martes, 3 de noviembre de 2015

AFRICA VERSUS AMERICA LA FUERZA DEL PARADIGMA




Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de MedinaSidonia

CAPITULO XXXIV




LAS PLAZAS DEL XARIFE

En 1475, la Católica mencionó los dos Sales, el Viejo y el Nuevo, "con el río en medio", entre las "escalas de mercadores". A cinco leguas por tierra de La Mamora, el río, frontera de Fez con Marruecos, pasaba entre la Alcazaba y la ciudad de Sale. El 1603 murió Hamete "El Dorado", rey de Marruecos, Fez y el Sus, según algunos ayudado por el agente español Diego Marín, sobrino del difunto Diego Marín. Repartidas las coronas entre los hijos del monarca, al término del año los tres quisieron el poder del padre. Eliminado Bufares, que tuvo el Sus, Muley Xeque o Mahamete, rey de Fez, hizo la guerra contra su hermano menor, Muley Cidam, que lo era de Marruecos. En 1607, Mustafá, bajá de Cidam, cortó el río de Sale por "su parte", quedando a la "parte nueva", mientras Abdalá, hijo de Mahamete, entraba en Messena, principio de Marruecos. Lejos ambos de Alarache, los aduladores aconsejaron a Felipe III, conquistar la plaza[1]. Al año siguiente, en diferentes circunstancias, le recomendaron quemar los campos de Temesena, para llamar la atención, alejando de la plaza las fuerzas de Mahamente[2]. En 1610, "la almahala de Muley Cidam.., había comenzado a entrar en el reino de Fez". Resistencia inesperada le obligó a replegarse a Sale, donde empezaban a desembarcar "andaluces" o moriscos expulsos. Temiendo problemas, por traer costumbres nuevas, les cedió la Alcazaba con puerto y término, en régimen de autonomía[3]. Apropiado el sitio para practicar el corso, se hicieron expertos, destacando el capitán Sufre, natural de Segorbe. Con saetía conseguida en Túnez, capturó barco cargado de sal y azúcar. Lo armó en Sale, pirateando con tripulación de 45 moros, 2 renegados y 4 cautivos cristianos[4].

En 1619, Felipe III estaba en Lisboa. Aficionado a coleccionar plazas, contempló con interés oferta, transmitida por Pablo de Santa María, intérprete de "lengua hebrea", en nombre de Cidiyza Xarife, que lo era de lengua arábiga, uno de los 13 xeques "principales" de Sale, custodio de las tres llaves, dos de hierro y una de "palo", que cerraban las puertas de la Alcazaba. Alegando estar hartos de guerras fratricidas, comunicó el deseo de entregar la plaza, al rey de las Españas. Vendiendo el producto, presentó la ciudad de Sale como poblada y rica en fuentes, pero con puerto de playa, por cuya "barra no pueden entrar si no navíos pequeños", pese a estar documentado que solía reunir siete u ocho de 200 toneladas, dedicados al corso. "Sobre la mar y sobre el río", la Alcazaba dominaba la ciudad, disfrutando de puerto amplio y cómodo, contando con 600 casas, dotadas de pozo, con agua inmejorable. En decadencia, pese a la importación de moriscos, 211 estaban ocupadas por "gente casada y pudiente" y 75 por viudas pobres. Tres murallas sucesivas, cada una con 40 piezas de bronce "de tipo antiguo", protegían el caserío, cerrando una cuarta arrabal de 100 casas y campo, con capacidad para mantener 3.000 vacas. A un cuarto de legua había una fuente, desaprovechada por innecesaria [5].

Fácil la conquista, bastaría cuatro cascos bien "marinados", de la Armada del Mar Océano, que llevarían bandera holandesa. Escondida la tropa bajo la tilla, viajaría disfrazado de mercantes, llevando "algún tabaco", bonetes, aguardiente y lienzos o lencería para rescatar, a la espera de que se celebrase boda anunciada, que al tener entretenido al vecindario, permitiría el desembarco. Los castellanos bajarían a tierra provistos de copias de las llaves, ocupando la Alcazaba mientras los defensores potenciales se divertían [6]. Aprobado el plan por el Austria, Fadrique de Toledo, Capitán General del Mar Océano, recibió la orden de preparar los navíos. Replicó que habría de aguardar el regreso de los barcos de la plata, porque no los tenía [7]. Requerido por segunda vez, expresó su opinión: de salir bien la conquista, aportaría a los españoles, el gasto de un presidio más en
"Africa", "sin necesidad ni provecho", pues Sale "no es puerto si no playa abierta". Por otra parte, pondría en peligro la Mamora y Alarache, pues Cidam dejaría de consentirlas, recuperándolas sin remedio, al no tener la guarnición despensa, moral ni herramienta de guerra[8]. Así las cosas, los xeques de Sale se dirigieron a Felipe III, pidiendo que abriese La Mamora al comercio, con promesa de agilizar el rescate de cautivos cristianos, animando el mercado con esclavos pr Aopios [9]. Quedando demostrado, por esta vía, que no estaba implicados en el plan de Cidiyza, fue posible suspender la operación, probando por añadidura, que salía más barato proteger el oro y sus rutas, haciendo que la Armada del Mar Océano, despejadas de corsarios las costas de Indias, continuase a Levante, limpiando las de Berbería[10].

