domingo, 9 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA





UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1471-1480


CAPITULO III




Eduardo Pedro Garcia Rodriguez

1478. En Tamaránt (Gran Canaria), en esta isla nació Doramas, era moreno y fuerte, se parecía a Hércules, recio y musculoso, desde luego no era Hércules, era Doramas, y a pesar de su juventud vivía intensamente lo que estaba pasando en su pueblo, la insólita llegada de extranjeros que pretendían conquistar la isla. El Guanarteme o rey había muerto dejando dos niños de corta edad lo que hacía más difícil el momento. Doramas no pertenecía a la nobleza pero era respetado por sus desvelos y por su valentía frente a los conquistadores, de tal forma que llegó a ser nombrado Guanarteme o jefe de uno de los dos bandos en que se dividía la isla. - Viva nuestro guanarteme - Viva Doramas, viva el valiente Doramas Y así fue como el niño que había nacido plebeyo accedió a la máxima autoridad en la isla de Gran Canaria. - Señor en el Real de Las Palmas han acampado los conquistadores. - Tienen armas punzantes y afiladas, como cuchillos gigantescos - Fuego, echan fuego que mata con sus propias manos - Es verdad que son poderosos, que sus extrañas armas asesinan sin piedad, pero nuestras lanzas y dardos afilados atravesarán sus vestidos de metal y llegarán hasta el mismo corazón de la vida - Montan hermosos animales más rápidos que nuestras piernas - A nosotros nos ha parido la tierra, y la conocemos lo mismo que nuestros padres, cuya agilidad atravesaba barrancos con la rapidez de un rayo - Tienes razón, la tierra nos ayudará porque somos parte de ella, le pertenecemos lo mismo que ella a nosotros. Mientras tanto Juan Rejón se prepara, primero manda a un emisario, a lo mejor lo infieles prefieren rendirse. - Di a tu general que mañana le enviaremos la respuesta. Y al amanecer de la mañana siguiente dia 29 de Junio comienza la batalla, era la respuesta de Doramas, el barranco Guiniguada se llenaba de sangre, de gritos, de caballos, de dardos, de palos, de espadas, de mosquetones, de arcabuces,... Trescientos hombres ha perdido Doramas, y consciente de la superioridad del armamento de los conquistadores ordena la retirada, ellos no se atreven a perseguirlos. En el campamento extranjero hay grandes desavenencias y Juan Rejón es enviado a Castilla cargado de cadenas, mientras el valeroso Doramas se prepara para la lucha, de una cueva a otra, de un lugar a otro del barranco, de un poblado a otro poblado el nuevo jefe habla a los suyos de la necesidad de revelarse, de luchar contra un enemigo poderoso que quiere eliminarlos. En la cuesta de Tenoya se libra una encarnizada batalla que hace huir a los conquistadores. Los canarios usan su agilidad y destreza, su valor y empuje ante un enemigo superior y bien armado pero que desconoce la isla, que no sabe de sus riscos y barrancos, de cuevas y recovecos donde se gesta su insobornable deseo de libertad. Más tarde en Arguineguín los extranjeros son derrotados estrepitosamente, el poderoso Doramas es aclamado por su pueblo, que ve en él la salvación de la isla. Mientras tanto nuevos bajeles se acercan a la costa, Doramas y los suyos observan cuidadosamente, ha llegado el nuevo gobernador, el general Pedro de Vera que desea imponer orden y disciplina. Ha