sábado, 5 de julio de 2014

FERNANDO KEY Y MUÑOZ




1845.
Falleció en Caracas en  en la más completa miseria, el criollo canario Fernando Key y Muñóz, primer Ministro de hacienda de Venezuela.
Apoyó como la gran mayoría de sus paisanos el movimiento insurreccional independentista. Formó parte de esa elite mercantil canaria que se mantuvo fiel a la emancipación, a pesar de las acusaciones que vertieron contra su persona sus deponentes y del ambiente opuesto que reinó entre los de origen más humilde.
 Fernando Key y Muñoz (1768-1845) es un completo desconocido en su pueblo natal, Icod de los Vinos (Tenerife). De su familia sólo se conoce el protagonismo político en las Cortes gaditanas de su hermano Santiago. Este último, nacido el 24 de julio de 1772 y fallecido en Sevilla en 1821, fue doctor en derecho, canónigo de la Catedral de Las Palmas, Doctoral de la de Sevilla, Ministro de la Inquisición y Rector de la Universidad de Sevilla. Se distinguió como diputado en las Constituyentes por su absolutismo, su defensa del Santo Oficio y el apoyo a la creación de la Universidad de La Laguna y a la desmembración de la Diócesis de Canarias en dos obispados.
 Fernando y Santiago Key y Muñoz habían nacido en el seno de una familia de la elite icodense. Al ser el mayor heredó el vínculo familiar, que, tras su emigración, administraron sus hermanos y heredó su hijo Salvador. Sus padres eran el icodense Lázaro Key y Pérez Rixo y la lagunera Felipa Muñoz, el primero hijo del irlandés Diego Key y la icodense Nicolasa Pérez Rixo, y la segunda del jienense Diego Muñoz. Familias expansivas en el Icod del siglo XVIII, vinculadas por sus lazos sociales y mercantiles con linajes vinculados al comercio canario-americano, como era el caso de los Key, los Muñoz y los Pérez Rixo, enlazados con otras familias de la elite icodense como los Hurtado de Mendoza y los León Huerta. Estrategia que seguirán sus hermanos Tomasa y Domingo, el único que permanecerá en Icod, donde será alcalde y significado propietario. Ella casará con Lorenzo Montemayor, comerciante, Regidor del cabildo lagunero y secretario de su Consulado, mientras que Domingo lo hará con su paisana María Josefa de Torres y Brito, miembro de la familia Torres, de estrechas relaciones mercantiles con el Nuevo Mundo. Dos de los Montemayor y Key emigrarían también a Venezuela, donde serían comerciantes en Río Chico y Cónsules Generales de España en ese país.
 Fernando forma parte, pues, de un grupo de familias unidas por estrechos vínculos con el comercio canario-americano. Se enroló desde muy joven como cargador en un buque de ese comercio cuyo capitán fue su tío Pedro Muñoz. Este tráfico fue el punto de partida de estos estratos mercantiles que en buena medida se integran como hacendados y comerciantes en Venezuela. Vínculos de familiaridad y paisanaje que explican que desde bien temprano se establezca como dependiente cualificado en las casas de comercio isleñas de Caracas, como eran las de los originarios de San Pedro de Daute y de tanto protagonismo en la Independencia, los López Méndez, las de los realejeros Orea y la de su tío Tomás Muñoz. En la casa de comercio de estos dos últimos, una de las más importantes de Caracas, con un capital de 85 000 pesos en 1785, llegaría a alcanzar la dirección, desde la prematura muerte de su tío en 1796. Casas de comercio dedicadas a la exportación y hostiles a la continuidad de la hegemonía monopolista en Venezuela de ka Compañía Guipuzcoana, unidas por sólidos vínculos de consanguinidad y parentesco. Marcos Orea y los López Méndez estaban casados con hermanas y sobrinas de Francisco de Miranda, y lo mismo cabe decir de todo este sector social en el que la endogamia era muy elevada. Baste decir que tanto Tomás Muñoz, como Telesforo Orea y el propio Fernando Key contrajeron nupcias con hijas del coronel caraqueño Manuel Ayala.
 Fernando Key había casado con Manuela Ayala, de la que enviudó en abril de 1840. Tuvo con ella 7 hijos, de los que tres murieron en la pubertad sin sucesión. Nietos suyos serían dos exponentes de la intelectualidad venezolana, el poeta Fernando Key y Ayala, que glosaría la tierra de sus ascendientes con acendrado patriotismo en los versos que vertió en las páginas del órgano nacionalista canario en Venezuela El Guanche en 1897, y muy especialmente Santiago Key y Ayala, ensayista, político e historiador, miembro de las Academias de la Lengua y la Historia con numerosos libros publicados sobre la crítica y la investigación literaria.