Franciso Roque, agente del duque de Medina Sidonia en Marruecos, que lo sería de Felipe IV, mantuvo tan buenas relaciones con Muley Cidam, que habiendo decretado la suspensión del trato con la Mamora, permitió al agente continuar como arrendatario del puerto de Sale, a título personal[11]. Centro de corsarios, mercado de las presas, que se "toman destos reynos y de las Indias", acudían navíos de todas las naciones, al olor de géneros "preciosísimos", como aljófar, esmeraldas, oro hilado, especies, pastel y cochinilla embarrilada a precios ventajosos, en relación con los que se usaban en Indias, Sevilla y Lisboa. No deseando los Austria comparaciones, los castellanos que tocasen en Sale[12] y demás puertos del Xarife, sólo podían comprar bacalao, cáñamo "y otras cosas de igual estimación"[13]. Violada la prohibición, con contumacia y alevosía, el contrabando entraba por las costas andaluzas, en especial las Tarifa y el Barbate y el tráfico de moneda de vellón, por las plazas del Xarife, están ampliamente documentados[14], no faltando quien hiciese observar a los sucesivos monarcas españoles lo absurdo de una prohibición, que perjudicaba a sus súbditos, vedándole mercado ventajoso, en beneficio de los extranjeros, dando lugar a que dejasen de ganar lo que hubiese permitido rescatar[15] cautivos, en especial de Sale, donde se estimaba que había dos millares[16], porque "apenas pasa bajel, que no se lleve allí"[17]. Reanudado el trato y los rescates Cidam, se recuperaron dos avisos dirigidos a la Casa de Contratación en 1625, desde Nueva España y Tierra Firme, advertían de la presencia de armada inglesa. Enviados a España, acompañó carta del portador, el hidalgo portugués, capitán Pedro Nuñez Tinoco, caballero de Cristo. Habiendo servido en Flandes, continuó combatiendo en las guerras del Marañón. Derrotadas en Cabo de San Agustín 8 compañías de infantería, por los holandeses, los que pudieron escapar se metieron a Nueva Andalucía. Nostálgico de la patria y queriendo regresar, Nuñez se ofreció al gobernador, en calidad de correo. Capturado a la salida del puerto le metieron en Sale, donde vegetaba sin esperanza, por carecer de posibles, para poder rescatarse [18].

En 1637, el General de la Mar y Costas de "estas fronteras" por "Su Majestad Imperial" de Marruecos, tenía la residencia oficial en Sale, ejerciendo como alcaide - gobernador de la ciudad, arrabal y xela de Salé[19]. La Alcazaba se identifica con la Sale actual, ribereña del Bou Regreb, que la separa de Rabat, supuesta ciudad de Sale, a la que se atribuye por origen la Chella, fundada en el siglo III a.J.C. Puerto de fenicios y cartagineses, acuñó moneda en el siglo I, siendo construido en el X el ribat, que le dio nuevo nombre. Señorío de Abeyuçuf, hijo del último adelantado del Algarbe de Berbería, antes de ser el primer Benimerín, no parece que esta Rabat fuese la Sale de los Beni Ifren o Ifrani, fundada en el siglo XI y probable "escala de mercadores". Controlada por la tribu Berghuta, sería base de almorávides, en torno al 1058. Conquistada en 1249 por el emir Abu Yahia ben Abd el Haq, los castellanos la saquearon en 1260, aprovechando los últimos coletazos de la guerra civil, que acabó con el imperio de los Miramamolines. La construcción de las murallas, fue consecuencia de esta visita.

