de Infantería Canarias nº 1) y posteriormente al Batallón de Cazadores de La Palma nº 20 en 1906, y de Antonia Rodríguez Gutiérrez, que lo fue de la capital de La Palma. Heredó la afición de su padre y de su abuelo, Don Damián López Sánchez (Jaén, 5 de Junio de 1859 – Alicante), Músico Mayor del Ejército, quien desarrolló una amplia actividad en Filipinas y Marruecos español (Melilla). Destinado en Filipinas en 1895, en Cavite y Manila, en el Regimiento de Línea Magallanes. Participó en la defensa de Manila en 1898, con el Regimiento nº 73 hasta la capitulación de Manila el 13 de Agosto del 98. Por su participación en la Guerra de Filipinas recibió la Medalla de Luzón y la Cruz de Primera Clase con distintivo rojo. Participó en la guerra de Marruecos en la campaña de Melilla de 1911 a 1914. Durante esta etapa, como Músico Mayor del Batallón de Segorbe, dirigió una retreta militar de título ¡Viva el Rey!, ejecutada por las bandas de los regimientos de línea y los batallones de cazadores de guarnición en la plaza y cornetas, tambores y clarines de los cuerpos montados, unos trescientos noventa y dos músicos. Llegó a ser el Músico Mayor de más alta graduación en el Ejército español en su época.

Datos biográficos.

Desde joven manifestó muy buenas cualidades para el estudio y la interpretación musicales, particularmente en el piano, bajo la tutela de su padre, el Músico Militar Don Damián López Sánchez y de otros músicos y directores de la Banda del Batallón de La Palma. En la revista HESPÉRIDES de Tenerife. (nº 48, del 28 de noviembre de 1926, un especial dedicado íntegramente a Santa Cruz de La Palma), el Director de la revista Don Rafael Peña León, publicaba el siguiente artículo.

Un artista de Santa Cruz de La Palma.

Robándole unos momentos al excesivo trabajo que me impuse en La Palma para tomar informes de este extraordinario, debido a una invitación de un amigo que conocía mis aficiones artísticas, asistí a una reunión en la que dio un concierto musical el joven pianista Felipe López Rodríguez, hijo de la citada población.

La grata impresión que en mí causó el joven pianista -casi un niño-, aún la recuerdo como algo de eso que no puede olvidarse nunca.

Sentado en la banqueta giratoria, ante el piano, ejecutó obras clásicas de los más grandes maestros, con un dominio del teclado y una manera de interpretar el sentido y valor artístico de las notas, que para sí quisieran muchos de esos que se titulan genios y viven a costa del moteado pentagrama.

Donde dio la nota más definida de su arte, este joven imberbe, fue interpretando los
Cantos Canarios de Power y Granada y Sevilla de Albéniz; su temperamento meridional se reveló notablemente en estas composiciones magistrales de música propia.

Es lástima que las entidades oficiales –-anto insulares como de la provincia- no se preocupen de este joven artista el que debido a sus inclinaciones, con eficientes estudios en los grandes conservatorios, podría dar mucha gloria a la patria chica, en fecha no lejana. Pues pesar de ser tan joven, también pude escuchar algunas composiciones escritas por él bastante inspiradas.

Fue uno de los más entusiastas creadores, junto con Don Elías Santos Rodríguez, de la Masa Coral de Santa Cruz de La Palma, participando activamente en el primer concierto que esta señera institución celebró en el Circo de Marte el Viernes 15 de Julio de 1927, formando parte de la Orquesta de dicha agrupación, participando en los Conciertos del Jueves, de excepcional calidad, entonces y hoy, y que hicieron a la Masa Coral muy popular en La Palma, fructífera colaboración que mantuvo hasta su marcha a Madrid en 1928 y que reanudó con más bríos y conocimientos a su regreso en 1934.

En Diciembre de 1927, bajo la dirección del muy joven (18 años) Felipe López, la “Agrupación Juventud Ideal” visitó Valverde de El Hierro con notable éxito, al decir de la prensa de la época. Con tal motivo, el poeta de El Hierro, F. Ramos, dedicó a Felipe López  estos versos:



                    Felipe no fuma en pipa
                    pero ejecuta primores
                    y en el piano estereotipa
                    dulces sonatas de amores,
                    infiernos crueles de celos,
                    fiero rugir de pasiones
                    diafanidades de cielos
                    y aleteos de ilusiones.
                    López busca en recta senda
                    Los ocultos manantiales
                    de divinas armonías
                    donde el Arte-Dios ofrenda
                    las sublimes melodías
                    que allí brotan a raudales.



