miércoles, 19 de noviembre de 2014

QUIENES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS?



Eduardo Pedro García Rodríguez
Capitulo II



LOS PRIMEROS POBLAMIENTOS DE CANARIAS

Los  planteamientos expuestos por el Sr. García Talavera, han sido asumidos y desarrollados por notables investigadores europeos, a pesar de que como casi siempre suele ocurrir con todo planteamiento innovador, tiene que enfrentarse a las teorías vigentes y comúnmente aceptadas por los científicos de salón, que perciben nóminas del ministerio correspondiente, y poco o nada habituados a la investigación. Éstos no dudan en vituperar estos trabajos y a sus autores, crucificándolos en aras de unos supuestos para ellos inamovibles.

Llegados a este punto, el amable lector nos va a permitir el que disgreguemos un poco pues creemos que el tema que vamos a tratar merece que le dediquemos un espacio en éstas páginas entre otras cuestiones, por los estrechos lazos culturales que tiene con el origen de los primitivos canarios.



En los milenios X  al VIII a. de C. las condiciones climáticas del Sahara eran semejantes a las de Centro-Europa, abundando la fauna y la flora, en las orillas de ríos y lagos habitaban grupos humanos de pescadores y recolectores. De estos grupos surgió una “revolución neolítica” según se deduce de los millares de yacimientos de grabados rupestres existentes en bastas regiones del Sahara, en los que se representan animales tales como la Jirafa; el Elefante; el León; el Hipopótamo etc. Estos yacimientos tanto de pinturas como de grabados rupestres están concentradas en la zona mesosahariana, principalmente en los grandes macizos montañosos del Hadrar de los Iforas, y del Hoggar, el Tassili-n-Ajjer o Tassili -n- Azyer, (que quiere decir “La Meseta entre los dos ríos”) con su prolongación Libia el Tadrart Acacus, el Tibesti y el Ennedi. Como queda dicho más arriba, en las zonas templadas se asentaron grupos humanos de los que surgieron estilizadas civilizaciones, alcanzando un considerable desarrollo en la época neolítica, teniendo su máxima expresión en el culto a los muertos. El interés por preservar los cadáveres de sus parientes ya denota una incipiente capacidad mágico religiosa, con concepciones abstractas de una posible vida en otro plano de la existencia. Los enterramientos, es una práctica muy extendida entre las sociedades norteafricanas que se remonta a la Prehistoria. En el Norte de Áfrika, las prácticas funerarias son dudosas en el Paleolítico pero están plenamente documentadas en el Neolítico. Modas y formas de enterramiento que gozarán de amplia pervivencia en todo el ámbito sahariano, manteniéndose en un principio en buena medida libre de las influencias púnicas, aunque más tarde una gran parte de estas sociedades avanzadas asumieron la cultura púnica a través de Cartago, tal como nos lo muestra la ingente cantidad de estelas funerarias dedicadas a la Diosa Tanit, (Astarte)  y que afectaría al mundo mazigio que solamente empezaría a cambiar muy tardíamente con la imposición del Islam.

La forma de enterramientos predominantes en todo el Sahara parece ser que es el túmulo. A estos túmulos los naturales, denominan aarrom al que se compone de un simple túmulo de piedras (La Rasca,) Chinecch, y radjen  a la construcción turriforme de bloques. Los radjen pueden ser cilíndricos, denominándose en estos casos chuchet o con gradas que es lo que se conoce como Bazinas. (Pírámides de: Chacona, Güímar. Puerto de la Cruz. Icod. Isla de La Palma. La Isleta, Tamarant,  cuya base fue convertida en un nido de ametralladoras, etc. Generalmente estas construcciones  funerarias o de observación astronómicas se emplazaban en lugares elevados, pequeños promontorios, o en las márgenes cortadas por la erosión  uads. Puede aparecer uno solo, aislado, o formando agrupaciones. (Túmulos funerarios de Tamarant)

En ocasiones estas Bazinas cumple con las funciones de mausoleos, monumentos para reyes y héroes y como observatorios astronómicos cuando están situados en determinadas elevaciones geográficas. Este fue el caso de un héroe legendario mazigio caudillo de los Âyth Wâryaghar, llamado Sidi Mahan (Majan) cuando murió lo enterraron en el punto más alto del macizo de Yabal Hmam, (Montaña de Palomas) le dedicaron un Igurramen (Murramen) que llamaron Mahan Dadda (Majano del Abuelo)

