miércoles, 7 de enero de 2015

EL MENCEYATO DE TEGUESTE



APUNTES PARA SU HISTORIA
CAPITULO IV-IX




Eduardo Pedro García Rodríguez
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Año 1802

Enero 4, de enero en el Valle de Guerra.—He venido ayer tarde de la ciudad. Allí se dice de las nuevas elecciones o empleos de la república. Fue electo personero general de la isla don Bartolomé González de Mesa; prior del Consulado don Juan Próspero de Torres y Chirino. El día primero del año comieron en casa mis tíos don Lope y su mujer y su hermana. Mi tío recibió por uno de los últimos correos algunos libros que le envía de Madrid don Bartolomé Benítez. Entre ellos viene un librito que su mujer doña Antonia María de Nava regala a mis hermanas, cuyo título es El anatomista de las modas. Dirígese a desengañar al público de que muchas de las que corrían con más rigor en el año 1797, que es el de su impresión, encerraban el disimulo de varios de­fectos naturales y a ridiculizar la frivola presunción de los que llama currutacos y son los que observan con más empeño tales modas. Otro librito moderno envía la misma doña Antonia de Nava a los niños del marqués su hermano, con el título de El ropavejero en las 'ferias de Madrid. Esta obrita encierra una crí­tica o sátira más fina, no tanto de la exterioridad de los trajes cuanto de las costumbres y educación de las gentes de la corte; los peligros a que conduce el lujo y la disipación y las trampas más ordinarias que se encuentran en las malas compañías y ter­tulias en que reina el libertinaje. El marqués leyó en casa este libro en algunos ratos de por la noche y después continuó leyen­do El nuevo Robinsón, que mi tío don Lope ha recibido también recientemente.
11 de enero, en el Valle.—Ayer, a la vuelta de misa, encontré en casa a Diego, el cochero de mi madre, con carta de mi herma­na enviando a saber de mi salud. El constipado me continúa. En la mañana hice plantar algunos limoneros que me envió mi madre en días pasados. Me hizo el plantío el peón Josef Gómez. Por la tarde estuvo a verme Antonio García y su mujer María de Cairos; me regalaron huevos.

12 de enero, en el Valle.—Mi desazón me incomodó ayer bas­tante. Por la tarde se aheitó una fanega de trigo para amasar en casa, el primero que se prepara con este destino. Anoche dejé despachado el criado con carta a mi hermana, devolviéndole dos órdenes de que he dejado copia, una la declaración de la paz co­municada al Consulado, otra dirigida al comandante general so­bre la sentencia del Consejo de Guerra celebrado en la plaza de Santa Cruz el 21 de mayo último, para juzgar al capitán don Luis Lacy, oficial del regimiento de Ultonia. Es notable que la orden de la paz no haya sido comunicada al comandante general, ni se haya publicado con la acostumbrada formalidad. Dícese que en Cádiz ha sucedido lo mismo de no recibirla sino el Consulado, por lo que mira al comercio. Cuéntase que entre algunos oficia­les españoles que se paseaban en la alameda de Santa Cruz se suscitó conversación acerca de la célebre doña Eufrasia Víctor (cuyas gracias y buen aspecto no han desmerecido). Uno aseguró que había tenido lugar en sus últimas caricias y que una mujer del mismo pueblo la había conducido a su cuarto en las noches antecedentes. Oía esta relación otro oficial de América, llamado Alais, que pasa por novio de doña Eufrasia. Déjase conocer con el empeño y ardor que tomaría la averiguación. Púsose en claro que la tal mujer que se dijo haber sido la conductora tenía intro­ducción en la casa de Víctor; que le pidió a la señorita un traje de su uso, prendido y flores de la cabeza, con lo que adornó a una joven de Santa Cruz que se hizo pasar por la hija de don Josef Víctor. Tomó éste con toda seriedad la venganza del agra­vio y se dice que a la autora de él la han paseado en Canaria, por decreto de la Audiencia.

