viernes, 18 de septiembre de 2015

BREVE HISTORIA DEL BARRANCO ARAGUY (BARRANCO SANTO) CON IMÁGENES-II





 
Eduardo Pedro García Rodríguez

En este lugar hay un segundo salto donde las aguas formaban una hermosa cascada de “cola de Caballo” y se ensancha considerablemente. A partir de este tramo y hasta su desembocadura era conocido a antiguamente por barranco de Añaza, y también como el  río, y su desembocadura por charco de la Chacona o Casona




Desde su desembocadura hasta el salto, el cauce estaba alfombrado por un manto de vegetación entre la que predominaba por su abundancia los berros y berraza; el poleo y el pasote; El césped y el “Venenero”, (Tabaco Moro) en sus charcos bullían la vida, ranas; peces; libélulas; mariposas y pájaros, entre ellos destacaban la Abubilla y nuestra emblemática Alpispa, hoy, este nicho ecológico está ocupado por toneladas de escombros vertidos de una obra promovida por el gobierno autónomo -el Hotel Escuela-, basuras y por una miríada de palomas enfermas y perros abandonados. 




Antaño este mismo tramo del barranco sirvió de campo de juegos  y zona de baños a la chiquillería de Santa Cruz de Tenerife, y como lugar de pastos y bebedero para los ganados que desde otras islas o del interior de esta, aportaban a la ciudad, así como lavaderos públicos.


Cuando en los inviernos de fuertes lluvias el barranco corría los edificios situados en sus márgenes sufrían  el embate del  torrente, resultando periódicamente dañados o arruinados algunos de ellos, siendo la iglesia de La Concepción uno de los que frecuentemente más daño sufría como consecuencia de las avenidas, tributo que debía pagar por la temeridad de sus fundadores al construir el templo invadiendo parte del cauce del barranco.

La importancia que tenía el caudal de agua que discurría por el cauce del barranco, queda manifiesta en las obras que para su aprovechamiento se llevaron a cabo. Desde gracia hasta su desembocadura podemos contar ocho represas, con el agua de las cuales se regaban las fincas situadas desde el Charcón, (Gracia) hasta la zona de los Molinos (Santa Cruz). Entre el salto y el puente de la Asuncionistas existen las ruinas de tres de ellas, cuyas aguas regaban las fincas de plataneras situadas entre los salones Fayfe y el lugar que hoy ocupa la zona de la Salle. Con las del salto se regaban las huertas de ambas márgenes del barranco, desde el lateral izquierdo de hospital militar, hasta la altura del cuarto mortuorio del antiguo hospital civil.



Según recoge el investigador Alejandro Ciuranescu, en su cauce existieron varios molinos de de agua, de los cuales aún perviven los restos de uno de ellos así como el acueducto que lo alimentaba, joya etnográfica de nuestra cultura del agua que actualmente está expuesta a desaparecer debido a la piqueta municipal y a la poca sensibilidad de los poderes públicos por nuestro pasado reciente colonial. Veamos una cita del mencionado historiador en torno a dichos molinos: “También había molinos de agua. El más antiguo parece haber si­do el que había fabricado Luís de Mayorga en el valle del Bufadero, probablemente hacia 1530. En 1559, Francisco Díaz, polvorista y lombardero de la fortaleza del puerto, pidió licencia para poner un molino de agua en El Sobradillo, sin duda en el barranco de Santos: se le autorizó para “moler con el agua del dicho barranco, como con cosa suya, con que no impida ni ocupe camino ni serventía alguna que aya de presente”. Desde mediados del siglo XVII, el convento de Santo Domingo poseía en el barranco de Santos, debajo del Chorro, un mo­lino que posiblemente no es diferente del anterior. En 1802 todavía había en Santa Cruz un molino de agua, sin duda el del convento.



"No pudo ser exactamente el de Díaz, porque en 1620 consta que no había ningún molino en Santa Cruz (cf. la nota 206): posiblemente el que antes había, fue abandonado y reedificado después. Lo que sabemos es que en 1723 había un molino de agua en el barranco de Santos, debajo del Chorro, y que se alquilaba por 37 fane­gas de trigo al año (AHP: 1579/69)."


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