miércoles, 22 de abril de 2015

HISTORIA DE LOS PAPAS DE ROMA: LA SIMIENTE DEL FALSO PROFETA



(II)

Extraído del libro Luz o Tinieblas

Índice del Tema

El monaquismo (breve apunte)

Sería un error avanzar sin prestar, aunque someramente, atención a uno de los hechos destacables, consecuencia del error de la supuesta iglesia del siglo V. Me estoy refiriendo al monaquismo.
Los frailes, palabra que viene por corrupción de la voz latina fratres (hermanos), es el nombre dado a aquellos que se proponen vivir, bajo voto formal, lejos del mundo y sujetarse a reglas de, a veces, severo ascetismo, formando comunidades dirigidas por un superior y agrupados en tantas órdenes religiosas diferentes. También se les llama monjes, y su condición de vida, el monaquismo, es debido a lo solitario a lo cual muchos se consagran. Viven en conventos, en claustros, en monasterios. El monaquismo es una de las más conspicuas instituciones de Roma, y una que a lo largo de la historia, le ha producido mayores recursos, sin exceptuar aquí la fachada de santidad. Pero de hecho el monaquismo es una invención totalmente pagana.

HISTORIA DE LOS PAPAS DE ROMA: LA SIMIENTE DEL FALSO PROFETA

Ya existía en el lejano Oriente mucho antes de la venida de Jesucristo, y mil años antes de Benedicto, el que levantara la orden de los Benedictinos. Buda organizaba sus frailes en la India. Cuando vino el Señor Jesús, enseñó todo lo contrario a los principios monacales: los discípulos suyos tenían que ser sal y luz en la sociedad; aun no siendo del mundo, debían estar en el mundo, para llevar el Evangelio.
De los primeros tres siglos de la era cristiana, no se halla ningún vestigio de frailes o algo por el estilo. Quizás deberíamos apuntar a la figura de Basilio como el verdadero fundador de una orden de frailes en Oriente, entrando el siglo V. Cien años más tarde, Benedicto de Nersia erigió en Montecasino el primer y verdadero monasterio en Occidente.
El monaquismo entre los así llamados cristianos apareció cuatro siglos después de Cristo y sus apóstoles, y nada absolutamente tiene que ver con el cristianismo auténtico. Muchos, llevados por un equivocado sentido de fervor cristiano, se han hecho monjes para así, con pobreza, celibato, cilicio y castigos corporales, vencer las tentaciones y alcanzar imaginarios méritos. Creen que a fuerza de sacrificios y privaciones, obtendrían la purificación de sus almas. Esto es contrario a la enseñanza de la Biblia.   El monaquismo como tal, ha estimulado la ociosidad; ha sustraído a la sociedad, tanto hombres como recursos; ha fomentado el fanatismo religioso, y lo ha empujado al derramamiento de sangre (los dominicos y la Inquisición, por ejemplo). Ha sustituido paulatinamente la salvación por la fe en Cristo Jesús por la búsqueda de la salvación mediante las obras y prácticas  rituales.
monaquismo
Frailes arrodillados ante s. Francisco de Paula, fundador de los “frailes mínimos”
Monaquismo”
Frailes arrodillados ante s. Francisco de Paula, fundador de los “frailes mínimos”