En 1928, a los 19 años, sin ninguna ayuda oficial y a expensas de su familia, marchó a Madrid para estudiar la carrera de piano y composición en el Real Conservatorio Superior de Música y Declamación. Su estancia en Madrid fue sumamente importante para su formación musical, formándose con importantes personalidades del ámbito musical, como Don Joaquín Larregla, Don José Cubiles o Don Manuel de Falla. En el concierto de fin de curso de su promoción, ejecutó varias interpretaciones al piano ante los monarcas Don Alfonso XIII y su esposa, Doña María Eugenia de Battemberg.

El advenimiento de la II República en 1931, le coge en Madrid realizando el servicio militar, incorporado al Regimiento de Infantería nº 31 de aquella plaza, en la que tuvo que actuar como retén militar durante la quema de los conventos de los días 11 y 12 de Mayo de 1931. Los azarosos y “movidos” años del Madrid republicano los vivió Felipe López vibrante e intensamente, actuando como músico en ciento de actividades, tanto culturales como políticas, sin haber estado afiliado jamás a un partido político. Pero, la participación, siempre como pianista contratado, en relevantes actos políticos, algunos de izquierdas, estuvo a punto de costarle muy caro al producirse la Guerra Civil, ya de regreso en La Palma. Contaba a sus hijos que en cierta ocasión vio un anuncio en el Sindicato de Músicos solicitando un pianista para un mitin del PSOE, por el que pagaban unas veinticinco pesetas y, evidentemente, no se lo pensó dos veces. Fue a tal acto y participó en él como pianista. Al día siguiente la portada del periódico El Socialista publicaba en primera plana una fotografía del mitin y en ella aparecía el joven Felipe López al piano rodeado de toda la plana mayor de dicho partido. Ese periódico llegó a La Palma y “alguien” tomó nota. Cuando se produjo el golpe militar de 1936, sirvió para acusarle de “rojo socialista”, lo que entonces se pagaba con la vida.

De su estancia en Madrid, destaca también su presencia asidua a las famosas tertulias del Café Pombo, donde conoció y trató a intelectuales de la talla de Ramón Gómez de La Serna, Federico García Lorca, Joaquín Entrambasaguas, entre otros. También es de resaltar su amistad con otros estudiantes palmeros, especialmente con el pintor Gregorio Toledo, con el cual compartió pensión y alguna que otra correría. Su familia conserva un óleo de este pintor que retrata al joven estudiante al piano.

Se vio obligado a regresar a su ciudad natal en 1934, ante la grave enfermedad de su madre, teniendo que abandonar muchos y queridos proyectos, como la oferta para la dirección de la orquesta del Teatro María Guerrero o la dirección de la Banda Municipal de Madrid, proyectos truncados para siempre por la terrible Guerra Civil que comenzaría dos años después. Siempre le quedaría al Maestro aquella “magua”.

Entre 1934 y 1936 participa activamente en la vida cultural de su Isla, dirigiendo entonces el conjunto de cuerda de la Agrupación Cultural Proletaria “Octubre” y su querida “Agrupación Juventud Ideal”, a la que con anterioridad ya había dirigido, como queda dicho. El periódico de Tenerife La Prensa del 1 de Julio de 1936, se hace eco de los éxitos de la “Agrupación Octubre” comentando: el conjunto de cuerda de la “Agrupación Octubre”, bajo la dirección del joven maestro Felipe López, después de ejecutar el himno de la Agrupación, interpretó los cadenciosos aires de nuestra tierra, refiriendo un apoteósico acto literario-musical celebrado en el Circo de Marte el sábado 28 de Marzo de 1936, en el también intervino la Orquesta López, ejecutando una selección de cantos regionales de Don Damián López Sánchez, padre del Maestro López . El éxito fue tal que este acto tuvo que repetirse el lunes siguiente.

