martes, 1 de julio de 2014

La Papa Canaria




A lo largo de la década de los 80, y especialmente en los años de 1987 y 88, mantuvimos una serie de charlas y entrevistas con distintos agricultores (generalmente personas de avanzada edad) en todas las islas Canarias. La información recibida sobre los cultivos tradicionales de papas (Solanum tuberosum L.) conforma el cuerpo principal de este trabajo. Nos sorprendió de forma especial el ¡más de medio centenar! de cultivares diferentes muestreados, reconocidos por los agricultores, especialmente en las islas de Tenerife y El Hierro, pero también en La Gomera, La Palma y Lanzarote. Este trabajo fue presentado en el Primer Congreso Internacional Etnobotánica 92 en Córdoba y aquí ahora lo actualizamos.

Hasta fechas recientes la única noticia sobre la llegada de las papas a Canarias era la referida por Viera y Clavijo en su Diccionario de historia natural (1866), indicando que fue plantada por primera vez en Icod el Alto hacia 1622. Sin embargo, el profesor Lobo Cabrera (9) pone de manifiesto cómo en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas existen datos sobre el envío de papas desde el Puerto de Las Isletas en Gran Canaria a Amberes (Flandes) en 1567 y de una partida, procedente de Tenerife, a Ruan (Francia) en 1574. Según comenta este autor, es bastante probable que su cultivo en Gran Canaria se viniese realizando desde décadas anteriores y que esta isla hiciera de puente para su introducción en España y Europa. Los primeros datos fiables de su llegada a la Península Ibérica se obtienen del Archivo Hispalense, en concreto de los libros de contabilidad del Hospital de Sangre de Sevilla (8), donde se recogen entradas de “patatas” en 1573 y en 1576. Estos datos supondrían el primer aporte de papas a Europa. En cualquier caso, y desde el punto de vista taxonómico, tanto las papas llegadas a Canarias como las que llegan al continente europeo pertenecían a Solanum tuberosum grupo andigena. La primera evidencia de la presencia del grupo tuberosum en Europa se tiene en 1750 cuando Linneo describe la especie, cuyo tipo corresponde a dicho grupo, aunque la mayoría de especímenes de herbario de esa época corresponden al grupo andigena.

Por otro lado, no contamos con datos de la llegada de papas desde Europa a Canarias anteriores al siglo XIX, siendo a principios de este siglo cuando empiezan a ser importadas desde distintos países, especialmente de Irlanda, Inglaterra y Holanda. Pero esto no nos lleva a descartar que en los siglos anteriores se diera un intercambio de material con Europa, así como la llegada de nuevos cultivares desde el continente americano. Como indica Lobo Cabrera (9), después de la conquista de las islas Canarias, el archipiélago queda engarzado en la corriente mercantilista europea del siglo XVI, presentando la ciudad de Las Palmas un carácter “eminentemente mercantil, y uno de los puertos más importantes del Atlántico meridional por su relación con los puertos del norte”, relaciones comerciales que se extienden hasta África y América.

Los cultivares que nos llegan del norte de Europa a principios del siglo XIX ya presentan características de S. tuberosum grupo tuberosum, y debían ser muy similares a muchos de los cultivares antiguos que aún se pueden encontrar en la Península Ibérica, especialmente en Galicia y distintos valles de montaña de otros lugares.
En la aparición del grupo tuberosum europeo ha tenido importancia tanto la selección hacia la obtención de cultivares adaptados a la tuberización en días largos como el aporte genético desde los cultivares primitivos del grupo tuberosum chileno. En este sentido, existe evidencia de que hacia 1850 llegó a Estados Unidos material genético de los cultivares chilenos del grupo tuberosum (7), los cuales fueron utilizados para la mejora de los que habían sido importados desde Europa. Es bastante probable que este aporte genético se intercambiara con el viejo continente, contribuyendo en buena medida a la conformación de los modernos cultivares del grupo tuberosum, hecho que parece comprobado con el análisis aloenzimático.
Las papas primitivas canarias, o que tradicionalmente se cultivan de “semilla” no importada, podrían pertenecer a cualquiera de estos grupos o fases históricas de la mejora de los cultivares (ver mapa).