Reinaba Felipe II, cuando el Conde de Santa Gadea mencionó la Mamora y el Cabo de Aguer, como los mejores puertos del Xarife, por estar "fuera del estrecho"[20]306 leguas o 17º. En el primer viaje, la escala en el Cabo de Aguer, es la central. En el segundo, se hace referencia al reino de Marruecos y a la isla de Mogodor, en la segunda y última escala. Si partimos de la Punta de Allende, los 17º no nos llevan mucho más allá del Cabo de Oranje. En resumen, hemos partido, poco más o menos, de donde estuvo la última bahía de Brasil, principio de la Guinea, para venir a dar al Cabo de Orange o la Bahía de Oyapock, frontera del reino de Marruecos, con el de Fez.. Le contradijo Alonso de Guzmán: "las playas de Safi y Cabo de Aguer no son seguras para armada, sí no costa y bien peligrosa"[21]. Mencionado el puerto de Mogodor junto al cabo de Ajer o Aguer, en albalá de 1463, como límite de la "conquista" que se atribuía la corona de Castilla, "escala de mercadores" en 1475 y escenario de la guerra de Lugo, tuvo por capital Tagaoz, con su fortaleza de Agaoz y la Casa de Agadir. En su término estaban el puerto de Nul, a cinco leguas, con el castillo y puerto de Yfini. Sede de la aduana de Santa Cruz del Cabo de Guée, se dice que Manuel I introdujo en Agadir la caña dulce y la industria azucarera, repitiendo años más tarde en Mogador, sin caer en que hablan del mismo lugar, ni en la toma de posesión simultanea, que hizo Juan de Guzmán, de "la Ysla e términos e cabo de Mogodor", en el reino de Marruecos, con licencia para construir fortaleza en Gugarti[22]. La torre se hizo, pues Fernando el Católico denunció su construcción, como atentado a su majestad, en las conversaciones que precedieron al Tratado de Cintra, firmado en 1509. Los apoderados de Juan de Guzmán tomaron dos veces posesión de las Islas del Cabo de Aguer. En agosto de 1496, tocaron en los puertos de Zebedique, Turucuco, en las inmediaciones del Cabo de Aguer y Galebarba; la segunda, en mayo de 1506, lo hicieron en Gugarti y Aytudel, comarca del reino de Marruecos, donde estaba la Isla de Mogodor. En ambos casos, los apoderados navegaron exactamente 9 días, entre la primera y la última escala. La regularidad demuestra conocimiento de la ruta, indicando el tiempo las leguas recorridas. De haber alcanzado la velocidad medía del navío suelto, que eran 50 leguas por singladura, hubiesen andado 450 leguas o 25º, pero de ser navegación de cabotaje, no hubiesen rebasado las 34 leguas por jornada, corriendo una

Recuperada Mogodor, Magador o Mogolo por Mahamete, Hamete el Dorado puso baluarte artillado, que alejó a los castellanos de la costa, pero no del río, pues las pelotas no alcanzaban la canal. Sin interés Isla y plaza para Felipe II, no lo hubiesen despertado en su sucesor, de no ofrecerlas el alcaide de Santa Cruz, a través del francés Roberto Bonifacio, cónsul de las naciones flamenca y alemana en Cádiz. Siguiendo la costumbre, se vendió la idea atribuyendo a los holandeses, la intención de hacer "fuerza" "cerca de la playa de Safi", en puerto natural seguro y amplio, capaz de albergar número ilimitado de navíos, que parece haber sido el Pará, desde el que podrían saquear las flotas y contrabandear en Indias, con toda comodidad. Dando los castellanos primacía al credo, Felipe III ubicó Mogodor y Santa Cruz en la costa de Berbería. Los europeos, prestando mayor importancia al color de los hombres, lo situaban en Africa, como el corsario holandés, Godofroy Boot. En extenso memorial, destinado al rey de Inglaterra, atribuyó el descubrimiento de la "isla" a sus compatriotas. No pudiendo apropiársela Holanda, a causa del tratado de paz con España, incitó al monarca inglés a conquistarla, por ser posición que le permitiría amargar la vida al rey de las Españas, que de tener sus enemigos la rada, para conservar sus Indias, "así orientales como occidentales.., habría de gastar tanto y más que no lo leva y pasa cada año", de manera que en poco tiempo, "le puedan echar fuera dellas". Sustraído el documento de la real secretaría, por el activo Conde de Gondomar, embajador de España en Londres, lo mandó a Felipe III, que lo hizo seguir al duque de Medina Sidonia, en 1619, acompañado de "pintura" de Magador, por desgracia perdida[23].

