sábado, 13 de septiembre de 2014

RELIGIÓN Y CULTO A LOS MUERTOS:

RETAZOS DE CULTURA GUANCHE
Según el Dr. Juan Bethencourt Alfonso, en: Historia del Pueblo Guanche
Recopilado por Eduardo P. García Rodríguez.


—Embalsamamiento. Introducían el bálsamo al cadáver por la boca, narices, recto, etc.; y luego untaban todo el cuerpo; y luego lo amortajaban con las pieles y lo exponían algunos días al sol. Pasado un cierto tiempo lo metían en una cueva funeraria y la tapiaban con piedras secas. Es raro encontrar un cementerio guanche (cueva) que no tenga una porción de leña, ya de sabina o de brezo, así como tierra co­lorada (Adeje).

—Antes de embalsamar los cadáveres, los lavaban con jugo o leche de tabaibilla para que se mirlaran (Barranco Hondo).

—Hemos encontrado esqueletos con sustancia negruzca idéntica al bálsamo de los guanches y aún dentro de algunos cráneos (San Miguel).

—Se conoce había personas que tenían la industria de preparar el bálsamo y tenían grandes depósitos, como hemos descubierto en cue­vas de Candelaria, Guía y Arona (San Miguel).

—Estoy convencido tenían varios procedimientos, pues en unos se encuentra el bálsamo adherido y en otros no hay ni señales. He ob­servado que los mejor conservados no tenían bálsamo, como si los de­secaran y curtieran (San Miguel).

—Dentro de una cueva de Araya se encontraron dos momias y en la misma cueva el bálsamo de los guanches, compuesto de mocanes machacados y unto de cerdo (Araya de Candelaria).

—Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el princi­pal para ciertos jefes (Arona).

—Exequias. Las celebraban durante los 15 días que el cadáver permanecía expuesto al sol después de embalsamado (Granadilla).

Honras fúnebres. Al cadáver lo acompañaba toda su familia du­rante unos días con sus noches, hasta conducirlo a la cueva; en cuya puerta hacían también cierta ceremonia antes de marcharse. (Barran­co Hondo).
—Al individuo que moría lo lloraban mucho, acompañando al ca­dáver durante seis días, pero colocados a cierta distancia, la familia, amigos y vecinos del muerto. Desde luego colocaban el cadáver junto a la cueva en que había de ser inhumado, al aire libre; encendiendo hogueras por las noches en dicho sitio.

El cadáver era colocado boca arriba, y lo inhumaban al sexto día después de una ceremonia de despedida. La familia del muerto lleva­ban la comida para todos los acompañantes durante esos días (Ba­rranco Hondo).
—Cuando moría alguno, las familias y vecinos se reunían y lo lloraban mucho (Arona).

—Dicen que cada ocho días sacaban las momias y las lloraban. ¿Sería que iban cada ocho días a ver si estaba mirlada y la llorarían hasta que al fin la dejaban cuando la encontraban bien momificada? (Arafo).
amorta amiento.-
—Amortajamiento. Es indudable que todos los cadáveres guan­ches eran amortajados, pues aún en las cuevas en que aparecen sólo esqueletos se encuentran restos de vestidos, cuentas, etc. y demás adornos que usaban (San Miguel).

Enzurronados. El vestido en vida no era igual al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados; pero que también vio muertos que habían sido amortajados con los vestidos que usaban en vida (Arona).

—Para coser las pieles empleaban los guanches cuerdas de tripa. Basta coger un intestino delgado de cabra, etc., y limpiarlo detenida­mente y por completo, y luego torcerlo para obtenerlos (Güímar).
—Conducción de cadáveres. Lo hacían al hombro sobre varales (Granadilla).
—Sepultureros. Tenían nombrado un sepulturero y una sepultu­rera, para enterrar cada sexo al suyo; que les estaba prohibido comuni­car con los demás. Eran mal mirados (Araya).
ENTERRAMIENTOS:
—Túmulos. En la cueva de La Hilandera, en Las Galletas, Agus­tín Reyes Trujillo, del Valle de Arona (viejo como de 80 años), descu­alto, dos de largo y uno de ancho, que tenía dentro el esqueleto de un hombre. Las piedras estaban colocadas con cuidado y esmero. Este matorral estaba en un morreüto un poco más arriba de la dicha cueva, y como a 1/2 kilómetro del mar (Las Galletas, Arona; 1907).