de conquistar la isla rápidamente, no sirven de nada las excusas. Mientras tanto en el corazón de Doramas va fraguándose una idea, le duele el derramamiento de sangre, no importa de quién, la sangre es vida y ningún hombre deberá perderla en vano. - Enviaremos un emisario, le diremos al general que no queremos guerra, que la paz debe reinar entre nosotros. - ¿Y cómo conseguirás que se vayan, señor? - Nosotros no empezamos, ellos vinieron y ellos deben irse - Jamás nos rendiremos, la sangre de nuestros  antepasados claman desde sus cuevas funerarias. - Tienen razón, pero escuchen, tengo un plan y si da resultado los extranjeros se marcharán para siempre de nuestra isla. - Te escuchamos señor, ojalá los dioses iluminen tus palabras. - Verán, enviaremos un emisario al general, le diremos que yo Doramas, el Guanarteme, estoy dispuesto a desafiar al soldado más valiente, al más fuerte del ejercito invasor, pero con una condición si gana él la isla de Canaria rendirá pleitesía a los reyes extranjeros, pero si gano yo, se marchará para siempre de nuestra tierra. - Es una gran idea señor, pero no sé... - Es peligroso, puedes morir Doramas, no olvides que tienen armas poderosas. - Es justo, mi vida a cambio de una de las suyas. Nuestra libertad bien vale ese precio. La sangre no debe manchar la tierra sino florecerla. Pedro de Vera escucha enfurecido la oferta enemiga - Que soberbia, el peor de mis soldados acabará en un momento con el reyezuelo ese, pero seré yo, yo el general Pedro de Vera el que se batirá con el infiel. - No lo haga vuestra merced, que hay soldados suficientes para dar su merecido escarmiento a ese salvaje - Yo mismo señor, estoy dispuesto a batirme y como me llamo Pedro de Hoces que cortaré la cabeza al Doramas ese, y la pondré en la pica más alta de nuestro campamento. Aceptado el desafío se hicieron los preparativos para el encuentro, allí estaban los isleños apoyando a su héroe. De la otra parte los castellanos, jadeando a Pedro de Hoces, un joven y fornido soldado. Doramas afirma su pie desnudo en el desnudo suelo, el caballero en el caballo arremete con fuerza sobre el hombre que le desafía con tan viles armas. Doramas levantando su hercúleo brazo lanza sobre el jinete un certero dardo que le atraviesa el corazón. El desconcierto entre los soldados es inmenso, los gritos de alegría de los isleños estremecedores, Pedro de Vera encolerizado lanza su caballo sobre el hombre en tierra, Doramas, arremete con sus dardos, pero no logra alcanzarlo, está dispuesto a sacar su palo y resistir con él hasta que jinete y caballo rueden por el suelo. Ambos contendientes luchan a muerte sin que se vislumbre un vencedor. De pronto y sin que nadie pudiera evitarlo, un escudero del general se lanza sobre Doramas, hiriéndolo mortalmente. - Traición, traición, traición Cuentan que la sangre de Doramas, fertilizó generosamente la tierra, frondosos árboles crecieron allí donde cayó el joven y valeroso Guanarteme. Pedro de Vera tenía abierto el camino para conquistar toda la isla de Gran Canaria. (La leyenda de Doramas, tomado de: panaca.
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1478.  El Papa Sixto IV, por Breve del 8 de abril de 1.478, concede indulgencias para la conversión  =conquista-sometimiento-esclavización-conversión) de Tamaránt (Gran Canaria).