15, en el Valle.—Los días próximos han sido aquí de una lluvia casi continua con algunos relámpagos y tronadas; pero los traba­jadores sufren el agua y en los ratos de ocio se presentan a con­cluir la sementera, al plantío de parras y cava de las viñas, con más gusto que en el día más sereno. Hacía tiempo que afligía al campo una sequedad sin intermisión. Mis árboles recién planta­dos brotan en la mayor parte.
17, en el Valle.—El tiempo sigue todavía de agua. Se piensa que las sementeras retardadas no sean menos útiles que las que se hicieron al principio del invierno.
Yo había hecho juicio de dar este año de medias algunas suertes hacia la costa.
Tres con especialidad, llamadas la Marlesa, el Pajar Grande y la suerte de don Luis. Los labradores rehusan tomarlas al partido de me­dias teniéndolas por estériles, y que raro año participan de un invierno abundante. No obstante, algunos estaban convencidos en tomarlas, siendo de mi cuenta las dos terceras partes de la semi­lla, pero se desanimaron a vista de la sequedad. Yo hice sem­brar desde el 12 del presente la de don Luís. En efecto, se ama­saron ayer en casa cuatro almudes de harina que produjeron 34 libras de pan. Don Tomás del Castillo ha estado hoy a decir la misa. Me ha dado noticias de haber naufragado una lancha sobre las costas de Canaria, en cuya desgracia se dice haber perecido cinco hombres ahogados. Me dijo también que el 12 del corriente (o en los días inmediatos) había salido de Santa Cruz el barco mercante en que van para Burdeos don Domingo y don Tomás Saviñón, hermanos, hijos de don Tomás Saviñón, célebre abogado de La Laguna y regidor del Ayuntamiento, y de doña Jerónima Yanes. Don Domingo hizo en España sus estudios de medicina, la ejerció algún tiempo en Madrid y había ocho años que volvió a Tenerife, dejando en aquella corte el concepto de un facultativo sobresaliente. Lo esperaban aquí una regular con­veniencia, varias librerías de parientes que ejercieron las facul­tades de jurisprudencia y medicina y con especialidad la de don Carlos Yanes, su tío, cuya instrucción, genio curioso y buen gusto son bastante conocidos en el país y que añadió a ella varios muebles y alhajas preciosas; pero estas proporciones, ni las utili­dades de su profesión, su casa, ni la estimación con que el públi­co le aprecia, no pudieron detenerle. Anhelaba por volver a Euro­pa y tomó la resolución a consecuencia de estar asistiendo al capitán que le lleva a su bordo. Su hermano, don Tomás, pasó también a España, pero alguna indisposición de salud le impidió el emprender el estudio de las leyes, a que pensaba dedicarse.
27, en el Valle.—Ayer salí de casa después de las cuatro. El tiempo estaba fresco y corría niebla que cubría los horizontes. Las aguas de los días antecedentes, con especialidad la del 24, pusie­ ron difícil el tránsito de los caminos. Cerca de la ciudad encon­ tré al teniente coronel don Josef de Mesa, quien llegaría a ella antes de la noche. Lleváronme ayer de Santa Cruz a La Laguna dos fanegas de cebada para sembrar aquí en las tierras de la costa; su precio, a 3 pesos corrientes. También dejé encargado al maestro Juan de comprarme cinco fanegas de papas de semillas para poner en esta hacienda en las huertas cerca del monte. Traje el pagamento de la sementera del trigo que importa cincuenta y un pesos y cinco reales de plata.

27, en el Valle.Ayer tarde satisfice a Antonia Cairos, mujer del medianero Figueroa, el importe de la sementera en la costa.

27, en el Valle.—Ayer por la mañana estuvo en casa el alcalde de este lugar, Francisco García, mayordomo de don Juan Dapelo. Díjome que Figueroa le ha dado cuenta de los vecinos de Guamasa que entran, a robar leña en el monte, que ha castigado algunos sacándoles las multas, pero que para la enmienda se re­ quiere despacho del corregidor.

Febrero

7, en el Valle.—Ayer por la mañana llevó el pedrero Antonio; Agustín cuatro pesos correspondientes a los dos días de trabajo que el dicho, su compañero y el peón han empleado en la última composición de la casa.  Se halla bien nacida la sementera trigo hecha en mis suertes. El tiempo de agua no ha permitido que se siembre la cebada.

7, en el Valle.—Ayer (domingo) estuvo el tiempo lluvioso, el  capellán de este pueblo no vino a decir la misa. Por la mañana acabó de techar el pajar que he hecho para el caballo.

11, en el Valle.—Ayer por la mañana escribí el pésame al conde del Palmar. Escribí también el recibo para don Antonio Angles, arreglándome a la cantidad que él dice, habiendo visto algún papel le que infiero ser la que pagaba don José Carta antes del embargo de sus bienes. La hacienda de Carta (a quien antes daba un solo
r
ecibo) paga en el día tres tributos con separación:   el primero le 5 por 100 por el terreno vinculado; otro de 150 por la suerte de Pedro de Villarroel (que llaman el Rosario), que entra a disfrutar Basilio, y el tercero de 385 por la hacienda del Boquerón, que actualmente gozan por mitad don Diego Reguera y don Luís
Fonspertuis.