—Se han encontrado en Ayesa sepulturas con lajas espetadas (Arafo).
—Por dentro del Topo, en un beril del barranco del Medio existen aún los restos de un sepulcro rodeado de lajas espetadas (Arona).

—Ha sido frecuente, según dice el pastor que relato, y el dicho Esteban Ramos (lo que quiere decir era también general en el Sur) en­contrarse sepulcros del siguiente modo en las cumbres a la altura de Vilaflor, una serie de lajas vivas empinadas, como de 1/2 vara a 3 cuartas, dispuestas como hoy en forma de ataúd, el fondo también de laja; luego encima restos de varios cadáveres, y encima de ellos otra serie de lajas, y todo cubierto con tierra, que había de quedar como un cerrito. Aún existe uno, en medio de un llano, en El Traste, pegado al Pinalito (jurisdicción de Vilaflor). Esteban Ramos ha encontrado va­rios en distintos puntos de la cumbre. Otros se encontraron igual, cerca del mismo punto, junto a La Ladera. Éste estaba junto a una cueva que se conoce fue habitación guanche (Granadilla, Vilaflor y Sur de Tenerife).

—Han encontrado túmulos (lajas espetadas alrededor). Informa­ción dada por un viejo pastor (Granadilla).

—A los guanches, cuanto mayor categoría, los sepultaban en montañas mas elevadas (La Guancha).

Como en algunas otras partes se han encontrado en la Cruz de Itote lajas espetadas alrededor de sepulturas. Otras se han encontrado como un empedrado como de dos metros de largo y uno de ancho, de piedras grandes, y debajo un sepulcro con huesos (Barranco Hondo).

—Sarcófagos. Se encontró uno en El Picacho, de tea, que pudi­mos reconstruir en parte, y que conservamos en el Gabinete Científi­co. Es como una especie de dornajo, que lo cubría una tabla de una sola pieza. En una cueva tapiada (Barranco Hondo).
CUEVAS FUNERARIAS:
—Las cuevas sepulcrales de los guanches unas eran para los jefes y otras para el público; lo mismo que a los primeros los ponían en le­chos distinguidos, sarcófagos, entarimados, etc., y los otros sobre el brió hace años como un matorral bien hecho, como de 1 metro de  suelo. Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el princi­pal para ciertos jefes (Arona).

—En la Media Montaña, debajo de Barranco Hondo, descubrimos otra necrópolis con más de 100 cráneos en una cueva y una seudomo-mia de mujer y de niño, como de 4 ó 5 años.

Éstas se encontraban en una gran grieta próxima a la caverna. La mujer, envuelta en pieles de cabra y de oveja, tenía por sarcófago una rama de árbol, entre cuyos gajos en diferentes direcciones la acomoda­ron perfectamente.

Muchos de los cráneos tenían huellas de heridas más o menos grandes: había cicatrices horribles que curaron (Barranco Hondo).
—En una cueva de Igueste de Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de nueve cadáveres. La cueva es pequeña con suelo de basalto ahoyado naturalmente y de estrecha entrada.

Los cadáveres estaban revueltos, con los miembros entrelazados al azar, como si precipitadamente los hubieran arrojado allí de cual­quier modo. Algunos tenían las manos contraídas. Los más tenían co­llares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura.

Todos estaban bajo una cubierta común de una sustancia negruzca de olor particular que ofrecía los caracteres del bálsamo guanche, mezclada con tierra desprendida del techo.

Como se deshacían al tocarlos, necesitamos disponer de muchas horas para irlos estudiando en sus particularidades. Sólo pudimos sal­var uno y en regulares condiciones (Igueste de Candelaria).