Volvemos a Roma

León I tuvo otras preocupaciones, esta vez de orden interno. Es HILARIO I -san - (461-468), que intentó resistirle. En esa lucha por el poder, gana León. Hilario más tarde sería su sucesor. SIMPLICIO - san - (468-483), el siguiente obispo de Roma, también lucha contra los griegos por la supremacía episcopal. Una de las características del falso cristianismo, es justamente la lucha por el poder. Recordemos que el Señor Jesús dijo que quien quisiera ser el primero, debería ser el servidor de todos. Esto ya se había olvidado por aquel entonces.
Fue durante el pontificado de Simplicio que se produjo el derrumbamiento final del imperio de Occidente. No obstante, el incipiente papado, como sucesor del imperio, no sólo seguía en pie, sino que sería exaltado. Prácticamente a todos los papas que lucharon por imponerse ante el patriarca de Oriente, Roma les ha hecho “santos”.
A Simplicio, le siguió FÉLIX II o III -san Félix- (483-492).  Este fue el primer obispo romano nacido de la nobleza del senado romano. Fue obispo de Roma siendo viudo y con hijos. A causa de la controversia monofisita (*), Félix excomulgó al patriarca Acacio. También se enfrentó al emperador bizantino. Todo ello sólo constituyó un agigantar la separación entre Oriente y Occidente.
(*El monofisismo es la doctrina que dice que en Cristo hay una sola naturaleza).
Un papa que negó la doctrina de la Transubstanciación
GELASIO I (492-496), el que llegara a ser san Gelasio según Roma, y rechazara la doctrina de la transubstanciación, en un escrito dirigido al emperador Atanasio I en el año 494, formulaba por primera vez la teoría de los “dos poderes”, a saber: El mundo está regido por la autoridad papal y la autoridad imperial. La segunda tiene el poder temporal, (démonos cuenta que en ese momento, todavía no se esgrimía la “llave del poder temporal” del papa como sucedería más adelante). Sin embargo, acerca del poder temporal del emperador sobre las cosas de este mundo, como el emperador es miembro de la iglesia, está subordinado a ella, por lo tanto, su poder temporal está subordinado al primero de los poderes, es decir, a la autoridad del papa. Esta definición es la “carta magna” del papado universal. No es de extrañar que, a pesar de todo, al obispo romano Gelasio le hicieran “santo”.

transubstanciación

“El dogma de la transubstanciación, la que supersticiosamente asegura que el pan se convierte en el auténtico cuerpo de Cristo cuando lo conjura el cura romano, sólo era un rumor en la época del papa Gelasio I, y este la negó”

Gelasio I

“Representación de Gelasio I”
Al finalizar el siglo V, el último y único gran antagonista del incipiente papado es el emperador bizantino (el antiguo imperio romano del oriente), y el patriarca ortodoxo. La política tradicional de Roma fue la de fomentar el desmembramiento de Italia y la separación de Oriente y Occidente en aras de consolidar su poder. Según el comentarista católico- romano Beynon, “fue una política que, perniciosa o no para la sociedad...fue de sumo beneficio para la organización religiosa. Prueba de ello es que a pesar de los desmanes de los papas, a pesar de la corrupción, a pesar de los - en ocasiones - altísimos impuestos, a pesar de las guerras y represiones, la organización política católico-romana siguió adelante”. En otras palabras, el papado creció a base de manipulación política.

La formación de los Estados Pontificios

Para que hubiera un estado del papa, tenía que haber un territorio. Cuandoel papa decidió ser como el emperador, y más aún, estar por encima de él, necesariamente requería tener lo que el emperador, y más todavía. Ya no eran suficientes las basílicas, ni siquiera las catedrales que más tarde fueron construidas. Tierra es poder. El papa tenía el poder, ¿por qué no tener la tierra?
Resulta tremendamente paradójico que estos papas fueran escogidos por los propios emperadores. Reyes ostrogodos, emperadores bizantinos, gobernadores, lombardos, y luego los francos, fueron los encargados de hacer sentar en la “Cátedra de San Pedro” o “Silla de San Pedro” a los dirigentes político-religiosos de la “cristiandad”.
Por cierto, y en cuanto a la “Silla de San Pedro”. Una comisión científica nombrada por Pablo VI, en julio de 1968, declaró que ninguna de las partes de esa Silla era de la era apostólica. Usando un sistema que se conoce para medir la antigüedad de los objetos (siempre que no tengan más de 4.000 años), midiendo la actividad radioactiva del carbono en la madera, puede determinarse la fecha en que se cortó el árbol. En el informe oficial consta que la célebre Silla data a lo sumo del siglo IX de nuestra era. En ella, además, apareció mientras se limpiaba, la representación pagana de las “Doce obras de Hércules”, por lo tanto, el origen de la “Cátedra o Silla de San Pedro”, objeto de culto, y prueba esgrimida por el Vaticano de que el apóstol Pedro la había hecho construir para él, es absolutamente falsa.

