sábado, 29 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA



UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1481-1490


CAPITULO-X



Eduardo Pedro García Rodríguez

1484. Los canarios después de la invasión y conquista. Común error fue para propios extraños la creencia inducida por la metrópoli y especialmente por el clero católico de que la raza indígena había desaparecido de Tamaránt “Gran Canaria” a los pocos años de su conquista; afirmación que hemos combatido en otro lugar de esta historia refiriéndonos a todo el archipiélago, y que los modernos métodos de investigación en los campos histórico y genéticos demuestran que tal supuesta desaparición de la raza ha sido una de tantas falacias sostenidas por el colonialismo.

La familia y deudos del guanarteme, los guerreros de más fama y los isleños que se habían distinguido por sus servicios y adhesión a la causa de los invasores, fueron desde luego favorecidos por Pedro de Vera con repartimientos en la isla según su clase y merecimientos.

Los jefes, en cuyo número se contaban el guanarteme, Maninidra, Adargoma, Aytamy,
Bentaguaya Rutindana y otros, se habían incorporado al ejército activo mandando pequeños destacamentos de isleños, destinados a perseguir y traer a la obediencia a los que aún vagaban por los montes viviendo de la rapiña y del merodeo.

Ocupábalos también el gobernador colonial en hacer entradas por las costas del sur de Chinech (Tenerife,) con embarcaciones ligeras que salían de las playas de Agaete y llegaban de noche a aquella isla

Por una expresa concesión real se dio al guanarteme el término de Guayedra. A la infanta doña Catalina se la puso en posesión de las casas que su padre había habitado en Gáldar, viviendo después en aquella población pobre y olvidada con sólo los recursos de su esposo, que, como conquistador, había obtenido algunos repartimientos en dicha localidad. El famoso Maninidra, que tan poderosamente había contribuido a la sumisión de Tenerife, recibió en aquella isla, donde ya no era temible su influencia, varias suertes de terreno, casándose allí con la isleña María de León, de la que tuvo dos hijos, Pedro e Inés.

Muchos conquistadores se enlazaron con hijas de los jefes isleños, que eran en general hermosas, rubias y de robustas formas, por haber sido muy pocas las mujeres españolas que se avecindaron en Gran Canaria. Ya hemos visto también con quienes casaron las tres infantas doña Catalina, doña Margarita y doña Luisa, pudiendo multiplicar estas citas si no fuera ya un hecho indubitado la fusión de las dos razas entre sus más elevados personajes.

Entretanto, el odio al invasor no extinguido aún con el agua del bautismo, la repulsión que algunos isleños sentían hacia los usos y costumbres de los españoles y el penoso trabajo que se les imponía talando montes y matorrales, cegando pantanos y roturando predios que no les habían de pertenecer, dio lugar a que en el año siguiente (1484) aparecieran algunas partidas de isleños alzados que, saliendo de lo más agrio de la selva, recorrían la parte ya colonizada incendiando bosques, casas y sembrados y dando muerte a los invasores que intentaban oponerse a sus acciones.

Alarmado el general invasor con esta inesperada insurrección que podía tomar grandes vuelos si no se la ahogaba en su nacimiento, reunió una parte de sus tropas para dar una batida a los alzados llevando consigo algunos de los principales isleños convertidos, de modo que le sirvieran en todo caso de rehenes.

A este tiempo, dos frailes de la orden de San Francisco que se encontraban en el Real, deseando sumar méritos con el pretexto de evitar toda efusión de sangre y creyendo que por razón de su ministerio estaban obligados a predicar la paz y solicitar el perdón de los engañados isleños, se ofrecieron a salirles al encuentro y convencerles de la inutilidad de su empresa. Accedió a sus ruegos el general y los dos frailes, llamados Diego de las Cañas y Juan de Lebrija, emprendieron solos su peligrosa misión dirigiéndose al vecino bosque del Lentiscal, que se extendía desde Tafira a Satautejo y donde, al parecer, se hallaba reunido el grueso de los isleños alzados.

