lunes, 24 de noviembre de 2014

¿QUIENES SOMOS LOS MAZIGIOS CANARIOS?







Capitulo VI



Eduardo Pedro García Rodríguez

LA HUELLA DE LOS FENICIOS EN CANARIAS  MEDIANTE LAS REPRESENTACIONES DE LA DIOSA  TANIT



Las continuas relaciones de los fenicios con las culturas más desarrolladas de su tiempo, motivó que éstos movidos por el interés de los cuantiosos beneficios económicos que les proporcionaban las operaciones comerciales   asumiesen como propias algunas de las deidades más representativas de los pueblos con los que mantenían contactos mercantiles de manera prolongada.

Al mismo tiempo, influían en éstos para imponer el culto a algunas de sus deidades, como una manera más de afianzar las relaciones políticas y comerciales con los pueblos de su área de influencia. Quizás la cultura religiosa que más influyó en los fenicios, fue la egipcia debido a que estos los asentaron en la franja de terreno que posteriormente se denominó Fenicia. En este aspecto, compartimos el planteamiento que sobre el tema expone el profesor D. Ramón Corzo, en su libro Los Fenicios Señores del Mar, de quien tomamos los siguientes párrafos: <<Como en otros muchos aspectos de su cultura y su historia, en la religión fenicia se da la circunstancia lamentable de no poseer ninguna versión directa de los muchos textos originales sobre la mitología y liturgia a los que hacen referencia los autores griegos y romanos. Los viejos tratados fenicios son citados como fuente de muchos comentaristas, pero ni siquiera los extractos de Eusebio de Cesaréa de la historia fenicia de Filón de Biblos, que éste había redactado a la vista de documentos fenicios muy antiguos, se pueden manejar con seguridad, dadas las interpolaciones e interpretaciones introducidas por los transmisores; existen excesivas  asimilaciones a la religión helenística que impiden comprender  la relación con las creencias primitivas, trasmitidas por los textos de Ugarit, del   segundo milenio antes de Cristo.>>                                                                                                                                                                 Bella imagen de Tanit
                                                                                                                      Museo Nacional. Túnez.


Las fuentes contemporáneas de los fenicios históricos se reducen a breves textos epigráficos  con muchos nombres de divinidades y algunos títulos y calificativos; con estos datos resulta imposible componer un tratado coherente sobre religión fenicia, aunque se pueda sistematizar la evolución cronológica y geográfica de los cultos.

El concepto general de las creencias religiosas fenicias es de un politeísmo absoluto de integración plena de lo sobre natural en lo cotidiano; la variedad de los dioses fenicios permite afirmar que cualquier fenómeno natural, cualquier actividad humana o cualquier actividad vital se relacionaba con un principio sobrenatural, en forma de divinidad de mayor o menor rango, o simplemente era digno de culto. El mantenimiento de estas tradiciones de extrema religiosidad tiene su mejor documento en las citas de los altares existentes en el templo de Hércules de Cádiz (Gadir) en época romana imperial, donde continuaban vigentes los cultos a  principios  inmateriales insólitos en otros lugares.

Al narrar la visita de Apolonio de Tiana a este santuario, Philóstrato menciona junto a los altares del Heracles Tirio (Melkar) y del Hércules griego (Herakles) otro excepcional en que se rendía culto a la muerte, algo que los gaditanos eran los únicos hombres que lo celebraban. Habla también Philóstrato  de un altar a la vejez en el que, según Aeliano, se honraba a la edad llena de experiencia, y por testimonio de ambos autores conocemos otro altar dedicado a la pobreza, con el que los gaditanos pretendían que ésta le fuera soportable, y otro dedicado al Arte, como consuelo a la pobreza; añade Aeliano  un altar dedicado al Año y otro al Mes, como medida larga y corta del tiempo. Aunque también la religión griega llegó a rendir culto a conceptos abstractos, los altares del templo gaditano permiten reconocer algunos de los principios filosóficos que abrían sido objeto de los tratados fenicios sobre la materia

En el panteón fenicio se destaca un dios supremo, una especie de padre de los restantes dioses al que denomina él, y que puede aparecer en múltiples acepciones como dios Princ.  PAL de una región o de una ciudad. Además, cada ciudad tiene su propio conjunto de divinidades que integran una especial corporación a la que se denomina, por ejemplo, asamblea de los santos dioses o familia de los hijos divinos; en general, o cada uno en su consideración especifica, son seres benéficos  que protegen y favorecen a los creyentes.

