lunes, 20 de julio de 2015

ARCHIVO PERSONAL DE EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ-LXXXIII




LOS ABORIGÉNES DE CANARIAS

ELPOBLAMIENTO

La existencia de inscripciones líbico-bereberes plantea necesariamente una orientación distinta a la hora de aplicar fechas y buscar orígenes al poblamiento. La tesis de un primer poblamiento por grupos bereberes fue expuesta ya por Sabino Bertheloty Rene Verneau en el siglo pasado, señalando, asimismo, que las siete islas representaban siete problemas diferentes. A partir de ese momento, las hipótesis para tratar de explicar el origen de las poblaciones primitivas que habitaron el archipiélago han sido muy dispares, por lo que nos limitaremos a presentar las más significativas.

J. Pérez de Barradas a su llegada al Museo Canario de Las Palmas ofrece un nuevo replanteamiento a los estudios sobre el poblamiento y piensa en la existencia de una primera oleada general inmersa en el Neolítico pleno a la que se van a superponer posteriormente otras poblaciones euroafricanas. Esta teoría hará fortuna entre los investigadores posteriores que la copiarán con ligeras variantes.

En 1963, L.D. Cuscoy publica una síntesis de la Prehistoria de Canarias acuñando la idea de que las islas fueron pobladas en cinco oleadas culturales sucesivas siendo la primera de ellas —común para todas— la que recibiría el nombre de "Neolítico de sustrato" o "Cultura de sustrato". Esta arribada estaría representada por la vivienda en cueva natural, cerámica lisa de fondo ovoide, industria lítica atípica, etc. y una cronología—basándose en sus paralelismos con la cultura de las Cuevas del Norte de África— hacia el 2.500 a. J.C. Sobre ésta incidirán posteriormente diferentes oleadas procedentes de África y la Península Ibérica, insertando esta última en el Bronce Mediterráneo I hispánico y el Bronce Atlántico.

En el mismo año Ilse Schwidetzky partiendo del estudio antropológico de las poblaciones prehis-pánicas establece que las islas fueron pobladas en dos etapas. Una más antigua y culturalmente pobre, representada por la población cromañoide, que se extiende principalmente a las islas de la Gomera, Tenerife y en la parte central montañosa de Gran Canaria y, la segunda, representada por los mediterranoides que se distribuirán de diversa manera por todo el Archipiélago. La población canaria se divide en una serie de aislamientos, entre los cuales existía un limitado intercambio de población. Cada isla en sí misma es un caso de aislamiento y, por lo tanto, tiene su propio carácter.

Con posterioridad, L. Pericot y M. Tarradel —siguiendo las hipótesis de L.D. Cuscoy— establecen tres oleadas de poblamiento. Las dos primeras procedentes de las costas norteafricanas constituidas por hombres de Mechta-el-Arbí común a todo el Archipiélago y que sería denominada "Cultura Pancanaria". Esta cultura sería semejante al "Neolítico de Sustrato" de L.O. Cuscoy. La tercera y última ocurrida ya dentro de nuestra era, estaría formada por componentes norteafricanos.

M. Pellicer Catalán, basándose en elementos de cronología relativa, establece que la llegada de los primeros pobladores a las islas no se puede situar más allá del siglo V a. J.C. y piensa, además, que no se puede hablar de un número preciso de arribadas al no haber en Canarias "cuitaras puras".

Dadas las escasas similitudes entre los comportamientos culturales de las diferentes islas, creemos oportuno proponer el término de "provincia arqueológica" para definir el hecho singular de cada isla. Entendemos que es válido aplicar este término con la misma significación que le dio su creador L. Balout, es decir, en cuanto existen "lagunas de civilización" que significan un corte en la sucesión cultural. Aspectos culturales presentes en unas islas no se encuentran en las restantes y, por el contrario, la presencia de una o unas manifestaciones culturales no conlleva mecánicamente a la presencia de las restantes, lo que podría proporcionar la forma de una cultura unitaria a todo el conjunto.

