martes, 24 de febrero de 2015

PARQUE DEL DRAGO ICOD

1993.
Por iniciativa municipal, en Icod  se constituyó el Comité Técnico para el Estudio y Conservación del Drago, formado por especialistas en diferentes materias: botánica, edafología, fitopatología, etc., cuya finalidad es la de asesorar a las autoridades locales sobre aquellos aspectos relacionados con la salud del drago.
El Parque del Drago.

 El municipio de Icod de los Vinos está situado en el noroeste de Tenerife, y abarca una superficie de unos 95 km2 que se extiende desde el mar hasta las cumbres. Según la tradición, en esta comarca se asentaron los primeros pobladores de Tenerife, los guanches, hace más de 2.500 años, y desde allí fueron colonizando el resto de la isla. A finales del siglo XV, en tiempos de la conquista europea, Tenerife estaba dividida en nueve tribus o menceyatos, uno de los cuales era Ycoden, cuyo territorio ocupaba casi la misma superficie que el actual municipio. Tras la conquista, pronto adquirió fama por la fertilidad de sus tierras de origen volcánico, buena parte de las cuales se destinaron al cultivo de la viña, de donde procede su nombre actual.
 Hoy en día, Icod de los Vinos es uno de los municipios más importantes de Tenerife, tanto por su relevancia histórica y cultural como por su gran actividad agrícola, comercial y turística. La bondad de su clima, la espléndida arquitectura tradicional, la acogedora playa de arenas negras de San Marcos, el intricado laberinto subterráneo de la Cueva del Viento o sus grandes bosques de pinos y laurisilva, son algunos de los muchos atractivos naturales que se ofrecen al visitante.
 El drago de Icod
 El Drago Milenario es el legendario árbol que más fama ha dado a la ciudad y que siempre ha sido el mayor reclamo para el turismo. Ya se menciona en una data o repartimiento de tierra que otorgó el adelantado Alonso Fernández de Lugo en 1503 a Pablo Martín, un aborigen de Gran Canaria que participó en la conquista de Tenerife: “Un asiento de colmenas en Ycode, atrás del drago grande en el camino hacia Daute”. Hace más de cinco siglos era un ejemplar de envergadura y, como otros muchos dragos viejos, sirvió de referencia a la hora de repartir tierras entre los conquistadores de la isla.
 Después de la muerte del famoso Drago de La Orotava (1867), el de Icod comenzó a adquirir protagonismo y a ser conocido mundialmente a través de dibujos y fotografías publicadas en numerosas revistas nacionales y extranjeras. En 1916, la finca donde se encontraba fue adquirida por el ayuntamiento, y un año más tarde el drago fue declarado Monumento Nacional, al igual que el Árbol de Guernica (País Vasco), el Pino del Santuario de Queralt (Cataluña) y otros árboles notables que por su edad, simbolismo histórico, tradición religiosa, etc., son merecedores de esta distinción. Sin que sepamos la razón, en 1919 esta propiedad fue cedida al Estado, pero se recuperó en 1928. El consistorio había remitido un informe al Consejo de Ministros en el cual se hacía esta curiosa descripción del drago:
 “El drago de Icod de los Vinos es el más hermoso ejemplar de la especie Dracaena draco, y el único ejemplar existente de una flora antediluviana, según Alexander von Humboldt. Árbol histórico, a su sombra pactaron los cuatro menceyes guanches la sumisión a la corona de Castilla”. Altura 15 metros y perímetro de base 12 metros.
 A mediados de los años 80, el ayuntamiento contrató los servicios de Kenneth Allen, un especialista americano en arboricultura cuya experiencia estaba avalada por numerosos trabajos, varios de ellos realizados en el Jardín Botánico de Madrid. Éste llevó a cabo una importantísima labor en el drago de Icod en 1984 y 1985. Revisó concienzudamente la copa, podando algunas ramas que se encontraban en mal estado. Abrió un hueco por el lado norte para poder acceder a la cavidad. Allí efectuó una limpieza a fondo de la madera podrida y, posteriormente, instaló un ventilador para que circulara el aire y para controlar la elevada humedad ambiental del interior. Esta medida fue muy acertada, pues, al bajar la humedad, la madera se vio menos afectada por los hongos y bacterias que causan la podredumbre. También disminuyó considerablemente la presencia de algunas especies de insectos patógenos, cuyas larvas se alimentan de madera debilitada provocando los mayores estragos que sufren los dragos.
 Por iniciativa municipal, en 1993 se constituyó el Comité Técnico para el Estudio y Conservación del Drago, formado por especialistas en diferentes materias: botánica, edafología, fitopatología, etc., cuya finalidad es la de asesorar a las autoridades locales sobre aquellos aspectos relacionados con la salud del drago.
 El Parque del Drago
 A principios de los años 90 se creó lo que hoy en día se conoce como el Parque del Drago. En la actualidad, el parque ocupa una superficie de unos 30.000 m2, donde se reflejan los diferentes tipos de vegetación natural propios de esta comarca. La flora del piso basal, que se extiende desde el nivel del mar hasta los 300 metros de altitud, está representada por diferentes especies de arbustos y plantas suculentas, la mayoría endemismos canarios, como cardones, tabaibas, balos, cardoncillos y verodes, entre otros. Entre los 300 y los 500 metros de altitud se desarrolla de forma natural el llamado bosque termófilo, que en el parque se manifiesta con árboles muy comunes y conocidos de la flora canaria, entre ellos palmeras, almácigos, acebuches, sabinas y, naturalmente, dragos, de los que se ha creado un pequeño vivero. Por último, existe una buena representación de la selva de laureles, la famosa laurisilva, que es un tipo de bosque subtropical de origen muy antiguo, cuyos límites potenciales se encuentran entre los 500 y los 1.200 metros de altitud en la vertiente norte de la isla. El parque cuenta con hermosos ejemplares de laureles, viñátigos, tiles, barbusanos, adernos, mocanes, madroños, brezos, fayas y otros árboles propios de este tipo de vegetación, junto con numerosos arbustos característicos del sotobosque, como malfuradas, chajorras, magarzas, etc.
 El Parque del Drago, que en pocos años se ha transformado en un espléndido jardín de plantas canarias, se complementa con algunos aspectos etnográficos: una bodega tradicional con el típico lagar, una muestra de cómo antaño se obtenía carbón vegetal, y una gruta natural donde se representa el enterramiento de una momia guanche.
 (Juan Manuel Luis Zamora, miembro del Comité Técnico para la Conservación del Drago Milenario.)


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