Aparte de los dioses de cada ciudad, los hay también de montañas y de bosques o de principios celestes, y protectores de actividades concretas como la guerra, en la que invoca preferentemente a Reshef, o la artesanía, puesta bajo la protección de Chusor. Muchas acepciones coinciden con los viejos nombres cananeos que aparecen en los textos de Ugarit, pero no es posible determinar si conservaron su mismo carácter y personalidad, puesto que las diferenciaciones esenciales se establecen entre los dioses que considera propios e independientes.”Es bien sabido que para los fenicios, el culto a sus dioses protectores, estaba estrechamente relacionado con el aspecto económico”. En sus templos, todos los actos del culto estaban reglamentados y regidos por unas tarifas (como en algunas religiones actuales), en un texto de Baal   Saphon, de Cartago, encontrado en Marsella, establecía que por cada buey sacrificado, fuese como oferta de paz o de pecado, el sacerdote recibiría diez piezas de plata, y si se trataba de oferta de pecado, percibiría además trescientas libras de carne, esta tarifa se aplicaba además a corderos y cabras, excepto  a las aves y animales menores, estos eran devueltos a los oferentes, así se conseguía que los menos pudientes participasen en los sacrificios del culto. Otro capitulo de los ingresos del templo lo constituía la practica de la prostitución sagrada, la cual se efectuaba en beneficio de los sacerdotes del templo.  Está documentado que existían dos tipos de prostitutas al servicio de la deidad, unas eran una especie de sacerdotisas que recibían la protección de los sacerdotes, y que estaban especialmente dedicadas a la diosa Tanit, las cuales ejercían el llamado oficio más antiguo del mundo, a cambio de la protección mencionada, recuérdese que el sacerdote encargado del culto en la fundación de Cartago, se hizo acompañar nada menos que de ochenta prostitutas sagradas. El otro tipo, estaba compuesto por damas de las clases dominantes, las cuales debían practicar la prostitución sagrada una vez en su vida en beneficio del culto, éstas esperaban en la explanada del templo, dentro de sus lujosos carruajes, la llegada de algún extranjero que requiriese sus servicios, como es de suponer, las más agraciadas tenían que esperar un tiempo menor para cumplir con su obligación,  las menos dotadas físicamente la espera para ser  seleccionadas se podía prolongar durante meses e incluso años hasta que algún viajero se apiadaba y las libraba de tan prolongada espera. Cabe suponer que el hecho de que estas mujeres de las clases pudientes, sólo se prostituían con viajeros extranjeros, fuese impuesto para evitar el que esta infidelidad coyuntural, fuese llevada a cabo entre conciudadanos, los cuales tendrían que convivir en un espacio relativamente limitado, evitando así situaciones ciertamente embarazosas.

La adopción por parte de los fenicios, de una buena parte de los dioses egipcios, queda ampliamente demostrada por la similitud  entre los panteones de ambas culturas, existiendo además  un sincretismo con  algunos dioses griegos y romanos como veremos más adelante.

El sincretismo de símbolos fenicios y egipcios esta ampliamente documentada en la ciudad de Biblos desde el milenio segundo antes de Cristo. Todas las manifestaciones artísticas de este periodo dependen de los  repertorios egipcios, en las monedas helenísticas de la ciudad, la pareja  Baalat y el, se caracteriza por la representación de él, como el dios egipcio Ra. Otra divinidad local de Biblos era el dios Baal Addir, el dios juvenil, el señor potente, que realiza todos los años el ciclo de la muerte y renacimiento, también vinculado con ritos de fertilidad de la tierra y con las cosechas agrícolas, es un dios que divide su tiempo entre  el infierno y las cosechas, esta estrechamente relacionado con el Plutón africano, adorado en Cartago, y con el Adonis griego, ya que Adonis es la transcripción  griega del vocablo fenicio adon  (señor), empleado tanto para las divinidades como para personajes masculinos.  El equivalente egipcio de Baal Addir, es el dios Min. Antigua deidad de la fertilidad. Se le representa itifálico y con una ceñida envoltura  que le da una apariencia momíforme. Las fiestas en las que su imagen era transportada en procesión, anunciaban  la época de las cosechas. Se cultivaban  para él lechugas, cuya savia blancuzca se suponía que tenía propiedades afrodisiacas. Adorado en Coptos y en ajmin, era también protector de los caminos que conducían  del Valle del Nilo a las costas del Mar Rojo.