Retomando el temas de los grabados del Tassili, éstos fueron descubiertos para los europeos en 1933,  por el Teniente Coronel de la Legión francesa Brenans, quien estaba al mando del destacamento de Fort Polignac, en cuanto se repuso de la sorpresa que le causó la visión de los inmensos paneles que conforman los yacimientos mandó un correo urgente al Museo del Hombre en París. El Museo preparó de inmediato una expedición a cargo del prestigioso arqueólogo especializado en temas del Sahara Enri Lothe, quien acompañado de Perret, presidente de la Societé de Geographie inicia los estudios preliminares, y que posteriormente los especialistas clasificaron cronológicamente en una serie de faces denominadas como: fase de la “gran fauna salvaje” o fase del “bubale antiguo” que sólo comprendía grabados. Una fase arcaica de las pinturas o fase de “Las Cabezas Redondas”. La fase Pastoral” que termina con el neolítico sahariano. La fase del Caballo” ( ver grabado del yacimiento del barranco de Balos, Gran Canaria, página 31) que empieza con el periodo posneolítico y termina con la fase del “Camello”, próxima a nuestros días.

Los canarios participamos en los estudios de algunos de los yacimientos. En 1992 el Museo Canario organizó una expedición con destino a los afloramientos rocosos de Lemgasen a unos 70 kilómetros al  Oeste de Tifarati, al Noroeste del Sahara Occidental y dio a conocer la existencia de estaciones rupestres con pinturas que representan escenas de caza, en la que participan seres humanos y animales. Es sobradamente conocido y admitido el indiscutible paralelismo entre las culturas de los antiguos canarios con las del continente, especialmente con el Magreb y Sahara región donde se produjo un gran movimiento de pueblos durante la prehistoria tardía y la protohistoria de Áfrika noroccidental, donde hubo una gran diversidad cultural y, al mismo tiempo, una gran movilidad de pueblos, algunos de los cuales poblaron las islas Canarias en sucesivas oleadas y distintas épocas como ya hemos dicho, confirma este aserto el indudable origen común de la lengua y las distintas variedades dialectales de las islas con la lengua tamazight y sus diferentes dialectos hablados en el continente. En Gran Canaria, la cerámica pintada tiene un innegable paralelismo con otras norteafrikanas de tradición mediterránea, que mantendrá la cerámica kabilia. Las cuevas artificiales presentes en todas las islas, y los graneros colectivos son también de tradición mediterránea, difundidas desde el Norte al Rif, Atlas Medio, Anti-atlas y Gran Atlas, siendo usadas en la actualidad. En Túnez, encontramos las casas semiexcabadas de inequívoco paralelismo con las casas hondas de Lanzarote y Fuerteventura. Los túmulos prehislámicos de los imazighen de gran difusión sahariana y surmagrebí tienen sus homólogos en los de Tamarant.

Los artefactos líticos, cerámica, grabados alfabetiformes, idolillos, definen el horizonte más reciente de la isla de La Palma, íntimamente ligado con el Sahara, por el contrario, otras manifestaciones más antiguas de cerámica, grabados, ciertos artefactos líticos y óseos tienen diversos paralelos norteafrikanos. En Chinet, algunos de los elementos de la cultura material tienen clara similitud con comunidades magrebíes occidentales cronológicamente  protohistóricas, tales como la cerámica y las espátulas.

Titeroygatra y Erbania o Erbani, participan igualmente de paralelos magrebies ambientados en lo que pudiera ser el mundo indígena protomazigio. Los grabados rupestres de Esero o Hero, los podomorfos de Chinech, Erbania y Titoreygatra, y los alfabetiformes líbicos nos conectan aún más con lo mundo mazigio, si bien los de tipo meandros, espirales, etc., tienen paralelos en la fachada atlántica europea (Galicia y Portugal, e incluso en las fachadas atlánticas del Norte y del Sur de América.) 

En cuanto al origen de los primeros pobladores de nuestras islas, si bien las fuentes historiográficas  son unánimes al afirmar que los primitivos habitantes procedían de Áfrika, son bastante parcos en detalles, limitándose los más explícitos a decirnos que, por lo que frisan sus costumbres, y tanto en el hablar como en contar tienen, son como los de los moros. La mayoría de los investigadores modernos “oficiales” vienen situando los primeros asentamientos humanos en las islas en torno al siglo I d.C., si bien algunos van paulatinamente retrocediendo en el cómputo de tiempo, y los más avanzados los sitúan en torno al siglo I a.C., fecha que como veremos están totalmente alejadas de la realidad. Creemos que el poblamiento de las islas hay que situarlo como mínimo a comienzos del holoceno. Recientemente, va tomando forma una hipótesis en la que trabajan varios investigadores de reconocido prestigio científico, sobre la arribada y poblamiento de las islas por fenicios o libio-púnicos entre los siglos VI y V antes de la era Cristiana, a los que posteriormente seguirían varias arribadas de otros pueblos procedentes del noroeste afrikano, contrariamente a las teorías comúnmente aceptadas  hasta la fecha, las cuales vienen admitiendo como  inicio de los primeros asentamientos el siglo II de la era Cristiana, asentamiento promovido según estos autores por Juba II de Mauritania.

