sábado, 21 de marzo de 2015

La mujer guanche




Rocío Celis
 
Laboriosa. Valiente. Irreemplazable. Indispensable para el desarrollo de la sociedad en la que le tocó vivir. Y sin embargo, en la sombra, como invisible. Escondida entre los párrafos de los textos de historia que han descrito la vida del pueblo canario aborigen. Sin otorgarle más notoriedad ni reconocimiento que pasar de puntillas por una existencia entregada a las cosas rutinarias, de la vida diaria. Esas cosas consideradas "naturales" y "sin importancia" por la ceguera de quien no admite que sin ellas, la vida, sencillamente, no sería.
 
Me ha gustado la exposición sobre la mujer guanche que he visto en el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife. O quizás sería más adecuado decir, lo que me ha revelado, y un poco también lo que me ha conmovido. Es una muestra temporal que estará abierta hasta el 5 de octubre y la entrada es gratuita. En la crónica que Raúl Gorroño escribió para EL DÍA, explica algunos detalles de la exposición que puedes buscar en la web del periódico.
 
A mí me llamó la atención la distribución del espacio en la muestra, que te ubica rápidamente en el contexto de aquella sociedad patriarcal en la que el ámbito visible, el espacio público, el que digamos tiene el papel protagonista es el que ocupa el hombre. Ese es el Tagoror, donde se toman las decisiones. Y luego está el espacio privado, el ámbito doméstico, el de la mujer. El primero de indudable trascendencia social. El segundo es el que, socialmente, pasa más desapercibido. Y es justamente esto lo que "La mujer guanche. La fuerza de lo invisible", que es el título de la exposición, quiere desafiar.
 
El papel de la mujer guanche ha estado en la sombra. Tanto es así que los organizadores de la exposición han insistido en la dificultad de realizarla porque las fuentes escasean. Ellas no fueron objeto de estudios ni textos, y por eso a los técnicos en la materia les cuesta tanto deducir lo que hacían.
 
Según se explica, "el papel de la mujer en la sociedad ha sido, a lo largo de la historia, cuidadosamente moldeado por el hombre. Pero, sin embargo, y a pesar de que ello ha supuesto su propia invisibilidad, podemos reconocer su presencia en los principios fundamentales que han garantizado la pervivencia misma de la sociedad". En el recorrido se nos propone "un acercamiento a la mujer guanche alejado de prejuicios. Solo desde esta perspectiva es posible valorar la magnitud de su importancia".
 
La mujer guanche es vital, decisiva para la evolución de sus contemporáneos, no solo por lo que hacía, sino también por lo que sabía, por sus conocimientos. Restos arqueológicos demuestran, entre otras cosas, el enorme desgaste físico de mujeres que vivieron para cuidar a la familia; sembrar, recoger alimentos y cocinarlos; mantener el fuego; acarrear leña y agua; sanar enfermos, heridos de guerra; fabricar utensilios o crear ropa y otros objetos.
 
Si no fuera por el abismo temporal, diría que hoy la sigo reconociendo. Que sigo viendo a esta mujer guanche por la calle, en mercados o en despachos, batiendo el cobre. Ahora reclamando lo que es suyo o luchando por conciliar. Comprometiendo su pensión con la prole en el paro o dispuesta a innovar. Defendiendo equidad de salarios o ideando maneras de volver a empezar. La mujer que inventa, que organiza, que descubre, que relata, que cura o que abraza. Y que avanza para ser visible, lejos de sombras que traten de apagarla.
 
Me parece a mí que será un gran día aquel que no necesitemos ni conmemoraciones, ni exposiciones, ni jornadas, para poner de relieve la existencia de una desigualdad que haya sido definitivamente superada.
 
 
 


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