sábado, 13 de diciembre de 2014

EL MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA






CAPITULO I-II


Eduardo Pedro García Rodríguez
La batalla de Las Pañuelas
Firmado el pacto de sesión de Los Realejo el 25 de julio de 1496 entre 4  de los menceyes confederados y los 5 denominados de paces, a pesar de lo pactado, los invasores españoles comenzaron a campar a sus anchas por los territorios de los menceyatos sometidos a la captura de personas para esclavos y ganados,  saqueando cuanta cebada,  trigo y demás  comestibles encontraban, cometiendo cuantas tropelías les venia en gana, operaciones de saqueo a las que algunos autores  españolistas califican cínicamente como “operaciones de limpieza”.
Estos saqueos eran llevados a cabo por los mercenarios con total impunidad, ya que los menceyatos estaban indefensos y desorganizados más que por los efectos de los encuentros armados, por las consecuencias derivadas de la denominada modorra, extraña epidemia que asoló a los menceyatos confederados contra la invasión española y que curiosamente, no afecto ni a los invasores ni a los menceyatos denominados de paces, lo que induce a creer que la tal modorra fue realmente un arma bacteriológica empleada por los invasores quienes envenenaron las fuentes de agua potable de las que se surtía la población, posiblemente ayudados por los isleños auxiliares que conocían perfectamente la ubicación de las  fuentes, eres  y manantiales.
Esta situación de inhumano atropello por parte de los mercenarios invasores dio lugar a una de las batallas en la que nuestros ancestros demostraron una vez más su profundo amor por  la matria y sus deseos de libertad, y en un alarde de arrojo y valentía los Tabores de Tegueste y Aguahuco (Punta del Hidalgo),  el 12 de marzo de 1495, infligieron una sonada derrota a los invasores en Las Pañuelas, Menceyato de Tegueste derrota que ha sido poco divulgada por los cronistas.
Al frente de los tabores guanches estaba como queda dicho el Mencey de Tegueste conocido en la historiográfia canaria como Tegueste II, secundado por el Príncipe Sebenzui achimencey de Aguahuco (Punta del Hidalgo).
Y la Información Trejo-Carvajal (Chil: Estudios, III, pp. 214 y 232) asegura que don Fernando Guanarteme (Thenesor Semidan) “atrajo al Rey de bandos de Anaga, Tegueste y la Punta”, recordadas por la tradición, los romances y los relatos de familiares de sus autores.
Según recoge un articulo en wikipedia “el 23 de mayo de 1496 Tegueste II había sido apresado por los conquistadores. Debido a esto, pactó con Alonso Fernández de Lugo el no bautizarse, a cambio de que él no atacara más a los españoles y a sus aliados. Sin embargo, él no podía soportar la invasión extranjera en su tierra y el asesinato masivo de una parte de la población, entre los que se contaban familiares y amigos suyos. Por tanto, para impedir la invasión y los asesinatos, él y sus aliados, en secreto fueron recopilando armas para reconquistar la isla. Uno de sus aliados lo delató, diciéndole a Lope de la Guerra sus intenciones, por lo que este lo mandó a ahorcar el 17 de julio de ese año (1496). No fue finalmente ahorcado, pues se sabe, que, tras la conquista, él se bautizó como Antonio de Tegueste.” (Eduardo P. García Rodríguez).
En torno a los guanches resistentes-alzados
En el año 1496 cuando los invasores dan por finalizada  la invasión y conquista de la isla, permanecerán los resistentes (alzados) guanches en las montañas durante más de veinte años.”
Los guanches resistentes al dominio español los  Igrawlem  calificados por estos como alzados. Tal como expone el historiador chasnero Dr. Juan Bethencourt Alfonso:  
”Después de la invasión y conquista hubo dos bandos. El de "paces" y el de "guerra". En el de paces se hallaban los guanches libres, pero que eran españolizados y cristianizados. En el otro bando se hallaban los guanches de bandos de guerra; Los alzados, principalmente en Gran Canaria y Tenerife, no se sometieron a los españoles y resistieron en las montañas, con su vida normal.
 “A  los guanches de paces y los notables que asumieron el dominio español, se les concedió la condición de vecinos, En el polo opuesto de los vecinos figuraba el grupo de los alzados, el grupo de los irreductibles, que jamás se sometieron a la soberanía de España; más conocidos después de la muerte de Alonso Fernández de Lugo por babilones, a causa de una intransigente clase sacerdotal que los exaltaba y tenía fanatizados. De ellos procede el mote o remoquete de babilones que nos dan en las islas a los tinerfeños.