1478. Juan Bermúdez, deán de Rubicón, como co-capitán responsable de la invasión y conquista, y Juan Rejón, criado de la reina Isabel, como capitán ejecutivo de las tropas, mercenarias a los que se añadió después Pedro de Algaba como gobernador, inician el 24 de junio en nombre de los Reyes Católicos y bajo la alta dirección del obispo Juan de Frías, la conquista de Gran Canaria con más de 600 hombres. El obispo Juan de Frías lleva en otra armada los indígenas de Gomera para devolverlos a su tierra, según mandato de los Reyes Católicos. Pero la acción de conquista tuvo escasos resultados de-
bido a las diferencias entre los capitanes ya la escasez de recursos. En este intento, tanto el obispo Frías como el deán Bermúdez cortaron más cabezas de guanches que las tropas de Rejón.

1478. Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, por Real Cédula, de Sevilla, a 20 de febrero de 1478, después de dada sentencia por los jueces, mandan que se dé libertad a los indígenas de Gomera hechos esclavos por la ninfomanía Beatriz de Bobadilla y el sanguinario Pedro de Vera y que se les devuelvan a su tierra.

1478. Necesitados de fondos para su guerra y en la misma línea contradictoria, los Católicos solicitaron bula de indulgencias, para la conversión de Guinea y unas Canarias, donde a tales alturas, no debía quedar bicho viviente sin bautismo católico. De adquisición obligada en los reinos de Aragón, Navarra, Castilla y Portugal, a poco de ponerse a la venta, los colonos de las islas detectaron cambio de signo en la guerra. Enterados  los Herrera a principios de 1478, de que los Católicos la estaban perdiendo, abrieron sus puertos a los barcos en transito a Guinea, reanudando el truque, como en tiempos de paz. Fernán de Peraza intentó estorbarlo. Y le negaron el vasallaje. Incauto se quejó a los reyes, de que los vecinos "le non quieren acudir con las rentas e derechos", salvo "los que se disen del Vando de Orone, que siempre fueron leales". Y provocó pesquisa, en todas las islas ya sometidas. Diego de Herrera hubo de confesar, muy a su pesar, que en las suyas "han acogido y acojen" a portugueses, frecuentando los naturales la "conquista" de Alfonso V e incluso Lisboa. "Defendido" que "mis súbditos no vayan al reyno de Portugal", amonestado el señor, recibió la encomienda de descubrir a los "culpantes", corrigiéndoles de manera. "que a los tales sirva de castigo y a los otros de ejemplo", desterrando al que hubiese recibido a portugués. (L. Al. Toledo)

1478. La armada que había de conquistar Tamaránt (Gran Canaria), se anunció a los Herrera - Peraza como de socorro, para ayudarles a controlar a sus vasallos. La financió préstamo de 268.000 maravedís, facilitado por el exportador de orchilla, Juan de Lugo, (hermano de Alonso) a recuperar con cargo al botín de la contienda. Nombrados administradores del fondo el asistente de Sevilla, Diego de Melo, el cronista Alfonso de Palencia y Pedro Cervantes, diputado provincial de la hermandad (asociación de mercenarios), no tardó en ser agregado el prestamista. "Mi capitán de la armada" fue Juan Rejón, contino de la casa real, secundado por el Deán Iohan Bermúdez. La coordinación de las operaciones y el gobierno de la isla, quedó a Fr. Iohan de Frías, Obispo de Rubico. Cargó con batallón de frailes, que habrían de bautizar a los "nuevamente" conquistados, tropa de 3.500 hombres y los gomeros recuperados del lote, vendido por Fernán de Peraza, instrumentos de operación de imagen, que habría de probar la magnanimidad de los monarcas.(L. Al. Toledo) 
1478. A punto de zarpar la armada, con la flota de Guinea, se recibió en Sanlúcar provisión, dirigida a los justicias de las islas y al matrimonio Herrera - Peraza, omitiendo su condición de señores. Tras advertir que conocían el precio de las conchas, en la Mina de Oro, los reyes católicos ordenaban dar bestias y personal a sus oficiales, para que las cosechasen: "gelas dexedes e consyntades buscar y tomar", sin pedir "dineros algunos". Comprarían las que "vosotros tuviérdes ya buscadas", "a precios razonables", sin consentir que cayese ejemplar, en manos de mercader privado. Los navíos se hicieron a la mar, en la primavera de 1478. Continuando la flota a Guinea, la armada fondeó en rada de Guiniwada (Gran Canaria), para muchos "Berbería", fundando el Real de las Palmas, a cargo y cuenta de Juan de Lugo, dotada de fortaleza.
1478. Perdida la flota de Guinea, abandonados los conquistadores de Tamaránt (Canaria) a su albedrío, se enzarzaron entre ellos. Caótica la situación, en noviembre la reina nombró gobernador a Pedro de la Algaba. Encargado de liquidar "divisiones y diferencias", surgidas en "gran deservicio" de los monarcas, llevó poderes para tomar posesión de la fortaleza y retirar las varas de justicia, enderezando la situación, antes de reanudar "la empresa e conquista de la Ysla", que "es nuestra e pertenesce a nuestra corona real. Olvidados los gomeros, a punto de producir su situación, efecto contrario al deseado, los Católicos adjuntaron carta dirigida a Rejón, "mi capitán de la gente que en la dicha isla está", para que los reintegrase a "sus casas e posesyones", en barcos que se dirigiesen a la isla. Los maestres tendrían que recibirles, "pagándoles lo que devieren de aver por esta cabsa de los fletes, de la dicha caravela o navío". Eficaz la intervención de Algaba, Juan de Lugo le asoció al monopolio de la orchilla de Canarias, probando que en Castilla no hay negocio, sin hombre del poder incorporado.
1478. Muere el nuncio de Guinea Fray Alfonso de Bolaños, de la secta franciscana (O.F.M)., y Fray Andrés de Zumis {=Cumas, Annis), de la misma secta (O.F.M)., es nombrado en su lugar nuncio de Guinea; y Fray Alonso de Zamora, también de secta franciscana O.F.M.), comisario de Canarias.