Al estallar la guerra, y por su supuesta simpatía hacia las ideas de izquierdas que, como queda dicho, estuvo a punto de costarle gravísimas consecuencias, tuvo que alistarse como voluntario en una Bandera (Regimiento de Infantería de Tenerife nº 38) que preparaba en Santa Cruz de Tenerife, quien sería su padrino de bodas, el Comandante de la Guardia Civil, Don Rafael Herrera Zayas. Bajo la protección de éste y de quien fuera uno de los mas eminentes músicos de aquel entonces en Tenerife, Don Ernesto Correas Negrín, músico militar y civil, Felipe López pudo ingresar como “educando” en la Banda Militar de Música, como “oboe”, instrumento que tuvo que aprender a tocar en 24 horas, puesto que era la única plaza disponible. Posiblemente, su condición de músico le salvó la vida en aquellos duros años de la Guerra Civil. De Tenerife fue destinado a Marruecos al Batallón de Cazadores del Serrallo nº 8 (Tetuán, Xauen, etc.), en Agosto de 1938, y no marchó al frente de guerra en la Península al convertirse en indispensable organista de las Monjas de la Caridad, que le mantuvieron perpetuamente en “baja médica”. En esta época hizo la letra y la música del Himno del Batallón del Serrallo nº 8, en el cual servía, hecho que tuvo eco en la prensa local: Un canario que destaca. Según noticias que nos llegan de nuestra zona del Protectorado de Marruecos, nuestro paisano, el pianista don Felipe López, ha obtenido grandes triunfos, con la preparación de diversos festejos para celebrar la “Fiesta de la Patrona del Arma de Infantería”. Dicho paisano que sirve en uno de los Cuerpos de Guarnición en aquella plaza, organizó un cuadro artístico y una agrupación de cuerdas, que llamó mucho la atención, habiendo sido felicitado por los Jefes y Oficiales de su Unidad. Enviamos nuestra felicitación a sus padres, residentes en ésta y nos agrada sobremanera que nuestros paisanos dejen bien puesto el nombres del terruño (Diario de Avisos).

Es evidente que al Maestro López no lo paraba ni la guerra; su formación y amor a la música no le dejaban pasar mucho tiempo sin meterse en “harina”. También compuso en esos momentos un laudatorio himno al General Franco.

Terminada la Guerra Civil y desmovilizado (30 de Mayo de 1939), regresó a Santa Cruz de La Palma, fundando la Banda del Frente de Juventudes en su ciudad natal. Hubo de vestir el uniforme azul no por convicciones sino por supervivencia (como muchos en aquellos momentos). Exponente de lo dicho es que jamás permitió a ninguno de sus cinco hijos, todos varones, afiliarse a ninguna de las organizaciones juveniles de Falange Española o del Movimiento Nacional, y siempre estuvo “marcado” por los franquistas palmeros. Muchos años después de su prematura muerte, uno de sus hijos encontró en el archivo policial de S/C. de La Palma su petición, entonces obligatoria, para la prórroga del servicio militar por estudios universitarios; al dorso de la misma aparecía escrita a mano y lápiz la siguiente anotación: Ojo: su padre fue directivo de la Agrupación Octubre, de marcado carácter izquierdista. Y esto fue en 1966, ¡Veintisiete años después de la guerra!

Establecido en su ciudad natal llevó a cabo una meritoria labor de enseñanza y difusión de la música en unos años difíciles, en los que era imposible contar con ayudas económicas de entidades estatales o locales, pero sembró buena semilla en la juventud palmera. Fundó y dirigió las bandas de música del Frente de Juventudes (1940), como ya se dijo, y la denominada “Santa Cecilia” (1952), así como la Academia de Música, gratuita, de la que saldrían la gran mayoría de los músicos de la Isla de La Palma; se preocupó por la divulgación de la música de cámara. Introdujo en los ambientes musicales de La Palma el conocimiento de músicos de la talla de Rimsky-Korsakov, Stravinski, Débussy, Respighi, por aquella época aún muy desconocidos y poco aceptados. Su labor pedagógica de este nuevo concepto de la música sinfónica, le hizo famoso en los ámbitos intelectuales y musicales como Vitrina, por su frase “Beethoven a la vitrina”, que definía la postura del Maestro ante la música clásica: bien está conocer a los clásicos pero abierto a todas las innovaciones, de las que, en buena parte, estaba al día, algo harto difícil en una isla y en aquellas décadas. Recibía en su casa variada literatura, entonces prohibida por la dictadura franquista, procedente de Argentina (“Ruedo Ibérico”) y Venezuela, donde tenía buenos amigos y discípulos, como su otro “cuasi” hijo, Domingo Lorenzo, El Capullo, exquisito y genial trompetista, que le enviaban libros y música, y a veces discos de “cosas raras” que mantenían al Maestro enterado de lo que había no ya fuera de La Palma sino de España. Fue toda su vida un lector empedernido de todo. Otra frase que ilustra sobre su pensamiento poco acomodaticio es: Estudiar mucha armonía y cuando se sepa bien tirar el libro a la papelera y dejar volar la imaginación.