Hacia 1955, Zubeldia y colaboradores de la Estación de Mejora de la Patata de Vitoria describen para Canarias hasta diez cultivares primitivos. En dicho trabajo se pone de manifiesto la existencia en dichas islas de un grupo relictual (siete cultivares) del grupo andigena; un cultivar (“negra”) triploide, del grupo chaucha de la región de Cuzco en Perú y único conocido con este nivel de ploidía fuera de la zona andina; un cultivar (“peluca colorada”) del grupo tuberosum primitivo, con ciertos caracteres intermedios; y finalmente un cultivar (“moruna”) identificado posteriormente como la alemana “ragis 6002” del grupo tuberosum.
En el trabajo de campo y charlas-entrevistas mantenidas con los campesinos de distintas islas, recogimos aproximadamente un centenar de muestras de unos 50 cultivares diferentes, obteniendo además información directa de otros 24 cultivares. La relación de los mismos aparece en las tablas, donde se han ordenado según:
A.- Cultivares autóctonos del grupo andigena, derivados de los primeros llegados a Canarias desde mediados del siglo XVI.

B.- Cultivar triploide “negra”, identificado como Solanum chaucha (S. x chaucha), a veces considerado afín a S. mamilliferum, también del grupo chaucha.
C.- Cultivares actuales suramericanos del grupo cf. andigena, que en las últimas décadas han ido llegando desde distintas regiones de Venezuela, Colombia, Brasil, etc.
D.- Cultivares autóctonos del grupo tuberosum, muy antiguos, llegados desde Europa (y quizás también desde América) hacia los siglos XVIII y XIX.
E.- Cultivares comerciales europeos del grupo tuberosum, llegados en el siglo XIX-XX de Inglaterra, Holanda, Irlanda...

F.- Cultivares comerciales modernos actuales del grupo tuberosum, cuya “semilla” procede del norte de Europa (Irlanda del Norte, República de Irlanda, Escocia y Dinamarca) y también de Chipre y Egipto, con cultivares de origen tanto europeo como de EEUU, con aporte, en muchos casos, de material genético de los cultivares de Chile y de diferentes grupos y especies relacionadas de las regiones andinas.
Para algunos grupos la delimitación es arbitraria, pero creemos que ayuda a captar la idea que queremos dar de diversidad y de orígenes. Por otra parte, la inclusión en un grupo u otro de los 24 cultivares de los que no obtuvimos muestras resultó bastante comprometida, ya que sólo contamos con las descripciones de los campesinos y su identificación de “parecido” con otros cultivares conocidos.
En estudios más recientes se han identificado y localizado otros cultivares antiguos, como la “mora”, que se corresponde con “juan álvarez”, “bonita llagada”, que se corresponde con “bonita rameada”, además de otros cultivares como “peluca blanca”, “peluca negra”, “negra blanca”, “negra oro” o “negrita”. Pero el estudio exhaustivo de todos los cultivares existentes en Canarias, la relación pormenorizada entre los mismos y la concordancia entre el conocimiento empírico de los agricultores y los resultados de los análisis, aún presenta lagunas que sería de gran interés y urgencia ir completando. Entre estas lagunas podemos comentar, como ejemplo, el hecho de que los estudios recientes se hayan centrado casi exclusivamente en la isla de Tenerife, o que, en algunos casos, los resultados de tales estudios no concuerdan con las diferenciaciones establecidas por los campesinos, etc. De otros cultivares, probablemente lo único que nos quede y para siempre sea su nombre.