—Se han encontrado restos en el Entando, Pico del Valle, barran­co de la Fuente, Perdomo, cueva de Reina en Perdomo (Arafo).

—En la cueva de la Marrera es tradición de que vivieron. Esta cueva estaba toda empedrada con lajas; y en ella hemos encontrado muchos huesos de guanches. También existe otra en el barranco de Juan Luis, donde se hallaron muchos huesos y cuentas (Güímar).
—La tradición dice que las cuevas funerarias eran comunes a mu­jeres y hombres (Granadilla).

—En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casi­ta, en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante mas fina, ligeramente encorva­da, teniendo un agujero o culo como las agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).
—En Chimichi hay una cueva, de boca estrecha y ancha dentro, enlosada, con muchos huesos y cráneos; debajo como pinocho en cama.
—Nunca hemos encontrado en estas grutas (cuevas funerarias) nada parecido a lo que dice en una nota Viera, tomada del obispo Rochester, respecto a la costumbre de los guanches de poner vasijas (con leche o manteca) junto a los cadáveres. Sólo tabonas, cuentas, anzue­los, trozos de bastones.

Por regla general elegían cuevas de suelo y paredes más impermea­bles y menos expuestas a la acción de los agentes exteriores; prefiriendo las de entrada angosta; unas son de fácil acceso y otras dificilísimo, sin duda por las transformaciones sufridas con el tiempo.

Hemos hallado cuevas de 4 ó más metros de altura sobre el suelo, conservando al pie del risco como montones de piedra a manera de pi­rámide que sirvieron de escalera. Hay otras, en cambio, a mitad de ris­cos profundos en que un estudio geológico del terreno demuestra sin ningún género de dudas se conservan casi en iguales condiciones res­pecto a la altura y configuración, siendo difícil explicarse cómo po­dían penetrar en dichas cavernas, donde sin embargo hay restos mor­tuorios. Después de meditarlo mucho nos inclinamos a creer que esos riscos estuvieron vestidos de vegetación, como sabinas, etc., que utili­zaban como peldaños.

Aparte de algún majano que a guisa de escalera hemos hallado dentro de grandes cuevas, para subir a grietas o naturales covachas contenidas en las mismas cuevas, nada hemos encontrado que revele la mano del hombre para mejorar o embellecer esas grutas (San Mi­guel).

—En la cueva de las Posadas en el barranco de urchilla, excava­da en el centro de un risco de basalto, a 8 varas del fondo del barran­co, se encontraron sobre dos capas de lajas ingeniosamente dispuestas por pavimento, numerosos restos de esqueletos guanches. No en todas las cuevas se hallan estas lajas (San Miguel).

—En una cueva del barranco de urchilla encontré restos de cadá­veres guanches tendidos sobre hileras de lajas (San Miguel).