 En las décadas anteriores a la Emancipación Venezolana, el joven Fernando Key pudo prosperar rápidamente con el capital proporcionado por sus expansivos negocios en la compañía Muñoz y Orea, convirtiéndose bien pronto en hacendado, como da cuenta su plantación e ingenio azucarero de las Adjuntas en la cercanía de Caracas, por el que Humboldt pasó y del que habla sobre sus barracones llenos de esclavos. Prueba de su estimación social es su cargo de Regidor vitalicio del ayuntamiento caraqueño. Por su elevada fortuna se integró en el Consulado caraqueño en la clase de comerciante, para la que era necesario poseer más de 30 000 ducados de capital. Sus sólidos conocimientos mercantiles  y financieros le llevaron bien pronto a ascender en fama y estimación dentro de la elite social. En 1797 fue elegido quinto consiliario del Consulado Caraqueño por el voto de 26 hacendados y 26 comerciantes, en 1799 cónsul 2º y en 1800 cónsul 1º. Por su prestigio fue nombrado asesor del ingeniero José Mariano Aloy en la construcción de la casa consular. En 1805 sería uno de los promotores de la Casa de Bolsa y Recreo de los Comerciantes de Caracas.
 Con la invasión napoleónica de España, ante la inestabilidad social y política que se derivaba de la falta de autoridad legítima en la Monarquía, se convirtió con sus paisanos Juan y Pedro Eduardo en uno de los firmantes de la representación de los mantuanos caraqueños en favor de una junta gubernativa autónoma. Partidario de la libertad de comercio y opuesto al monopolio español que sancionaba las Cortes de Cádiz apoyó como la gran mayoría de sus paisanos el movimiento insurreccional independentista. Formó parte de esa elite mercantil canaria que se mantuvo fiel a la emancipación, a pesar de las acusaciones que vertieron contra su persona sus deponentes y del ambiente opuesto que reinó entre los de origen más humilde por el claro contenido oligárquico de la Primera República de Venezuela.
 Participó en el golpe de estado de 19 de abril de 1810 y fue designado como primer Ministro de Hacienda de la Venezuela independiente, cargo con el que respondía a su prestigio financiero y a la notoria fama entre los comerciantes y hacendados venezolanos. Como el icodense Matías Sopranis, regidor del primer ayuntamiento republicano de Caracas, que moriría prisionero en las cárceles de La Guaira por sus ideas republicanas, sufrió la hostilidad de la restauración monárquica. Desempeñó altos cargos de la administración republicana durante la Guerra y se mantuvo fiel a la causa independentista. Con la crisis subsiguiente a la guerra su casa de comercio quebró entre 1815 y 1819, por lo que se vio envuelto en un ruidoso pleito con Gonzalo Orea y su primo Tomás Muñoz, que le llevaría a la ruina y que todavía estaba vigente en 1842. Falleció en Caracas en  1845 en la más completa miseria, sostenido por su hijo Salvador, como confiesa en su testamento. En él pide a sus hijos que si quisieren hacer algo sea únicamente sufragios por su alma, prescindiendo de pompas mundanas, bien expresivo de su ideología ilustrada. Confiesa que aunque poseía en años pasados una fortuna opulenta con la guerra y demás trastornos del país, me encuentro ahora reducido a la pobreza suma, pues todos mis bienes los entregué a mis acreedores y están sujetos al concurso, habiéndome quedado exclusivamente dependiente de la piedad de mi hijos, los cuales me han atendido con su propio peculio hasta la fecha, especialmente de mi hijo Salvador, al que soy deudor de grandes cantidades.
 Fernando Key Muñoz, primer Ministro de Hacienda de Venezuela, regidor del cabildo caraqueño y uno de los más significados representantes de la elite mercantil y agraria de Venezuela, se le considera uno de los más destacados impulsores del comercio y la agricultura de ese país en el tránsito de los siglos XVI  II al XIX. (Manuel Hernández González,publicado en BienMesabe en el número 494 )

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