En efecto, estaban estos acampados sobre una altura que domina el cauce del Guiniguada al abrirse paso por un estrecho desfiladero del distrito del Dragonal, y allí principiaron a exhortar a los canarios, rogándoles en nombre del verdadero dios dejaran las armas y se sometieran a la dominación castellana. Pero, exasperados los canarios con el recuerdo de sus pasadas ofensas infligidas por el clero católico se apoderaron de los religiosos y llevándolos al borde del precipicio los lanzaron desde lo alto al fondo del barranco.

Desde entonces aquel sitio es conocido con el nombre de Cuevas de los frailes.

Indignado el sanguinarioVera   juró pasar a cuchillo a todos los alzados sin perdonar sexo ni edad (tal como había hecho en la Gomera) y, con tal propósito, dio orden de salir inmediatamente en su persecución y exterminarlos. Sin embargo, todavía obtuvo el converso guanarteme la concesión de una tregua, ofreciendo en breve plazo traerlos a la obediencia y obligarlos a deponer las armas, lo que al fin consiguió llevándolos a todos por pequeñas partidas al Real.

Inútil es decir que huéspedes tan incómodos y sospechosos fueron cuidadosamente vigilados y, cuando se ofrecía ocasión, enviados como esclavos a España.

A estos deportados, mártires de su amor a la patria, se les señaló por los Reyes Católicos el barrio de Mijohar en Sevilla para que allí residiesen con sus familias, debiendo referirse a ellos la Real Cédula que con fecha 30 de agosto de 1485 se expidió en Córdoba y cuyo texto dice así: «A queja de Fernando Guanarteme, hecha en nuestro propio y de los canarios y canarias residentes en Sevilla, sobre agravios que les hacían tomándoles mujeres e hijos para servirse dellos so color de no ser cristianos, y aún siéndolo, de haber sido reducidos, después de presos y cautivos de buena guerra, y sobre otros malos tratamientos, etc. Para remedio de eso y también para que ellos no sigan juntándose en las casas que les señalaron, haciendo los actos e comunidades e gentilidad que solían, se da comisión a Juan Guillén, alcalde mayor de Sevilla, para que privativamente entienda en el régimen de dichos canarios, les defienda de todo daño, obliiguen a buscar señores a quien servir, cada uno , con su amo y juntos marido y mujer; a los casados separe de las mujeres si no lo estuviesen por el  rito católico; a los que mal hicieren castigue prudentemente mientras no tuvieren doctrina y conocimiento de leyes y pena, cuidese se les de doctrinas y costumbres cristianas. ..» (23).

Curioso es el contenido de esta cédula, revelándosenos en ella hechos que se suponían
pero que no estaban aún comprobados. Vemos, en efecto, que la condición de esclavos era lo que se así se daba a esos infelices, no extendiéndose la protección de los reyes sino a impedir que se abusara de su debilidad y disponer que la iglesia santificara sus matrimonios. ¡Triste compensación de su injusta servidumbre! (Agustín Millares Torres; 1977, t. II: 201-4)

1484. El año siguiente, después de la conquista vino navío de España trayendo algunas familias y mujeres de soldados y capitanes que pretendían avecindarse en Canaria, como fue doña Luisa de Fonseca, hermana de Andrés Suárez, que vino en su compañía, mujer del capitán Alonso Fernández de Lugo, que después de dos años murió esta señora en Gáldar y se enterró en la Parroquia de Santiago, y siempre se llamaron hermanos él y Andrés Suárez.