Si aceptamos este término, cada "provincia" estaría representada por una isla que se habría desarrollado en principio, culturalmente, independiente de las demás, y con orígenes igualmente diferentes. No podemos negar rotundamente la existencia de relaciones entre algunas islas, (Tenerife-Gomera, Lanzarote-Fuerteventura-Gran Canaria) ya que ciertos aspectos de la cultura material así parecen indicarlo, pero en el estado actual de la investigación arqueológica, nos inclinamos a pensar en una serie de culturas aisladas o muy poco relacionadas, producto de poblamientos diferentes y de orígenes igualmente diversos.

Lo que sí parece claro es la inexistencia de esa cultura denominada de "Sustrato o Pancanaria" unificadora de todas las poblaciones del Archipiélago. Ni la cultura material ni la propia estructura política, económica y social de cada isla nos permiten aceptarlo.

Proponemos en el presente trabajo la adscripción de las poblaciones de Tenerife y Gran Canaria al complejo cultural del mundo beréber norteafricano, aunque no sea fácil por el momento precisar las áreas concretas de procedencia. Su origen habría que buscarlo en el conjunto poblacional beréber repartido por el Norte de África, Costa Atlántica y Sahara central-meridional. Es la cautela la que nos obliga a actuar en este sentido al carecer de fechas y datos absolutos porque en lo concerniente a la cronología relativa, a las comparaciones etnográficas o a las analogías tipológicas de ciertos exponentes de cultura material, todo nos lleva inexorablemente hacia ese mundo tan cercano físicamente.

Es evidente, además, que las citadas comparaciones etnográficas se han realizado de forma asincrónica con poblaciones tuaregs actuales y de las que, en la mayoría, se carece de noticias anteriores al siglo XIX con lo que ello significa de pérdida de gran parte de perspectiva histórica tan necesaria para nuestro estudio. Sería interesante realizar el proceso a la inversa ya que tal vez nos permitiera descubrir en las islas, sobre todo en Gran Canaria, un tipo de organización social anteriora la que actualmente tienen las confederaciones bereberes saharianas y a las que es tan difícil acceder desde ellas mismas, al no existir historia escrita ni tradición oral anterior a cuatro o cinco generaciones. Pero no es éste el objeto del trabajo.

El poblamiento de las Islas Canarias en general y de Gran Canaria y de Tenerife en particular ha sido y creemos que sigue siendo un problema esbozado desde distintos puntos de vista y aún no resuelto. En este estudio proponemos una fecha de poblamiento tardío en torno al cambio de era. Para ello nos hemos apoyado en la aportación lingüística que apunta claramente en esa dirección, en el análisis de materiales arqueológicos como la cerámica y en diversos datos proporcionados por la cronología relativa.

Para el profesor Alvarez Delgado "las islas Canarias estaban deshabitadas el año 100 a. J.C. Estas islas fueron descubiertas paulatinamente y exploradas por marinos gaditanos, por el griego Eudoxo y el romano Estacio Seboso entre los años 125 a 25 a. J.C. Juba II de Mauritania, por mandato y consentimiento de Augusto a cuyo imperio pertenecían, las pobló y colonizó con gétulos del África cercana en el último cuarto del siglo I a. J.C. (5).

La tesis del profesor Alvarez Delgado en cuanto al "Poblamiento y colonización" en época romana la basa en la necesidad de comerciar con materias primas procedentes de las Islas Canarias como la orchilla u otros productos tintóreos. (La orchilla es un liquen que proporcionaba tintes de variadas tonalidades. Está comprobado el interés de este producto y el subsiguiente comercio con Europa desde los inicios de la conquista normanda de las Canarias Orientales — Lanzarote y Fuerteventura—. Este producto se comerció hasta el siglo XIX y más esporádicamente durante las primeras décadas del siglo XX). La tesis del poblamiento que propone el Prof. Alvarez, aunque sugerente, no cuenta con ningún apoyo arqueológico seguro en la actualidad, aunque sí creemos en un poblamiento tardío. El conocimiento de las islas en época romana se haya suficientemente corroborado no sólo por la referencia de diversos autores. Punió entre ellos, sino por el hallazgo de ánforas romanas de los siglos III-IV d. J.C. (E. Serra, A. García y Bellido, M. Beltrán), localizadas entre Lanzarote y la Isla de la Graciosa y que pudieran ser el resultado de visitas esporádicas.