1478 Febrero 6. Sevilla (f.119). Orden a las justicias de Sevilla e islas de Canaria y La Gomera, para que ejecuten la sentencia pronunciada por los drs. Andrés de Villalón y Nuño Ramírez de Zamora, oidores de la Audiencia y miembros del Consejo, en el pleito habido entre don Juan de Frías, obispo de Rubicón y de las islas de Canaria, y los capitanes de carabelas Alfonso Gutiérrez, Juan Martínez Nieto, Diego Gil, Alonso Yanes Nainas, Juan de Triana y Juan Martínez de las Monjas, vecinos de las villas de Palos y Moguer, por la que condenaron a éstos apagar las costas y a poner en libertad a los 99 canarios que habían traído de La Gomera, cuyos nombres se relacionan. Dicho pleito tuvo su origen en la petición presentada por el obispo en favor de la libertad de dichos gomeros, en la que alegó que éstos eran cristianos, recibían los sacramentos y pagaban el diezmo de sus cosechas y ganados, y en su posterior comisión a los citados jueces, por carta de 18 de octubre 1447 que va insertada, a pesar de que la otra parte adujese que el obispo no era parte para hacer tal demanda. Andrés.  Nunius. Villarreal. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Febrero 20. Sevilla (f. 70). Incitativa a las justicias de Jerez de la Frontera, Palos y Moguer, ya Juan de Aranda y Lope Sánchez de Villareal, escribano real, para que pongan en libertad, allí donde se encuentren, a los canarios cristianos que fueron vendidos  del obispo de Rubicón y de las islas de Canaria, quien alegó que se había ordenado liberar a dichos canarios por ser cristianos, pero algunos de ellos no lo pudieron ser por haber sido vendidos con anterioridad. El Rey y la Reina. Ruiz del Castillo. Respaldada; Episcopus Segoviensis, Clavero. Antonius. Johannes. Petrus licenciatus. Reg... Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Marzo 15. Sevilla (f. 42). Merced a Esteban Pérez de Cabitos, vecino de Sevilla, de la alcaldía mayor de la isla de Gran Canaria para que conozca vitaliciamente todos los pleitos civiles y criminales, en pago de los gastos que ha hecho en servicio real. Se ordena al concejo de dicha isla que lo reciba en su cargo y le guarde los derechos inherentes al mismo. El Rey. Gonzalez. Señalada; Villalón. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Mayo 12. Sevilla (f. 99). Carta de seguro a favor de Diego de Herrera y de su mujer Inés Peraza, señores de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera e Hierro, y dirigida al obispo de Rubicón, al deán de dicha iglesia, a Juan Rejón, capitán de la flota de la conquista de las islas de la Gran Canaria, ya los demás capitanes y gentes de armas de dicha flota, para que no entren en dichas islas ni tomen a sus vecinos o a los bienes, ganados y orchilla de éstos. La Reina. Santander. Respaldada; Rodericus. Johannes. Reg; Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Mayo 13. Sevilla (f.106). Confirmación, a petición del secretario y cronista real Alonso de Palencia, de la capitulación asentada por éste, en nombre de Su Alteza, con don Juan de Frías, obispo de Rubicón, y con los capitanes .don Juan Bermúdez, deán de las islas de Canaria, y Juan Rejón, criado de la reina, sobre la armada para la conquista de Gran Canaria y otras islas pobladas de infieles. En dicha capitulación, que va inserta -Sevilla 20 de abril 1478-, se concede al obispo la orchilla de las islas mientras dure la conquista y los reyes se obligan a aportar 20 lanzas de la Hermandad. La Reina. Avila. Reg; Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Mayo 15. Se nombra por los nefastos reyes católicos alcalde mayor de los invasores colonos españoles en Tamaránt (Gran Canaria) a Esteban Pérez de Cabitos, en recompensa por los buenos servicios prestados a la corona castellana. Un mes más tarde embarcaría con los invasores masacradotes de pueblos Juan Rejón, el dean Bermúdez y el capellán Pedro González Escudero, futuro cronista de la conquista, rumbo a esta Isla.