11, en el Valle.—Figueroa me dio ayer la cuenta de la semen- era de la cebada. Se han sembrado en la suerte del Pajar Grande una fanega, nueve almudes y medio, empleándose en esto siete yuntas y dos peones. Por la mañana envié a mi hermana la carta para el conde del Palmar y el recibo para don Josef Carta. Me respondió en el día. Me da noticia de haber estado gravemente malo el comandante general, de un ataque de la gota que le tiró al pecho, donde se le aplicó un vejigatorio, que se le han dado dos sangrías y que se halla bueno. Me dice también de haberse hecho en las monjas catalinas de la ciudad un oficio fúnebre al que concurrieron las comunidades religiosas, corriendo con los costos el prior de Santo Domingo, y que se ha guardado secreto acerca del objeto de esta función o quién la ha ordenado. Mi hermana me dice no estaba enteramente recobrada de su indispo­sición, que el frío la desazona y que se alegrará pasar algunos días en el Puerto de La Orotava, donde, si me acomoda, buscaría una casa y que el carnaval es buena ocasión, por las diversiones que se presentan en dicho pueblo.

11, en el Valle.—Ayer no he tenido noticia de la ciudad. Yo he pasado estos días leyendo en La Araucana.
15, en el Valle.—Yo hice sembrar nueve almudes de cebada en noviembre, hacia un costado de la viña, inmediato al callejón del servicio de la hacienda, y contaba sobre esto para darle verde al caballo en el presente mes. Pero el terreno elegido no es apro-pósito. Se añade que los animales la maltrataron y en el día me precisa tomar otro arbitrio, dejando el alcacel corto y des­medrado para recoger a su tiempo la cosecha que produjere. Mi hermana me dice de tener compradas las cinco fanegas de papas de semilla, dos y media de las comunes a tres pesos y medio y las otras de semilla holandesa, que me dice son papas mayores y salen a dieciocho reales de plata la fanega. Ya el 11 me había dicho de tener en casa dos fanegas y media de papas, mitad de las que ha cogido Santiago Padrón en la huerta de la casa del ma­yorazgo de Guillen del Castillo. En orden a la venta de vinos, escribí también a mi hermana proponiéndole dirigirme a don Archibaldo. Me contesta recomendándome que los haga trasegar.

18, en el Valle.—Ayer se plantaron las dos fanegas de papas que me habían traído el 15. Yo subí luego que me levanté a las huertas donde se pusieron. Vine antes del mediodía y volví por a tarde. Mi ajuste con Figueroa es de sacar yo a la cosecha las cinco fanegas de papas de semilla que ahora suplo. Corren por su cuenta los demás costos y partir el producto.
Marzo

5, Marzo en el Valle.—Ayer no he tenido noticia de la ciudad. Figueroa ha estado con algunas yuntas, labrando las tierras para plan­tar el millo en las inmediaciones al monte.

5, en él Valle.—He determinado ayer dar en verde a mi caballo la cebada que había sembrado con este destino y que a beneficio de las últimas aguas se ha renovado y está en buena sazón. Desde por la tarde se empezó a segar. Figueroa ha continuado el plantío del millo. Recibí dos cartas de mi hermana Teresa, me dice que corría en la ciudad que el marqués de las Palmas piensa en pasar a la Corte con su mujer, en pretensión de un gobierno para la América.

7, en el Valle.—Nada he podido averiguar del paradero de Ana Fajardo. Algunos de aquí han dicho que a su salida la vieron tomar el camino de Tacoronte.

 Acaso se haya vuelto a Icod.

7, en el Valle.—En estos días ha llovido abundantemente; los labradores miran estas aguas como muy provechosas. Algunos me han dicho del buen progreso de mis sementeras de trigo y cebada en las suertes de la costa.

10, en el Valle.—Ayer recibí carta de mi hermana, en que me da noticia de haber entrado en Santa Cruz dos embarcaciones, una francesa, la otra dicen ser procedente del Senegal. Me dice también de haber muerto en la ciudad don Rafael de Castilla.

Lorenzo de Neda me trajo ayer la media fanega de papas de semilla que faltaba para completar las cinco fanegas.

10, en el Valle.—Ayer plantó Figueroa la última media fanega de papas.