Moraban en las espesuras de los montes, en los riscos, breñales y laderas del macizo de la sierra central, en los barrancos y territorios no invadidos por la civilización europea, ofreciendo la traza a los que se pasan la vida en guerra abierta. Altos, secos de cuerpo, recelosos, ágiles, de mirada dura, feroz, risquemos, ladrones, de inconcebible velocidad en la carrera, vengativos, valerosos y de violenta acometividad, una cincuentena de años después de sojuzgada la isla, aunque habían perdido su ferocidad primitiva, aún eran temibles y de cuidado. Conservaban íntegras sus costumbres legendarias, el idioma, tradiciones y cuanto conocieron de sus mayores. Hablaban a distancia por medio del silbo articulado como los actuales gomeros y no aceptaron del progreso más que la lanza, el cuchillo y demás armas de combate”. (Juan Bethencourt Alfonso.).
El temor que los grupos de guanches resistentes (alzados) infundían en el ánimo de los colonizadores quedó reflejado en varias actas del Cabildo colonial, de las cuales entresacamos algunos párrafos para un mejor inteligencia del tema:
En sesión cabildisia celebrada el 9 de enero de 1504 los regidores exponen sus inquietudes ante las acciones de los guanches resistentes:
“Otrosy ordenaron e mandaron que por quanto fue apregonado públicamente por mandado de su Señoría e Regimiento en el año de mill quinientos años e agora non se halla el dicho pregón, al qual se refiere sy se falla, e sy non que valga en su lugar e sea avydo por ley  dende el dicho año de quinientos, que todos los guanches y guanchas cativos non pudiesen ser horros syn servyr primero diez e seys años a su señor por los muchos dapños e robos que fazian los dichos guanches pastores de los ganados, por que se ahorravan con los dichos robos los unos a otros con los ganados de sus señores; por tanto se ovo esta ley  por buena e agora de nuevo se confirma e que se entiende e sea entendido dende el dicho año de quinientos acá. De lo qual se afirma que pasó, su Señoría e su alcalde mayor, e Mateo Vyña e Fernando de Llerena e Gero nimo de Valdés, regidores.
Otrosy se apregonó que todos los guanches horros se posyesen a soldada dentro de cierto término, que es pasado en el año de quinientos como dicho es, que todos los guanches horros se pusyesen a soldada y que saliese de donde andavan alçados y fuera de poblado, con cargo que non lo cunpliendo que serían cativos por cierto tienpo, la mitad para quien los tomare pasó en verdad y mandan que por non lo aver cunplido que venga a devida esecución los que non lo han conplido.”
Estas pretensiones de los colonizadores no fueron muy efectivas ya dos años más tarde los regidores vuelven a poner sobre el tapete el mismo tema en reunión del Cabildo colonial de fecha 17 de mayo de 1506.
“E luego Alonso de las Hijas e Fernando de Trugillo e Mateo Viña e Batysta Ascaño y el bachiller Pero Fernandes dixeron que denuncian e denunciavan al señor Adelantado que ay muchos guanches algados en esta ysla e que roban los ganados y facen otros daños; que piden se faga lo que sea justicia procediendo contra ellos.
E luego Lope Fernandes e Fernando de Llerena regidores dixeron que como personas que les toca tyenen dos esclavos algados, que ellos son conten­tos que contra ellos se proceda e se faga como por justicia lo que contra ellos [se] fallare por derecho
E luego el señor Adelantado dixo que está presto de hazer justicia e que cometya e cometyó lo susodicho a Sancho de Vargas su teniente para que pro­ceda contra ellos por todo rigor de derecho segund fallare por justicia por su sentencia difinityva y aquella devida esecución, para lo qual le dio poder bastante.
Fue acordado e consultado en este Cabildo que porque los pastores guanches son ladrones y roban toda la ysla y destruyen los ganados, de que se quexa todo el pueblo, y hasta aquí non se a podido remediar de pastores castellanos por falta de non los aver, que agora por evitar el daño dieron tér­minos asy: y a todos los que tyenen pastores guanches de aquí a quatro meses primeros syguientes saquen los dichos guanches pastores fue[ra] desta dicha ysla, so pena que sy por caso alguna persona non los quisyre sacar, que el tal esclavo o esclavos pertenesca a la cámara de sus Altezas, para lo qual lo aplican. Lo qual queda en secreto, que non se notyfique a los que tyenen pastores guanches fuera de dicho Cabildo, porque notificándoseles agora será descubrirse y  recriarse mucho daño. Determinan que enbiarán a Castilla por tanta copia de pastores castellanos que basten; y traydos en secreto se notyficará a cada señores de esclavos que los saquen segund dicho es, so la dicha pena e syéndoles notyficado e non lo quiriendo fazer entonces yncurran en la pena, porque luego les darán el remedio de pastores castellanos.”
