viernes, 21 de agosto de 2015

Burdas mentiras al servicio de fines inconfesables: Tres preguntas con mala intención.




Hay quienes confunden el adoctrinamiento con la enseñanza, bien sea en política, en religión o en cualquier otro aspecto de la inteligencia humana, con la falsa intención de “informar”, camuflando en ello intenciones oscuras que no tienen nada que ver con el hecho en sí mismo de que una persona aprenda a pensar por sí sola y actúe en consecuencia, de forma libre y no dirigida por “los/ as maestros/ as de manual”, que se limitan a hacer aprender “fórmulas supuestamente magistrales, que como en botica, aparentemente tienen la solución para todos los males de la Humanidad”.

En política, alguien avispado [Que no inteligente], estimulará la rebeldía de la gente ante cosas y situaciones que le afecten de forma personal y o colectiva, y aleccionará y adoctrinará sobres los textos clásicos al uso en cada ideología, con un compendio de teorías y textos antiguos que, supuestamente, contendrían la esencia de esa
“doctrina”, y al igual que los fundamentalistas de cualquier madrasa musulmana, catequesis ultra católica o escuela judaica, las mismas Faes u otras por el estilo, no enseñan un pensamiento filosófico y las herramientas necesarias para un pensamiento crítico de la realidad y los hechos y acontecimientos, sino un “corpus doctrinario rígido”.

El “campo” que más conozco es el de la izquierda revolucionaria, pues después de décadas sorribando aquellas tierras, aunque uno sea un poco o un mucho tronco, no queda más remedio que aprender algo, sobre todo cuando no queda otra que hacer un ejercicio de auto crítica y analizar cada uno de las veces que te das contra la muralla de piedra; Lógicamente [Aunque en política, paradójicamente muchas veces la
lógica brilla por su ausencia] siempre la equivocación no puede ser “del pueblo adoctrinado por la propaganda del NO-DO”, alguna vez será de los revolucionarios ¿O no?

 Con frecuencia, más de la deseada, me he encontrado con genuinos seguidores de lo que en tiempos se llamó “realismo socialista”, la Cultura al servicio de la ideología socialista, y me avergoncé al ver que simplemente se trataba de avispados y caras duras que una y otra vez se limitaban a memorizar y citar de carrerilla las viejas fórmulas
escritas por Marx, Engels o Lenin, cuando no las de cualquier visionario que supuestamente basádo en autores como los citados, se sacaban de la manga planteamientos, conceptos y “vías alternativas” que solo escondían sus ansias de conseguir sus propios fines particulares, siempre “con la cita adecuada para cada ocasión”, basada en los viejos textos, sin decirle a los/ as adoctrinados/ as, que
estos fueron creados para los tiempos históricos y las circunstancias propias de cada lugar, y que en modo alguno constituyen la solución para nada más que para lo que fueron creados.

Hace unos días me tropecé con alguien de estas personas, que sin saber “mi procedencia ideológica”, trató de adoctrinarme con citas y supuestos análisis de la realidad actual, mezclados con las viejas citas y análisis,  e que incluso se atrevió a tratar de “adoctrinarme” en una mezcla de leninismo, maoísmo y no sé que más, pues casi me dio la impresión que ni esa misma persona sabía al final de qué carajo me estaba intentando convencer. Como uno es persona respetuosa con las formas de pensar de los demás, y educada [Contrariamente a lo que pueda parecer a priori] lo dejé hablar a sus anchas, haciendo alguna pequeña pregunta de vez en cuando; También soy un poco [O un mucho] perro viejo [Otros dirán Hijo de tal o cual], y mientras halaba, yo movía la cabeza de vez en cuando, como si asintiera, pero en realidad, el movimiento se debía al hecho de que captaba sus contradicciones e intenciones, camufladas entre la vorágine de palabras, ideas y conceptos, hasta que me cansó y le plantee una pregunta: Cómo pareces haber estudiado El Capital, el Manifiesto Comunista, el Libro Rojo de
Mao y algunas cosas más, yo votaré a tu partido [Podemos] en las próximas elecciones si eres capaz de resumirme en cinco minutos la Filosofía que se esconde detrás de todos esos textos, qué podemos sacar en limpio de toda esa exposición de pensamientos e ideas condensadas en ellos y que me has mezclado aleatoriamente saltando de
uno a los otros según te conviniera. No supo naturalmente, porque si los estudió no los comprendió, solo se los aprendió más o menos de memoria.

La respuesta es bien sencilla y fácil de entender: “El sistema de producción capitalista se basa en la creación de plusvalía que necesita la explotación de la mano de obra a la que se le tienen que negar todos sus Derechos, para seguir produciendo plusvalía, y que es necesario un reparto equitativo y justo de esa plusvalía para acabar con la situación de explotación del Hombre por el Hombre”. Algo tan sencillo, no fue capaz de hacerlo y no es porque fuera “nuevo” en política precisamente. Es que se “tragó” todos los textos [Que dice haber leído] pero se limitó a aprenderlos no a analizarlos y sacar las
conclusiones oportunas.

Puesto entre la espada de mi lengua afilada [Y viperina cuando me da la gana] y la pared de roca, tampoco supo decirme como se debería hacer “ese necesario y justo reparto de la riqueza generada, de la Plusvalía, y dudo de que hasta sepa explicar ese concepto, sino que nuevamente recurrió a las viejas fórmulas aplicadas en lugares,
tiempos y realidades sociales que no se parecen en nada a la realidad histórica y las condiciones sociales y políticas de nuestra tierra, las de ahora mismo, algo que por lo demás no es exclusivo de este personaje sino que se puede aplicar a todos los actores o aspirantes a actores de nuestro tiempo, desde la izquierda, al centro y hasta la
derecha en Canarias.

Por supuesto tampoco supo explicarme que cosas sería necesario tener en cuanta, que posibilidades habría que valorar y cuáles no, cual habría de ser la visión de un revolucionario, que cosas tiene que “ver” y cuáles no; Y para ilustrar lo que quería preguntarle, tomé prestado uno de esos juguetes eléctricos con varios pulsadores, cada
uno de los cuales emite una nota musical y le pregunté ¿Qué ves aquí?

La respuesta, lógica por otra parte, fue la esperada: Un juguete, un piano para niños, en fin, un juguete para resumir. Se limitó a describir aquel objeto con lo obvio, no con la visión de un auténtico revolucionario, capaz de ver todas las posibilidades, todas las
opciones...; Y si no eres capaz de ver todo lo que hay detrás de cada cosa, todos los problemas, tampoco puedes ver todas las soluciones, si no eres capaz de salirte de “los textos, las fórmulas de otros tiempos y otras tierras y momentos, ¿De qué me vas a convencer de nada? Si no eres capaz de ver tras la inocente apariencia de un juguete que emite sonidos un circuito eléctrico que posibilita la risa del niño, ¿Serás capaz de ver todas las complejísimas “relaciones de explotación económica y alienación, social, política y cultural” que se esconden detrás de nuestro aparente sistema democrático occidental? ¿Serás capaz de encontrar soluciones a esos problemas sin violentar la
visión, forma de pensar, la pluralidad de todas las gentes de nuestra sociedad democrática y occidentalizada? Porque se supone que no se va a cometer el error de “obligar al conjunto de la Sociedad a nada”, que como he dicho en otra ocasión, debemos arar con los bueyes y vacas que tenemos, mientras no tengamos otros...

Desde la Vieja Fortaleza, Rukaden Ait Anaga.


18 Agosto 2015

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