1478 Mayo 26. Sevilla (f. 77). A Diego de Herrera, señor de las Islas Canarias, para que haga pesquisa de quiénes son los vecinos de dichas islas que van a Portugal, comercian con portugueses y los acogen, dándoles armas y manteniemientos en contra de las disposiciones reales; y para que proceda contra los culpables, confiscando sus bienes y aplicándoles las mayores penas civiles y criminales, incluidas las de muerte y destierro. Se ordena a Juan Rejón ya los demás capitanes y gentes de guerra, así como al resto de los súbditos, que acudan en ayuda de Diego de Berrera, cuando éste los solicite para llevar a cabo tales medidas. E/ Rey. Camañas. Respaldada: Rodericus. Joanes. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Mayo 26. Sevilla (f.100). Carta de ayuda y favor, a petición de Fernando Peraza señor de la isla de la Gomera, y dirigida al Obispo de Rubicón, al deán de dicha iglesia, a Juan Rejón, capitán de la armada para la conquista de la isla de la Gran Canaria, y a los demás capitanes y gentes de guerra, para qué ayuden a Fernando Peraza a castigar a sus vasallos, que, exceptuando los del bando de Orone que siempre han sido leales, quieren sustraerse de su señorío, no pagando las rentas y derechos debidos, y que para ayudarse contra Fernando  Peraza han favorecido al adversario Portugal. El Rey. Camañas. Reg: Diego Sánchez. (E.Aznar Vallejo. 1981)

1478 Junio 24. Tiene lugar en Winiwuada n Tamaránt el primer desembarco de las huestes invasoras castellanas en Tamaránt. Creándose el primer asentamiento europeo en la isla al cual dieron el nombre de Real de Las Palmas. El Ejército invasor estaba al mando del mercenario  Juan Rejón. Los Reyes Católicos, deseosos de conquistar las Islas Canarias, enviaron a Juan Rejón al mando de 600 hombres aproximadamente. El 24 de junio de 1478 desembarcó montado el campamento en la colina de Vegueta. Según la leyenda, de inspiración cristiana muy explotada en aquellos tiempos, no se dirigió a Gando porque una anciana, considerada Santa Ana por Rejón, le advirtió que se quedase junto al barranco Winiwuada o Guiniguada. Entonces se comenzó a construir una ermita dedicada en un principio a Santa Ana, aunque actualmente es la ermita de San Antonio Abad. De esta manera, las cimientes del barrio de Vegueta y, por tanto, el germen de la de la posterior villa de Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) lo tenemos en el campamento militar de los invasores comandados por Rejón.

Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) comenzó su desarrollo y evolución de corte europeo a partir de los solares que se adjudicaron a los invasores conquistadores y colaboradores de la conquista en el primer reparto de tierras que se realizó en la isla. Este repartimiento fue llevado a cabo por el genocida y gobernador de la metrópoli en la colonia Pedro de Vera. En el primer cuarto del siglo XVI el barrio de Vegueta, casco antiguo de la capital canaria, había alcanzado prácticamente sus límites históricos.

El sector histórico de Triana ya se estaba forjando, hallándose en pleno proceso de urbanización en la segunda década del mencionado siglo. Se ha querido entender que los primeros comerciantes andaluces que residieron en este núcleo le dieron nombre a la calle y, por tanto, al barrio.

Ante la amenaza de invasiones por parte de otros corsarios y escuadras extranjeras no castellanas, el rey español  Felipe II dicta una Real Orden en 1576 por la que autoriza el envío y venta de esclavos a las colonias de América para costear la fortificación de Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) con lo que se recaudara. La disposición de la nueva fortificación es recogida en los estudios de Leonardo Torriani.

En un principio, la muralla vendría por el barranquillo de Mata, en donde está situado el Castillo de Mata, y llegaría hasta el fortín de Santa Ana. La portada de Triana sería la puerta de comunicación con Las Isletas. De esta manera, la muralla conformaba los límites de urbanización de la ciudad. En ella habitarían unos 3.000 colonos a finales del siglo XVI y a mediados del siglo XIX podríamos contar con algo más de 10.000.