Pío XII

“Pío XII llevado en volandas y sentado sobre la “silla gestatoria”
A pesar de las continuas luchas entre Oriente y Occidente, Teodosio el Grande aparentemente logró unir el Imperio, aunque sólo en su tiempo. Cuando muere en el año 395, su hijo Arcadio recibe el Oriente, y Honorio el Occidente. El imperio romano occidental, con capital en Rávena desde el año 404, subsiste ochenta años más, pero siempre bajo la amenaza de los bárbaros.
En el año 476, con la derrota de Rómulo Augusto infligida por Odoacro, expira el imperio occidental. Mientras Occidente se dividía en reinos independientes, según la costumbre de las tribus bárbaras, el trono imperial oriental siguió. Este Odoacro, rey de la tribu germánica de los hérulos, invadió Italia, tomó el título de rey de Italia, y fue reconocido por el emperador bizantino Zenón (481). Así fueron las cosas hasta el año 493, año en el cual fue destronado y asesinado en Rávena por Teodorico el Grande, rey de los ostrogodos.
Se acomete el intento de reconquista del Occidente, esta vez por parte de Justiniano en el 536. En el 553 acaba de expulsar a los ostrogodos, y Roma cae bajo el control de los bizantinos (Oriente). Esto es intolerable, especialmente para el obispo de Roma, el cual llevaba muy mal su dependencia del emperador griego y su rivalidad con el patriarca de Constantinopla.
Según Roma, todos los obispos de Roma hasta Gelasio I (492-496) eran “santos”. ANASTASIO I (496-498) ya no lo fue, todo porque se le consideró muy complaciente con los orientales, hasta el punto de que en la Edad Media se le tuvo por hereje (¿Sucesión Apostólica?); todo por cuestiones meramente políticas. En el “Liber pontificalis” que se empezó a escribir en el siglo VI, se anota tras su muerte con gran tinte de resignación: “La voluntad de Dios lo ha permitido”.
Las Falsificaciones Simaquianas
SÍMACO-san Símaco- (498-514), tuvo que enfrentarse a un oponente elegido por los partidarios bizantinos, es decir, por los de Oriente. Buscó ayuda del rey de los godos, Teodorico el Grande, el cual no era católico ¡sino arriano!, es decir, completamente hereje. Pero claro, con tal de mantener el solio pontificio, cualquier cosa era menester...Los partidarios bizantinos, por contra, acusaron a Símaco frente al emperador, así que Teodorico, hombre relativamente tolerante, convocó un sínodo en el año 502 para estudiar las acusaciones. No obstante él tenía muy en mente que el papa romano no podía ser juzgado por sus súbditos, como había sido previamente establecido. Así pues, lo dejaron “en las manos de Dios”.
Llegar a esa conclusión no fue algo baladí. Requirió de un proceso manipulador importante. Fue decisiva la presentación de las posteriormente llamadas “Falsificaciones Simaquianas”, conjunto de documentos falsificados que pretendían proceder de otros sínodos y de la historia papal. Según esas falsificaciones, el emperador Constantino el Grande y el obispo Silvestre I, habían decretado que nadie podía someter al papa de Roma a un tribunal (Prima sedes a nemine iudicatur).
Gelasio, como vimos, ya defendió algo por el estilo. Ante esa invención, curiosamente no se levantaron voces en contra. Un temor supersticioso flotó en el ambiente, y las ideas de la súper-primacía papal penetraron en la mente y corazón de los católico romanos de aquel tiempo, para quedarse. Hoy en día, en el Código Canónico, se incluye orgullosamente ese mismo pensamiento: La Santa Sede no es juzgada por nadie”... añade a esto un servidor: “Excepto por Dios, que sí lo hará, en Su debido tiempo”. Es increíble la ceguera de Roma al levantar como santo a un hombre como Símaco que no dudó en mentir, falsear, manipular y lo que hiciera falta con tal de seguir en el poder político-religioso del papado. Claro que eso interesaba a todos los que se beneficiaban de ese poder.
La Fórmula Hormidas
Le siguió HORMIDAS o Hormisdas -san- (514-523), como sucesor de Símaco. Este formula el “primado doctrinal” de la Iglesia romana. Hurtando la declaración del Concilio de Constantinopla del año 381 en la cual se dice que la Iglesia de Jesucristo es “Una, Santa, Católica y Apostólica”, la llamada “Fórmula Hormidas”, declara que esta Iglesia es sólo la iglesia que está bajo el papa de Roma, por lo tanto, le añade el calificativo de “romana”. Esto será retomado en el Concilio Vaticano I, y expuesto en la enseñanza posterior de Pío X en su célebre catecismo. Este Hormidas fue otro buscador de poder.
 