En otras Ordenanzas del Cabildo colonial.
“Se platicó sobre razón que se debía pregonar que los guanches de esta isla e gomeros tuviesen sus habitaciones e viviendas en los poblados, por manera que fuesen bien acostumbrados e adoctrinados en la fe, por que oyesen misa y las oras y especial las qreaturas que sepan como han de bevir y sean puestos en camino de ser buenos cristianos, e todos se confiesen. Sobre lo qual y remediar otros inconvenientes, que por bevir fuera de poblado nacen e acaescen, que devían hordenar e proveer e hordenaron e mandaron que para esto mejor se hacer que se pregone públicamente que todos los guanches e gomeros, ombres e mugeres, casados e por casar, ebcebtados los orros que libres están de hoy fasta el día de año nuevo parezcan ante el escribano del Cabildo e se registren por sus nombres porque vista las copia se dé tal forma e manera en lo susodicho que sea Dios servido y el Cabildo haga lo que deve haser mirando el bien e pro e utilidad que deste negocio se sigue e como mejor convenga hacerse para su bivienda e habitación de los dhos. guanches e gomeros, e por los inconvenientes que hasta hoy ha abido e ay cesen. So pena quel que toviere de qué pagar pague en pena de dos mil mrs...”
”Ordenaron que ningún guanche pueda tener ni tenga agora sea horro o cativo, ningunas armas ni género dellas ofensivas ni defensivas, chicas ni grandes ni puñal ni espada ni lansa, ni dardo, ni otra manera alguna de armas, ni cuchillos grandes, ni bordón herrado con punta ni otra ninguna arma de palo ni de hierro, salvo un cuchillo para poder deshollar reses e servirse en casa, que tenga de anchulla un xeme y no más, ni tengan ni traigan pelotas de hierro ni de metal alguno ni de piedra; e que todas las armas susodichas que ahora tienen las traigan ante la justicia dentro de diez días que esta ordenanza sea apregonada…(ni) a escondidas sobre tierra ni debaxo de tierra...”. (E. Serra. Actas, 1497-1507).
Carta de suplica de los colonos  a los Reyes de España.
Capitulaciones que presentan los invasores colonos en Chinech (Tenerife) al Rey Fernando de Aragón como gobernador y administrador del reino de Castilla en nombre de su hija Juana de Castilla (la loca), por mano de mensajero. De este documento entresacamos los capítulos doce y trece, en ellos los invasores exponen sus inquietudes en torno a la población guanche que no se consideraba sometida a los europeos:
“Villa de San Cristóbal, fines de 1513.
Capítulos de Corte.-Los viejos.-Muy poderosa Señora-EI Concejo, governador, justicia, regidores, personero, cavalleros, escuderos, oficiales y onbres buenos desta isla de Tenerife, con el acatamiento e reverencia e acatamiento que devemos, besamos las reales manos de vuestra Alteza y le hacemos saver y suplicamos ciertas cosas cunplideras a su servicio y a la buena poblazón e enoblecimiento desta dicha isla, de que de yuso se hará mención en los capítulos seguientes y para las negociar e procurar embiamos nuestro procurador.