El desarrollo en la ciudad podemos calificarlo de costoso, pues la tónica viene dada por la posible invasión de tropas no castellanas. A finales del siglo XVI, en concreto en 1599, Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria) sufre el ataque del pirata holandés Peter Van der Does, por lo que la ciudad tiene que ser reconstruída en gran parte. Este ataque ocasionó el incendio y la destrucción de parte de la ciudad. El saqueo produjo un colapso; de hecho, en los primeros años del siglo XVII, e incluso en la segunda mitad de éste, se llevó a cabo la reconstrucción del lugar. Así es como se empieza a fraguar una tipología arquitectónica colonial canaria propiamente dicha, bajo influencias foráneas: islámica, portuguesa, flamenca.

El siglo XVIII vendrá caracterizado por la influencia del reformismo borbónico y de las ideas ilustradas, que vemos reflejada en la aparición de importantes instituciones criollas como la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Asimismo asistimos a la creación del Seminario de Canarias y la construcción del nuevo Hospital de San Martín o la realización de obras en la Santa Iglesia Catedral de Canarias.

Los hechos que hemos señalado conforman la historia antiguorregimental de la capital grancanaria, junto al incendio sucedido en el edificio del Ayuntamiento en 1842, incendio con el que se perdió información importante. Por otro lado, en 1835 la ciudad únicamente contaba con 13.431 habitantes.

Poco a poco, desde la segunda mitad del siglo XIX, observamos el gran desarrollo y la transformación que se produce en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), principalmente en la vida urbana. Esto sucede después de la epidemia de cólera que afecta a toda la colonia canaria en 1851. En esta transformación juega un papel fundamental la actividad portuaria y su consecuente expansión. La ciudad desborda sus límites. Al finalizarse las obras del Puerto de Refugio de La Luz, se produce una evolución económica, social y política sin precedentes, junto a varias empresas extranjeras no españolas. De esta manera, entramos en una de las etapas históricas más importantes de la capital canaria, es decir, la de su "modernidad".

En la actualidad la ciudad está dividida en nueve distritos con numerosos barrios muy poblados. Distrito I: Vegueta, San Cristóbal, Pedro Hidalgo, Zárate, San Juan, San Roque, Polígono Vega de San José, El Lasso, San José, La Laja. Distrito II: Triana, San Nicolás, Urbanización Miller Bajo, La Paterna, Lomo Apolinario, San Francisco. Distrito III: Fincas Unidas, Canalejas, Lugo, Ciudad Jardín, Alcaravaneras. Distrito IV: Canteras - Parque, Guanarteme, Santa Catalina. Distrito V: La Isleta. Distrito VI: Schamann, El Polvorín, San Antonio, Las Rehoyas, Los Tarahales, Cuatro Cañones, Cueva Torres. Distrito VII: Altavista, Escaleritas, Feria del Atlántico, Las Torres, El Cardón, Barranquillo D. Zoilo, Carretera de Chile. Distrito VIII: Tamaraceite, San Lorenzo, Los Giles, Tenoya, La Milagrosa, Las Mesas, Casa Ayala, El Rincón, Siete Puertas, Almatriche, San José del Álamo, El Toscón, Montaña de San Gregorio y los Llanos de María Rivera. Distrito IX: Lomo Blanco, Tafira Baja, Tafira Alta, Marzagán, Los Hoyos, El Secadero, Salto del Negro, La Calzada, Jinámar, La Montañeta, El Sabinal, Barranco Seco, Los Lirios.