Le sigue a Hormidas, JUAN I -san- (523-526). Mientras tanto, el emperador Teodorico, imponía su dominio sobre el papado. Siendo él, arriano, veló por sus intereses religiosos. Al planearse unos problemas derivados de ciertas medidas antiarrianas en Constantinopla, el emperador envió a Juan, que se supone contrario al arrianismo, a defender los intereses de los seguidores de tal herejía. Fracasó Juan en su cometido, y a su regreso en el año 526 fue encarcelado, y murió. La realidad es que ese papa estuvo dispuesto a apostatar de su fe católica, en vez de seguir los pasos de los primeros obispos que enfrentaron el martirio antes que negar su fe. A este papa indigno, Roma también le declara “santo”.
Luchas internas y compra del cargo
Teodorico, el rey ostrogodo, ordenó la elección de FÉLIX III (o IV) -san- (526-530). Este papa romano quiso asegurarse su sucesor, y designó a Bonifacio. No obstante, a su muerte, en vez de Bonifacio, fue consagrado como papa de Roma, DIOSCURO (530), en la basílica de Letrán con todos los honores, o sea, que no le hicieron caso (¿Sucesión Apostólica?). No obstante al poco murió Dioscuro y esta vez fue elegido BONIFACIO II (530-532), favorable a los godos. Este intentó designarse un sucesor, pero no lo consiguió. El clero no se lo permitió. Es más no sólo le obligó a revocar la decisión, sino que le hizo quemar el decreto de designación emitido en favor del diácono Vigilio (¿dónde está aquí la infabilidad papal, y la Sucesión Apostólica?).
Le siguió JUAN II (533-535). Este obispo romano fue elegido gracias a una escandalosa simonía (*), es decir, compró el cargo, comprando los votos. Fue el primer obispo romano en cambiar de nombre, cosa que ha llegado a ser costumbre como se sabe. Cambió de nombre porque el suyo original era Mercurio, y claro, le parecería demasiado pagano, aunque muy acorde con la manera en que había llegado a la silla papal (Mercurio era el dios romano de los comerciantes y los mercaderes, y también de los ladrones).
(*  Simonía: compra de los cargos eclesiásticos incluyendo el papado)