—En Chimbesque hace años encontramos en el barranco de Or-chilla una cueva de suelo cóncavo con los esqueletos tendidos de dos cadáveres guanches bajo un techo formado de palos atravesados, a manera de bóveda, con una capa encima de piedras y tierra, no sabe­mos si intencionadamente puesta o si fueron desprendimientos del techo.
Esta inhumación debía ser de época remota porque gravitaba sobre el techo de madera y del resto de la gruta, una capa de excre­mentos de aves de 1 1/2 de espesor (San Miguel).
—En el barranco del Busio, risco de Tosca, en San Miguel, (se encontraron restos de dos adultos y dos niños, ver apartado de Enterra­mientos). El espesor del techo de barro que cogía toda la cueva tendrá como una mano, de barro gredoso, que no hay en la cueva ni en los con­tornos. Esta cueva está como a 18 varas del suelo y como a otras 18 de la vera. La cueva es de picón negro o arenisco, como el de las tuneras; que sólo podría mojarse con aguas y viento del poniente, que no es ordi­nario; la boca tendrá como 1/2 vara de diámetro en todos los sentidos, y de alta, dentro como 1 1/2 vara. Sobre el lecho de ramas había otro de lana de oveja y de cabra (pero no se sabe si fue intencional o desprendi­da de las pieles, sin embargo no se ha encontrado piel de oveja). Junto al cadáver de la que se presume mujer con el niño encima, a su izquierda estaba otra calaverita de otro niño y por la derecha como el cadáver que suponen de un hombre (un matrimonio), de modo que ella estaba al medio de la cueva y los demás a los lados, como queda dicho, con las cabezas para el fondo. Dicen que no fueron éstos amortajados, no esta­ban enzurronados, sino que los restos de pieles indican eran sus vestidos (de modo fue que se dejaron morir allí). Junto a la puerta se encontraron 5 lajas de barranco, vivas, de un lajial que está cerca de aquel punto, como de 2 a 3 cuartas que tapaban la puerta, cogida con barro (unas de­lante de otras dos, y otras dos para una grieta que quedaba de las dos lajas anteriores). Dice que uno por dentro podía taparse como estaba. Junto a la puerta había un leño de tajinaste, como de una vara, del grue­so de una muñeca, ¿como tranca!, pues como las lajas no llegaban por completo arriba, se conoce fue atravesado a la puerta para que descansa­ran las lajas sobre el leño (San Miguel).

—En barranco del Busio, risco de Tosca, en San Miguel (por Vic­toriano Trujillo, de Vilaflor), se encontró como medio niño, de unos cinco o seis meses de nacido que tenía en la espalda como un moñito como hoy le recogen a los chiquillos la ropa por detrás. Estaba el niño acostado sobre el pecho de la madre, de arriba abajo (según presume el informante). La madre estaba estirada sobre la faz del suelo con los pies a la puerta, y teniendo encima un techo de barro amasado, y enci­ma se conoce pusieron otro lecho de escobones y granadilla toda la cueva, que tendrá de fondo, partiendo de la puerta, como 2 1/2 varas e igual de ancho; la puerta mira al poniente (San Miguel).
—Se encontró una muy notable en una cueva del barranco del Agua (Ifonche), debajo de Chimoche, con restos de más de cien cadá­veres, por el número de cráneos que contaron (Ifonche; Adeje. Noti­cias de pastores de confianza).
—En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Tendrá la cueva de fondo como 3 ó 3 1/2 varas, mirando la puerta (que son dos, una inferior, de diámetro como de 3 cuartas, redonda, junto al suelo estaba tapada con un lajón de tosca (como de las huertas de papas, que se conoce la su­bieron del pie del risco, donde las hay por naturaleza), sin barro; y otra, también redonda como de 1/2 vara de diámetro, encima de la boca ta­pada (miraban para el poniente); de ancho tiene como 4 varas (de N. a S.) y de alta, por lo más que era junto a la puerta, como un hombre; y el suelo sigue adentro en rampa o ladera). El suelo de la cueva, que es toda como risco, de tosca, era natural. En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de
Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos es­tirados y manos (debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con los pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva hace en el centro como un hoyo desvanecido). Esta momia tenía la cabeza y cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas, con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y delante, atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con un moño amarrado debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).

Los pies los tenía, con la punta del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos (pulgares) atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del suelo.
Sobre ésta, estirada y boca arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a la anterior y más deteriorada.

Junto a estas momias y hacia el fondo de la cueva estaban atrave­sados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano, un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, que­dando este andamio como una cuarta mas alta que la momia superior ya descrita. Los palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como acostado en esta forma (Vid. Dibujo Cuad. L. pág. 486). Se conoce era hombre pues las manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos (pulgares), pero sin montar una punta sobre otro. De los 8 ca­dáveres se encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer; y un brazo, que por la mano muy pe­queña, bonita y bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).

—En la Cueva de Los Guanches se han encontrado restos de un crecido número de cadáveres; y según tradición fue panteón de los guanches. También afirman que allí se encerraron muchos para dejarse morir de hambre, desesperados por la mala suerte con que combatían (Icod).



No hay comentarios:

Publicar un comentario