R. González Antón en su tesis doctoral (inédita) establece las siguientes hipótesis de poblamiento y cronología. Las formas de la cerámica de Tenerife, así como su decoración, nos obligan a mirar hacia el antiguo Sahara español y Mauritania, en lugar de al Mediterráneo y Marruecos como indican diversos autores. Las cerámicas de Hanish y Ajoujt parecen ser los antecedentes remotos. Estas formas vendrían a representar la conjunción de dos corrientes culturales, según las teorías de H. Camps-Fabrer. Por un lado, de Maruecos que aportaría los fondos cónicos y la decoración ceñida al borde, y por otro,, del Sahara central y meridional las formas semiesféricas y una cierta riqueza temática.

Establecer su cronología resulta un problema bastante difícil de resolver porque no existen datos suficientes. La cerámica lisa, siguiendo a la citada autora, —el profesor Camps rebaja notablemente esta cronología— es de aparición bastante reciente en el Neolítico norteafricano como nos lo demuestran los yacimientos de Caí That el Gar y Gar Canal y su cronología habría que buscarla en el primer milenio a. J.C. Por otra parte, la paulatina desaparición de los mamelones—profusamente difundidos durante el Neolítico— y su sustitución por el asa sitúa esta cerámica en la Protohistoria durante el primer milenio y no en el Neolítico. De forma que el mamelón en la cerámica beréber moderna es un residuo ancestral de utilización casi nula.

La decoración incisa aparece en el norte de África hacia el 1000 a. J.C. manteniendo una larga tradición hasta la actualidad. Analizando en conjunto toda la cerámica y los portes de la cronología relativa: (usencia de bóvidos, de avulsión lental, de rojo funerario, inhumaron en decúbito supino; la presenta de momificación así como de los nonos circulares, etc. nos permiten establecer la hipótesis de un poblamiento de la isla en momentos jórcanos a nuestra era o iniciada esta. La pobreza de las cerámicas los hace pensar en que fueron pojas o quizá nulas las aportaciones posteriores, lo que indicaría un aislamiento cultural hasta la época de la conquista en el siglo XV.

Para Gran Canaria podemos afirmar que sus cerámicas y su cultura son de evidente origen beréber. Las formas de los vasos y determinados elementos accesorios, permiten establecer su origen y cronología con bastante aproximación. Los apéndices macizos, por ejemplo, indican una cronología protohistórica. Los vertederos tubolares son similares a los que encontramos actualmente en la cerámica Kabila y no tienen su origen en el Neolítico sino en la Protohistoria, al ser una réplica de vasos rituales en bronce (Parrot) lo que les confiere una cronología bastante reciente. La presencia abundante de microcerámica sirve igualmente de elemento comparativo. Su difusión en el Norte de África es relativamente reciente: fue tomada por los bereberes de los púnicos, y por esta causa su cronología no puede ser anterior al siglo VII-VI a. J.C.

La decoración pintada de las cerámicas y su temática con el triángulo como motivo principal tiene sus orígenes en el Norte de África. En la decoración beréber el profesor Camps habla de dos momentos: a) la cerámica más antigua que presenta su decoración en una banda que rodea al borde y carena y b) la más evolucionada invade toda la panza tratando de recubrirla con motivos geométricos triangulares. En ese caso las cerámicas de la isla deben pertenecer a esta última etapa por la complejidad de sus motivos, siendo muy diferentes de épocas anteriores, todo lo cual permite afirmar unas épocas muy tardías para esta cerámica, que explicaría como hemos indicado, un poblamiento cercano o incluso algo posterior al cambio de era.