 Modestamente, compartimos el planteamiento de la presencia humana en las islas (especialmente en las orientales) desde hace más de 4.500 años. Las arribadas más recientes se producen durante los siglos  VI y V a.C., nos basamos para sostener esta afirmación en las observaciones de campo que desde el año 1996 venimos llevando a cabo en la isla de Tenerife, donde numerosos yacimientos de grabados rupestres nos muestran elementos gráficos de indudable origen libio-púnico y mazighio, los cuales son fácilmente contrastables con otros existentes en el continente, debidamente datados y documentados. 

Fuera de las rutas marítimas del Mediterráneo, el mar se hacía tenebroso, la navegación antigua estaba marcada por leyendas de monstruos que devoraban a las naves y marinos. Según las narraciones de la época los  peligros eran prácticamente insuperables. Estas leyendas eran sostenidas por los pueblos navegantes especialmente los fenicios cartagineses y gaditanos, para mantener en secreto las rutas comerciales y las consiguientes  fuentes de materias prima, que explotaban  así de manera exclusiva.

            No obstante, la necesidad de abrir nuevas rutas comerciales, a la búsqueda de nuevas fuentes de materias prima o por descubrir nuevas tierras, incitó a algunos pueblos navegantes a emprender nuevas aventuras marítimas desafiando los peligros supuestos y reales que implicaba el adentrarse en mares desconocidos. Una de estas empresas fue acometida por el faraón Neko o Nekao, quien según Heródoto (IV, 42)  decidió circunvalar Áfrika, tras abandonar la excavación de  un canal que había proyectado entre el Nilo y el Mar Rojo, hacía el 600 a. de C.

Los egipcios mantenían excelentes relaciones comerciales con un pueblo conocido como <Los reyes del mar>, los fenicios, así el faraón Neko confió la primera circunvalación del continente afrikano de que tenemos noticias a la pericia de los fenicios. La expedición debía rodear el continente con el encargo de regresar por el estrecho de Gibraltar, una aventura tan arriesgada que hubiese hecho desistir a cualquiera que no fuesen los fenicios. El mismo Heródoto dice que el persa Sataspes, con una tripulación egipcia, fue incapaz siglo y medio más tarde de hacer el viaje en sentido inverso, a pesar de que era su único recurso para conmutar  la condena a muerte que le había impuesto Jerges, la cual finalmente, se ejecutó sin admitir excusas a su fracaso.

El viaje sufragado por el faraón Neko duró tres años; los fenicios debían saber ya lo que se esperaba de ellos puesto que llevaron los medios necesarios para sembrar la tierra y recoger la cosecha; efectuaron un recorrido exclusivamente costero con dos escalas invernales, una, posiblemente al sur de Mozambique, y otra, en Senegal. Heródoto que no conocía la esfericidad de la Tierra y la posición del Ecuador, le pareció increíble que los fenicios afirmaran que habían hecho buena parte del viaje con el sol a mano derecha; siendo precisamente este dato el que  da veracidad a todo el relato.
Narra Heródoto que esta exploración había sido confirmada por los cartagineses, lo que puede referirse al famoso viaje de Hannón, contemporáneo de la época en que escribía el historiador griego.

