miércoles, 2 de julio de 2014

SILVESTRE DE BALBOA Y TROYA





1563 junio 30.

Es bautizado por el rito católico Silvestre de Balboa y Troya.
Después de casi 20 años de indagaciones, el investigador cubano Ramiro García pudo despejar muchas incógnitas que, por siglos, persistieron en Cuba acerca de la vida del inmigrante canario Silvestre de Balboa y Troya (1563-1649).

Poco se conocía del autor del poema Espejo de Paciencia, obra fundacional de la literatura cubana, escrita en 1608 en la villa cubana de Santa María del Puerto del Príncipe (hoy Camagüey), donde Balboa vivió parte de su vida.

Para abordar la biografía de este, natural de Las Palmas de Gran Canaria, García consultó unos 500 documentos inéditos, obtenidos por él en el Archivo General de Indias en Sevilla, entre otros muchos documentos localizados en varios archivos peninsulares ibericos, canarios y cubanos.

Ello le permitió organizar la cronología de la presencia en Cuba de este ilustre emigrante canario de los siglos XVI Y XVII -salvo el período desde la llegada hasta su localización en Puerto del Príncipe a inicios del XVII-, y que recoge elementos esenciales de su vida desde inicios de 1600 hasta mediados de 1641, última referencia cierta de su existencia.
En el texto Vida de Silvestre de Balboa y Troya (1563-1649): El canario precursor de la Literatura Cubana, fruto de la investigación y publicado hace poco más de un año por la editorial Ácana, el estudioso responde a muchas dudas e imprecisiones sobre Balboa, evidentes hasta entonces en la historia nacional.
Incertidumbres acerca de su verdadera existencia, su arribo y actuación como escribano en la isla caribeña, y las incidencias sobre su poema Espejo de Paciencia, acerca del cual llegó a plantearse que fue fruto de la fantasía o una broma literaria en la época en que se reportó su aparición. Tales opiniones que quedaron aclaradas después del profuso estudio.

Emigrante canario igual que Silvestre de Balboa, solo que 354 años después y radicado en la misma villa cubana, al escritor e investigador siempre le ilusionó la idea de acercarse a la misteriosa vida de aquel personaje, sobre el cual afirma que "ha sido llevado y traído como pocos en la isla" por los críticos.
Ciertamente, el lanzamiento del libro y la develación aquí de una tarja en el 2010, forman parte del proyecto Silvestre de Balboa, encauzado por Ramiro García desde el 2008, que persigue aún la declaración de Camagüey como cuna de la literatura en la isla.

Prevé además la construcción de una estatua al canario y la realización de un evento internacional de poesía, dedicado a su memoria.
Avalan la intención de tal reconocimiento a Camagüey -unos 550 kilómetros al Este de La Habana- no solo el hecho de ser esta urbe el lugar donde se originó Espejo de Paciencia, la primera obra poética escrita en el país, sino también forjadora de una pléyade de figuras de letras y artes como Gertrudis Gómez de Avellaneda y el Poeta Nacional Nicolás Guillén.
ORIGENES Y FORMACION DE BALBOA
Silvestre de Balboa y Troya nació en Las palmas, capital de la isla de Gran Canaria, pero se desconocen con exactitud el día y mes en que ocurrió.
Según el investigador es posible asumir como fecha del nacimiento la correspondiente a su partida de bautismo, que data del 30 de junio de 1563, en la iglesia de San Agustín de Las Palmas de Gran Canaria, dada las costumbres católicas y la presión que ejercía en la población la Inquisición o Santo Oficio, que funcionaría de forma ininterrumpida en Gran Canaria desde 1493 hasta 1820.
Fue el segundo de los nueve hijos del matrimonio de Rodrigo de Balboa con Úrsula Rosales de Troya. Uno de sus hermanos, Rodrigo, aparecerá años después también como vecino de Puerto Príncipe, donde Silvestre actuó como escribano.

