sábado, 5 de julio de 2014

TEXTO DE SECUNDINO DELGADO APARECIDO EN EL NUMERO 4 DE "EL GUANCHE" (CARACAS-1898).






“Aquellos de nuestros compatriotas que están bien hallados con el yugo español, o que tiemblan a la sola idea de una vida digna e independiente, que no alcanzan a comprender porque jamás han disfrutado de nada semejante, acostumbran, para sincerarse ante propios y extraños de su culpable inercia, hacerse los siguientes raciocinios: “Cuba y Filipinas -dicen- son verdaderas colonias que España explota a millares de leguas de distancia: sus nativos no son considerados como iguales a los peninsulares: las glorias de España no les pertenecen y en todo y por todo, son tenidos en el concepto de los españoles, no como hermanos, sino como extraños subyugados, ingratos de quienes hay que recelar y a quienes se les hace pagar muy caro una civilización recortada y mezquina. Otro es el caso de las Canarias”. Estas ideas que son simplemente las que el español astuto ha tratado de infiltrarnos para adormecernos, comienzan a perder su eficacia ante la realidad que siempre habla más alto que las mistificaciones de los déspotas.

Después de un profundo y demasiado prolongado sueño, el pueblo canario comienza a darse cuenta de que no son ciertos los hermosos cuentos que tantas veces han distraído su atención. Compara su estado con el de Cuba y Filipinas y deduce consecuencias terribles para sus explotadores, terribles hoy ante la opinión pública, más terribles mañana, el día de las responsabilidades. Lo mismo que en aquellas dos colonias, el español penetró en las Canarias a sangre y fuego, y si subyugó y en parte destruyó, al indio, al guanche lo absorbió por completo. Si explota a destajo las islas asiáticas y americanas que les pertenecen, también explota sus islas africanas.

“Nuestras fieles Canarias” “nuestra fiel isla de Cuba”, dice el peninsular. ¿Fieles a quién? Oh compatriotas canarios! Fieles a España. El peninsular no dice “nuestra fiel Andalucía”, porque Andalucía es España y semejante frase sería un contrasentido. Pero nuestras islas queridísimas no son una porción, sino unaposesión española.

Hace poco, cuando el pueblo canario celebraba el primer centenario de la derrota de Nelson en Tenerife, el gobierno metropolitano calificó aquella fiesta de “puramente local”. Aquel hecho insólito era por tanto, gloria solamente nuestra, gloria canaria. El presuntuoso pueblo que nos tiraniza hubiera creído rebajado su orgullo aceptando comunidad de glorias con nosotros!….

Por consecuencia lógica, las glorias hispanas no lo son nuestras. Qué decepción para los isleños que sueñan la compensación de nuestras desgracias actuales en la honra de ser partícipes de los laureles de una nación un día grande y poderosa!

Y aún pasando las cosas de otro modo, bastarían esos laureles, manchados en su mayor número de sangre, a compensar la ausencia de nuestra libertad, nuestra posición humillante de conquistados, la ruina de nuestros campos y la miseria de nuestros campesinos? Bastarían compatriotas ausentes de nuestras islas, a compensar las lagrimas de nuestras madres?


Mentira parece que en pueblo tan laborioso como el nuestro, hayan podido tener acogida patrañas semejantes. Ahí está la mano del español.

Otro día volveremos sobre este asunto y haremos ver a los obcecados que las Canarias tienen capital propio con que brillar en la gran constelación de los pueblos y que si ese capital no es aún mayor, débese a la suspicacia de la metrópoli que procuró siempre por todos los medios rebajar el nivel de nuestra cultura intelectual.

Entre tanto, aquellos a quienes asusta el porvenir inevitable preñado de transformaciones, pueden tranquilizarse Las ideas que hoy cunden en nuestras islas, no les hará perder el dictado de fieles. Tres veces, con la presente, se han insurreccionado los cubanos contra España y para los españoles continúa siendo la Gran Antilla “nuestra fiel isla de Cuba”. Ellos continuarán dándonos el mágico calificativo, en alta voz, todo el tiempo que les sea posible llevar adelante el engaño. Cuando no puedan más, se quitarán la careta y dirán de nosotros lo que hoy sólo piensan; lo que han dicho en su despecho de todas, sus antiguos colonos seres de raza inferior, ingratos, traidores.