Asimismo vino por Alcalde Mayor Perpetuo Esteban Pérez Cavello, á quien Pedro de Vera rechazó, ahora como primero, por la muerte del Gobernador Pedro de Algaba, siendo Alcalde Mayor por Juan Rejón; mostró la Data de su Cédula en 15 de Marzo de 1478, volviéndose á dar cuenta á S.M., que la envió confirmada en la ciudad de Trujillo en 17 días de Mayo de 1479. Mandó S.M. el nombramiento de la ciudad de Telde y Gobernador de la Isla y Torre de Gando, volvióse á nombrar; nombramiento de la ciudad en el Real de Las Palmas con oficios de Regimientos, Justicias, Alcaldes, Alguaciles; eligiéronse caballeros conquistadores y el pregonero era un francés, vecino de Lanzarote. Pidió la ciudad á S.M. la Cédula de Repartimientos y vino remitida á Pedro de Vera, y que fuesen según las calidades de las personas, dándoles sitios para vivir,  tierras yaguas, en qué plantar, á los nobles aventureros conquistadores; menos á
los peones pagados y á los que llevaron sueldos, y fuesen premiados todos los que sirvieron á S.M.; hubo después otra Cédula Real remitida al mismo Gobernador, con honores y repartimientos, con muchas distinciones para quitar confusiones á las primeras Datas, firmada en Toledo á 4 de Febrero de 1484. Plantó caña de azúcar en el valle de Guiniguada é hizo el primer ingenio Pedro de Vera; en frente de mano derecha plantó Alonso Jáimez de Sotomayor, alférez de á caballo, y molió con caballos su ingenio, y los demás con agua; estos sitios después fueron convento de San Francisco y casa de algunas familias que vinieron después y compraron ésto y otros sitios, al mismo tiempo de la conquista, que son: Quintana, Venegas, Caldera, Zerpa, Padilla, Penazola,
Peloz y otros.

En los sitios de Pedro de Vera estaba la ermita de San Pedro Mártir, donde hoy es convento de Santo Domingo, en la ciudad del Real de Las Palmas; la casa de Martín Vera es hoy el Hospital de San Martín, que aún tiene sobre la puerta antigua el escudo de los Vera. A Juan siverio se le dieron tierras yaguas en Tenoya porque dejase la casa y huerta en la Ciudad del Real donde hoy está la Catedral y lo que es la plaza era la huerta. A Tomás Palencia le dieron en Arucas y barranco de Guadalupe grandes pedazos de tierras con mucha agua, donde hizo ingenios, que tuvo cuatro, el de Tirajana y el de Los Llanos de Sardina. Alonso Rodríguez de Palencia, su hermano, tuvo en
Telde tres ingenios: dos en el barranco que llaman del Perro y otro fuera de lugar junto al barrio de Los Llanos, donde hizo casa y ermita de San Gregorio; en uno de los dos primeros y la casa sucedió un vecino de Lanzarote llamado Jara Quemada, y en el segundo Cristóbal García de Moguer, del lugar del Condado, y en el de fuera de Telde Francisco de Matos, de Portugal. Repartiéronle en la Gaete al capitán Alonso Femández de Lugo la Casa Fuerte ó castillo con muchas tierras yaguas; hizo ingenio y plantó viñas é hizo grandes cortijos que después vendió para la conquista de La Palma y Thenerife;
sucedió en ellas Francisco de Palomares, genovés, y á este uno llamado Zayas de Arellano, que las vendió y se fue á España. Avecindáronse en C¡áldar, comprando de otros al mismo tiempo, unos italianos de apellidos sopranis y Cairasco. De Lanzarote vinieron otros llamados Aguilar, Verde, Betancourt, Cabrera, y después de la conquista de Thenerife, otros, como Benítez. Avecindáronse en Canaria españoles de diversas naciones, portugueses, gallegos, vizcaínos, extremeños, andaluces, aragoneses, y de otros reinos, flamencos, franceses, genoveses, italianos, y de Lanzarote vinieron algunos
canarios que allí detuvo Diego de Herrera, ya cristianos, como el caudillo de Telde, Mananidra, que murió en Thenerife después de su conquista.