10, en el Valle.—El tiempo ha continuado fuerte, ayer granizó. Me dijo Figueroa que, por lo que oyó a su padre, tiene noticia de que antiguamente se hacía plantío de papas en las mismas huer­tas que este año he destinado a ellas.

10, en el Valle.—Juan González, medianero de doña Bárbara Rodríguez, me ha enviado ayer tarde diez limones pequeños.

Abril
20, en el Valle.—Ayer, día de San Josef, a la salida de misa dio el alcalde García una reprimenda al vecindario por haber hallado tiznado el cartel de una cédula real que había mandado fijar en la puerta de la ermita. Esta cédula (que vi ayer tarde) es cometida al comandante general y contiene el arbitrio de media anualidad sobre todas las rentas dimanadas de donativos de la Corona, con destino a la extinción de vales reales. Recibí con Juan Melián carta de mi hermana. Me da noticia de haber entrado correo el 17 y de que se ha esparcido la noticia de que hay cambio matrimonial entre los príncipes de España y Napóles. Me dice también de haber malparido, en La Orotava, doña Margarita Ascanio, mujer de don Lorenzo Machado. Juan Melián me dio cuenta de haber empezado a recoger la cosecha de papas inverneras en el Valle de Ximénez, de la que ha traído a La Laguna cuatro fanegas y media.

20, en el Valle.—Ayer por la mañana vino por aquí María Figueroa, quien fue a La Laguna en solicitud de cartas de su hijo Francisco. Este le escribió a mi hermana María. Por la tarde fui a pasear a la Fuente de Juan Fernández, que está a corta distan­ cia de aquí y que yo no había visto. Poseía aquella hacienda ante­ cedentemente don Cesáreo de la Torre, quien fue vecino de La Laguna y ahora reside en Lima. En el día la disfruta don Juan de Olivera, vecino de la ciudad, quien la ha mejorado con varias fábricas. Le ha puesto un puente de piedra a la entrada de la casa, ha reformado ésta y se ven en la tierra muchas paredes nue­vas para la seguridad. Reúne a la ventaja del riego el favorable temperamento de la costa. Está situada la propiedad a la bajada de una cuesta. Al pie de ella nacen algunos arroyos y hay forma­ dos tanques para recibirlos y lavaderos públicos.

Este agua es el socorro de los lugares y habitaciones circunvecinos. La vista sobre el mar es agradable. Hay huertas, viñas y las quebradas están  pobladas   de  plátanos.  A  la  sazón  estaba  en  la  casa  el medianero, que se recomienda por su buen modo, es de Tacoronte y se llama Alejandro.
22, en el Valle.—Ayer domingo vino a decir la misa el padre Torreblanca, y estuvo a verme a su vuelta para La Laguna. Por la tarde fue a ver mi sementera en las tierras de la costa. Fueron conmigo Cristóbal Díaz y el medianero Figueroa. Bajé al barranco del Tanque y volví por el camino del Espinal. Toda la costa es un terreno árido y pedregoso.
La falta de correspondencia de la semilla y lo costoso de las fábricas a causa de las peñas, en que es dificultoso el manejo del arado, desalientan a los labradores,
y así, aunque a falta de trigo pudieran allí tener lugar los árboles de leche, los azafraneros, algodoneros, morales o higueras de Indias, que casi producen sobre los riscos, no se hallan sino páramos sin cultivo que sólo sirven para el pasto de algunas ovejas y no presentan más que tabaibas y verodes. No se halla una choza en todo aquel término. No tienen las suertes la correspondiente demarcación; las paredes antiguas están derribadas en la mayor parte y la falta de nuevos reparos es causa de que las tierras corran al mar por barranqueras que las cruzan. A la bajada se halla, a la derecha, un cercado de ventajosa situación y bien cultivado;  pertenece al marqués de Villanueva del Prado y lo tiene atributado a Antonio García. El teniente coronel don Alonso Fonseca posee por aquel contorno considerable porción de tierra.
De mis cercados yo llegué primero al del Pajar Grande, llamado así porque hubo allí dos pajares, uno mayor que otro: es el quese halla más al poniente. Contexta por la cabeza con el camino y allí se ve una cruz sobre algunas piedras. Se extiende hasta el mar y está dividido en tres suertes llamada una de ellas la suerte Larga. La Marlesa es de menos extensión. La suerte de don Luís se halla más hacia el naciente que las otras dos; es terreno llano.
En todas están el trigo y la cebada bien nacidos y llovida la tierra.
Mayo

23, en el Valle.—Continuaron ayer igualando el piso a la en­ trada de la puerta los peones Ángel González y Manuel Pedro.