Su saber musical no lo aplicó a la exhibición sino al servicio; su técnica ennobleció muchas veces fáciles composiciones ajenas, en una época en que se valoraba más la ocurrencia melódica que la trascripción al pentagrama y la instrumentalización. Felipe López rechazó el divismo y alcanzó la maestría (Luís Cobiella).

Como intérprete, su temperamento le llevaba preferentemente a la ejecución de obras de los grandes maestros de la música española:


                    Cuando las notas se oyen en cascada,
                    Suben y bajan la escala de armonía
                    Y persiguen en suave melodía
                    La santa inspiración idolatrada…

                    Cuando llega ese instante dorado
                    Y se nota en las sienes el latido
                    De algo más hondo, como el nido
                    Donde se halla gozoso lo esperado…

                    Sentado ante el piano, sólo, inspirado…
                    Tocando la mejor de las baladas,
                    En una de esas noches encantadas,
                    Atento al tiempo y la medida,
                    El Maestro, nos da música y vida
                    En claves de sol emparentadas.
Segunda entrega de la obra del músico palmero Felipe López, en la que su hijo nos narra su buen hacer como músico, además de una serie de anécdotas surgidas en el transcurso de su vida entre instrumentos.
Obra conocida
Fue el primer músico profesional como Director de Orquesta por Conservatorio Superior de Música en la historia de la Isla de La Palma.
Como compositor, de melodía grata e inspirada, se le conocen, entre otras obras, el “Himno a San Francisco de Asís”; “Loa a la Virgen de La Luz” (que dedicó a su esposa): “Canto a la Madre”, que dedicó a la sociedad “Juventud Española” de Breña Baja, con letra del poeta Gumersindo Galván de Las Casas; la marcha procesional que tituló “Inquietud” (que dedicó a uno de sus cinco hijos); “Himno del Batallón de Cazadores del Serrallo Nº 8” (letra y música); Himno al General Franco (letra y música); “Loa a la Virgen del Rosario” (música); “Himno al Club Deportivo Mensajero”; y la parte musical del Carro alegórico “Los Cuatro Elementos” (letra de Antonio Rodríguez López y música de Victoriano Rodas, representado en 1875 y del que se había perdido buena parte de su partitura) para la representación en los festejos lustrales de la Bajada de la Virgen de 1935; Felipe López recibió el encargo de Don José Acosta Guión de rehacer la partitura y la hizo nueva, como consta en el programa de esa efeméride: “ha compuesto una nueva música para el que este año se presentará al público, el maestro de esta ciudad, D. Felipe López Rodríguez”, representación que se hizo en la Plaza de la Cruz del Tercero, hoy La Alameda. Se volvió a representar en el 7 de Julio del año 2000 en la Plaza de San Francisco por un grupo de aficionados bajo la dirección de Juan García Martín, como respuesta al carísimo “carro oficial” de dicha Bajada.

No hubo Bajada de la Virgen desde 1925 a 1965, exceptuando el año 1930, por su estancia en Madrid, en la que Felipe López no tuviera algo que ver, ya fuera componiendo, dirigiendo o interpretando. Lástima que no dejara firmadas algunas composiciones lustrales que realizó para otros, incapaz como era de negarle nada a sus amigos. No es ninguna exageración afirmar que, de entre aquel mundillo de aficionados de la mejor voluntad, el único que sabía música era él. Carros, loas, coros de Los Enanos, etc., pasaron por sus manos.
A Felipe López le encargaban siempre la realización de una buena idea: contratar en Tenerife a los solistas o “puntales”, músicos y cantantes, necesarios para la Bajada, habida cuenta de sus buenas conexiones con los músicos de la Orquesta Sinfónica y de la Banda de Música Municipal de Santa Cruz de Tenerife, intérpretes de la talla de Ernesto Correas o Mañero. Y con no más de diez o doce músicos profesionales que se contrataban y con músicos más o menos aficionados de la Isla de La Palma se conformaba una Orquesta de Cámara capaz de ejecutar muy decentemente los números punteros de nuestras Bajadas, sin grandes dispendios económicos. En esa “Orquesta de la Bajada” el maestro López tocaba la viola. Frecuentemente él y sus “camaradas chicharreros” acudían a los ensayos con un lápiz en la oreja con el cual iban corrigiendo notas y compases “imposibles” de algunas de las composiciones a estrenar.
También el Maestro López era “pieza” clave en las fiestas de La Patrona de los Llanos de Aridane, a la que acudió puntualmente durante muchos años, preparando y ensayando misas, loas y las muy especiales “Fiestas de Arte”.
Dejó escritas varias obras de tono menor, algunas desconocidas, como un Motete y una Carroza o Carro Alegórico para las fiestas patrones de la Virgen de Montserrat del pueblo palmero de San Andrés y Sauces. Otras sí existen en archivo, aunque desconocemos el motivo de su composición, (posiblemente de tono humorístico), como “Carroza para la independencia de Fuencaliente” que creemos incompleta; también es obra suya la conocidísima “Polca de Los Máscarones”, con la que bailan los gigantes y cabezudos de S/C. de La Palma. Originariamente esta simpática y muy popular composición la hizo el Maestro para celebrar un cumpleaños de su gran amigo el Doctor en Medicina Don Antonio Tejedor del Pozo, el “Capitán Médico”, cuya letra primitiva decía:
Hoy subimos a San Pedro
A comer con tenedor
En el día de tu santo
Antoñito Tejedor