EL PERIPLO DE HANNON

Los fenicios a pesar de ser los creadores e introductores de la escritura en el mundo conocido de la época, no nos trasmitieron documentos escritos o estos fueron destruidos por griegos y romanos durante la segunda guerra púnica en las luchas finales por el control de las rutas comerciales en el Mediterráneo y  el Atlántico conocido, en las que finalmente Roma, consiguió derrotar a Cartago, reduciéndola a cenizas y destruyendo todo vestigio de la opulenta civilización cartaginesa, apoderándose del inmenso imperio comercial de éstos, incluidas las islas Canarias, tal como queda manifestado en algunas escrituras rupestres (estelas) de la islas del Hierro y La Palma. Lo que de los fenicios conocemos es a través de los historiadores griegos y romanos fuentes que naturalmente eran parciales, y por las estelas votivas o sepulcrales que están saliendo a la luz últimamente en el noroeste del continente. Debemos una vez más a Heródoto el conocimiento de una de las odiseas marítimas más grande de la antigüedad, el viaje de HannónEl pueblo cartaginés encargó a Hannón una expedición con el objeto de establecer colonias en el litoral atlántico afrikano. El conocimiento de esta famosa expedición,  se ha conservado por la traducción griega de lo que parece fue el informe directo del propio jefe de la flota. Se hizo a la mar con sesenta pentecónteras, en las que viajaban sesenta mil futuros colonos con sus provisiones; su propósito debió ser  consolidar la ocupación de una costa ya conocida por los gaditanos como hemos apuntado, puesto que Plinio indica que la navegación se inicio en Cádiz, al igual que la de Himilcón y la de Eudoxo. El viaje se inicio en la primera mitad del siglo V a. de C. y fue llevado a cabo en dos etapas bien diferenciadas; en la primera se fundaron diversas colonias a lo largo del litoral del actual Marruecos, o bien  reforzaron la presencia cartaginesa en establecimientos gaditanos anteriores, quienes antes de la fundación de Cádiz, ya habían creado establecimientos en la costa atlántica del actual Maruecos, en Lixus, según la versión que recoge Estrabón, de los gaditanos sobre los viajes que habían dado origen a la fundación de la ciudad. Menciona un primer intento en Sexi y otro en Onoba, donde había una isla dedicada al dios Melkart. A partir de entonces Cádiz parece controlar con sus magnificas flotas tanto la pesca como el comercio de todo tipo de productos en el Atlántico.




Algunas de las naves empleadas por los fenicios fueron: la Pentecontera, de 25 metros de eslora y cincuenta remeros, buque esencialmente mercante; la Trirreme, de 36 metros de eslora y 170 remeros, ochenta y cinco por banda, la Tretera de cuarenta metros de eslora y treinta remos manejados por doscientos cuarenta remeros cuatro por remo, de igual eslora que la anterior pero manejada por trescientos hombres cinco por remo era la Pentera. Estas tres últimas naves conformaron las flotas gaditanas y fenicias que participaron en las guerras Púnicas durante el siglo IV a.C. Del potencial de la marina fenicia nos puede dar una idea el hecho de que las tres naves que participaron en la aventura de Cristóbal Colón, sólo pudieron transportar un total de noventa hombres.

Así pues, Hannón aprovecho los conocimientos que tenían los gaditanos del litoral  atlántico, contratando pilotos y marinos, e intensificó la amistad con los lixitas pastores nómadas de las riveras del río Lixus que puede identificarse con el Draa, al sur de Marruecos. Aquí toman guías lixitas quienes le acompañan hasta Cerne, donde fundaron una colonia que les serviría de base a la segunda etapa. Se cree que río el  Kretes, que desembocaba próximo a la colonia de Cerne es el río Senegal.

Estudiando las rutas de los periplos tanto del organizado por el faraón Neko o Nekao, como el del legendario Hannón, vemos que es prácticamente imposible que las flotas no realizaran escala en las Islas Canarias, máxime si tenemos en cuenta que la distancia entre la isla de Fuerteventura y el continente es apenas de 97 kilómetros y que en días claros, algunas de las islas se divisan claramente desde determinados puntos del continente. Por otra parte, es de suponer que las corrientes marítimas y el sistema de navegar costeando propio de la época, contribuirían en gran manera al acercamiento de las naves de ambas expediciones a nuestras costas, como es natural en fechas distintas, estas escalas pudieron estar motivadas por la intención de formar colonias fijas y estables, o bien por la necesidad de sembrar los cereales y legumbres necesarios para el sustento de la expedición en su viaje de regreso, los cuales sería recogidos con los demás productos que en la tierra pudieran recolectar, a este fin, dejarían pequeños grupos de personas con semillas y  animales de corral en diferentes islas.