CRONOLOGÍA ABSOLUTA

La cronología del radiocarbono (C 14) que han aportado los yacimientos arqueológicos parecen confirmar ese poblamiento tardío, aunque es prematuro fijar una fecha inicial de poblamiento porque necesitaremos de secuencias completas.

GRAN CANARIA

Tejeda: 292 í 60 d. J.C.; Acusa 437 ± 45 d. J.C. y 577 ± 60 d. J.C-.Guayadeque: 547 ± 60 d. J.C. y 737 ± 60 d. J.C.; Gáldar (La Guan-cha): 1082 ~ 60 d. J.C.; Agaete: 1008 — 40 d. J.C. Las últimas fechas que poseemos son entre otras: Los Caserones (Casa n.° 4): 1220 d. J.C. y 870 d. J.C.; Los Caserones (Casa n.° 3): 60 d. J.C. Los Caserones (Túmulo n.° 1): 810 d. J.C. Firgas (El Hormiguero): 210 d. J.C. (Agradecemos estos datos a los Dres. Del Arco, Jiménez Gómez, Hernández Pérez y al Sr. Navarro Mederos).
TENERIFE

Roque Blanco (La Orotava), 570 d. J.C., 690 d. J.C. y 720 d. J.C. Guargacho (San Miguel): 750 d. J.C. La Palmilla (Tejina): 910 d. J.C. Hoya Brunco (La Guancha): 1020 d. J.C. La Guancha: 1170 d. J.C. La Enladrillada (Tegueste): 1150y1215d. J.C. Los Cabezazos (Tegueste): 670, 1350 d. J.C. Barranco Hondo: 150 d. J.C.;20a.J.C.;540a.J.C.
Como se puede comprobar todas las fechas son muy tardías, a excepción del 540 a. J.C. de la Cueva de la Arena de Barranco Hondo, siendo por el momento la única verdaderamente antigua. Esta cronología procede de restos de lagartos del tipo Lacerta en un horizonte en el que no ha aparecido ningún indicio de cultura material y que hoy se discute si aquellos fueron consumidos como alimentos por algún grupo humano, o si por el contrario se debe a una deposición normal de la formación de los estratos geológicos de la cueva que en su momento arrastraron esqueletos de lacértidos.

LA NAVEGACIÓN

Si parece posible señalar unos orígenes entre los grupos berberófonos y un poblamiento tardío basándonos en la lingüística, la arqueología, el radiocarbono o la etnografía comparada, desconocemos por el contrario las causas históricas por las que estos grupos humanos abandonan el continente africano. Para ello habría que va tora r posiblemente, entre otras razones históricas, la continua resistencia que los distintos grupos bereberes mantuvieron siempre frente al poderío de Roma en su penetración y colonización norteafricana.

Es opinión generalizada el desconocimiento de la navegación entre los primitivos habitantes de las Islas, hecho que la arqueología no ha podido documentar hasta el momento, planteándose siempre el problema de si fueron capaces de llegar cómo es que no tuvieron contacto entre ellos teniendo en cuenta la cercanía de unas islas y otras, y que los elementos arqueológicos no lo pueden confirmar. J. Alvarez Delgado opina que el desconocimiento de la navegación les viene dado por las circunstancias de ser gentes que nunca usaron este medio de transporte, ya que fueron traídos a las islas por los romanos en época de Juba II. Pensamos que habría de valorarse también la dificultad de navegación entre las islas con medios rudimentarios, por el sistema de corrientes y contracorrientes que entorpecen dichas comunicaciones, como tendremos ocasión de indicar.