Envióles á todos los conquistadores á sus casas Pedro de Vera el título de sus Datas y Repartimientos según habían servido, y vistos por ellos fueron contentos y mayormente los aventureros, aunque no les daban aguas sino tierras montuosas para sembrar, mandólas medir y amojonar, poniéndoles los nombres de sus apellidos, porque otros venían de España que habían dado á Sus Altezas cierto número de maravedíes para que el Regimiento y Ciudad les diese heredades y hubo grandes cercenamientos que de enfadados vendían todo y se volvían á España y pasaban otros á La Palma y Thenerife á su conquista y allá les daban otro tanto y lo vendían; muchos se pasaron á Indias á sus primeros descubrimientos cuando acudían las familias de fuera del Reino con títulos
genoveses, flamencos, etc., y en Thenerife fue donde estas familias cargaron más, y en La Palma; á la fama de las guerras civiles de Granada se fueron muchos con las Compañías de la Hermandad, mandadas llamar el año 1480, y el que tenía con qué irse no quería quedarse en Canaria é Islas.

El Cabildo y Regimiento de Canaria á su costa fabricó é hizo armazón de dos fragatas, y el factor ó comisario fue Juan Severio Mujica y otro primo suyo, Lezcano, regidores para limpiar estas costas de piratas, así moros como otros, y correr la costa de África y Guinea á traer negros para el servicio de los ingenios y viñas, que después sus dueños dejándolos libres por voluntad de Sus Altezas tienen un pueblo donde habitan todos los negros, en Tirajana; son vivos, entendidos y valientes que defienden aquellas costas remotas de enemigos que por allí entran á hacer aguada y á robar ganado y á lo que pueden. Trájose de Guinea las patatas, el maíz, raíces de plátanos, ñames y otras semillas. (Marín de Cubas [1694] 1993:168-72)

1484. Hernán Peraza “el Joven” deja de ser el apoderado de sus padres y obtiene el señorío de la isla de La Gomera. Los gomeros se sublevan contra él y los castellanos se recluyen en la Torre de los Peraza hasta la llegada del sanguinario Pedro de Vera con refuerzos. Se producen grandes represalias contra la población isleña y se llevan a unos 200 gomeros como esclavos.
1484. Los Reyes Católicos, el 20 de enero de 1484, dan instrucción a su procurador en la curia pontificia, Gonzalo de Beteta, y al cardenal Juan Margarit, para suplicar al Papa Sixto IV el derecho de patronato sobre el obispado de Canarias (Rubicón) .De momento, quedó sin efecto (hasta 1486).

1484. El Papa Sixto IV declara abolida la bula Regimini gregis de 1476 , acaso disgustado por haber desviado sus fondos los Reyes Católicos en favor de la conquista; por lo cual cesó la recaudación consiguiente; o quizá la abolición se debió a que los reyes habían pedido el derecho del patronato y cargaba con los costos.  1484, Agosto 31. Córdoba. AS, RS, ACW, pc. V-1484/9-11.

Al consejo de la Gomera que obedescan por señor a Fernando Peraça.

Don Fernando e Doña y sabel etc. A vos los vezinos e moradores de la ysla de la Gomera, salud e gracia. Bien sabedes cómo por otra nuestra carta firmada de nuestros nombres e librada de ciertos de nuestro consejo vos enbiamos mandar que obedesiésedes a Fernand Peraza, fijo de Diego de Herrera e de Doña ynés Peraza, su muger, cúyo es el señorío e gouernación e posesyón de la dicha ysla por traspasamiento que della le fizyeron los dichos Diego de Herrera y Doña ynés Peraza, su padre e madre, e que le rrecudiésedes enteramente todos con los pechos e derechos a él pertenescientes, segund que esto e otras cosas más larga.mente en la dicha nuestra carta se contenya con la qual dicha carta avedes seydo rrequeridos e que la cunplades en todo e por todo, segund que en ella se contiene, e contra el thenor e forma della no fuésedes nin pasásedes, so ciertas protestaciones e penas en la dicha carta contenidas..Lo qual diz que fasta agora non avedes querido nin queredes fazer poniendo vos contra él e non faziendo lo que por la dicha nuestra carta vos enbianmos mandar, en lo qual el dicho Fernand Peraza ha rrecebido agrauio, e daño e nos suplicó e pidió por merced que cerca dello le proueyésemos como la nuestra merced fuese. E nos touímoslo por bien e mandamos dar la dicha nuestra carta para vos en la dicha rrazón, por la qual vos mandamos que veades la dicha nuestra carta e la cunplades en todo e por todo, segund e por la forma e manera que en ella se contiene. E contra el thenor nin forma della non vayades nin pasedes en ningund tienpo nin por alguna manera, so las {penas) en que cahen aquéllos que van contra mandamiento de sus Reyes e señores naturales. E s y contra la dicha carta fuéredes e pasáredes, mandamos a los capitanes e gentes e otras personas en la dicha nuestra primera carta contenidas, que esecuten en vosotros o en cada v no de vos todas las penas e premias en la dicha primera carta contenidas. E non hagades ende al. En la cibdad de Córdoua, treynta e vn días de agosto año etc. de mill e quatrozientos é ochenta e quatro años. Episquipus (sic) Palentinus, Rodericus dotor, Andrés dotor, Antonius dotor. Yo Alonso del Mármol, escribano de cámara del Rey e dela Reyna etc. la fiz escreuir por su mandado con acuerdo de los del su consejo.(D.J.Wölfel)