Algunos autores aventuran que los expedicionarios hicieron paradas estaciónales para proceder a la siembra, nosotros pensamos que de ser así alargarían demasiado la duración prevista para periplo puesto que tendrían que estar parados durante unos cuatro meses, tiempo mínimo para la siembra y recolección por cada parada realizada con este fin, coincidiendo además los meses en se suele realizar estas labores con los más propicios para la navegación, por ello, creemos que fueron dejando asentamientos de pequeños grupo de colonos como hemos expuesto más arriba. Este hecho queda refrendado no sólo por existencia de grabados alfabetiformes y figurativos libio-púnicos localizados en varios de los yacimientos rupestres de las islas, y por los zoomorfos de la cañada de los ovejeros,( Tenerife) la piedra Zanata y ánforas de factura libio-púnica encontradas en nuestras costas e interior de las islas, así como restos de centros ceremoniales, en la Punta de Rasca, además de salinas y hornos ciegos éstos de forma tronco cónicas y con una serie de peldaños externos que ascienden hacía la boca formando una escalera de caracol, o la ingente cantidad de símbolos representativos de la diosa Tanit ( de la que por su excepcional importancia trataremos en un capítulo posterior) que se encuentran en los paneles de grabados rupestres diseminados por los barrancos y cumbres de nuestra geografía, además de las Representaciones de naves de la época Existentes en varias de las islas, especialmente en las de Fuerteventura,  Lanzarote, La Palma,  Gran Canaria y Tenerife, que algunos autores tratan de confundir con otros de  factura claramente posteriores.



Como dato interesante diremos que los grabados geométricos que adornan la cueva pintada de Galdar (Gran Canaria) y otros que se encuentran representados en una muñeca egipcia en forma de sandalia o paleta, que actualmente se encuentra en Museo británico de Londres, tienen los dibujos y colores  en una disposición muy similar en cuanto a formas y colores.

Creemos que los vestigios de la presencia de los fenicios en las islas, son más que evidentes, y aunque éstas no son admitidas por los sectores más inmovilistas del estamento académico, al final no van a tener más remedio que aceptar la realidad, aunque les cueste reconocer su estrechez de miras o su Obcecación. En la actualidad, algunos científicos consientes están abordando una línea de investigación en este sentido, y que indudablemente abrirá nuevas perspectivas para un mejor conocimiento de nuestra historia pre colonial.

Veamos lo que sobre el tema que venimos tratando nos dice el investigador español don Enrique Gozalbes Cravioto, de quien reproducimos algunos párrafos de un interesante artículo publicado en la revista “Ere”, volumen 9 (diciembre 2000) <<... La revisión que hemos hecho del texto del periplo de Hannón tiene unas indudables implicaciones en la problemática del poblamiento y la colonización de la Canarias en la antigüedad. Desde el rechazo de su carácter de exploración ultrasahariana sitúa la discusión entre dos alternativas:

a) Se trata de un texto falsificado, una especie de “refrito” a partir de otras fuentes antiguas de las que tomó algunos datos y topónimos. Hemos visto más arriba como las objeciones planteadas no sólo no son definitivas sino que son recusables. Únicamente tiene cabida la observación del cuidado que debe ponerse en el trabajo con un texto bastante alterado respecto al original.
a)      Se trata de un texto, alterado sobre todo por traducción al griego, de un proceso histórico real. El mismo supone una colonización con libio-fenicios, en el litoral  marroquí, sobre todo en su zona septentrional. Y una segunda parte que parece congruente con la anterior, sin desentonar de ella: se trata de una exploración con vistas a una colonización posterior. Dicha exploración, en buena parte, se abría realizado en las islas Canarias.
En los últimos años una interesante línea de investigación viene apuntando a la existencia de una presencia púnica en estas islas. Nuevos hallazgos como la Piedra Zanata, o las ánforas de clara influencia púnica, junto con algunas inscripciónes  en lengua neopúnica, va conduciendo a la necesaria revisión de viejos materiales y de algunos restos constructivos. La nueva visión obliga también a revisar antiguos paradigmas y a comenzar a aceptar lo que cada vez es más evidente: el influjo púnico en el poblamiento de Canarias.

El argumento contrario, la falta de móviles para un interés económico, se ha contestado con un elemento que nos parece de una indudable importancia: la atracción que suponía la explotación pesquera. Desde esta misma óptica se ha planteado el problema de que no solamente se trata de unos influjos, de una presencia, sino incluso en la participación en el poblamiento de las islas (tema siempre muy debatido).

Pero al respecto existe un evidente problema centrado en la cronología.
Dentro de esta difícil precisión se ha apuntado la posibilidad de “una primera arribada de gentes a Canarias hacía el siglo VI a. C. así como otras (en número indeterminado) en los siglos posteriores, relacionadas directamente con la situación política y económica que vive cada momento el Mediterráneo occidental.