25,  en el Valle.—Continuaron ayer desentullando el paseo.
En estos días han continuado los peones Domingo y Pedro Amaro trabajando en limpiar el sitio y se ha echado algún entullo en la ermita para volverle a dar el piso en que se dejó al tiempo de su fábrica.

Domingo 30, en el Valle.—El viernes 28 me manifestó el alcalde Francisco García un decreto del regente don Antonio Alvarez y Contreras, expedido a pedimento del receptor de penas de cáma­ra en' 8 del presente mes, para que Narciso Francisco, el media­nero, que en el año próximo pasado despedí de esta hacienda (y ha hecho la viña en el presente por haber empeñado a mi tío don Lope) satisfaga cierta multa a que se le ha condenado en autos sobre cierta comunicación ilícita en que se le ha considera­do comprendido.

Junio
Viernes 4 de junio, en el Valle.—Mi hermana me ha escrito ayer de haber entrado embarcación de Cádiz y que ha habido cartas de los del regimiento de América. Me dice también que había otra embarcación a la vista. En esta hacienda he continua­do haciendo limpiar el sitio o huertas en contorno de la casa, y en trillar la de la ermita. El trigo que he conservado aquí de la cose­cha del año próximo pasado ha padecido algún quebranto calen­tándose y picándolo el gorgojo, o ya por falta de aseo o por poca ventilación del granero. Hace dos días que he empezado a dar a mi caballo el verde del millo. Anoche ha llovido.

Domingo 20, en el Valle.—Recibí ayer una carta de mi herma­na, escrita el 17; en ella me da estas noticias acerca de la muerte del marqués de Casahermosa: “Doña María está bastante caída de la pesadumbre; deja (el marqués) todos sus bienes agregados al mayorazgo. Lo que le deben en Indias, a un hospital de allí; a cada hermano deja mil pesos, y seis mil a doña María; cuatro mil a Inés, cuatro mil a Elvira, incluso los dos mil que ya tenía, quinientos a cada hija de doña Paula; diez pesos mensuales a las monjas, inclusos los seis que ya le daba; cien duros a cada hija de don Diego y al Lopito veinticinco pesos mensuales y quinien­tos pesos a cada uno de los tres criados que le asistieron. Deja dicho que, si muriera en Islas, lo enterraran en Santo Domingo y una misa impuesta para que le digan en dicho convento el día de San Francisco”. Por la tarde estuve a ver a mi medianero Ángel Figueroa, quien se halla algo enfermo. Su cuñada María de Cairos, que también estaba allí, contó de la impresión que hizo en todas las gentes de la ciudad el temblor del 18. Derramáronse en algunas partes los vasos de las salvillas. En el convento de Santo Domingo se estremecieron más fuertemente las sillas, es­pantáronse algunos animales y la conmoción se experimentó más sensible hacia Santa Cruz. Ayer se acabó la recolección del trigo y la cebada en las suertes del Pajar Grande, la Marlesa y Don Luis, todo se ha puesto en la era de Figueroa.

Lunes 21, en el Valle.—Ayer por la mañana vinieron de Santa Cruz, a la hacienda que don Antonio Basilio ha comprado en este campo, algunas personas de su familia y dos oficiales de car­pintería. Por la tarde vino don Antonio y se dice que emprende hacer una nueva casa en ella o que va a edificar considerablemen­te la que tiene. La carga que pasó por aquí el 18 a la tarde para la casa de Monteverde era de don Luís Román y otros amigos suyos, quienes han venido a divertirse en cazar. Ayer tarde empezé a enviar para La Laguna el vino de mi última cosecha para despacharlo en las ventas, cuyo partido es el que en el día ofrece mejor precio, aunque de una salida más detenida.
Julio
Jueves 8 de julio, en el Valle.—Habiendo llegado la sazón de recoger las papas veraneras que hice plantar en esta hacienda, escribí a mi hermana para que viniese a ver la recolección y me acompañase en aquellos días. En efecto, el jueves 1 la fui a bus­car. En aquella tarde se hablaba en la ciudad de la desgracia recientemente ocurrida allí de una pobre mujer a quien atropello no sé en qué calle del pueblo una carreta cuya rueda le pasó por la mitad del cuerpo. No alcanzó el Santo Oleo, aunque pudo absolverla un beneficiado de la Concepción que casualmente se hallaba cerca. Por la noche llevó a casa, el marqués de Villanue-va, cierta colección de estampas iluminadas de damas francesas con los últimos trajes que usan en París. Estas estampas ha traí­do de venta don Tomás Saviñón. Mi hermana y yo salimos al siguiente día después de las siete y hemos permanecido en este campo hasta el lunes 5, en que por la tarde volví a conducirla a casa. El sábado en la mañana subimos a la huerta de las papas y el domingo por la tarde fuimos a pasear a su viña. En la tarde en que volvimos a la ciudad yo estuve en casa de mi tío don Lope, a quien pedí cierta relación que tiene impresa, extractada de una carta, su fecha de abril último, en la que se refieren los estragos de la inundación acaecida en la ciudad de Lorca, a consecuencia de haber reventado un pantano que servía para el abasto público y se hallaba a cierta distancia de dicho pueblo. Leí el impreso en la misma tarde; es considerable el número de casas que refiere haberse arruinado y de las personas que perecieron, entre ellas un consejero cuyo coche fue arrebatado de las aguas. Mientras estaba en casa de mi tío entró allí el recién venido don Tomás Saviñón. Su visita fue muy corta. Díjome que, informado por el capellán don Tomás del Castillo de mi residencia en este Valle, por esta razón había dejado de irme a ver en la ciudad. Celebró el estado floreciente y ventajoso de la ciudad de París y refirió algunas noticias particulares de su viaje. Poco después fui a ver a doña Juana Acosta; esta dama se ha encerrado en su casa des­pués de la muerte de su madre, negándose al trato de las gentes.