Con costa a la mar, tenía la isla unas 50 millas de largo, por otras tantas de ancho, lo que representa unas 2.500 cuadradas. "La más grande y fértil", de las fluviales del planeta, la regaban "muchas y muy lindas riveras.. Todo lo que se siembra brota y crece", abundando praderas y bosques. Templado y saludable el clima, en el río se podía "hazer el más lindo puerto del mundo"[24]. De cabida ilimitada, con una sola entrada, bastarían tres torres para hacerlo inexpugnable, a construir en otros tantos meses a poco costo. Como en otros puntos de la costa, había piedra sobrada para sillares y cal. Los naturales, "en ningún modo belicosos", vivían "sin policía y como bárbaros, por no haber sido frecuentados". De ser tratados con decoro, al menos en los primeros tiempos, se mostrarían colaboradores[25]. La idea no encandiló al rey inglés, pero sí al Austria. Con orden de ampliar información, el Guzmán la recabó de navegantes de Cádiz, profesionales de la Berbería. Llamaron Santa Cruz a la Magador de Boot, situándola "30 leguas adelante, la buelta de Cavo Blanco", de su Mogodor particular. Brava la costa y vedada a castellanos por los moros, sólo visitaban ensenada exterior de aguas limpias, con media legua de largo, deteniéndose a las tres brazas, por no padecer el efecto de la artillería, puesta en el baluarte. Algo "empinada" la tierra, en la ladera se veían paredones, de "poca consideración" y en lo alto "caserón grande, a modo de fuerte", donde estaban las piezas[26]. No conocían el interior, pero sabían que la tierra era "generalmente llana y muy llena de ganados", señalando población a unas dos leguas de la mar. Alárabes los vecinos, "aunque hay gran cantidad dellos", el trato era escueto[27], frecuentando la isla carabelas de boneteros toledanos[28]. Olvidados los viejos topónimos musulmanes, se conserva el de Santa Cruz, en la isla de Marajo. En el siglo XVI, por su puerto y el cercano de Azamor, transitaban aloes y avestruces[29].

La Mogodor de los gaditanos fue la Isla de Maracá, a legua y media de la costa continental. Con cuatro de "contorno" y rada de un cuarto de legua, "de tierra limpia", el interior, ligeramente accidentado, estaba cubierto de bosque, abundando la caza. Abrigo de corsarios, boneteros y pescadores, profesionales de las tres ramas confraternizaban, mientras daban "monte" y carena a sus barcos, siendo raros los moros alárabes, que acudían a "rescatar"[30]. En 1610, año de paz en Europa, Inglaterra, Francia, Holanda y los Países Hanseáticos, formaron liga contra los piratas, antiguos corsarios, que no supieron reciclarse en la paz. Iniciando su guerra por la negociación, embajada llevando al frente al inglés Roger Milton pasó a La Mamora, consiguiendo que la mitad
de los contactados aceptasen dejar la profesión, a cambio de amnistía. De regreso pasó por Sanlúcar, creyendo al duque de Medina intermediario adecuado, para conseguir que Felipe III participase. Al no serlo, remitió a sus visitantes a Pedro de Toledo, entonces capitán general. Molesto quizá por haber correspondido a Holanda la guarda de los puertos, con autorización para entrar libremente donde hubiese sospecha de presencia de piratas, el Austria respondió ordenando la captura de barcos inglés, que regresaba del Safi[31] Ignorando el detalle, el "caballero" francés Francisco Lorme, pirata residente en la Mogodor de los gaditanos, se presentó en la corte de Felipe III en 1616, en nombre propio y con representación de "Finquet, Guestienque y Joan Enbusgues", colegas ingleses, con intención de negociar perdón colectivo. Acumulados 12 años de ejercicio en la profesión, como pirata profesional, acumularon ahorro de un millón de ducados, fruto de presas "de consideración", tomadas a las flotas de las dos Indias y Brasil, que llevaban a vender en el otro Magador, Safi, Sale y demás puertos de Berbería. Terminada la temporada del corso, acudían a la pesquería de bacalao de Terranova, redondeando ingresos. Propietarios de 15 navíos "gruesos", de 300 a 400 toneladas, que repartían en tres escuadras, dotada una de patache con 40, darían su flota al rey, con promesa de retiro, a cambió de indulto, que les permitiese disfrutar de su fortuna, en el mundo civilizado. Aceptada la oferta, Lorme regresó provisto de cartas y patentes, tomando la vía Ceuta, por haber dejado su caballo en la plaza a la ida y tener transporte a la Mamora, escala donde no habría de faltarle, para regresar al hogar [32].

