domingo, 13 de septiembre de 2015

ARCHIVO PERSONAL DE EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ-XLIX



2002 enero 15.
          
Carta de los hijos de Hupalupa


A finales de 1998, una tranquila mañana nos sorprendió la noticia: presentación del catálogo de la colección Hermógenes Afonso de la Cruz. El acto en cuestión se había realizado el día anterior ante los medios de comunicación de toda la Isla; nosotros —su familia— quedamos al margen de todos los preparativos y posterior celebración. En el catálogo destacaron a la figura de Hupalupa como un donante y también reconocía el mismo Cabildo Insular de Tenerife que la colección se había incautado de forma incorrecta. Nosotros, en ese momento, tuvimos una sensación agridulce, ya que a pesar de que la publicación implica un cierto reconocimiento al trabajo de nuestro padre, nos sentimos, por otro lado, distantes y agraviados por no haber sido, como mínimo, invitados a la presentación del libro. Nuestra reacción fue ir inmediatamente a la persona responsable y contarle nuestra sensación; la respuesta, aparentemente, fue de apoyo y se nos prometió que el Cabildo iba a contar para cualquier acto relacionado con la labor de Hermógenes, con su familia.

Desde que nuestro padre comenzó a recuperar a través de su trabajo de campo aquellos gánigos o vasijas guanches que hoy se encuentran en el museo, todo el mundo conocía sus hallazgos. Incluida la propia María Antonia Perera Betancort, jefa de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de Lanzarote, que trabajó durante años para calificar dicho material arqueológico. No se trataba de ningún secreto, ¡todo el mundo lo sabía! Antes de que ocurriera todo esto, concretamente en el año 1995, cuando mi padre aún vivía, trató de ponerse en contacto con responsables destacados del Museo Arqueológico dependiente del Cabildo Insular de Tenerife. La intención era llegar a un acuerdo con el mismo y donar la colección, siempre y cuando se le reconociera su trabajo y no cayera en el olvido. En ese momento, él mismo donó una pieza considerada muy importante; se trataba de un encendedor encontrado en Las Cañadas del Teie. Poco tiempo después de las conversaciones, una tarde en la que se encontraba trabajando en la que era una finca del Sur de la Isla, apareció la Guardia Civil junto a un grupo de técnicos enviados por la Dirección General de Patrimonio. El trato que hubo hacia su persona no se correspondió a la actitud que el Cabildo tuvo con otros donantes. Ese pudo ser el principio del fin de Hupalupa.

Enero del 2002, hoy, ayer..., nos encontramos en la misma situación. Pero esta vez están agotando nuestra paciencia. La marginalidad que sufrió Hermógenes en vida es hereditaria. De hecho, en el acto donde se inauguran las nuevas instalaciones del museo entre las que se encuentra la sala de donantes, organizado de nuevo por nuestro querido Cabildo Insular, sus hijos Chaxiraxi, Ruymán y Yaiza, y su mujer, Amparo, no se consideran personas gratas, según palabras textuales del mismo jefe de protocolo del Cabildo. Somos la única familia que no está invitada al acto. A nosotros nos duele mucho no formar parte de un acontecimiento que sentimos como nuestro.

Hemos pasado por alto que no nos pidan la opinión sobre cualquier acto conmemorativo referente a la memoria de Hupalupa (plaza, homenaje, colección, etc.), pero no pensamos seguir asi. Conocernos perfectamente el juego político de los "nacionalistas".

Hoy en día, en cualquier institución hay muchas personas "alimentándose" de ese nacionalismo por el cual luchaba Hupalupa en tiempos en los que ser nacionalista no era rentable. Ahora es fácil encontrar un mártir que no proteste porque está bajo tierra. Pensamos que nos tienen miedo, al igual que se lo tenían a nuestro padre. Pero queremos reafirmar nuestra postura: tanto mi madre como nosotros, y a pesar de las adversidades, somos personas libres e independientes con nuestras ideas y principios, nuestra dignidad es tan grande que ni la censura que promueve el Cabildo, ni los culichihis que vociferan por los pasillos del mismo nos van a callar.

Aprendimos una lección muy grande de Hermógenes, escribir; el arma de la palabra es el patrimonio que nos dejó en herencia. La usaba él en aquellos momentos de rabia y también de pasión, por eso estamos aquí reivindicando su palabra, nuestra palabra. ¡Viva Canarias Libre!»

Ruymán, Yaiza y Chaxiraxi_Afonso Higuera.

(Archivo personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)

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