Se ha negado también el conocimiento de la navegación entre los bereberes, lo que complicaría aún más el problema. E. Laoust, por el contrario, cree que los bereberes conocen la navegación antes de la invasión musulmana, basándose en la existencia de palabras bereberes puras relacionadas con el mar y la navegación, al menos entre los habitantes del SMS en la zona del Anti Atlas que son capaces de adentrarse en el Atlántico y que igualmente en época antigua pudieron alcanzar las Islas Canarias.

E. Serra piensa, asimismo, que los aborígenes canarios pudieron hacer uso de frágiles embarcaciones hechas de un costillaje de madera ligera y recubiertas de pieles como los conocidos cárabos usados aún en el siglo XV d. J.C. entre los bereberes Zenaga del Sus, con los que en esa fecha navegaban a lo largo de la costa atlántica; con este tipo de embarcaciones, y haciendo uso de las corrientes marinas grupos poblacionales pudieron alcanzar fácilmente las costas de las distintas islas. Para explicar su arribada hemos de conocer necesariamente las corrientes que permiten alcanzar las islas desde el vecino continente africano. Según el derrotero encontramos que al Norte de las Canarias, entre éstas y la isla de Madera, la corriente general se dirige al S. SW., al paso que en las islas orientales, tira al S. SE., y aun al SE, cuya tendencia hacia el segundo cuadrante crece con la aproximación a la costa africana hasta el meridiano del grupo más oriental de las Canarias, o sea, el formado por Lanza rote y Fuerteventura. Al Sur del Archipiélago tira  la  corriente del Sur para el Este y muchas veces hasta el E. SE. En la parte occidental se dirige generalmente hacia el SW. SSW y S.

La navegación entre las islas no es fácil, debido a los canales y zonas de calmas que reinan entre ellas. Las Canarias presentan cuatro canales principales que las atraviesan.

El primero y más oriental formado por las costas de África y las islas de Lanzarote y Fuerteventura de difícil navegación. El segundo comprendido entre Fuerteventura y Gran Canaria, es uno de los mejores porque rara vez se encontrarán calmas en su parte Sur. Los vientos que por lo regular reinan del NE. al SW. en todo el Archipiélago se dividen -al Norte de las islas, produciendo a sotavento de ellas unas calmas que se extienden hacia el Sur hasta 30 millas de distancia. Esta facilidad explicaría la gran cantidad de navegaciones que se produjeron desde la isla de Fuerteventura para la conquista de Gran Canaria, permitiendo las continuas razzias de Bethencourt.

El tercer canal, formado por las islas de Gran Canaria y Tenerife es peor bajo este aspecto, toda vez que cualquiera que sea el viento, es muy difícil zafarse de la zona de calma producida por las tierras altas y porque además se forma una poderosa marejada.
Navegando del Sur al Norte no se deberá penetrar nunca entre las islas con objeto de barloventar en sus canales, tanto por los brisotes duros, que en ellos se experimentan, como por la fuerza de las corrientes que se dirigen al Sur en todo el Archipiélago. A esto hay que añadir, cuando se navega entre las Islas, los embates que se producen generalmente cuando los vientos del NE., son bastante frescos en las proximidades de las costas que se encuentran abrigadas, por la elevación de las tierras, y que soplan en dirección opuesta a la brisa.

La isla de Gran Canaria presenta en general unas costas altas y escarpadas en las que se abren varias radas y bahías, siendo las del Norte y Oeste malas en la estación de verano, por estar abiertas a los vientos del NVV. y las del S. y E. lo son desde Noviembre a principios de Enero cuando suelen reinar los del SE.

Los vientos generales de la isla son los del primer cuadrante. En el Sur cuando el viento del NE. es fresco, aparece viento opuesto conocido con el nombre de embate que dificulta el acercamiento a tierra. Las neblinas no son muy frecuentes y sólo aparecen cuando reinan con insistencia los vientos del E. y SE., sin que pueda determinarse una época fija; la regular es de Junio a Agosto y de Octubre a Diciembre. Las corrientes son poco sensibles en las inmediaciones de la costa y siguen el arrumbamiento de ella.