Intuyendo los profesionales de la adulación, que el rey deseaba la Magador de Boot, proclamaron que la incorporación de Santa Cruz, a las posesiones de la corona, traería "mucho beneficio" al tráfico de Indias y las Canarias [33], estando todo y en especial La Mamora en grave el riesgo, de caer la "isla" en manos enemigas. Enterados de la novedad Fadrique de Toledo y el duque de Medina Sidonia, calificaron la oferta del alcaide de regalo envenenado. Estando "más cerca y no tan a trasmano, como Santa Cruz y Mogodor", las plazas de Alarache y la Mamora, la falta de guarnición, material de guerra y despensa era endémica, provocando continuas deserciones a tierra de moros. Sencilla la navegación, era fácil colegir el futuro de una plaza, a la que no se podía acceder sin asegurarse "colla de buen tiempo, cosa que sucede pocas veces y que las más es menester multiplicar altura". Fuente los enclaves de problemas y gastos, aconsejaron abandonar caprichos, destinando el dinero público a crecer el "número de bajeles de las armadas del Mar Océano", a más de conseguirlos "buenos de la vela", no pesados y tan lentos como los disponibles, que permitían escurrirse al corsario más inepto. Por el momento, las rutas de Indias podrían limpiarse, asegurando la seguridad de galeones y flotas, dando los barcos de la Armada "de ordinario, vuelta a la costa de Berbería"[34].

Pero renunciar no es cosa de reyes. Felipe III insistió en que se mandasen dos pataches o barcos luengos de cubierta, con cargo a la Casa de la Contratación, a reconocer Santa Cruz y Magador, con pilotos e ingenieros capaces de sondar las barras, levantar planos y redactar descripciones puntuales de los puertos. Explicó el Guzmán que bastaría con uno, pues ambos topónimos designaban la misma isla. Tenía olvidada la cuestión, cuando aviso del gobernador de Mazagán, le devolvió actualidad: los holandeses construyeron baluarte en Magador, con dos estadios de altura, poniendo Muley Abdelmalec seis piezas y guarnición. No cedió el control del fuerte a Holanda, como pretendían sus aliados, pero les concedió libertad para usar el puerto [35]. De regreso cuatro unidades de la Armada del Mar Océano, que habían dado "vuelta" por la costa de Berbería, el rey mandó a Fadrique de Toledo seleccionar al mejor de los cuatro pilotos, para embarcarle de inmediato rumbo a la isla. Traspasado el encargo a Manuel de Guzmán, por razón inexplicada, intentó ahorrar gastos al común, explicando al Austria que al no haber "agua" en la barra, para bajeles de alto bordo, ni posibilidad de ahondar la canal, por tener fondo de arena, por imponente que fuese la fortaleza, levantada en la boca del río Aer, no representaba riesgo para las plazas, las costas de Indias, ni las flotas. Haciendo oídos sordos, Felipe III mandó armar tres 3 galeras, que fuesen a destruir la obra. Temiendo los efectos de un enfado del Xarife, el Guzmán calmó el real ánimo, mandando barco luengo "bien esquifado", con al capitán Pedro Suárez de Deça, entretenido del presidio de Cádiz. Zarpó el 26 de julio 1623[36], entrando en el río al
segundo intento, pese a llevar dos pilotos, expertos en la plaza de Mazagán. Llegando "mucho más cerca que otros, de la boca de aquella entrada", pero sin meterse en la bahía del río Aer, por impedirlo los moros, con "sus escopetas", estuvieron seis horas en la barra, sondando en pleamar y baja mar, para encontrar "tan poco agua como lo deponen los pilotos", sin haber visto en ida, estada y vuelta rastro de holandeses, ni huella de fortificación en destino [37], siendo abandonada la aventura del Mogador.