Otra composición festiva del Maestro López es el “Himno a los Trece”, que hizo para su círculo de amigos que se reunían todos los martes y trece que hubiese en el año en plan de “tenderete”.
Fue su última composición (letra y música) un curioso villancico que tituló “Villancico palmero con arroró chicharrero”, de 1968, cuyo ritmo está inspirado en los toques de las campanas de El Salvador de S/C. de La Palma.
Por otro lado, destacó el Maestro López como organista, el único como profesional que existía en La Palma, razón por la cual conoció casi todos los órganos y armonios que aún sonaban en las iglesias de la Isla, en especial los muy deteriorados de la Parroquia de los Remedios de Los Llanos de Aridane y, particularmente, el grandioso órgano de la Parroquia de EL Salvador de S/C. de La Palma siendo, seguramente, el último interprete que lo hizo sonar.
También ejerció profesionalmente sus actitudes al frente de varias orquestas de música ligera y bailable, “orquestinas”, formadas por entre diez y quince músicos profesionales, como era entonces costumbre. Una de ellas fue la “Hollywood”, creada antes de la guerra civil. Con motivo de la histórica visita que hizo a La Palma el crucero alemán “Emden” en noviembre de 1934, bajo el mando del Capitán de fragata Kart Doenitz, luego Almirante durante la IIª Guerra Mundial y Presidente del gobierno provisional de Alemania a la muerte de Hittler, se realizaron una serie de actos de agasajo a los visitantes, todos ellos amenizados por la orquestina “Hollywood”, en especial un espectacular baile celebrado en el Circo de Marte; “…la orquesta del crucero “Emden” y la de Felipe López interpretaron selectas piezas, la mayor parte de las cuales tuvieron que ser repetidas por los insistentes aplausos de la concurrencia….”(D. de Avisos). Otra de su creación fue la “Benahoare” (nombre aborigen de La Palma), compuesta por un gran número de músicos, que no era permanente y que el Maestro López utilizaba en ocasiones muy especiales. Sin duda alguna, por su permanencia en el tiempo y su participación en muchos eventos, la más famosa de sus orquestinas fue la que lleva su apellido, la “Orquesta López”, adecuadamente adaptada para interpretar loas, misas, marchas de procesión, etc., como aún se recuerda en muchos pueblos de La Palma.

La “Orquesta López” fue seguramente la que con mayor prontitud estrenaba en Canarias los entonces famosos temás del “Festival de la Canción de Benidorm”; a las veinticuatro horas de conocerse la canción finalista, ya “la López” la tocaba, pues el Maestro, una vez oída en la radio, la trascribía al pentagrama para su orquestina. Esto hoy, en un mundo de “internet” y de ordenadores, no tendría importancia alguna, pero hace cuarenta años sí que la tenía. Con la “Orquesta López”, formada por más de doce músicos, amenizó los más variados espectáculos que, durante muchos años, se hicieron en el Teatro Circo de Marte, tanto con agrupaciones de La Palma como con artistas y compañías venidas de fuera de La Isla, como en los bailes y “asaltos” (bailes vespertinos) de C.D. Mensajero, la S.D. Tenisca, Casino y Real Club Náutico, especialmente en este último, del que casi llegó a ser su orquesta fija.
La “López” no sólo actuó en la Isla de La Palma; durante el verano de 1942 realizó una gira triunfal en Tenerife, según cuenta la prensa de aquellos años, continuando sus visitas a S/C de Tenerife entre los años 1943 y 45, cuando menos, amenizando los bailes de Fin de Año y Reyes en señeras sociedades como el Casino Principal y el Club Náutico, entre otras, aprovechando para intervenir en audiciones históricas organizadas por Radio Club Tenerife, oídas másivamente en la capital de la Provincia y en La Palma.