Por todo lo anteriormente expuesto podemos deducir: 1. Que sería más fácil al navegante llegar a las islas orientales que a las occidentales. 2. La corriente general de Canarias facilita la navegación periférica en el sentido siguiente: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria a Hierro y La Palma, dejando en medio de la bolsa dos islas: Tenerife y Gomera de difícil acceso. 3. Las relaciones entre las islas orientales serían bastante fáciles siguiendo la corriente general según la época del año los primitivos pobladores de la isla pudieron llegar por diferentes lugares. 4. La calidad de las radas coincide con puntos importantes de la población primitiva (Gran Canaria): Telde, Gáldar, Arguineguín, etc., lo que pudiera indicar que el desembarco se realizaría por alguno de esos lugares.

LOS BERÉBERES
A lo largo de este trabajo hacemos constantes alusiones a la población beréber, por lo que nos referiremos brevemente a su proceso histórico para el que hay que tener muy en cuenta la geografía del territorio. Hay que distinguir la región del Tell, las llanuras y altas llanuras de la zona de los macizos montañosos. Ambos van a recibir la misma influencia pero con una incidencia distinta en cada zona.

El beréber de las montañas es pastor seminómada que conoce una agricultura rudimentaria (es en la región del Tell donde la agricultura tendría una gran importancia en su economía), utilizan la cueva vivienda con carácter fijo, así como la covacha de tipo cuadrángulas o las de piedra seca cubierta con ramas o pieles y que se agrupan formando poblados en sitios favorables. No eran muy exigentes, llevando sobre todo un régimen de vida vegetariano, matando muy pocas veces a sus animales y conformándose con la leche que les proporcionaban. Los bereberes hicieron del arte una manifestación familiar de la vida. La mujer es, la mayoría de las veces, la artista que decora las vasijas, pinta las paredes de las casas y hace los tapices. Su religión es animista y zoolátrica, practicándose el culto, sobre todo en las grutas, lugares altos o cerca de una fuente o árbol sagrado, con ofrenda de sacrificios.

La influencia del exterior y de las zonas costeras es la que ha marcado la evolución del Mogreb, porque los macizos montañosos dan un elemento de estabilidad a toda su historia. Las grandes llanuras fueron recorridas numerosas veces por los pueblos nómadas, siendo las montañas al borde del desierto, fuertemente berebizadas, un obstáculo insuperable. Los del Atlas Occidental, Aurés, Rif oriental, etc., han continuado más o menos intactos a través del desarrollo histórico cultural del Mogreb.
Todas estas montañas han quedado aparte de las influencias exteriores, tanto de la arabización, como de las colonizaciones, cuya influencia se dejó sentir más sobre las llanuras.

La colonización fenicia en Tripolitania y Túnez, y la griega en Girenaica, habían preparado la colonización romana en una parte del Norte de África. Es esencialmente sobre el cultivo de cereales y la arboricultura en la que se va a basar ésta. En el siglo III el limes alcanza la máxima extensión provocando el nacimiento de un nomadismo belicoso en el Sahara y las estepas norteafricanas. Este nomadismo belicoso surge como reacción de los bereberes, ante la presión del limes romano que los empuja hacia el desierto.

En época histórica los bereberes descienden en gran número sobre el Sahara Occidental y ocupan poco después EHchirri, Khat y el borde septentrional del Hodn. Otras migraciones en la zona del Draa y Tafileh hacia el Hodn y el valle del Níger. En adelante llegarán por el Sahara Occidental hacia el África Negra los bereberes Sehaja y los Zenatas (Zenagas). provenientes del Norte de África. Los primeros, viven actualmente en Kabilia, Marruecos central, medio y alto Atlas, Sahara Occidental, Mauritania, Hodn, y el escudo del Níger.