Y finalmente, también se ha profundizado en las dificultades de un proceso de poblamiento como el de Canarias, dados los paralelos en otras muchas partes. Dificultades que, en opinión de los investigadores, corroborarían la existencia de decisión política púnica, con un proceso de colonización de las Canarias en toda regla. En otros casos también se ha apuntado la posibilidad de que el poblamiento con indígenas africanos fuera realizado por los cartagineses mediante la trasportación de tribus belicosas>>.

Los planteamientos expuestos por Gozalve ya habían sido defendidos en el 1998 en el mismo medio por el Doctor don Rafael González Antón, en un trabajo (como todos los suyos profusamente documentado y magistralmente desarrollado) sobre los primeros poblamientos de las islas. Por la luz que aporta al periodo histórico de que venimos tratando, Creemos interesante insertar algunos párrafos del  artículo en cuestión: <<...Este planteamiento nos lleva directamente a buscar el origen y el momento del poblamiento canario dentro del proceso colonizador fenicio-púnico que se lleva a cabo en el Mediterráneo occidental y en el Atlántico durante el primer milenio a.C.
Esta nueva perspectiva nos permite emitir una serie de hipótesis instrumentales que nos van a facilitar el camino hacía el entendimiento de nuestro pasado más remoto. Frente a la visión de prehistoria plana o única que aún se viene manteniendo y a las dificultades por vertebrar temporalmente la secuencia prehistórica, creemos que en protohistoria del Archipiélago hemos de distinguir cuatro periodos:
A)     Un primer periodo de frecuentación y posterior poblamiento e intercambio cultural entre los pueblos trasplantados y sus trasplantadores y que tiene sus orígenes a lo largo del primer milenio.
B)     Un segundo periodo, de tránsito hacía la autarquía, caracterizado por el abandono de los contactos con las poblaciones foráneas.
C)    Un tercer periodo de aislamiento y, por consiguiente, de reestructuración política y social, que  da lugar a lo que nosotros llamamos ahora propiamente Cultura Canaria.
D)    Y, por último, un cuarto periodo, presente de forma desigual en las distintas islas y que comenzaría con la frecuentación de los mares insulares por navegantes europeos a partir del siglo XI>>.

Diferenciar con materiales arqueológicos cada uno de los periodos reseñados resulta prácticamente imposible, sobre todo en las dos primeras fases y hasta hora no ha habido una estructura teórica que lo permitiera. Primero el yacimiento terrestre de El Bebedero (Atoche, et al:1995) que relacionaba el Archipiélago con los romanos y paralelamente la llamada Piedra Zanata (González Antón, et al. 1995) con los feno-púnicos han sido, aunque en distinta intensidad y maneras, descalificados sin aportación de prueba científica alguna. Para algunos, la arqueología ha sido bastante parca en mostrarnos evidencias de la presencia de poblaciones colonizadoras en el archipiélago; para otros, es necesario acometer una revisión de los supuestos teóricos y materiales arqueológicos al uso, en el convencimiento de estas irán aflorando poco a poco. Como señala Alvar, (1988: 429), mientras la arqueología no detecte un asentamiento con cronología segura, los escépticos mantendrán su postura, que (sin embargo) no encuentra suficientes apoyos como para rebatir las ideas contrarias. Esta es la situación en la que nos encontramos.


Nosotros añadimos otro periodo para las islas de Tenerife, Hierro, La Palma y en menor medida Gran Canaria, El relato trasmitido por la tamusni y recogido por Espinosa al hablar de “los sesentas del hijo del grande” en Icod o Icoden, los Zanatas, que conformarían las últimas arribadas y  asentamientos de origen mazighio Zanata en las islas.

ORIGEN DE LOS IMAZIGHEN CANARIOS
                                                                
Como hemos expuesto anteriormente, las islas Canarias han sido ocupadas en diferentes épocas y por distintos grupos humanos pero que indudablemente todos procedían de un tronco primigenio común, quienes aportaron diferentes elementos culturales acordes con las épocas correspondientes a cada desembarco, es notorio que cuando los europeos en la  edad media aportaron a Canarias, la sociedad guanche se encontraba en un franco retroceso de su cultura material debido al aislamiento en que se vieron sumidas las islas como consecuencia en una primera etapa al derrumbe sufrido por el imperio cartaginés provocado por la derrota sufrida de mano de los romanos, y posteriormente, por el retroceso cultural, político y comercial acaecido en la Europa clásica, la cual se sumió en el oscurantismo de la edad media como consecuencia del auge del cristianismo fanático que gobernó al continente europeo, tanto en lo terrenal como en lo espiritual, y Cuyas nefastas consecuencias han sido evidentes hasta bien entrado el siglo XX, y aún en el XXI continúan manifestándose en aquellos países llamados del tercer mundo en los que la religión predominante es la católica.