1478 Junio 24.  Llega a Tamaránt (Gran Canaria) una escuadra invasora transportando una expedición de mercenarios compuesta por «600 peones y gentes de a caballo» al mando de Juan Rejón, acompañado por el deán Juan Bermúdez quien llevaba espada. Al cinto con la que cortó la cabeza de decenas de canarios. Tras desembarcar en la rada de Las Isletas, la hueste se dirigió a un arroyo «de agua continua a la mar» denominado Winiwuada o Guiniguada, situando en su margen un campamento que tomó el nombre de «Real de Las Palmas», por la abundante existencia de palmeras, las cuales fueron taladas para fortificar el campamento. En este momento comienza la «guerra de Canaria», un acontecimiento bélico de invasión y conquista que se dilatará durante cinco largos años con dos fases cronológicas y operativas diferenciadas. Guerra que fue declarada unilateralmente por el reino de Castilla con el apoyo incondicional del clero de la secta católica.
1478 junio 24.
Vienen los españoles a Gran Canaria y comienzan la conquista- Incendio y tala de Arehucas, por  Juan Rejón- Derrota de los españoles en la Cuesta de Arehucas y Lomos de Tenoya- Excursión suspendida.
El miércoles 24 de junio de 1478, al amanecer, fondeó en la rada de Las Isletas una escuadra en la que venían don Juan Rejón y sus tropas a conquistar esta isla, por mandato de los Reyes Católicos. Caminaron un poco al sur, donde, a eso de una legua, se hallaba un magnífico bosque de palmeras. Talaron una pequeña extensión y levantaron a toda prisa una fortificación rodeando a su campamento, llamándose "el Real de Las Palmas" (1).
Advertidos del caso los canarii, dieron cuenta a Thenesor Semidán, hijo de Fagorer, cuarto rey o Guanarteme de Gáldar, con señorío sobre Arehucas; y al valiente Doramas, que dominaba a la sazón en Telde. Ambos acordaron rechazar juntos a los extranjeros, el martes siguiente, día 30 de dicho mes.
(1)Alonso Jáimez de Sotomayor (Atribución) Conquista de Gran Canaria Cap. IX.
Thenesor reunió las fuerzas que pudo, siendo evidente que al pasar por Arehucas se llevase cuantos hombres hallara disponibles; pero a la vista del campamento de Rejón, desde los cerros inmediatos, notó que Doramas y los suyos, llenos de furor patriótico, habían empezado por sí solos la pelea. Se incorporó a ellos de la mejor manera que pudo. Los dos ejércitos lucharon briosamente, luciéndose como ninguno el valiente Adargoma; tanto que los españoles se figuraron si sería Satanás en forma de hombre; hasta recibir una lanzada en el muslo, cayendo prisionero.
Vino la noche a interrumpir la batalla y los canarios se replegaron al monte, con sensibles pérdidas, siendo luego derrotados el 20 de julio en el mismo lugar (2).
Reforzado y ampliado el campamento, dedicase Rejón a hacer correrías por diversos puntos. En una de ellas vino por el Norte, quemó higuerales y campos de cebada que iba encontrando, y al llegar al poblado de Arehucas, lo taló e incendió por completo, al igual que sus alrededores, llevando prisioneros a cuantos indígenas caían en sus manos; pero no se atrevió a pasar de allí por temor a que nuevas tropas enemigas le pudieran cortar la retirada (3).
Disgustados los conquistadores con las tácticas destructivas del General Rejón, quejáronse a los Reyes Católicos, quienes le ordenaron regresar a la Península. En su lugar enviaron como gobernador a Pedro Fernández de Algaba, señor distinguido por su habilidad y prudencia, el cual llegó a esta isla a mediados de 1479 (4).
Entre tanto, la necesidad aguijaba a los conquistadores, pues pasaban meses y meses sin que les vinieran subsistencias. Determinaron que una parte del ejército, en compañía con don Juan Bermúdez, Deán del Rubicón de Lanzarote, saliese una noche por caminos extraviados en dirección a la selva inmediata, pues tenían referencias de que allí se alimentaba muchísimo ganado.