Lutero clavara sus 95 tesis

“Las llamadas indulgencias y los actos de simonía fueron claves para que en su día Lutero clavara sus 95 tesis en la catedral de Wittenberg en Alemania”
Viendo Atalarico (que sucediera a Teodorico), que la diócesis romana se iba enriqueciendo, y que se movía dinero para conseguir cargos eclesiásticos, incluido el de obispo, no quiso quedarse atrás, y decretó ejercer como juez en las elecciones pontificias, estableciendo que por ello, en cada elección, se le tenía que abonar una buena cantidad.
Respecto al asunto de la simonía, dice Teófilo Gay: “A través de la historia papal, nadie ha dado al mundo ejemplo más horrible de simonía que aquel que dieron los papas, los cuales todo lo vendían por dinero, el cielo, la tierra, tronos, mitras, a Cristo mismo. Han hastiado al mundo con el cinismo de su impiedad, y han hecho aborrecible el nombre santo del Señor, en el cual pretendían obrar”.
Aún no era la Roma religiosa suficientemente fuerte en aquella época. Todavía no ejercía el papa soberanía verdadera sobre reyes y emperadores como ocurriría más adelante. Al contrario, nos encontramos a veces con papas que fueron obligados a complacer a los reyes hasta el servilismo. ¿Tendrá esto algo que ver si lo comparamos con la actuación de Pedro y Juan ante el sanedrín de Jerusalén cuando no se doblegaron ante aquellos políticos y exclamaron: “Es necesario obedecer antes a Dios que a los hombres?”.
Hijos de papas
Esta actuación servil ocurrió con AGAPITO I -san- (535-536), al igual que ocurriera con Juan I. Este papa, que era un hijo bastardo (hijo de clérigos) al igual que Bonifacio I, y Gelasio I,  fue obligado por Teodojato, el nuevo rey godo, a viajar a Constantinopla para tratar de convencer a Justiniano de que no emprendiera la conquista de Italia. Falló en su misión, y murió allí. Entonces Teodojato, al conocer la noticia de su muerte, hizo ascender al solio pontificio a un hijo del anterior papa Hormidas. Este fue SILVERIO -san- (536-537).
¡Este no fue el primer hijo de papa como hemos visto, ni sería el último! Le sucedió de inmediato VIGILIO o VIRGILIO (537-555). Este Vigilio era el mismo que Bonifacio II quería como su sucesor, y había estado todo el tiempo intrigando para llegar a ser papa. Fue elegido por Belisario, general bizantino que conquistara Roma, ¿por qué?, el obispo católico Strossmayer lo dice: “el papa Vigilio compró el Papado a Belisario, teniente del Emperador Justiniano...”. Verdad es que compró con promesa y nunca pagó. El general Belisario, al tiempo de recibir la propuesta simonítica de Vigilio, acusó de alta traición al papa Silverio, el cual fue depuesto sin miramientos. Por disposición del recién nombrado papa Vigilio, Silverio, el hijo del papa Hormidas, fue deportado a la isla de Ponza, donde moriría rápidamente a causa de los malos tratos recibidos. Un papa envía a otro papa a la muerte; no sería este un caso aislado.