La colonización Tiria  impuso el culto de Melkart (rey de la ciudad), en sus asentamientos  tanto del mediterráneo como en el atlántico, entre ellos destacan los templos de Chipre, Malta, Utica, Cartago, Lixus y Gadir. Melkart fue la deidad que encontró mejor similitud entre los dioses griego, ya que desde antiguo se le identificó con Herakles, y ambas personalidades aparecieron siempre fundidas. A su carácter de dios principal de Cartago, se le une la de hijo de un dios superior (Zeus o Urano según las versiones griegas), y de una diosa Astral coincidente con Astarté; (Tanit) es, además, protector en la guerra y en la navegación y señor de la tempestad. Es también un dios de la fertilidad, que muere y renace cada año,  una réplica del Osiris  egipcio. Osiris, es un dios muerto y dios de los muertos, hermano y esposo de Isis. Sólo comienza a existir realmente después de su asesinato, llevado a cabo por Set. No  se sabe casi nada  de él  antes de su muerte. Cuando se dice que Osiris está vivo, siempre es por referencia a su resurrección. Esta tiene lugar en el Más allá y no en este mundo, que le está definitivamente vetado. Los ritos que permiten su resurrección aseguran al rey y después a todos los difuntos, un destino idéntico al suyo después de la muerte.

Astarté, (Tanit) diosa Astral es en realidad un préstamo “asiático” al panteón egipcio. A.H. Gardiner, en su trabajo The Royal Canon of Turín, 1959, col. I. Nos ofrece la traducción de un papiro que narra los entresijos de la llegada de la diosa Astarté a Egipto, lamentablemente, dicho papiro está incompleto pero a pesar de ello nos da una visión bastante acertada de cómo veían los sacerdotes la incorporación de la diosa al panteón egipcio:

<< Los dioses de Egipto, por razones que ignoramos, se encuentran expuestos a Yam, dios del mar. Este, de carácter irascible, tiene intenciones hegemónicas y, para gran perjuicio de ellos, decide imponerles un tributo. Si no obedecen, Yam les amenaza con hacerles prisioneros a todos. Parece ser que dispone de los medios para llevar a cabo la amenaza, y los dioses, pocos deseosos de medirse con  este intruso tan poderoso, que por otra parte no saben como afrontar, deciden transigir y acceden a su petición. Renenutet, diosa de las cosechas, es la encargada de llevarle lo que reclama. Pero estos dones no le bastan. No sabiendo que hacer, los dioses envían un mensajero a Astarté, Este va, si lo hemos entendido bien a ver a los “asiáticos”. Cuando el mensajero llega ante la casa de diosa, la interpela por la ventana del cuarto en el que ella duerme. En ese instante el relato la denomina <<hija de Ptah>>, que en este texto, hace las veces de demiurgo. Astarté acepta ayudar a los dioses y, sin transición alguna, la vemos paseándose por una playa cantando y riendo. Sin embargo, el viaje hasta ese lugar ha debido de ser largo y penoso, pues se especifica que lleva las sandalias agujereadas y el vestido desgarrado. A pesar de esta ropa, de la que se apiada, Yam, fascinado, se enamora de inmediato de ella y promete poner fin a sus exigencias si se le permite casarse con la diosa. Mientras tanto, los agradecidos dioses acogen  Astarté en el seno de la Enneada y con una pompa digna de las figuras más importantes del panteón. Pero es necesario hacer el aguar de la novia; y Yam, que decididamente no sabe mantener su palabra, vuelve a manifestar su desmedida afición por los regalos, obligando a Nut, diosa del cielo, a sacrificar su collar de perlas y a Geb, dios de la tierra, su anillo; objetos que después se pesan con sumo cuidado en una balanza. El final del relato está muy mutilado, pero pueden sacarse dos hechos significativos. Yam, continua practicado su demagogia y ahora amenaza con sumergir la tierra y las montañas. Tal ves, lo único que quiera es convertirse en soberano de todos los dioses. Por último se nos dice que aparece Set, para combatir contra él. A Set se le conoce muy bien por haber dominado ya en una ocasión las aguas desencadenadas, por lo cual es probable que acabe venciendo al presuntuoso y restablezca la paz dentro de la sociedad divina>>.