XI.-Otrosí, muy poderosa Señora, en esta dicha isla ay seiscientas personas e mas guanches, naturales de la dicha isla, en que avrá doscientos honbres de pelea, poco más o menos, y la estada e bevienda destos en la dicha isla no asido ni es provechosa al servicio de Dios ni de vuestra Alteza ni al bien común de la dicha isla, salvo muy dañosa. [E todo por algunas cabsas, especialmente por las siguientes: lo uno por que casi todos estos dichos guanches o los más dellos no tienen otra manera de bivir sino por criar cabras y ovejas e puercos, porque en el tienpo que heran infieles e fueron sojusgados no tenían ni savian otra bevienda sino criar las dichas cabras e ovejas, de que se sustentavan. (I) Que de su propio natural ellos son olgazanes e no aplicados a ningund servicio ni industria, ni otro trabaxo, salvo algunos andar tras de cabras, biviendo en los canpos, cuevas e montaña, non queriendo bevir en poblado, aunque se les ha mandado muchas veces por la justicia y como así biven en los canpos hurtan e roban los ganados de los vezinos de la dicha isla y házenlo tan sagazmente que no se puede bien vereficar, salvo por presunciones, porque aunque muchos del los no tengan ganados, ni donde los puedan aver, holgando e sin industria ni trabaxo, en poco tienpo demás de comer e bever como comen y beven an e tienen muchos ganados de cabras y los ganados de los vezinos se disminuen e menoscaban porque si los guardan algunos pastores que no sean guanches húrtanselos e róbanselos y es veresímile que lo haz en los dichos guanches; así por que ellos en el tienpo que heran infieles tenían por estilo comunmente de hurtarse e robarse unos a otros 1o dichos ganados, como por ser como son personas muy ligeras e muy astutos y criados en los canpos e montañas tras las cabras e ovejas y si los dichos ganados de los vecinos e moradores los guardan algunos pastores guanches esclavos estos tales tienen tal sagacidad y poco a poco hurtan a sus amos del ganado e guardan y danlos a los otros guanches libres y después mércanlos e ahórranlos con lo que así an avido de lo que así hurtaron a sus señores y aun los dichos amos  no se 1o osanl reprender porque no se le alzen e huigan a las montañas y les destruigan los que les quedan y demás desto muchos esclavos guanches que se huen andan alzados cinco o seis años entre los libres, porque como todos son de una nación y biven en los canpos e sierras acójense y encúbrense unos a otros y esto hácenlo tan sagazmente, de más de ser la sierra aparejada para ello, segund los barrancos e malezas e cuebas y asperujas que no se puede saver sino por presunciones.
Especialmente por que es jente que aunque unos a otros se quieran mal encúbrense tanto e guárdanse los secretos que antes morirán que descobrirse y tienen esto por honra y este estilo tenían antes que la dicha isla se ganase y todavía se les a quedado, pues saverlo dellos por tormentos es inposible aunque los hagan pedazos, por que jamás por tormento declaran verdad y por ser de esta condición e manera es gente muy dañosa. En algunas partes, señaladamente en la isla de la [Gomera (I)] Madera y en la isla de Gran Canaria los mandaron echar y hecharon desterrados perpetuamente por vía de Consejo, porque no se podían valer ni remediar con ellos, quanto más en esta dicha isla, donde son naturales e criados e siendo la dicha isla aparejada para los dichos sus hecesos y muchos de los dichos guanches desterrados de otras partes se an venido a esta dicha isla pobres ly sin traer un pan (I) I. E sin trabajar ni tener donde les venga, salvo holgando e comiendo, tienen ganados muchos y los dichos vecinos e moradores que así los tenían se les an deminuido y demás desto, muy poderosa Señora, si acaheciese en tienpo de guerras, lo que Dios no quiera, venir alguna jente estraña a esta dicha isla aviendo como ay de los dichos guanches doscientos honbres de pelea dispuestos e criados en la tierra e savidores della e jente de sierra y siendo como son nuestros henemigos, por que les tomamos la tierra, ellos mismos nos podrían hazer muchos mas dapño que no los estraños, porque doscientos honbres del los con los que más se van acrecentando cada día y en tierra tan áspera como esta harían mucho dapño, casi irreparable. Porque suplicamos a vuestra Alteza los mande hechar de la dicha isla, pues ni Dios ni vuestra Alteza no son servidos dellos, ni la isla aprovechada, o provea sobrello como más convenga a su servicio.
XII.-Otrosí, muy poderosa Señora, muchos esclavos guanches e negros e moríscos de los vezinos e moradores de la dicha isla se an huido e ausentado e huyen de cada día e se an andado e andan por las sierras e montañas un año e dos e quatro e cinco e más tienpo que jamás los an podido ni pueden tomar por la asperidad de la tierra e razones susodichas; y sabiendo esto cada esclavo se osa absentar e haz en sus partidos con los señores con que porque sus señores no osan hazer otra cosa y desta cabsa muchos venden sus esclavos y dexan de mercar otros y se sirven de honbres de soldada a quien dan demasiadas soldadas y aun no los pueden aver y así se dexan de hazer muchas haziendas y se destruen muchos vezinos a cabsa desto por que suplicamos a vuestra Alteza mande que qualquier esclavo que se huiere e absentare de su señor e no bolbiere dentro de tres meses por la primera vez muera por ello e si no bolbiere al dicho su señor que aya la misma pena, porque por no incorrir en la pena se bolbería antes de tres. meses e después tornarseía a alçar e bolberseía dentro de un mes e tornarseía de nuevo a huir e así se andaría de nuevo toda su vida y que los otros señores de esclavos paguen a su dueño diez mil mrs. por el tal esclavo y esto prorrata segund los esclavos que cada uno toviere; desta manera no se osarán huir porque esto mismo vuestra Alteza concedió a la isla de Gran Canaria e sobre ello provea como más fuere su merced. (Escribanía del Cabildo colonial).