<<La historia, o mejor dicho, la conciencia de la memoria colectiva nos arroja más luz sobre lo que son los imazighen, aunque la mayoría de ellos hayan perdido su lengua autóctona. Por ejemplo, el avance de la arqueología prehistórica (protohistórica) en las Islas Canarias confirma rotundamente la procedencia amazigh de los guanches, por lo que los canarios actuales, totalmente hispanizados, toman cada vez más conciencia de ser imazighen. Igualmente los mauros de Mauritania que hablan solamente el hasania se definen imazighen>>. Esta es la visión que de la realidad actual de Canaria nos da el Investigador en antropología Bereber y Presidente del Colectivo de Documentación y Estudios Amazighs  de la Universidad de Granada Rachid Raha Alumed.

Los imazighens fueron fundadores de grandes dinastías, especialmente en la edad medieval, a pesar de ello, no han sido capaces de crear y mantener un estado amazigh con continuidad en el tiempo con una conciencia colectiva común, ni fijar una lengua escrita única. Excepto el Reino Masil de los siglos IV al VII a.C., y el Imperio Almohade, siglo XII. A pesar de las vicisitudes históricas a que ha estado  sometida la comunidad imazighen desde tiempos inmemoriales por fronteras  tribales y geográficas, o por parte de potencias extranjeras tales como los icsos, fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, turcos y europeos, han provocado el devenir divergente que han conocido las comunidades norteafricanas, y que se han traducido en una diversidad extraordinaria lingüística y social. No obstante, las comunidades amazighs han conservado sorprendentemente y, en gran medida intacta, su propia idiosincrasia cultural, su mitología compartida y sus raíces lingüísticas comunes, ya sean éstos rifeños, kabilios, sussis, mozabitas o tuareg.

Hoy esta extensa zona consta de cinco países: Mauritania, Maruecos, Argelia, Túnez y Libia, conocida desde hace tiempo como <<berbería>>, y que ahora usando un término árabe se conoce como <<al-Magrib>> (el Occidente), en clara diferenciación de <<al.Masriq, el Oriente) En estos países la lengua oficial es la árabe, pero existen grande bolsas de verberófonos que se resisten a ser totalmente absorbidos por la lengua árabe.

¿Por qué le llamaban Beréberes? Término que nunca fue empleado por ellos, quienes se ha denominado siempre como <<imazighen>>, plural de <<amazig>>, cuyo significado es el de <<hombre libre>>. <<Hombre libre>> quiere decir también en sánscrito <<warwara>>,  que da <<barbaroi>> en griego, en el sentido de <<extranjero>> y que pasa al latín como <<barbarus>> con un matiz peyorativo, término éste que algunos autores españoles vienen usando con el mismo sentido peyorativo. Ahora bien, ¿es nuestro <<beréber>> el <<barbarus>> latino? Ibn Jaldun no lo cree pues lo deriva del verbo árabe <<barbara>> (alborotar, vociferar, pronunciar palabras ininteligibles). Continua explicando éste sabio y sociólogo árabe del siglo XIV, que, Ifrikos, hijo de Qays ibn Sayfi, rey de Yemen, invadió el Norte de Áfrika (de ahí el nombre de este Continente) y, cuando vio a este pueblo extranjero (¿?) Y oyó su lengua empleó el verbo <<barbara>> para definirla. Y añade Ibn Jaldun que, que por esta razón se llama <<beréberes>> a los habitantes. Sea como sea lo ciertos es que, como hemos dicho estos pueblos de denominan así mismo << imazigen>> es decir <<hombres libres>>. Los contactos continuados de éstos <<beréberes>> con la cultura europea de la época, se inician con el asentamiento fenicio y la fundación de Cartago, por Elisa o Dido, si bien es plausible que los comerciantes fenicios ya practicaban el comercio silencioso en las costas cartaginesas y por consiguiente tenían un amplio conocimiento del país que eligieron para crear la colonia. Por la importancia que posteriormente tuvo esta fundación para el pueblo mazigio, estimo oportuno dar unas ligeras referencias sobre la fundación de Cartago: Cuenta Justino, basado en un relato anterior de Timeo que durante el reinado de Pigmalión de Tiro (fines del siglo IX a. C.) se produjo en la ciudad una grave crisis; el anterior rey, Mattan, había pretendido que le sucediera conjuntamente sus dos hijos, Pigmalión y Elisa, pero el pueblo prefirió al primero, un niño de sólo once años, contra el que debieron intrigar su hermana Elisa y el marido de ésta, Azerbas o Zakerbaal, que era al mismo tiempo su tío y sumo sacerdote de Melkart. En cuanto Pigmalión obtuvo una cierta mayoría de edad y poder, hizo asesinar a Azerbas y se apoderó de sus riquezas.