Los reyes fenicios solían adoptar los atributos de autoridad sagrada comunes a las monarquías orientales;  el sistema de gobierno de las ciudades fenicias tenían siempre a su frente un rey, al estilo y con las atribuciones habituales en los países del Próximo Oriente, aún en los momentos de dependencia de otras naciones. En Tiro, en el periodo de sumisión a los Babilonios y tras la muerte de Baal II (564 cha.), se estableció un gobierno electivo compuesto por sufetes, (jueces) este tipo de gobierno se mantuvo un corto periodo de tiempo hasta que los persas permitieron la reposición de la monarquía hereditaria. El rey fenicio es también sumo sacerdote del dios tutelar de la ciudad, siendo frecuente que anteponga este título al de la realeza aceptando así un origen teocrático de la autoridad justificando de esta manera su poder. Ithobaal de Tiro, Tabnit de Sidón y Eshmunazar de Sidón se denominan sacerdotes de Astarté, al igual que Osbaal de Biblos aparece como sacerdote de la señora.

El sarcófago de Tanit, contiene una amplia relación sucesoria del sacerdocio y la monarquía, y en la que ambas funciones están representadas en una misma persona.


Como ya hemos indicado, el dios principal en las ciudades fenicias era Baal, si bien la ciudad de Tiro, tenía un dios protector de la misma llamado Melcarte, Mele Qart, éste dios es el equivalente fenicio de Hércules, cuyo culto fue introducido en la ciudad,  por Hiran.


Los cambios políticos originados en mediterráneo, con la derrota en la batalla de Himera por parte de los fenicios, en el año 480 a.C., el desastre sufrido por los persas a mano de los griegos en el mismo año, y el declive del poderío de los etruscos, originaron importantes cambios en la ciudad de Cartago, hasta entonces había estado gobernada por la monarquía de los Magonides, con los cambios políticos se efectuaron los religiosos, a partir de entonces la diosa Tanit, tuvo la supremacía en la ciudad de Cartago, y por consiguiente en el resto del mundo fenicio, pasando a un segundo plano las deidades  que  hasta el momento habían sido el centro de la adoración de los fieles, entre ellas, Baal Hammon.


A partir de ese momento la Diosa Tanit, TNT en púnico, comenzó a presidir los tofet denominándosele Tanit Pené Ba`al (TNT PN B`L), que ha sido traducido como “Tanit rostro de Baal”. Como hemos visto más arriba la diosa Tanit fue asumida por el panteón egipcio, y  es trasmitida a los cartagineses por los libios, quienes indudablemente la adoptaron durante el periodo en que éstos gobernaron Egipto. De todos modos esta diosa pudo haber tenido su origen en otras deidades que recibían culto en  la franja sirio Palestina y fueron relacionadas con Baal en la mitología ugarítica. Siendo expandido su culto por todo el Mediterráneo Occidental, consiguiendo una especial implantación en Cartago a partir del siglo V a.C.

En todo caso, la Diosa Tanit reúne todas las características de una diosa madre, común a todos los pueblos ribereños de la cuenta mediterránea. Quizás la representación más hermosa que de esta diosa existe, es la que aparece sobre la tapa de sarcófago descubierto por Delattie, en la necrópolis de Santa Mónica, (datada en el siglo IV a.C. actualmente depositada en el Museo Nacional de Arqueología de Túnez.)

Para los libios era diosa lunar, del cielo la tierra y los muertos, virgen pero esposa de Saturno y por  tanto Madre.

Los mazighios veneraron a la diosa Tanit bajo la denominación de Tinnit, que quiere decir ‘lo que es dicho’ y por extensión ‘oráculo’ (del género femenino en mazighio). Nombre púnico éste de la diosa semítica –la Astarté de los griegos-. Diosa de la aurora y del crepúsculo, lo era también de la guerra. Pero la más importante advocación de Tinnit fue la de  diosa del amor. En Tugga (Tunicia) se ha encontrado un santuario consagrado a esta divinidad. Esta función religiosa, de contacto con la divinidad, se manifiesta  también, entre las mujeres, en su calidad de profetisas. Procopio, señalaba que a los hombres no les estaba permitido formular oráculos, los contraventores eran condenados a  la horca. Sólo las mujeres las que, como resultado de determinados ritos, eran poseídas, (prostitución sagrada) y tras el fornicar, colocándose hojas verdes en el sexo vaticinaban el futuro. En Canarias, el paralelismo de estas prácticas, quizás lo encontremos en el baile del pámpano roto, (Tamarant) que se bailaba de la siguiente manera: poniéndose la mujer en cuclillas, se levantaba la falda por encima de la cintura, y se cubría el sexo con tres hojas de yamera, el hombre, durante el baile debía intentar penetrarla perforando las hojas de yamera con el pene,   en el del “gorgojito” (Chinech) el procedimiento era similar. 


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