Balboa provino de una familia hidalga, lo cual corrobora el hecho de que uno de sus tíos, Luis Balboa (1534-1598, escribano en Las Palmas), y su padre, Rodrigo de Balboa, hicieron información de hidalguía en 1545 y 1563, respectivamente, apunta el autor del referido volumen.
Igualmente refiere que la familia y, en especial, el tío escribano, quien gozaba de relativa importancia en la sociedad, obviamente influyeron en la formación educacional de Balboa -una faceta desconocida y que más ha desconcertado a los estudiosos-, pues podían ofrecer cierta cultura general a todos los miembros.
Algunos familiares, además, pertenecían a la hidalguía militar y también hubo comerciantes relacionados con la exportación de vinos (Gran Canaria se destacaba en esos años por sus vinos y azúcares) y con una estrecha relación con el clero, debido a que su hermana Estefanía fue monja profesa del convento de la Concepción Bernarda, en Las Palmas.
Ramiro García concluye que los poetas Bartalomé Cairasco (Gran Canaria) y Antonio de Viana (Tenerife), ambos figuras principales de la poesía culta admirados por el mundo intelectual canario, influyeron en la formación poética de Silvestre, quien mostró interés por cultivarse en la tertulia del propio Cairasco (finales del siglo XVI), a donde acudían amigos y admiradores del poeta, escritores, nativos y forasteros.
 En dichas tertulias, Balboa conoció de los poemas de Viana y los discursos de Marco Tulio Cicerón, las comedias de Plauto o algunas fábulas de Fredo.
Debió conocer asimismo, apunta, de los clásicos españoles, las obras de Herrera, los versos de Alcázar, los romances de Góngara, el género épico de Alonso de Ercilla (1533-1594) y las comedias de Lope de Vega (1562-1635), a lo que se unió el buen conocimiento de las artes de las escribanías.
Se piensa que la afición de Balboa a las letras se manifestara en su juventud, antes de los 30 años que como mínimo, suponen, contaba cuando emigró a Cuba.

Vale destacar que la infancia y juventud de Silvestre transcurrieron además entre noticias y sobresaltos por la acción de corsarios y piratas que asolaron Gran Canaria y otras islas aledañas en aquellos tiempos, como fueron los ataques del inglés John Hawkins (1567 y 1595), el marroquí Calafat (1569), el hugonote Jacques de Sores (1570), y el más temerario de los corsarios, Francis Drake (1577 y 1595), entre otros.

Se desconoce la fecha exacta de su partida hacia América, pues no aparece en los registros oficiales de la época como pasajero por los puertos oficiales de embarque; no obstante, el investigador la ubica entre 1591 y 1592, cuando tenía unos 29 años, según escritos testimoniales consultados por él.
PASOS EN CUBA
Conforme al Protocolo de Regueira, tomo de 1592, en el Archivo Nacional, Balboa se encontraba en Cuba ese año, pero no se especifica el lugar inicial de destino en la isla.

Informaciones precisan que cuatro años más tarde residió en la villa de Bayamo, más al oriente de la isla, ciudad de la que fue alcalde ordinario, pero se desconoce también hasta cuándo permaneció allí.
Balboa fue alcalde de Bayamo, reseña Ramiro, cuando el contrabando ilegal con marineros de países enemigos de España era, más que una excepción, una forma de vida en las villas del interior de la isla.
Entonces Bayamo competía en bienestar y riqueza con la villa de San Cristóbal de La Habana, villa aquella que a principios del siglo XVII era un lugar ideal para el comercio ilegal por sus características naturales (frondosos bosques, sin caminos importantes, ríos oportunos al encuentro) y vecinos de probado valor.
El traslado de Balboa a Puerto Príncipe aún no ha podido precisarse, aunque en abril de 1600 ya aparece como residente en la villa, al servir de testigo en un proceso legal y actuar, en este, como escribano.
Teniendo en cuenta que para aspirar al oficio de escribano en la villa, tenía que ser residente oficial del vecindario y poseer dominio geográfico de la comarca donde iba a ejercerlo, el investigador infiere que debió trasladarse dos o tres años antes de estas actuaciones.

El primer documento oficial que lo menciona como vecino de Puerto Príncipe es una actuación legal que data del 13 de abril de 1600.
Balboa fue nombrado escribano por el cabildo en 1600 y, posteriormente, en más de una oportunidad y cumpliendo las regulaciones establecidas, gestionó ante el monarca español la confirmación de oficio, obtenida finalmente a mediados de 1608.

