miércoles, 12 de noviembre de 2014

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-XLVIII


Fatoumata Diawara
La vida de Fatoumata Diawara se ha escrito siempre con renglones torcidos. En la adolescencia se negó a ir a la escuela y fue entregada a una tía para “entrar en vereda” durante diez años que estuvo separada de su familia. Pero tampoco estudió, prefirió el cine: protagonizó Sia, la popular película de Dani Kouyaté, y se convirtió en estrella precoz. Incluso así, su padre rechazó que se dedicara a las artes. ¿Resultado? Escapó de su país, Mali, y se estableció en París para curtirse en baretos de tercera división. Ahora, por fin, la vida de novela de esta mujer de 29 años parece caminar sin borrones. Su primer disco, Fatou, estuvo tres meses consecutivos en lo más alto de la lista europea de músicas étnicas.
“Toda mi vida he cantado, siempre he amado la música, porque la música me ayuda mucho a liberar mi mente. Y porque cantar es la mejor forma que tengo de expresar todas mis alegrías y mis dolores”, explica Fatoumata Diawara. “Y a medida que voy haciéndome mayor, todavía más intento que la música sirva de vehículo de expresión para todo lo que ocurre en la vida”, añade. En Londres, sede de la disquera World Circuit que ha editado su primer trabajo profesional, la joven cantante malí intenta restar importancia al hecho de ser mujer y artista. “Incluso para un hombre, para un hombre africano, no es fácil emprender una carrera como músico profesional. No es muy habitual ver en África a una mujer que se convierta en cantautora y dé conciertos, aunque por fortuna cada vez hay más mujeres en la música”, precisa Diawara, que apunta a nombres como Oumou Sangaré, Coumba Sidibé y Nahawa Doumbia como faros femeninos de su incipiente carrera artística. Y, añade, “con el jazz que más amo”, con Nina Simone, Billie Holiday y, en el campo tradicional, la argentina Mercedes Sosa.
Con experiencia en el teatro (en Francia logró enrolarse en la compañía Royal Deluxe, con la que participó en el musical Kirikou & Karaba), voz secundaria en las últimas giras internacionales de la norteamericana Dee Dee Bridgewater y de su compatriota Oumou Sangaré (con ella participó en el proyecto Imagine de Herbie Hancock), Fatoumata Diawara continúa puliendo sus aptitudes con la guitarra mientras profundiza en las tradiciones musicales de Wassulú, su región natal. Un rico filón de cultura ancestral africana repartido entre tierras de Mali, Guinea Conakry y Costa de Marfil, con una lengua propia, añejas músicas de escala pentatónica y alrededor de 150.000 habitantes. “Soy consciente de que procedo de un país tradicional, de una región muy tradicional, pero trabajo duro para no olvidar mis raíces”, asume, “aunque no quiere decir que esté cerrada a buscar nuevas maneras de interpretar estas tradiciones. Ese será mi camino”.
Miriam Makeba y Cesária Évora son ejemplos de coraje, así que debemos continuar su legado. Se lo debemos
Con el legado del gran bluesman malí Ali Farka Touré siempre presente (“es un espejo, será siempre el espejo en el que mirarme para no equivocar el rumbo”), a punto de iniciar una extensa gira por Australia y otros trece países europeos, Fatoumata Diawara rechaza que las músicas de África corran el riesgo de caer en una comercialización excesiva, ahora que buena parte de sus pioneros van desapareciendo de la escena y ciertas influencias occidentales llegan en banda ancha. “Creo que todavía estamos en una fase inicial porque las músicas de artistas africanos importantes como Toumani Diabaté, Oumou Sangaré, Salif Keita o Bassekou Kouyaté continúan siendo muy apreciadas dentro y fuera de nuestro continente”, asegura la cantante malí. “Y ahora”, remata Fatoumata Diawara, “no hay proyecto musical en los países occidentales que no demande la participación de algún artista africano. África es muy grande, un continente inmenso, y todavía tenemos muchísimos estilos de música por descubrir”.
Desde su descubrimiento en un club de jazz de París por Cheikh Tidiane Seck, influyente músico y productor malí que trabajó con Fela Kuti, Salif Keita y Joe Zawinul, Fatoumata Diawara ha pasado a engrosar la lista de cantantes que aspiran a protagonizar la segunda generación de grandes voces femeninas africanas. Con las muertes de Miriam Makeba en 2008 y de Cesária Évora en diciembre pasado, el continente negro está huérfano de referencias con voz de mujer. Pero no faltan esperanzas: ya hay algunos valores contrastados (Oumou Sangaré, Rokia Traoré, Stella Chiweshe) y voces nuevas que tocan a la puerta (Mayra Andrade, Souad Massi, Lua). “Ha sido triste ver cómo desaparecían estas dos grandes mujeres, artistas que siempre pelearon por el desarrollo de los pueblos de África a través de su arte”, asume Fatoumata Diawara, “y ellas son ejemplos de coraje, así que debemos continuar su legado, se lo debemos”.
En esta selección de Semilla Negra repasamos algunas de las canciones que Fatoumata Diawara ha incluido en sus dos primeros discos, Kanou y Fatou. También escuchamos algunas voces africanas femeninas que han marcado el camino a la joven de Mali: las pioneras Coumba Sidibé, Yahawa Doumbia y, en clave contemporánea, Oumou Sangaré y Rokia Traoré. Como invitados, la cantante de jazz Dee Dee Bridgewater acompañada por el grupo Ngoni Bâ, una colaboración de la Orchestra Poly-Rythmo de Cotonou y la versión colectiva de Imagine que Herbie Hancock incluyó en su proyecto homónimo con Oumou Sangaré, Fatoumata Diawara, Jeff Beck, Konono Nº1, India.Arie, Seal y Pink.


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