Strossmayer

“El obispo católico Strossmayer”
El papa Vigilio, la disputa de los tres capítulos, y el monofisismo
Vigilio, fue elegido papa, por orden del general Belisario, a instancias de la emperatriz Teodora. Anteriormente, había viajado acompañando a Agapito I en su viaje a Constantinopla. Allí aprovechó para negociar con la emperatriz acerca de una disputa de orden doctrinal. La emperatriz estaba empeñada en que se aceptara el punto de vista doctrinal de ella, en concreto, su rechazo absoluto acerca de lo que se vino a llamar, la disputa de los “tres capítulos” (*). A cambio de su designación para el papado, Vigilio se comprometería a declarar nulas las actas del Concilio de Calcedonia (451) relativas a ese asunto doctrinal. También declararía nula la declaración contraria al monofisismo (el Concilio de Calcedonia decretó que Cristo tiene dos naturalezas, la divina y la humana). Al hacer así, se ponía de acuerdo con las tesis de la emperatriz  que eran monofisitas, contrarias a la teología de la iglesia occidental, y todo hay que decirlo, también bíblica.
(* Este es el nombre que se da al conjunto de los escritos de tres teólogos de Antioquía de tendencias nestorianas: Teodoro de Mopsuestia, Ibas de Edesa y Teodoreto de Ciro.)
A Vigilio no le importó depender del emperador del imperio Oriental o Bizantino, cambiar de teología, desterrar a su antecesor y enviarle a una muerte segura, ¡y todo esto  por conseguir el poder papal! El papa Vigilio fue un ejemplo en la antigüedad papal de un hombre sediento de poder que no paró de dar bandazos de un lado a otro entre una y otra tendencia doctrinal con tal de conservar su puesto. Como él, muchos papas negociaron con su cargo y con la doctrina según sus intereses personalistas. Estos sólo son algunos ejemplos de esos obispos romanos “infalibles”.
En el año 543, el emperador Justiniano se convirtió a las tesis monofisitas de Teodora, su esposa, por lo tanto condenó a los ya desaparecidos teólogos nestorianos de la escuela de Antioquía (los tres capítulos). La explicación es la siguiente: Así como el monofisismo enseña que en Cristo sólo existe una naturaleza, la doctrina nestoriana dice que en Cristo hay dos personas. Es decir, son doctrinas totalmente opuestas. El Concilio de Calcedonia determinó que en Cristo no hay dos personas sino una con dos naturalezas, la Divina y la humana. Esta última es la doctrina cristiana tradicional y bíblica. Esa declaración de Calcedonia es la que quería la emperatriz que se anulara.
En el 547, el emperador mandó al papa Vigilo que se personara en Constantinopla y sin ningún rubor, éste aceptó la condena de parte del mandatario aunque no anuló la declaración dogmática de Calcedonia, por guardarse un as en la manga. Esto no satisfizo a la iglesia de Occidente y en un sínodo de obispos africanos, Vigilio ¡fue excomulgado! El emperador Justiniano y el mismo papa decidieron convocar un concilio general para arreglar la cuestión, pero antes de reunirlo, Justiniano volvió a emitir un edicto en el cual condenaba a los “tres capítulos”.
Vigilio, que a la sazón pretendía congraciarse con los obispos que le habían excomulgado a través de ese nuevo concilio, se enfadó y se encerró en el templo de san Pedro en Constantinopla. Los soldados imperiales le detuvieron allí, contra los cuales arremetió con patadas y puñetazos.
Finalmente el Concilio se celebró en el 553 en Constantinopla en el cual se condenó la doctrina de los tres nestorianos, radicalmente contraria al monofisismo profesado por el emperador y su esposa. Sin embargo, Vigilio prohibió la condena. Poco después, presionado y temeroso, revocó la prohibición y subscribió la declaración del concilio del emperador, el famoso II Concilio de Constantinopla el cual dice Roma que fue convocado por el papa Vigilio, cuando en realidad fue convocado por el emperador Justiniano a instancias de su esposa Teodora. En ese tiempo, los papas todavía no mandaban sobre los emperadores y reyes, y eran los emperadores los que convocaban los concilios, no los papas; además, por una buena suma de dinero nombraban a los papas. La corrupción era la moneda de cambio.
Josef Gelmi, comentarista católico-romano, dice de ese papa: “Vigilio, que falto de carácter cambió repetidas veces de opinión y que careció por completo de valor para dar testimonio, es una de las figuras más trágicas de la historia del papado. Y lo que más ha de sorprender en todo ello, es el neto contraste entre el desarrollo de la doctrina soberana del papado y la triste realidad histórica”.
Este, es otro historiador católico-romano que se sorprende de los hechos del papado romano. ¿Cómo pueden algunos creer de verdad en la infabilidad papal ante tales evidencias históricas?, ¡y sólo estamos empezando!
Al tristemente célebre Vigilio le sucedió PELAGIO I (556-561). Se dice que fue instigador del envenenamiento de Vigilio. Recibió el papado de manos del emperador Justiniano. Como no podía ser de otro modo, acabó sujetándose al II Concilio de Constantinopla. Esto hizo que se levantaran desconfianzas en Occidente, allí, el obispo Facundo de Hermiane llamó al papa “perseguidor de muertos” refiriéndose a la condena de los tres teólogos antioqueños ya muertos hacía tiempo.