Martes 27, en el Valle.—Mi hermana me escribió el 24 de haber ascendido a capitán del real cuerpo de Ingenieros don Agustín Marqueli, hijo del coronel comandante de dicho cuerpo don Luis Marqueli y de doña María Agustina Rusel, y que se dice también que su padre ha ascendido a brigadier. El 25, cerca del mediodía, oí algunas piezas de artillería, que creo serían disparadas en Santa Cruz, en celebración del día de Santiago y memoria de la última defensa de aquella plaza, cuya acción cumple años en dicho día. Ayer se ha empezado la trilla del trigo de mis suertes de la costa. También ayer vino Josef Melián, hijo del medianero en las tierras del Valle de Ximénez, a decirme que ha empezado a trillar, y le di orden de poner en casa, en la ciudad, 36 fanegas. Mi her­mana ha arbitrado, para darle color al vino que envié para despa­char en la venta, hacer una cocción del zumo de moras hervido con vino y mezclarlo después de frío y me dice del buen éxito de esta idea. Me envió ayer Las veladas de la quinta, obra que ya he leído y le pedí para volverla a leer. El 25 por la mañana vino a servirme, enviada por mi hermana, una criada que salió de casa. Es natural de Adeje y se llama Francisca.

Miércoles 28, en el Valle.—Ayer se acabó de trillar mi parva en la era de Figueroa. Yo fui allá por la tarde. En la misma di a Cristóbal Figueroa su recibo de rentas. En el año próximo pasado soltó éste parte de la tierra que tenía en los charcos de Rivero, de que pagaba anualmente siete fanegas de cebada y quince al­mudes de trigo. Ahora sólo le queda la tierra correspondiente a una fanega de trigo de renta, la restante la han tomado Manuel Cairos y Antonio García en el mismo canon del cual paga Cairos dos fanegas y media de cebada y los tres almudes de trigo sobre diez que ya pagaba por terreno que tiene de renta en el mismo paraje. Cristóbal Figueroa ha satisfecho con puntualidad.

