martes, 24 de marzo de 2015

FRANCISCO MORALES AFONSO




Francisco Tomás Morales Afonso nació en el término de El Carrizal (Agüimes) el 20 de diciembre de 1781, siendo bautizado el 27 X 11-1781 con el nombre de Francísco Antonio. Hemos de suponer, para explicar este cambio de nombre, que sus padres Francisco Miguel de Morales y Maria Ana Afonso le llamaron Francisco por su progenitor y Antonio por su padrino, Antonio Agustín Afonso, aunque luego cambiase el Antonio por Tomás en honor de su madrina, Tomasa Afonso. Es una simple suposición sin otra base que la expuesta.


F.T.M. nacía en un momento de grave crisis económica insular, cuyo paliativo los canarios buscaban, como siempre, en la emígración sin dominar las primeras letras y habiendo sido carbonero y salínero, F.T.M. emigra a Venezuela en 1801, donde se enrola en el ejército. A partir de 1806 actúa como soldado, desde donde asciende a cabo, sargento, subteniente, teniente y ayudante, capitán, teniente coronel y coronel. Cinco años, de 1816 a 1821, luce los entorchados de brigadier y, enseguída, asciende a mariscal de campo y a capitán general de Venezuela. Han sido unos veinte años de rápída y brillante carrera militar, explicable por la anormalidad de la guerra civil que le toca vivir y en la cual librará más de medio centenar de encuentros. Luchó, primero, al lado de Gaspar de Cagigal rechazando a los británicos (1806). Al estallar la rebelión venezolana se pronuncia por el rey y combate contra los rebeldes o patriotas junto al canario Domingo de Monteverde (1811-13); luego con Tomás Boves, cuya táctica aliado de los famosos Llaneros aprende y de quien será su segundo (1813-14), con Pablo Morillo (1815-21) y con Miguel de la Torre (1821-22) a quien reemplaza como capitán general de la provincia de Venezuela y general en jefe del ejército de Tierra Firme (1822-23). Fue herido en cuatro ocasiones y vencido en nueve batallas, llegando a confrontar sus ejércitos y tácticas con caudillos de la talla y nombradía de José Félix Ribas, Villapol. Campos Elías, Bermúdez, soublette. Urdaneta. Cedeño, Páez y Bolívar.

Con este midió sus fuerzas en La Puerta (3-11-1814), San Mateo (26 y 29-11-1814), La Puerta (13-VI-1814), Aragua (17-VIII-1814), Los Aguacates (13-VII- 1816), y Carabobo (25-VI-1821), única batalla esta última en la que el Libertador venció al canario. Como jefe superior mantiene el precario dominio de España en Venezuela de 1822 a 1823, hasta que, falto de auxilios y vencida la flota hispana en la batalla del Lago Maracaibo, tiene que capitular el 4-VIII-1823. Su paso por La Habana no le permitió obtener los apoyos que venia demandando hacía tiempo para defender, primero, y recuperar después. El territorio de la Capitanía General. La corona española, vencida ya en todos los escenarios americanos, sólo podía condecorarle con la cruz de San Fernando y premiarle con la capitanía general de Canarias, adonde arriba a Tenerife el 27-VI-1827. Ese mismo año, septiembre, marcha a Gran Canaria, en la que se le tributó un caluroso recibimiento con luminarias, enramadas y versos del poeta Rafael Bento. El fervor de sus coterráneos se enfriará con el tiempo por razones que hay que alumbrar a base de examinar su ideología política, el desvío de la aristocracía y su posible autoritarismo, nepotismo y arbitrariedades.

Al igual que en Venezuela, y que en Gran Canaria, su actuación en Tenerife brinda una cara y cruz. Le vemos, como militar, depurando al Rgto. de Albuera; como benefactor, implantando la traída de aguas a Santa Cruz de Tenerife desde el Monte Aguirre; y como político oponiéndose a que los absolutistas 1o usaran en sus maniobras. Sin embargo, chocó con el último corregidor o primer gobernador civil de la isla a causa de vetarle su proyecto de ímponer al pueblo un tributo, y con el presbítero y catedrático de la Universidad de San Fernando, don José de Goiry, acusado de perturbar la paz cíuda-
dana.

En 1834 cesó como capitán general y pasó a Gran Canaria, isla en la que había estado más de una vez desde su arribo en 1827. Aquí tampoco le faltarían los disgustos, unos de índole política y otros nacidos por lo que estaba realizando en la Montaña de Doramas, rico predio que obtuvo del Estado. Porque faceta interesante de F.T.M. es la referida a su patrimonio personal, nunca descuidado. Su testamento, redactado en 1842, especifica como propiedades suyas entonces la hacíenda "Santa Rosa" 149 leguas cuadradas) en el pueblo de La Victoria (Venezuela) donde había vivido y casado con doña José Bermúdez, de la que tuvo a su hija Marianna, casada con el general Ruperto Delgado; un solar en Piritu; cuatro esclavos en el pueblo de Cagura; 17.000 pesos que le adeudaba don Francisco Cartagena, vecino de Puerto Rico; 1.000 pesos fuertes que le debía Gregorio Soler, comerciante de La Habana; varios pedazos de tierra de secano y de regadío heredados de su padre (aún pro-indivisos con sus hermanos) y otros que él había adquirído posteriormente; una casa de dos pisos frente a la calle de los Canónigos;
dos décimas partes de la casa donde vivía en la calle de los Reyes; un almacén en la costa de Lairaga; una hacienda en Tenerife de 100 fanegadas; una casa de dos pisos en Santa Cruz de Tenerífe; vales, créditos y sueldos que se le adeudaban; y la famosa hacienda "San Fernando" de 955 fanegadas en la Montaña de Doramas. En torno a esta
selva desmembrada desde el siglo XVI y convertida su mitad en terrenos comunales y la otra en propiedades particulares, se venía polemizando por parte del ayuntamiento de Moya y los limítrofes, más el de Las Palmas.

Fue entonces cuando F.T.M. se fijó en la zona y la obtuvo en parte a cambio de un crédito de 50.000 duros que el Estado le debía y como pago a sus servicios extraordinarios (20-11-1831).

Al jubilarse se vio acusado de haber cometido excesos durante su mandato y de estar talando el bosque de Doramas (1834). El gobernador civil, don José Marrón, se hizo eco de las quejas y, sin duda celoso de la ascendencia de Morales, arremetió contra él y contra su yerno Ruperto Delgado, a quien había nombrado gobernador militar de Las Palmas. Deportados ambos a la Península Iberica, pasaron allí dos años. F .T .M. murió eI 5-X-1844 y fue sepultado en el cementerio de Las Palmas, donde reposó hasta que el 21-IX-1850 sus restos fueron inhumados y depositados en la capilla que había construido en la finca "San Fernando". Una lauda sepulcral, redactada en latín, reseña brevemente sus méritos. (Francisco Morales Padrón en: A.Millares.1977, T. 4 :301)



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