No era Roma la única “Santa Sede”
A aquellos que siempre han pensado que en Roma, desde tiempos apostólicos, ha estado sita la única Sede, les conviene saber que no fue así. No había una única Sede “apostólica” o “Santa Sede” todavía  en la época del obispo de Roma Pelagio I. Esto lo asegura Pedro de Rosa, entre otros historiadores imparciales, diciendo: “El papa Pelagio (556-560), habla de herejes que se separan a sí mismos de las Sedes Apostólicas, es decir, Roma, Jerusalén, Alejandría y Constantinopla. En todos los primeros escritos de la jerarquía no se menciona una misión especial para el Obispo de Roma, ni todavía el nombre específico de “Papa”...De las más o menos ocho herejías en los primeros seis siglos...ni una sola es decidida por el Obispo de Roma...Ninguno ataca la autoridad suprema del pontífice romano, porque nadie había oído eso antes” (Pedro de Rosa, Vicars of Christ (Crown Publishers, 1988, pp. 205-206).
PELAGIO II (579-590), pidió ayuda a los francos, que no obtuvo, por el asedio de Roma por parte de los arrianos longobardos. A la sazón, el emperador Justino II, no podía ayudar pues estaba enfrascado en combate contra los persas y ávaros. Con todo, el papa Pelagio no había podido recibir la confirmación de su cargo por parte del emperador, preceptiva desde Justiniano, a causa del asedio de Roma.
Gregorio I el Grande y la “columna de Focas”
Le sucedió GREGORIO I el Grande -san- (590-604). Este era biznieto del papa Félix II. En aquel tiempo la rivalidad entre las “iglesias” de Oriente y Occidente era acérrima; hasta el punto en que Gregorio envió un escrito de felicitación y buenos deseos a Focas, un militar que llegó al trono imperial habiendo asesinado al emperador Mauricio. La historia completa es la siguiente:
Gregorio, irritado al ver al patriarca de Constantinopla llamarse “patriarca ecuménico”, escribió furiosas cartas diciendo que cualquiera que tomara ese título era precursor del Anticristo. No obstante, cuando Focas, asesinando al emperador Mauricio para sentarse sobre su trono, fue excomulgado por Ciríaco, patriarca de Constantinopla, Gregorio, en cambio, hizo cantar un “Te Deum” en su honor y le escribió una carta lisonjera en la esperanza de conquistárselo e inducirlo a suprimir el título de “ecuménico” al patriarca de Constantinopla para darlo al de Roma. ¡Y le resultó!; años más tarde, el asesino emperador Focas con un decreto nombraba al obispo de Roma cabeza de la cristiandad; pero Gregorio no pudo disfrutarlo, había muerto ya; de manera que el primer “pontífice” como tal fue su sucesor Bonifacio III.
La “columna de Focas” por este levantada aún existe en el foro romano, y es el monumento que recuerda el nacimiento del papado como tal, fijando a la vez irrevocablemente la fecha.
Colummna de Focas
General Focas
“La columna de Focas”
“Representación del general Focas, el asesino que coronó a un falso obispo de Roma como “Pontifex Maximus” (Sumo Pontícipe)”
Volviendo a Gregorio, este sabía que no podía recibir apoyo de Bizancio (Oriente), y tuvo que pactar con los longobardos, que eran arrianos, para que no conquistasen Roma. Para ello les proporcionó un fuerte rescate. Todo ello hizo que se centralizasen los bienes eclesiásticos, y en especial los territorios. De ahí se sentaron las bases del poder territorial del papado.
Dadas las circunstancias, Gregorio, al que luego llamarían el Grande, se transformó en soberano temporal de la ciudad de Roma, con funciones políticas y administrativas. No obstante, después de Gregorio, el papado estuvo bajo el dominio bizantino durante el siglo VII y parte del VIII. Fue ese papa, Gregorio I el Magno, el que hizo oficial el uso pagano del incienso en las iglesias.
Sabiniano el usurero
A Gregorio I el Grande le sucedió SABINIANO (604-606). Este hombre fue consagrado papa antes de su ordenación sacerdotal. Cuando llegó verdadera hambre a la ciudad de Roma, Sabiniano no tuvo ningún problema en seguir mostrando una gran avaricia que le llevó hasta lo criminal.
Dice de él Mathieu-Rosay, comentarista católico-romano: “un miserable aprovechado que, en los momentos más sombríos de una época de escasez, vendió a los hambrientos el trigo de la Iglesia a precios usurarios. El pueblo, indignado, no se lo perdonaría nunca”.
El primer “papa” coronado como Sumo Pontícipe: Bonifacio III
Le siguió el papa BONIFACIO III (606-607). Este fue coronado como “Sumo Pontífice” (Pontifex Maximus) por el asesino emperador Focas en el año 606, el mismo título que tenían los antiguos césares. Dice la enciclopedia católica de ese emperador: «Focas (o Phocas), emperador de Bizancio, se proclamó a sí mismo emperador en el año 602 después de matar a Mauricio. Su gobierno fue notable sólo por su crueldad con que lo ejerció».
¡El papa fue coronado “Pontifex Maximus” por un asesino!, y esto ha sido aceptado hasta hoy.
(Continuará)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España. 2009
www.centrorey.org



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