La historia ubica la reconstrucción de la fortaleza de la isla por el Xarife, que no construcción, en 1628, estando fechada la fundación del Mogador oriental, por testigos presenciales del hecho. Avanzado el siglo XVIII, Sidi Muhamed Abd Allah, emperador de Marruecos, quiso dotar de puerto a Marakesch. Escogió para plantarlo saliente rocoso de la costa, que la mar, en aguas vivas, convierte en península, no en isla. Iniciadas las obras en 1760, garantizó la prosperidad de su población, concentrando el tráfico de cochinilla, azúcar, plumas de avestruz y otros productos exóticos, procedentes de una Berbería lejana, que aún controlaba. Obligadas las compañías europeas, especializadas en la comercialización de tales productos, a instalar agencia en Mogador,
le prestaron años de prosperidad, antes de que se llamase Essauira. Su horizonte de dunas volátiles, que no parece haber registrado cambios climáticos dignos de mención, en los últimos cinco milenios, se supone que estuvo cubierto de caña dulce y bosques, contando con agua y madera suficiente, para alimentar el cultivo y los ingenios, en época tan próxima como el siglo XVII. Hoy el Oued Ksob discurre a 14 kilómetros del caserío, por la parte del Cabo Sim, cuyas dunas sirvieron de desierto ideal, a no pocos cineastas. Inscripción grabada en la puerta de la khasba, indica cómo se escribe la historia: recordaba que en el siglo VIII, la ciudad comerció con una Holanda inexistente.

La Thamusida de fenicios y cartagineses, se ubica en las inmediaciones de Essauira. Sabido que Juba II de Mauritania, contemporáneo de Augusto, se dedicó a la salazón de pescado y la industria de la púrpura, huesos fosilizados de ballena, se consideran huella de la primera industria y restos de edificaciones romanas, descubiertos en islotes, huella de termas o talleres romanos, destinados a la segunda. Mogador aparece en El Bekri, redactado en el siglo XI, bajo el nombre de Mogdul, habiendo terminando cautivos en la isla, tripulantes de nao de Barcelona, que naufragó frente a las costas de Berbería, en 1371[38]

. Conquistada Magador por Alfonso V, cuentan que tras sitio de 10 años, la recuperó Muhammad el Sayi en 1541. Puerto de Europa, en 1751 lo controlaba Dinamarca por convenio. Estando la casa de Agadir en el Cabo de Aguer, la aduana portuguesa de Santa Cruz de Cabo de Guee, se sitúa en la ciudad, siendo justificada por restos de torreón, de periodo y estilo indefinibles. Moderna la ciudad, es para algunos la Rsaddiv de otro tiempo.

[1] ADMS. 2407. Año 1607.
[2] ADMS. 953. Año 1608. [3] ADMS. 2397. Año 1581. [4] ADMS. 2415. Año 1631.
[5] ADMS. 2411. Año 1619. 2416. Año 1634. [6] Ibídem.
[7] ADMS. 2411. Año 1619. [8] ADMS. 2421.
[9] ADMS. 2411. Año 1619. [10] ADMS. 2411. Año 1621. [11] ADMS. 2421.
[12] ADMS. 2412. Año 1625. [13] Ibídem.
[14] ADMS. 2406. Año 1605. [15] ADMS. 2412. Año 1625. [16] Ibídem.
[17] ADMS. 2412. En Marruecos seguía corriendo el "metical" de oro. Baltasar Polo, mercader catalán de origen judío, mandaba al duque de Medina, desde este reino y Fez, dátiles, tejidos ricos, en especial damasco, joyas y oro, destacando frontal bordado, con figura de San Juan. Proveedor de camellos, avestruces y camellos, remitió "cuerdas" de cuero especiales y veterinarios. El camello sirvió en Sanlúcar como animal de carga y tiro. Felipe II se los hacía traer, para su zoo de Aranjuez (ADMS. 2421.2397).
[18] ADMS. 2417. Año 1637. [19] Ibídem.
[20] ADMS. 2421.

[21] ADMS. 2404. Año 1600.

[22] Simancas. Depósito Medina Sidonia. [23] ADMS. 2411. Año 1619.
[24] Probablemente el puerto de Çensias das Almaçones, que aparece al fondo del Pará, en carta de Juan Oliva. (Mesina 1596). [25] ADMS. 2411. Año 1619.
[26] Ibídem. [27] Ibídem.
[28] ADMS. 2406. Año 1605. [29] ADMS. 2413. Año 1627. [30] ADMS. 2410. Año 1616.
[31] ADMS. 2408. Año 1610.

[32] ADMS. 2410. Año 1616. [33] ADMS. 2411.
[34] ADMS. 2411. Año 1619. [35] ADMS. 2421.2411.
[36] ADMS. 2421.

[37] ADMS.2421.

La barra tenía menos de tres brazas de profundidad. El Río Lagartos, con 3 brazas en la canal, admitía embarcaciones de 100 toneladas.
[38] "Esclavos y sirvientes en las sociedades mediterráneas durante la Edad Media". Jacques Heers. Ed. Alfons el Magnanim. Valencia 1989, pág. 39. Los pueblos del río el palacio de Muley Cidam era su almehala.

No hay comentarios:

Publicar un comentario