También tuvo un terceto que, en el bar “La Perla” que existió en los bajos de la llamada “Fonda La Cubana”, en la Calle Real, interpretaba por las tardes obras clásicas y zarzuelísticas. Alguna velada amenizó al Marqués de La Eliseda, Don Francisco Moreno y Herrera, asiduo cliente de este establecimiento en el que solía cenar con su esposa y grupo de amigos, y entonces desterrado a La Palma por Franco por pedir, entre otros monárquicos, la restauración de la monarquía en la persona de Don Juan de Borbón. Corría el año 1943.
Asimismo creó un trío de acordeones, el “Trío Blanco Marfil”, con dos de sus alumnos más cercanos, Antonio Herrera, “El Maño” y Felipe García, “Felipe el del Club”, con el que amenizaba actos musicales, bailes y verbenas en todas las localidades de la Isla, con sonados éxitos.
Otros aspectos sobre el Maestro López
Tenía buen sentido del humor (con cierto grado de acidez), como demuestran muchas de sus anécdotas, como las que siguen:
En los años 50, la Banda de Música Santa Cecilia, solía ir a las fiestas patronales de San Andrés y Sauces quedándose casi una semana completa en ese pueblo. Una mañana, en la única pensión que por entonces existía, después de una noche de “fogalera”, los músicos hicieron cola en el único retrete que había. El último fue un personaje característico de la historia local de Santa Cruz de La Palma, Don Manuel “Tomate” (tocaba el helicón); éste, al terminar, se encontró que se había acabado el papel y le gritó a Don Felipe: “¡maestro, que no hay papel!”, a lo que éste desde lejos le respondió: “¡pues caga de oído!”. Huelga decir que para un músico la palabra “papel” es sinónimo de partitura.
También, de los músicos aficionados (que eran casi todos) y que tenían pocas dotes interpretativas, solía decir: “Tocan como hablan”, al igual que cuando desafinaban y salían “gallos” les gritaba “¡Úntale mierda a ese pito!”. Cierto es que, algunos de sus más allegados, como “El Maño”, solían hacerlo adrede, sabedores de que al Maestro se le erizaban los pelos y que a la segunda ocasión (no había tercera) saltaba como un tigre de Bengala.
En aquel entonces, muchas de las procesiones de la Semana Santa de S/C de La Palma que salían de San Francisco habían de bajar por El Lomo o Mataviejas, con su endiablada pendiente que hacía imposible a los músicos tocar. Desde el momento en que se enfilaba el Lomo, el Maestro mandaba parar de tocar a la Banda hasta que se llegaba a la trasera del Real Nuevo Club. En una de estas procesiones, el cura párroco de San Francisco, el primero de su historia, Don Miguel Pérez Álvarez, envió a un monaguillo para decirle al Maestro que, de parte del Sr. cura, tocara la banda. Respuesta del “Maestro”: “Dígale al Sr. cura que por aquí no se puede tocar”. Pero el Sr. cura insistió en dos ocasiones más recibiendo la misma respuesta; a la siguiente “embajada” el Maestro, ya cabreado, ni siquiera dejó abrir la boca al enviado eclesiástico, y gritó a voz en cuello para que se le oyera bien “¡Dígale al Sr. cura que yo no digo misa por que no sé, que él no se meta en música que tampoco sabe!”. Y ahí se acabaron las insistencias clericales. Por esto y por otras actitudes de Don Miguel Pérez Álvarez (al que luego sustituyó su hermano Don Juan Dionisio), el Maestro lo “bautizó” como “Don Viga”.
Los ensayos semanales de la Banda de música daban, en muchas ocasiones, motivo de jolgorios sólo conocidos por los presentes. En cierta ocasión, a un joven caja sobrino del Maestro no le cuadraba el ritmo con que se inicia la conocida zarzuela “Gigantes y Cabezudos“; reiteradas veces se comenzaba la pieza y no había forma de que el joven músico acertara y ante el “mosqueo” generalizado expresó: “Tío Felipe, pues yo voy bien”, a lo que el “Tío Felipe” contestó: “¡Coño, cuarenta músicos van mal y el único que va bien eres tú!”. Acto seguido le hizo venir al atril de dirección, le pidió las baquetas de la caja y con ellas le “repicó” en la cabeza el ritmo adecuado. Jamás se le olvidó el dichoso ritmo al joven caja, hasta la fecha.
Otra vez el Maestro quiso ensayar una versión para banda de música de la ópera de D.F.E. Aubert, “Fra Diávolo”, endiabladamente complicada, “a ver qué pasaba” (el Maestro tenía esas “humoradas”)…No hubo manera humana de que aquella “cosa” se pareciera a la partitura original y el Maestro hubo de desistir en sus intentos a la carcajada limpia, pero…..esa misma tarde ensayaba la Orquesta Nacional, bajo la dirección de Ataúlfo Argenta, la misma obra. Esa noche murió este gran director, noticia que dio Radio Nacional de España en el “parte” nocturno y que el Maestro López, gran aficionado a la radio, oyó. Al día siguiente le comentó a su cuasi hijo Antonio Herrera, “El Maño”: “Maño, anoche nos “cargamos” a Argenta”.
En otra ocasión, el inefable Julio Hernández Gómez (continuador de la obra del Maestro hasta casi hoy día), se quedó dormido ( algo muy usual en él) mientras tocaba el helicón en un ensayo en la antiguas Escuelas Públicas ( hoy juzgados ); la banda terminó la pieza que interpretaba y Julio, dormido, continuó mecánicamente el “tu-tu-tu” que marcaba el ritmo, el sólo por su cuenta y riesgo; el Maestro desde el atril de dirección le lanzó la batuta cual arma arrojadiza y con tal puntería que la “clavó” justo en el centro de la gran campana del helicón, con la consiguiente escandalera a ruidos de latas, lo que provocó el súbito despertar de Julio al grito de “¡Coño, ¿que pasa?!” El posterior cachondeo “musical” hizo historia.
En cierta ocasión, durante uno de los bailes del Club Náutico y durante uno de los descansos de éste, cierto socio cometió la estupidez de despreciar a SUS músicos que tomaban un refrigerio en el bar de dicha sociedad (el Maestro López era socio de ella desde que nació en 1909), acto seguido, el Maestro ordenó a sus muchachos “empaquetar” los instrumentos y abandonar la sociedad.