Diversidad de los cultivares

Aparte de la descripción de Bandini en 1816, recogida al comienzo de este trabajo, el primer catálogo sobre la existencia de distintos cultivares de Solanum tuberosum en las islas Canarias aparece a mediados del siglo XIX, hacia 1868, donde Álvarez Rixo menciona hasta 14 cultivares diferentes (ver Tabla). En aquella época ya se recibían en las islas aportes de los cultivares europeos, pertenecientes al grupo tuberosum, especialmente desde Inglaterra, Holanda e Irlanda, y posiblemente también desde España. Estos nuevos cultivares se plantarían junto con los mas antiguos del grupo andigena, ampliando el lote de los cultivares canarios. Esto queda reflejado en el catálogo mencionado, si se acepta la buena concordancia entre los nombres aparecidos en el siglo XIX y los actuales, como por ejemplo: “londreras”, “sietecueros” y “ojo de perdiz” (del grupo andigena); “blanca rosada” o “peluquera” y “blanca de ojo azul” (del grupo tuberosum); y “negra” (Solanum chaucha).
Muchos de los cultivares conocidos actualmente como antiguos pueden crecer de forma subespontánea, como papas de risa (riza) o redrojos: “peluquera”, “corralera”, “marruecas”, “yema de huevo”, “negra”, “peluca colorada”, etc.; muchas presentan una elevada fertilidad de los granos de polen y una buena predisposición a la fructificación, lo cual, unido a su cultivo en ambientes que en ciertas características recuerdan a los de las zonas andinas de origen, permiten imaginar cierto grado de hibridación que han debido jugar algún papel en la aparición de nuevas variedades.
Si por otro lado se tiene en cuenta la curiosidad observada en los campesinos canarios de separar las distintas formas (por el color de la piel, por ejemplo) y sembrarlas independientemente, se puede entender la proliferación de distintos grupos, como en el caso de la “bonita” o de la “palmera”, mediante selección desde cultivares mas antiguos. Esto también se puede apreciar comparando las listas antiguas con las actuales, como para el caso del grupo de “bonita”.
La diversidad existente se manifiesta igualmente en otros aspectos, como maduración de cosecha, estación de cosecha, precocidad, latencia, adaptación, textura, sabor y materia seca. El cultivar “negra” de Tenerife es muy apreciado por su consistencia y sabor dulce, de igual forma que “gobernadora” de El Hierro; el cultivar “peluca”, por el contrario, es recomendado para personas diabéticas, con problemas de azúcar. Los cultivares “gomera”, “gobernadora” y grupo “bonita” resultan bastante apreciados para arrugar (guisado típico canario); otros, como “liria”, “bonita rosada tardía” o “londrera”, son de consistencia blanda y se deshacen en caldos apotajados, siendo muy apreciados por distintos campesinos.

El hecho de que Canarias haya sido encrucijada de las rutas comerciales Europa-América, junto a la orografía accidentada y montañosa de las islas como factor de aislamiento campesino, así como la posición geográfica hacia la zona subtropical, todo ello unido al celo que manifiestan los campesinos canarios por los cultivares antiguos, incluso frente a la llegada de otros más productivos, ha dado como resultado el que en la actualidad se conserve en estas islas un elevado número de cultivares, muchos de los cuales resultan autóctonos.

Esto queda reflejado en los inventarios actuales al mostrar cerca de una treintena de cultivares del grupo andigena antiguo, 3 ó 4 cultivares del tipo “negra” y cerca de una veintena de cultivares del grupo tuberosum antiguo. A esto habría que añadir los que tradicionalmente se vienen manteniendo sin aportación de “semilla” nueva de otros cultivares más modernos, tanto del grupo andigena (de Venezuela, Colombia, etc.) como del grupo tuberosum (procedentes de Europa).
La evaluación de la diversidad genética en Solanum tuberosum, así como en especies afines, se viene abordando en los últimos años desde distintos estudios moleculares como los isoenzimáticos. Esta técnica permite localizar formas alelomórficas que pueden ser utilizadas como marcadores varietales y podrían resultar de gran ayuda para la identificación y clasificación de los cultivares autóctonos canarios, pudiendo a su vez aclarar el grado varietal y establecer las relaciones de parentesco y posibles líneas filogenéticas.