Elisa tuvo que escapar de Tiro, tras encomendarse a Melkart, y la acompañaron en la aventura el jefe de la flota tiria, Bitias, y el noble Barcas, posiblemente antepasado de la familia de Aníbal; recalaron primeramente en Chipre, donde se les unió un séquito de ochenta mujeres destinadas a la prostitución sagrada y el sumo sacerdote de Astarté, (Tanit) con la condición de que se le respetara el derecho hereditario del sacerdocio en el nuevo templo que fueran a fundar. Luego arribaron a la costa tunecina, fueron bien acogidos por sus paisanos de la antigua colonia de Utica, y negociaron con los indígenas y su rey Yarba la compra de un terreno para la nueva ciudad; llegaron a un acuerdo de ocupar una parcela que pudiera delimitarse con la piel de un buey; Elisa recurrió al ardid de cortar la piel en finísimas tiras con las que rodeó una colina que recibió desde entonces el nombre de Byrsa, que significa en griego piel de buey. El rey Yarba admitió el engaño de buena gana, teniendo en cuenta los futuros beneficios que podría reportarle el establecimiento de los fenicios en sus dominios. Transcurrió el tiempo, y la ciudad fue tomando forma, se construyeron los  puertos el comercial y el militar, la vida de los fenicios se desarrollaba en relativa calma hasta que un día el rey Yarba, citó a su corte a los diez nobles más importantes de la ciudad y le expuso su propósito de casarse con Elisa de quien se había enamorado, advirtiéndoles que de no aceptar su oferta destruiría la recién construida ciudad. Ante esta delicada situación, los notables trataron de convencer a Elisa de la conveniencia de aceptar la imposición de Yarba para así salvar a la ciudad,  la astuta princesa fingió aceptar la oferta y pidió tres meses de plazo para celebrar las bodas, en este tiempo, mandó  construir un ara de sacrificios en las afueras de la ciudad en la que sacrificaba algunos animales en honor del dios Melkart, cuando expiraba el plazo convocó al pueblo para un último sacrificio, y en presencia del pueblo después de ofrendar un cordero se dirigió a la muchedumbre diciéndoles: puesto que la salvación de la ciudad necesita de un gran sacrificio seré yo la ofrenda, y sacando un puñal de entre sus ropas se lo hundió en el pecho arrojándose acto seguido a la pira. Así  ella prefirió suicidarse sobre una hoguera antes que traicionar la memoria de su marido. Así se cumplió el ciclo fundacional, al establecerse el primer sacrificio humano del ritual que sería el más importante de los cartagineses.

Nos  dice Ramón Corzo que: <<la leyenda de Elisa es tan atractiva que  sirvió de tema  a muchas reelaboraciones literarias, como la de Virgilio en la Eneida, que la presenta bajo el nombre de Dido y como amante de Eneas; de todas estas contaminaciones poéticas sólo conservan verosimilitud los nombres de los reyes tirios, atestiguados por otras fuentes, y el planteamiento de la crisis con ingredientes religiosos y económicos, que son muy aceptables. Sin embargo, ningún otro texto, ni los hallazgos arqueológicos, dan píe a pensar que la ciudad nueva de Cartago iniciara una verdadera política exterior propia hasta fines del siglo VII a. C.>>.


<<Los nuevos fenicios de Cartago adoptaron un modelo político propio; la institución monárquica debió extinguirse con Elisa y el régimen pasó a un sistema democrático; los propios ciudadanos formaron parte del ejercito y crearon una potente armada; la dependencia de Tiro, a la que se enviaban tributos anuales, se presentaba como un diezmo religioso al dios Melkart, no como una sumisión política; los contactos con los vecinos no tenía el carácter de mera resistencia a imperios poderosos, sino que se transformaron en una competencia entre fuerzas similares por el control del mar y las islas en las que chocaban sus intereses. La conclusión de un enfrentamiento tan directo obligaba a la anulación total de uno de los contendientes, de modo que los cartagineses perdieron en la última batalla hasta su propia identidad como pueblo, mientras que las ciudades fenicias originarias conservaron un relativo grado de independencia económica y cultural aún bajo el poder del imperio romano>>.

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