“Fue acordado e consultado en este Cabildo que porque los pastores guanches son ladrones y roban toda la ysla y destruyen los ganados, de que se quexa todo el pueblo, y hasta aquí non se a podido remediar de pastores castellanos por falta de non los aver”.
La Modorra
El Menceyato de Tegueste además de los avatares de la guerra defensiva, sus habitantes también fueron mártires de la guerra bacteriológica desarrollada por los invasores españoles, inhuma táctica que ya habían experimentado las tropas mercenarias enviadas por el Duque de Medinasidinia en la guerra de Granada.
Según Conrado Rodríguez-Martín (médico y Director del Instituto Canario de Bioantropologia), fallecieron entre 4.000 y 5.000 personas, es decir la cuarta parte de la población total de la isla. La enfermedad solo se desarrolló causando gran estragos entre los bandos de guerra, es decir, los menceyatos que se enfrentaron a los invasores, por tanto, de este envenenamiento masivo no estuvo excento el Menceyato de Tegueste.
La situación del pueblo guanche fue terrible. Familias enteras caían victimas de la epidemia y veían como iban muriendo uno a uno sus miembros. Los cadáveres yacerían por doquier, en cuevas, barrancos y senderos. El aire estaría impregnado del hedor de los cuerpos en descomposición. Muchos de los afortunados que pudieron permanecer sanos, huían despavoridos a las montañas para escapar de una maldición causada por los conquistadores. Otros se quedarían, debilitados y famélicos, intentando sobrevivir a un duro invierno. 
Se ha especulado sobre el origen de la denominada modorra guanche. El chasnero Bethencourt Alfonso, médico y historiador del siglo XIX, en su libro “Historia del Pueblo Guanche”. (Tomo III), le concede poca importancia a esta epidemia. Sin embargo, esta podría haber sido una opinión basada en la imposibilidad de encontrar una causa que, a la luz de sus conocimientos médicos, pudiese explicar la extensión y la gravedad de la epidemia, especialmente en lo selectivo que fue su radio de acción.
Resulta sorprendente que la enfermedad atacase solamente y con especial virulencia a como queda dicho a los menceyatos guanches que estaban en guerra contra los conquistadores, sin que afectase al ejército invasor ni a los guanches que apoyaban a los extranjeros.
Sobre el particular es muy interesante un trabajo realizado por el investigador y profesor Pablo de Luca, del  cual por su interés tomamos algunos parrafos:
La “modorra” guanche o la guerra bacteriológica.
Fray Alonso de Espinosa y otros cronistas nos refieren una epidemia de modorra sufrida por los guanches que afectó a la población isleña a partir de la batalla de La Laguna y que alcanzó especial virulencia en los inicios de 1495. Según dichos autores, esta epidemia contribuyó en buena medida a la aceleración del proceso de finalización de la conquista iniciado por los castellanos y sería producida por “el aire infectado por los cadáveres abandonados posteriormente a la batalla”. El escaso sentido analítico y objetivo de A. de Espinosa- y otros cronistas- junto a la tendenciosidad favorable al bando de los conquistadores, influyó a nuestro juicio en una interpretación errónea, o mal intencionada en el peor de los casos, en relación a este oscuro y poco estudiado tema. Creemos que la cruda realidad fue otra y nos basamos, en parte, en lo que ya apuntó en su día el Dr.C. Bosch Millares (1983) en relación a una introducción vírica por parte de los españoles contra la que no estaban inmunizados los guanches. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, la intervención de los europeos fue mucho más allá de la simple aportación de enfermedades desconocidas por los tinerfeños. 
A la vista de la documentación histórica que describe la sintomatología y profundizando en los aspectos patólogicos de los cuadros infecciosos, es muy probable que estemos en presencia de una verdadera contaminación consciente o guerra bacteriológica destinada a tratar de eliminar por completo-cosa que no consiguieron-los núcleos rebeldes y la activa resistencia isleña que aún subsistía en la numerosa población insular posterior a la batalla de La Laguna, en la que, como mucho, morirían alrededor de 500 guanches aparte de algunos centenares de heridos (B.Alfonso III, 121).