No faltó un canario que enseguida llevase la noticia a Doramas, quien a la razón se hallaba con Thenesor. Acordaron ambos no inquietar a los invasores, sino espiar sus movimientos, para en un punto estratégico armarles una emboscada.
Pasado el mediodía emprendieron los españoles su regreso al fortín de Las Palmas; y así que comenzaron a bajar la cuesta que hay frente al pago de Tenoya, donde hoy llaman el Portichuelo, las huestes de Doramas y Thenesor, que les iban siguiendo sin ser vistos, rompieron desde lo alto con agudísimos silbos y fenomenal gritería, disparando al mismo tiempo una lluvia de piedras y saetillas de palo, volteando ladera abajo grandes piedras y troncos de árboles. Los castellanos huyeron a la desbandada, procurando a todo trance ganar la loma de enfrente. Los que iban a caballo sufrieron muchas penalidades, a causa de lo despacio que estos animales bajaban la empinada cuesta; siendo necesaria toda la superioridad de sus armas, para, en algunos momentos, sostener el empuje de sus enemigos y no quedar deshechos por completo; teniendo que abandonar el hato de cabras que habían robado.
Un grupo de cincuenta españoles que había ocupado un punto alto de dichas lomas de Tenoya, donde creyera tal vez defenderse y acometer mejor, se encontró de repente cercado por unos doscientos isleños, sin tener por donde huir. Viéndoles en tal peligro el capitán Lope Hernández de la Guerra, grtó a Francisco de Vilches y a otros soldados de caballería, diciéndoles: ¡ amigos y compañeros, corramos a salvar a los nuestros! ¿Será posible que les dejemos morir de esta manera? . Estas palabras alentaron a los españoles, quienes acometiendo llenos de coraje, rompieron el cerco, libertaron a los suyos y pudieron retirarse hacia Tamaraceite, con muy pocas cabras por conquista y un decaimiento espantoso. Era ya el atardecer y no habían comido en aquel infausto día (5) .
Doramas no les quiso seguir por las hondonadas que hay desde el lugar de lucha a las inmediaciones de Tamaraceite. Es de suponer que fuera porque en aquellos sitios la caballería operaba mejor, y de ella procuraban librarse los canarios.
No mucho después el general Rejón, habiendo logrado justificarse ante los monarcas, fue restituido a su antiguo cargo, desembarcando en Las Palmas el 6 de agosto de 1479, acompañado del obispo Frías.
Nuevo disgusto entre los conquistadores. ¡Y nuevas quejas a los reyes de España! (6) .
El 17 de agosto de 1480, salió Rejón del campamento en dirección de Arehucas, soñando con vencer a Doramas, si podía. Llegando a vistas de Tamaraceite observó en el horizonte una embarcación con rumbo al Puerto de las Isletas, e inmediatamente regresó a Las Palmas, deseoso de noticias (7).
(Son extractos del libro "Historia de Arucas", del cronista Pedro M. Quintana, en los que se describe cómo era el lugar y los antiguos canarios cuando Pedro de Vera se enfrentó a Doramas en Tenoya.)
(1)El mismo autor y la misma obra antes citada Cap. XI
(2)El mismo autor y la misma obra antes citada Cap. X
(3)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 21.
(4)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 22
(5)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 23
(6)J. Viera y Clavijo. Noticia de la Historia de las Islas Canarias Libro VII Pº 30
(Son extractos del libro "Historia de Arucas", del cronista Pedro M. Quintana, en los que se describe cómo era el lugar y los antiguos canarios cuando Pedro de Vera se enfrentó a Doramas en Tenoya.)
1478 Junio 24. La ciudad de Guiniwuada (Las Palmas) tuvo su origen en el campamento emplazado junto al barranco de Guiniwuada el 24 de junio de 1478 por el invasor Juan Rejón jefe de la expedición enviada para la conquista de la isla de Tamaránt (Gran Canaria) por los genocidas reyes católicos. Según la tradición, aquél se estableció en el lugar que hoy ocupa la ermita y plaza de San Antonio Abad. Esta fue la primera plaza pública castellana de la naciente villa y el núcleo originario de Guiniwada (Las Palmas).
Pronto el centro de la ciudad colonial pasaría a la plaza de Santa Ana, en donde se levantaron los edificios civiles y religiosos más importantes de los invasores. Al otro lado del Guiniwuada -cuyo cauce se halla hoy cubierto por la calzada de una autovía -surgía el convento e iglesia de San Francisco, entre las primeras edificaciones del sector norte de la ciudad. Había nacido así el barrio de Vegueta, a la derecha de Guiniwuada, y del barrio de Triana, a la izquierda, que desde un principio y durante cuatro siglos integraron el casco urbano de Guiniwada (Las Palmas). Podemos calcular que ambos barrios alcanzaron su perímetro histórico en el transcurso de los primeros cuarenta a cincuenta años de vida en la ciudad. El visitante puede hacerse una adecuada composición de lugar sobre el primitivo desenvolvimiento de Las Palmas situándose en la vieja plaza de San Antonio Abad y, a partir de esta, recorrieron calles y rincones pintorescos de este sector Vegueta-Triana. La actual ermita de San Antonio Abad data del siglo XVIII y se levantó en el lugar que ocupaba la primitiva del siglo XV, derruída en el año 1757. En su fachada una lápida alude al paso del masacrador Cristóbal Colón en el viaje del supuesto descubrimiento. Durante su primer viaje el ex pirata y futuro almirante de Castilla se detuvo en las islas de Tamaránt (Gran Canaria) y la Gomera.


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