Dos mil 500 reales al contado pagó para obtener el remate del oficio (en venta y pública subasta), lo que induce a creer que tenía recursos económicos propios o fue respaldado para obtener el cargo, apunta el biógrafo.
Por su condición de escribano estuvo ligado al poder oligárquico de la villa, donde gozó de reputación entre vecinos y autoridades.
El signo (aspecto que identificaba al escribano) empleado por Balboa no siempre fue de la misma forma. Los documentos consultados arrojan que entre 1600 y 1608 uso uno con rasgos diferentes al empleado a partir de 1619.
Balboa renuncia como escribano en junio de 1641, a los 77 años de edad.
Contrajo matrimonio, en 1615, con la principeña Catalina de la Coba y Machicao, una de las hijas del también canario Francisco de la Coba y Machicao e Isabel Consuegra Muñoz, de cuya relación nacieron seis hijos: Catalina, Francisca, Juan, Leonor, Úrsula y Teresa.

Hasta la actualidad no existen referencias sobre sus últimos años. Según una placa en la fachada de la casa donde nació en Las Palmas de Gran Canaria se señala el 1649 como el año en que murió, cuando contaba 86 de edad.
Hoy sigue siendo una incógnita dónde reposan sus restos. Suponen investigadores que fue sepultado cerca de la parroquia Mayor, en el lugar que ocupa la Catedral de la ciudad de Camagüey, y trasladado posteriormente al cementerio actual, creado a mediados del siglo XIX.
ESPEJO DE PACIENCIA
En Santa María del Puerto del Príncipe escribió Balboa en 1608 el poema más antiguo que se conoce en la Mayor de las Antillas, titulado Espejo de Paciencia y cuyas primeras noticias datan de 1838.
Espejo de Paciencia se cimentó en un hecho real que conmovió a los habitantes de esa época en la Isla, cuestión demostrada por Ramiro, quien reconoce que esa manifestación cultural era solo posible en un lugar donde existía un desarrollo productivo de consideración, con resultados económicos sólidos y progresivos y, por consiguiente, notoria cultura.
El poema tiene además valor histórico, pues relata un episodio muy interesante de la historia del país, ocurrido el 29 de abril de 1604, el secuestro del entonces obispo d Cuba Juan de las Cabezas Altamirano por un pirata francés, en 1604, en Bayamo.

Como plantea el propio Ramiro, el hecho debió conocerse en toda Cuba por su connotación, descartándose así la posibilidad de que fuera fruto de la imaginación del poeta canario, quien pudo saber detalles y tener más información por otros vínculos y relaciones de amistad y profesionales con los escribanos de Bayamo. Al referirse a los términos criollos de los que hace gala el poema, el estudioso reconoce que los 16 años que llevaba residiendo Balboa en Cuba era tiempo suficiente para adaptarse al medio y dominar los términos insulares que emplea.


De ahí también la descripción que hace de la naturaleza cubana en el poema, escrito en octavas reales y dividido en dos cantos. Posee mil 200 versos.
Sobre la versificación, diferente y con rasgos extraños, comparada con patrones similares de aquellos años, Ramiro García rememora la formación poética del autor, acaecida en otra isla y bajo el influjo de poetas canarios.
Algo curioso resulta el hecho de que Silvestre de Balboa Troya firmara su poema agregándole a los apellidos de los progenitores el de "Y Quesada", el cual asume de su abuela paterna, la hidalga Mariana Alonso de Quesada, lo que no era extraño en la e época, al no existir reglas fijas para el empleo de los apelativos maternos o paternos.

Lo cierto es que esta preferencia aún no resulta tan clara. Quizás por la consonancia del apellido que adoptó definitivamente, o por la mayor ilustración de que gozaba, en la idea de Balboa, o cualquier otra razón, son opiniones abordadas por Joseph de Viera y Clavijo en su libro "Introducción", Noticias de la Historia General de las Islas Canarias.

Las informaciones aportadas por Ramiro García en la biografía de Balboa ratifican a Espejo de Paciencia como la primera obra poética escrita en Cuba por criollos cubanos residentes en Santa María del Puerto del Príncipe, salvando así la primacía que algunos intelectuales han querido dar al poema La Florida, del fray andaluz Alonso de Escobedo (1598).

Para el investigador La Florida es la primera obra poética donde se menciona la isla, pero está dedicada en lo fundamental a ese enclave español donde fue creada por Escobedo cuando estuvo de misionero en Nombre de Dios, por unos once años. (Mabel Guerra García, 2012. En: Prensa Latina)

 

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