Viernes 30, en el Valle.—Según me dice mi hermana en carta de ayer, don Josef Boeri trata de volverse a España en los navios que se esperan en Santa Cruz para conducir la tropa de Ultonia, sin que se haya efectuado su casamiento con doña Elvira del Hoyo ni le queda a esta dama esperanza de que se verifique. Su tío don Diego de Mesa (que se firma marqués de Casahermosa) ha prac­ticado diligencias judiciales, pidiendo cuentas y sobre algunos particulares relativos a la herencia del difunto marqués, su her­mano. Mi hermana me escribe con fecha del 28, que las pipas de vino que había pensado comprase en Santa Cruz el ciudadano Grenoulleau, para lo que le envié muestra, no tienen aceptación a no llevar color tinto, como el que le ha comunicado con el zumo de las moras, del cual vino compuesto ha comprado media pipa el comisario de Francia Broussonnet. Ayer por la mañana envié al médico don Manuel de Osuna una pipa de vino de esta bodega, en satisfacción de su asistencia. Por la tarde acabé de recoger en el granero de doña Bárbara Rodríguez la cosecha de trigo de mis suertes de la costa. Han producido treinta y ocho fanegas y tres almudes y medio. Todavía no he trillado la cebada. Ayer entregué a Figueroa siete pesos y un real para satisfacción de costos de trilla y conducción del trigo.
Agosto
Jueves 5 de agosto, en el Valle.—En estos días han empezado a experimentarse los fuertes calores del verano. Don Antonio Basi­lio continúa en este campo la composición de la casa. Se cuida de ella una tía suya llamada Josefa. Esta ha permanecido aquí desde el principio de la obra. Alguna vez me ha hablado a la vuelta de misa y el domingo me regaló una botella de alcaparras. Los viñateros se dan prisa a la alzada; mientras el fruto no está pró­ximo a madurar, es perjudicial esta fábrica de las viñas, porque los racimos se enferman a causa del atado o ligazón de las pa­rras; pero es igualmente nocivo que las uvas permanezcan sin levantarse, después de maduras, por el daño que hacen en ellas las sabandijas y que las arrebata el ardor de la tierra. Aunque yo había pensado vender desde luego alguna porción de trigo de la presente cosecha, al preció corriente de 4 pesos, mientras, mi hermana me ha escrito que es de creer que más adelante suba el precio y me convendrá diferir la venta. También he encerrado aquí la paja de las suertes de la costa. Algunos vecinos que me las han traído me han devuelto parte del importe de su conducción y de la del trigo. Estos son Juan Bello, Juan Pérez, Manuel Pedro, Cristóbal Díaz y Antonio García. Mi caballo ha acabado el verde del millo. El medianero Figueroa ha querido retener toda la hoja del terreno que ha plantado de dicho grano. Yo he hecho traer alguna, pero siendo ésta una de las producciones útiles de la hacienda, convine tenerlo presente para hacer la partición de ella.

Sábado 14, en el Valle.—Yo volví de la ciudad ayer tarde. Mi caballo se me inquietó extraordinariamente en el camino. Llegué aquí entrada la noche, habiendo tenido que retroceder para des­viarlo del encuentro con otras bestias. En los días próximos ha ido para Buenavista don Fernando del Hoyo. Su padre permanece todavía en dicho lugar y mi hermana María me ha enseñado algunas cartas de su correspondencia con dicho conde. Su princi­pal asunto en el día es pedirle algunos documentos para defen­derse del litigio de Villers y hacer algunas otras diligencias ju­diciales por derechos de la misma mejora vinculada en que la nombró mi padre. Con este propio objeto escribió mi hermana a Madrid a don Bartolomé Benítez (cuya contestación he visto), a fin de sacar una orden para que el instrumento de institución del vínculo se pasase por el oficio de censos. No habiéndose hecho en el tiempo en que estaba en la ciudad dicho oficio, Benítez le ha respondido que consultó algunos abogados y que, fundados estos en una ley de la Recopilación, son de parecer que será más acertado enviar a Madrid la dicha escritura para la toma de razón.

Lunes 16, en el Valle.—El calor ha sido excesivo en estos días,  reinando hasta anoche un fuerte huracán que dicen ha hecho estragos en las viñas. Mi hermana me escribe con fecha del 14 que en aquel día había estado de visita en casa un niño oficial de marina, sobrino del comandante de Ingenieros don Luis Marqueli, el cual ha venido en uno de los navios destinados a la con­ducción de la tropa. Ayer tarde volvieron de la fiesta de Candelaria muchos vecinos de este Valle, entre ellos el alcalde. Traían ban­deras hechas de pañuelos y entraron bailando y cantando corridos.