1484 Juan Frías, obispo de Canarias y Rubicón, quiso cobrar el diezmo de las islas. Inés de Peraza, en nombre propio y de y Diego de Herrera, "cuyas son las Yslas de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Fierro", no las "islas Canarias", en conjunto, como poco antes, recordaron al prelado, documentos en mano, que pertenecía a los señores, como en toda tierra, que perteneció al Temple. De paso se quejaron de las 40.000 cabras del prelado, que pastaban en Erbania (Fuerteventura), desde hacía 20 años, no habiendo pagado jamás un maravedí, de diezmo ni herbaje, Los reyes dieron la razón a los señores, respondiendo la iglesia católica que las tales cabras, estaban en la isla desde que las ocuparon cristianos. Compró 5.600 quintales de orchilla, "buena, limpia e enxuta", en 10 doblas cahíz, a razón de 800 por año, quedando los Peraza a autorizados vender el excedente, en los dos primeros, de no absorberlo Rivera, a condición de mantener el precio. (L. Al. Toledo)

Tan perjudicada  la Iglesia católica  como Fernán, por la suspensión de la trata, pues el diezmo era de importancia, señor y clérigos se aliaron, buscando solución al problema.
Siendo la clave la religiosidad de los isleños, el Deán de San Juan concluyó que los interesados, habrían de probar que "no eran ni fueron cristianos", pues aunque "nombre tuviesen, ninguna obra de platica fasían", usando "nombres gentilisos, binieno desnudos e teniendo ocho o diez mugeres, no consintiendo entre sí cristianos, antes tomándolos e fasiéndolos otras muchas superticiones". Al tiempo que palmeños y guanches reclamaban conversión, la Iglesia católica local declaró de urgencia, enmendar las desviaciones de los gomeros. Para ello les hicieron jurar y firmar, que de no apartarse "de sus ritos y errores" en fecha fija, aceptaban "ser conquistados" por enésima vez, "e dados en cautiverio e perpetua servidumbre". Ratificado el documento por el prelado y la corona castellana, Fernán aguardó el término del plazo, para reanudar las cabalgadas, alegando que persistían "en sus malas costumbres y errores". Enteradas las víctimas, tomaron "tal omecillo" contra el señor de la isla, que en reunión celebrada en la "villa" de la Gomera, "todos juntamente... acordaron de lo matar". Yendo Peraza en busca de cautivos, le despenaron "con alboroto y escándalo", en emboscada tendida "debaxo de Mercadis...", junto a Gran Canaria. Enterada Beatriz de Bobadilla de su viudedad, pidió socorro a Pedro de Vera, atrincherándose en una torre, con sus criados e hijos: Guillén, al que pasado el incidente, los canarios darían vasallaje, e Inés. No era esta Beatriz de Bobadilla la Marquesa de Moya, esposa de Andrés de Cabrera, quizá la que obtuvo licencia para fletar carabela en 1478, con destino a los rescates de Guinea. La que nos ocupa estaba casada desde 1484, con Fernán de Peraza. (L. Al. Toledo)


No hay comentarios:

Publicar un comentario