En el siglo Vil a. J.C. llega la primera expedición árabe, una razzia más que una invasión hasta el río Sus, y desde allí al desierto donde toman los primeros cautivos Zenatas. Es el comienzo de una serie de desórdenes que van a durar 150 años y que se harán patentes sobre todo en las llanuras, quedando las montañas bereberes muy poco, o nada arabizadas. Más allá del limes triunfa la vida nómada, sobre todo en las estepas argelo-marroquíes que recorren los bereberes Zenatas y va a ser la base humana de la herejía Karijha, siendo el punto de cristalización Tahert y reinando durante siglo y medio (761-908), va a provocar profundas luchas y persecuciones entre las poblaciones bereberes, que permanecen en el Centro y Oeste del Mogreb.

La variación climática romperá el equilibrio mantenido hasta los principios del Islam, como lo demuestra la gran cantidad de lugares abandonados y que habían sido centros prósperos.

A mediados del siglo XI (1051-2), se desencadena por todo el Mogreb un azote sin precedentes, cuando el sultán del Cairo envió a los nómadas árabes, las tribus de Bebí Hilal destruyen y arrasan todo llegando a las llanuras del Chelif en los siglos XIII y XIV contribuyendo a que se produzcan grandes migraciones entre las tribus bereberes perseguidas. Las zonas del medio Atlas y la llanura central marroquí son las que atraen a estas tribus, y donde constituirán las grandes confederaciones como la Zemmour. Los aspectos de la habitación testimonian este origen sahariano de la mayor parte de las tribus seminómadas del medio Atlas. Los focos de resistencia beréber se sitúan también sobre el arco sahariano: Anti Atlas, Montes Matmata y Djebel Nefusa, y en las altas montañas de la cadena atlántica, viejo macizo del alto Atlas Occidental y Aurés. Las montañas más bajas y el llano no pudieron escapar a la beduinización aunque conservaron su forma de vida montañesa fundada sobre la agricultura y el seminomadismo estacional guardando las reservas agrícolas en grandes graneros comunales fortificados. La gran Kabilia en las cadenas septentrionales quedará constituida por un mosaico de pequeñas tribus sin consistencia y de difícil organización.

Rafael González Antón,Doctor en Arqueología. 
Antonio Tejera Gaspar, Profesor de Protohistoria de la Universidad de La Laguna, en:
Revista Aguayro. Año XII nº 137, octubre de 1981.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)

NOTAS
(1)  Levi Straúss, C. Antropología estructural. En "Historia y Antropología." Ed. Eu-deba, Buenos Aires. 1961, pp. 1-26.
(2)  Watson, P.J. Steven,A. Leblanc, Ch. L Redman.
"El método científico en la arqueología." Alianza editorial. Madrid, 1974, pp. 42-43.                                       
(3)  Sahlins, Marshall D. "Las sociedades tribales." Ed. Labor. 1972.
(4)  Barth, Fredrik. "Los grupos étnicos y sus fronteras. La organización social de las diferencias   culturales."   Compilador... Fondo de Cultura Económica. Méjico, 1976.
(5)  Alvarez Delgado, Juan. Leyenda erudita sobre la población de Canarias con africanos de lenguas cortadas. "Anuario de Estudios Atlánticos."  Madrid-Las  Palmas, n.°23,1977, pp. 51-81.
El trabajo aquí publicado«s el primar capítulo de un libro que con el mismo título de "Los aborígenes canarios" aparecerá próximamente, en edición del Secretariado de publicaciones de la Universidad de La Laguna. Sus autores don Antonio Tejera Gaspar, profesor de Prehistoria de la citada Universidad, y don Rafael González Antón, Doctor en Arqueología, poseen merecido prestigio como estudiosos de las Canarias prehispánicas. Dado el interés de este trabajo nos ha parecido oportuno difundirlo para conocimiento de los lectores que gustan de tales temas.


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