Sea cuanto antes! Caiga de nuestros ojos la venda y de sus rostros la careta!”
Maria Gómez Díaz
Julio de 2014.



Los primeros europeos que llegaron a las Islas Canarias quedaron sorprendidos por las características físicas de sus antiguos habitantes que, a pesar de su aspecto primitivo, en grandes rasgos no se diferenciaban demasiado de las poblaciones blancas del sur mediterráneo.

Desde comienzos de la ciencia antropológica, los investigadores del siglo XIX observaron con extrañeza el parecido de los parámetros antropométricos de gran parte de los guanches (generalizando el término a todos los habitantes preeuropeos de Canarias) con el hombre fósil de Cro-Magnon. Pero es en el siglo pasado cuando se establecen las bases de comparación entre los antiguos canarios y las poblaciones norteafricanas, al resultar evidentes no solamente las similitudes físicas, sino también culturales, especialmente a medida que se avanzaba en el conocimiento de la prehistoria y cultura antigua del archipiélago.

Según Ilse Schwidetzky (1975): "Las islas Canarias ofrecen un campo extraordinario para la investigación antropológica. Primero porque en ellas una población prehistórica dejó en sus cuevas sepulcrales y en sus túmulos un material óseo excepcionalmente abundante (...) y además, la historia de la población de estas islas, en su evolución a partir de la conquista, es suficientemente conocida. Por lo menos desde Wölfel (1930) se sabe documentalmente que los grupos humanos prehispánicos no se extinguieron sino que sobreviven en la población actual, después de un inicial y rápido proceso de cristianización y aculturación".

Pero esta forma de pensar no es nueva, pues ya Glass en el siglo XVIII, Verneau, Berthelot, Chil y Naranjo y Bethencourt Alfonso en el XIX, y en el siglo XX Fischer, Wölfel, Schwidetzky, Weninger, Fusté, Rösing y Camps, entre otros eminentes investigadores, expresaban en sus escritos dichas analogías antropológicas. Este último (Camps, 1984) es muy explícito al respecto cuando dice, refiriéndose a la antigua población mechtoide (cromañoide) norteafricana: "Del tipo Mechta el Arbi subsisten hoy en día algunos raros elementos en la población norteafricana que, en su casi totalidad, pertenece a las diferentes variedades del tipo mediterráneo. Aquellos representan como máximo el 3% de la población actual del Maghreb, pero son mucho más numerosos en las islas Canarias".

En cualquier caso, no hay que centrarse solamente en el mayor o menor grado de pervivencia del tipo Mechta-Afalou en la población canaria actual - que no deja de ser un tema muy interesante desde el punto de vista antropológico, pues en Canarias tenemos un verdadero laboratorio viviente - sino que también debe estudiarse ese alto porcentaje mediterranoide, que es el que más nos acerca a la población norteafricana amazigh actual.

Ahora son las nuevas técnicas de la genética molecular aplicadas a las poblaciones, las que están propiciando un avance espectacular en el conocimiento de la evolución biológica e histórica de la especie humana. "Una nueva rama de la ciencia emerge con fuerza: la genómica histórica. La comparación de los perfiles genéticos de grupos étnicos permite poner a prueba los postulados históricos, muchas veces basados en deducciones poco objetivas: sin duda, la genómica complementa a la historia clásica" (Arnaiz-Villena, 1999).

En este sentido, con los estudios del DNA mitocondrial en poblaciones autóctonas de todo el mundo llevados a cabo, entre otros, por Cann, Stoneking y Wilson (1987), Ruíz Linares et al.(1995) y sobre todo los de Cavalli-Sforza, Menozzi y Piazza (1994) en 1800 pueblos aborígenes de todo el orbe - sin llegar a ser definitivos, entre otras razones por las limitaciones en la obtención de genes diferenciadores - han quedado esbozadas las afinidades y diferencias genéticas entre los distintos pueblos del mundo y, lo que es más importante, sus relaciones, migraciones y evolución histórica.

( Francisco García-Talavera).
Publicado por: Maria Gómez Díaz
Julio de 2014.

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