No sólo se preocupó de la enseñanza musical, sino que enseñó a leer y a escribir a más de uno de sus alumnos, en la ya citada “Academia” de sede itinerante como la misma Banda de Música: la vieja cárcel de la plaza de Santo Domingo, la vieja panadería de la calle Jorós, las Escuelas Reales, cuando eran tales y posteriormente cuando derruidas (¡que barbaridad!), se convirtieron en los actuales Juzgados.
Sabía tocar varios instrumentos, el piano, el violín, la viola, el clarinete, el oboe y el acordeón.

Desgraciadamente, el páramo cultural que era La Palma en la larga posguerra, no fue el clima más adecuado para un artista tan avanzado e inconformista como era el Maestro López, en muchísimás ocasiones incomprendido, lo que le llevó a una posición de aislamiento libremente asumido, apartándose progresivamente de lo que había sido una parte importante de su vida: La Música. Varias decepciones, como las provocadas por la más absoluta falta de sensibilidad de los políticos franquistas de turno, en especial la de algún Alcalde al que sólo le preocupaba la existencia de la Banda de Música en las proximidades de la Semana Santa o de La Bajada de la Virgen, o cuando el Cabildo Insular de La Palma creó la Academia de Música, dependiente del Conservatorio Superior de Tenerife y Felipe López, el único en la Isla con título adecuado y preparación suficiente, optó a la plaza de Director, ésta le fue dada por amiguismo y enchufismo político–cultural a quien estaba a años luz de sus conocimientos. A partir de entonces, década de los 60, se refugió en su casa con su familia, sus pájaros y sus perros, aunque nunca estuvo alejado de las últimás innovaciones musicales, de cualesquier tipo, forma y manera, y prestó su colaboración y ayuda siempre que se le pidió. Tan desprendido era que, en una ocasión “prestó” su título del Conservatorio y su nombre a un amigo que necesitaba trabajar de profesor de guitarra en cierto centro oficial de La Isla. Ese amigo se “olvidó” de cotizar a la Seguridad Social y ésta le “cayó” encima al pobre Felipe. Menos mal que uno de sus hijos pudo solucionar el entuerto. Así era el Maestro.
Sobre él, Manuel Henríquez, amigo y amante también del mundo musical, dejó escrito:

Con su abierta sonrisa, sus espaldas encorvadas y su calva prematura, llenó muchos años de la vida musical palmera y cooperó, de una u otra manera, a todos los acontecimientos artísticos isleños.
Muchas veces hablamos de Música; sus opiniones, sus preferencias las expresaba pudorosamente, con cierta timidez, tras la que se escondía su saber técnico-profesional de la mejor ley. Le vi por última vez en el año setenta; le encontré avejentado, triste; la pena por la muerte del hijo seguramente le tenía atenazado moralmente, paro volvimos a hablar de Música unos momentos; esta vez me dijo sus impresiones sobre un moderno compositor catalán de última hora, recomendándome su conocimiento. Fue un excelente, verdadero pianista, con nos conocimientos técnicos adquiridos en el Conservatorio de Madrid y refrendados por el título académico pertinente. Su personalidad ocupa, sin lugar a dudas, una etapa en la vida musical, en la pequeña historia de La Palma, y su nombre formará inexcusablemente entre los de quienes hicieron algo por nuestra Cultura en el Arte.”


Jamás vivió de la música, entre otras cosas por que no se podía. Trabajó toda su vida como contable de la empresa de Transportes de La Palma, S.A. (“La Exclusiva”). Dominaba los números como la música; mantenía la tesis de que para saber música antes había que dominar las matemáticas. Cuando las primeras calculadoras llegaron a su oficina, logró en varias ocasiones ganar a la máquina en competiciones de largas sumás.

Felipe López Rodríguez contrajo matrimonio el 9 de Agosto de 1939 con Nieves Mederos Cabrera, hija de José Mederos Martín y de Nieves Cabrera Perera, del que nacieron cinco hijos: Damián, Antonio, José, Felipe y Juan Ramón.. Falleció en su ciudad natal el 12 de Noviembre de 1972, a los sesenta y cuatro años de edad., dejando gratísimos recuerdos a todas aquellas personas que con él trataron.
Ya sólo eres sombra de ausencia,
instante de lo eterno que vislumbra
el pentagrama azul en que se alumbra
el arpegio de luz de tu presencia.

El ángel negro pidió obediencia
Con poca educación, como acostumbra,
Y te llevó con él, a la penumbra,
Cumpliendo cruelmente la sentencia.

Avisando con letales besos,
Llegó la muerte que, en fatal giro,
Se apropió de tu carne y de tus huesos.

Pero tu música se quedó en el viento,
El viento la convirtió en suspiro
Y, junto al piano, nos dejó tu aliento.


Con motivo de su entierro, los músicos, SUS MÚSICOS de la ya entonces desaparecida banda de música Santa Cecilia que él había creado, decidieron por última vez despedir al Maestro

El Maestro era un estimulador nato, algo que debiéramos copiar, en este HOY de la contemplación y de mirarnos tanto el ombligo, sin espolear y fortalecer el deber de formarnos para un futuro mejor.

Nos queda de él su lección magistral, reflejada en algunas personas -cada vez menos- que aprendieron sus enseñanzas de forma tan personal, y sintieron que un nuevo horizonte se abría a su paso.

En muy pocas ocasiones su ciudad natal le ha recordado y, oficialmente, nunca. Sólo dos instituciones lo han hecho: el Casino de Los Llanos de Aridane, en reconocimiento a su colaboración por muchos años a las fiestas de La Patrona, le rindió un homenaje en su sede, y el Ayuntamiento de Breña Baja, bajo la presidencia de Don Jaime Sicilia, acordó en Mayo del 2002 poner el nombre de Felipe López a su Casa de La Música de la Villa de Breña Baja.

En Santa Cruz de La Palma, sólo los componentes del “Cuarto Son” se han acordado del Maestro López, al dedicarle su IV Semana Cultural. El día trece de Noviembre del 2004 le fue hecho un homenaje, glosando su figura y su obra, el investigador de la música palmera, Don Juan García Martín.

Santa Cruz de La Palma tiene una deuda histórica con uno de sus más ilustres músicos, que entregó buena parte de su vida y su saber a sus conciudadanos. Es esta una gran e injusta deuda pendiente.

De todas maneras, el Maestro dejó dicho: “Honores y agasajos, en vida; a la tumba me llevan cardos borriqueros”. Amen.  (José López Mederos: Publicado en el número 201 de la Revista BienMeSabe)

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