Zonas de cultivo y conservación

Los cultivos tradicionales de papas se localizan principalmente hacia las medianías insulares, entre 200 y 800 m s.m. en las bandas del norte y hacia los 600-800 m s.m. en las del sur. Estas zonas se corresponden bastante bien con los territorios óptimos de los bosques termoesclerófilos de acebuchales, almacigales y sabinares (ambientes cálidos de semiáridos a secos), que describen un anillo circuninsular hacia los 200-600 m de cota, y los bosques de laurisilva (con ambientes menos calidos de subhúmedos a húmedos), que se sitúan por encima de aquéllos en la zona norte y noreste hasta los 1.200 m de cota. Los cultivos aparecen en pequeños bancales (terrazas, cadenas, bocados, etc.) en los bordes o de forma imbricada con las formaciones boscosas.
La diferenciación de las comunidades boscosas se traduce de forma aproximada, y según la terminología popular, en dos tipos de suelos diferentes para los cultivos: “tierras de barro” y “tierras de polvillo” respectivamente. Las tierras de barro, a cotas más bajas, son más apretadas, duras y cálidas, y coinciden con espacios más abiertos y con mejor luminosidad. Las tierras de polvillo son, por el contrario, más sueltas y con mayor aporte húmico, y están ligadas a la laurisilva siendo más frescas, húmedas y umbrosas.
Aunque no es regla general, existen cultivares que crecen mejor en un tipo u otro de suelo (la papa “negra” se cultiva preferentemente en tierras de barro en la franja del termoesclerófilo, en las bandas del sur de Tenerife; la “de baga” o “bonita rosada tardía” también produce mejor en este tipo de suelo, pero en las bandas del norte; por el contrario, la “londrera”, por ejemplo, se cría mejor en tierras de polvillo), pero existe cierto consenso en que las tierras de polvillo son mejores para la obtención de “semillas” y permiten controlar los niveles de virosis, mientras que las tierras de barro ofrecen mejores cosechas y mejores cualidades culinarias.
Esta observación empírica de los campesinos ha llevado con el tiempo a la existencia de una compleja red de intercambio y trasiego de “semillas” de unas zonas a otras, con un alto flujo desde las tierras altas, productoras de buena “semilla”, hacia las bajas, productoras de buenas cosechas. Resulta sorprendente comprobar cómo distintas variedades se mantienen con un nivel de sanidad bastante aceptable, por ejemplo “bonita blanca”, “borralla”, etc. y de buena producción para las exigencias campesinas (aunque la misma sólo alcanza entre 1/3 y 1/2 de la de los cultivares comerciales).
Destacan como zonas de producción: en El Hierro, la zona de Nisdafe e Isora; en Lanzarote, la parte alta de los cantiles de Famara, los Tablones, Gallo, etc.; y en Tenerife tenemos referencias como zonas importantes de producción Erjos del Tanque, altos de la Guancha, Aguamansa, La Esperanza, así como las estribaciones altas del norte de Anaga: Carboneras, Taborno, etc. Zonas equivalentes se pueden encontrar también en La Palma y La Gomera, pero no disponemos de información avalada por los campesinos. En Gran Canaria y Fuerteventura los cultivos de papas antiguas y la cultura asociada a las mismas han desaparecido.
“Hay de ellas muchas variedades: tempranas y tardías; de flor blanca, rosada, cenicienta o azul; de un epidermis blanco, pardo, amarillo, roxo, ó morado; de figura redonda, larga, ovalada, esquinada, con excrecencias”.
J. Bautista Bandini (1816).

Nota del autor
Agradecimientos
Queremos agradecer de forma muy especial la atención prestada y la información facilitada por los agricultores y campesinos canarios: La Gomera: D. Manuel Placencia Martín (Las Rosas). El Hierro: D. Juan Antonio Oliva (Los Mocanes), D. Tadeo Casañas Reboso (San Andrés), D. Isidoro Padrón Padrón (Erese) y D. Isidel (Isora).
Tenerife: Dña. Bonifacia Regalao y D. J. Ángel González Abreu (Erjos), D. José Benítez (Las Rosas), D. Marcelino Martín (El Palmar), D. Nicolás V. Afonso García y D. Domingo García González (Tosca de María, Santa Úrsula) y D. Óscar Sosa Manríquez (Taganana). La Palma: D. Miguel Rodríguez Lorenzo (Lomo Machines). Lanzarote: D. Tomás Hernández Machín (Haría).
Agradecimiento que hacemos extensivo a todos aquellos otros campesinos que, después de ofrecernos su tiempo y todo su saber sobre nuestras papas, quisieron quedar en el anonimato, especialmente en las islas de Gran Canaria, La Gomera y La Palma, pero también en todas las demás.
Finalmente quisiera que esta pequeña aportación fuera como modesto homenaje para todos ellos.

Águedo Marrero
Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo”
Fotos: Autor y Banco de imágenes

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