Lunes 23, en el Valle.Mi hermana me dice en carta del 21 que don Martín de Salazar estuvo en casa en la tarde del día an­tecedente y que parece que sigue a la América en el mismo correo. En la noche del mismo sábado 21 volvió doña Elvira del Hoyo, acompañada del marqués y del corregidor, a la casa de su madre. Se dice que la tropa se embarca mañana y mis hermanas piensan bajar a Santa Cruz con la familia del marqués, para gozar de la despedida. Hace cuatro o seis días que se halla en este campo doña Micaela de Roo, cuidando de la composición de su lagar, en el que ha puesto otra viga. Ayer vinieron para esta obra el maes­tro Juan Antonio Carvallo y su hijo Antonio. Se juntaron para subir el madero cerca de cuarenta hombres de los vecinos de aquí, a quienes doña Micaela portó abundantemente. Mi madre me envió ayer parte del azúcar refinado que le ha regalado un indiano de Geneto que ha venido recientemente de La Habana, yerno del medianero Josef Melián. El azúcar viene en forma de tablas con algunos sellos impresos, y un retrato que parece del rey. Le oí ai indiano que en La Habana sólo hay una fábrica de aquella especie o con tal privilegio. Juan Melián me ha dado hoy cuenta de la cosecha de trigo de las tierras del Valle de Ximénez. Ha sido de noventa fanegas. De las cuarenta y cinco de mi parte he hecho poner en casa treinta y seis y he vendido a cuatro pesos las nueve fanegas restantes. La cosecha de trigo de las tierras sembradas de medias, en esta hacienda, por el medianero Ángel Figueroa, fue de trece fanegas y nueve almudes. De ella he toma­do siete fanegas, ocho almudes y una cuartilla por añadirse a mi parte las tres fanegas que había puesto para la semilla. En el mismo día di a Figueroa dos fanegas de trigo en recompensa de su cuidado en las tierras que siembro por mi cuenta, de algu­na diligencia en la cobranza de rentas y de otras que son fuera de su trabajo como medianero. El trigo que conservo en sacas y pipas para el año venidero del que he recogido en el presente son treinta y dos fanegas. De las habas sembradas igualmente de medias en esta hacienda he recogido cuatro fanegas y cuatro al­mudes. El 20 por la tarde entregó don Antonio Angles a Santiago Padrón los ciento y cincuenta pesos antiguos, importes del tribu­to de Pedro de Villarroel correspondientes al año próximo pasado.
Miércoles 25, en el Valle.—Ayer se hizo en Tejina la fiesta de San Bartolomé. La víspera en la noche hubo palos y uno de los heridos fue el alcalde de este lugar, Francisco García, quien tomó parte en la pendencia por ir a contener a los que peleaban.

Domingo 29, en el Valle.—Mi hermana, en carta del 27, me da noticia de haber salido los barcos en que va el regimiento de Ultonia, el 25 al mediodía. El 27 recogí veintitrés cestos de millo, mitad de la cosecha del que Figueroa plantó en esta hacienda. La semilla fueron diez almudes y medio. La cosecha de la cebada sembrada en las suertes de la costa fueron tres fanegas, siete almudes y tres cuartillos.

Septiembre
Miércoles 1 de septiembre, en el Valle.—Corre la noticia de que a don Marcos Urtusáustegui, ayudante mayor del regimiento de La Orotava y residente en aquella villa, se le ha ofrecido alguna disensión con su mujer doña Cecilia Monteverde, a consecuencia de la cual dicha señora pasó algunos días en la casa de su padre y que de resultas ha salido orden del comandante general para que don Francisco de Lugo y Viña se restituya a la isla de La Palma, donde vive su padre, sin que pueda salir de ella, a no ser con licencia pedida por éste. Sábese también que ha sido electo provincial de la orden de San Francisco el padre Escobar.
El tiem­po sigue poco favorable a la cosecha del mosto, a causa de los fuertes calores. Por los campos del Sauzal y La Matanza ha sido mayor el estrago que han padecido las viñas y se añade que el alcalde mayor ha expedido decreto para que en algunas partes no se proceda a la vendimia sin que pasen peritos a reconocer la sazón del fruto. Aquí en el Valle se ha dado principio a la vendi­mia en algunas viñas. Otro defecto substancial de los que padece este año la recolección del mosto es que no se halla azufre.
Martes 9, en el valle.- Ángel Figueroa ha dejado estas tierras y el monte a cargo de su primo, quedando solo de medianero en el cercado de los Morales en que lo he puesto hace tres años. El nuevo medianero está enterado de algu­nas condiciones bajo las cuales entra en la hacienda, las cuales he apuntado y le he leído desde luego.

Lunes 15, en el Valle.—Ayer tarde se verificó la pericia o re­conocimiento de la viña de mi tío don Lope, a quien escribí por la noche, avisándole lo que les pareció a Pedro Pérez y Juan Gonzá­lez que fueron a verla. Manuel de Cairos se excusó. Por la maña­na vi en la ermita, a la hora de la misa, al indiano Francisco de Armas, natural y vecino de este Valle. Este ha llegado de La Habana en septiembre próximo; hace algunos años que estaba fuera del país, y se dice que viene adelantado en su negociación y que tiene parte en el barco en que vino, el cual siguió a Cádiz.

En dicho barco, y en la misma ocasión, llegó también de La Habana Ángel Figueroa, el medianero que he entrado este año en la hacienda.


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