Por otra parte, el mismo autor señala que al celebrarse la paz de Los Realejos, a finales de julio de 1496, existían en Tenerife 20.000 guanches de todas las edades, frente a casi un millar de conquistadores y pobladores que se avecindaron al finalizar oficialmente la conquista y durante los primeros lustros del s.XVI (de los cuales numerosos eran portugueses) y unos 200 canarios, la mayoría de la isla de Tamarant (B.Alfonso I, 1991:78). Muchos de los mercenarios españoles que participaron en la campaña militar renunciaron a establecerse en Tenerife y siguieron viaje al continente americano, en busca de mayores riquezas.  
La maldición o “targgimt”, muy frecuente entre las poblaciones imazighen continentales cuando se quiere expresar o pronunciar una frase en contra de alguien no querido o causante de algún mal, tuvo su aplicación isleña en Tenerife a raíz de la batalla de La Laguna. Se reflejó indirectamente en las amargas imprecaciones y reproches de una mujer guanche que a voz en grito echó en cara a los invasores su política genocida, dos meses y medio después de aquella batalla. A finales de Enero de 1495 y cuando una expedición militar española procedía al reconocimiento de la Vega de Aguere y alrededores y a la vez con intención de apoderarse del ganado (200.000 cabezas existían en la isla en aquella época, según los aliados güimareros), desde lo alto del risco de La Atalaya, al noreste de la montaña del Púlpito, aquella mujer les gritó en lengua guanche lo equivalente a :”¿Qué hacen cristianos?¿Cómo no entran y se apoderan de la tierra? Todos los guanches se van muriendo y no hallarán con quién pelear” (B.Alfonso III, 137). El establecimiento de un Real guanche en El Peñón después de la batalla de La Laguna, con guerreros del menceyato de Tegueste y del achimenceyato de Punta del Hidalgo de Zebenzui y como resistencia activa frente a los españoles, explicaría la frecuente presencia de  expediciones militares en estas zonas limítrofes con el escenario de la batalla, a fin de continuar el hostigamiento de los isleños. La batalla de Las Peñuelas, Tegueste (ibídem: 138), es un hecho histórico que prueba la continuación de los enfrentamientos bélicos después de la derrota guanche en San Roque. Por otra parte, el tránsito de las tropas castellanas por estos territorios de los antiguos menceyatos de Tegueste y Anaga, ambos en los bandos de guerra, se refleja en la toponimia de la zona: Montaña Español, Montaña Gallardina, Montaña la Bandera o Montaña Moquinal.  
Evidentemente, la mujer guanche que imprecaba a los extranjeros se refería de forma fatalista a los isleños de esa zona concreta que “iban muriendo” por alguna razón, expresando justamente con esa frase el sentimiento contrario al que tenía realmente, que era de indignación y rabia. Esta es una prueba documental de la muerte gradual por afección vírica cuya sintomatología recogen las citas de los diversos cronistas referidas por el Dr.C. Bosch Millares (1983) en su investigación sobre la modorra:
Conclusiones
Hasta aquí uno de los capítulos más violentos y menos conocidos de la conquista de la isla de Tenerife, ocurrido entre finales de 1494 y 1495. Una enfermedad que sospechosamente no atacó a los conquistadores, ni a los isleños de los bandos de paces del sur, ni afectó a otras islas-como Tamarant, cuya conquista efectiva fue más dilatada en el tiempo y durante la cual hubo prolongados contactos entre canarios y españoles- en las que también se documentan enfrentamientos armados con presencia de numerosos cadáveres en los campos de batalla.
No se trató por tanto de viriasis “importadas” por los europeos. Sólo y exclusivamente incidió en los territorios de los menceyatos confederados (los bandos de guerra) participantes en la victoria guanche de Acentejo, en defensa de la libertad y la independencia de la isla. No habrían discurrido los acontecimientos históricos de la misma forma en caso de no haberse producido la epidemia, una suerte de guerra bacteriológica aunque, eso sí, “providencial” y “celestialmente” organizada en beneficio de la Corona. 
Es preciso reiterar que para el recién inaugurado imperio español urgía acabar la conquista definitiva de Tenerife cuanto antes y por el método que fuera  Un retraso en el proceso y una prolongación de los esfuerzos militares, y por tanto de los costes económicos y humanos, quizás hubiera hecho desistir del intento a la Corona española, interesada ya en la gran aventura americana.” (Pablo de Luca). 


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