miércoles, 4 de noviembre de 2015

AFRICA VERSUS AMERICA LA FUERZA DEL PARADIGMA






Luisa Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de MedinaSidonia

CAPITULO XXXI



LA DESINTEGRACION DE FORTUNADA

En Bruselas a 22 de mayo de 1522, Carlos V mudó los alcaides de la "torre de la Mar Pequeña, ques en la costa de Berbería", traspasando las tenencias a sus hijos, Juan de Chaves y Francisco de Vargas[1]. Rentable el término, el 13 de noviembre rompió el protocolo, extendiendo nombramiento en favor Pedro Hernández de Lugo, como teniente de alcaide. Residente en San Cristóbal, "comarcana" de la Mar Pequeña, al estar Santa Cruz "en comarca de vuestra casa", podría "mejor guardarla". Lugo dio pleito homenaje al Emperador, ejerciendo en nombre de Chaves y Vargas [2]. Al encontrar la torre como quedó, cuando la "derrocaron" los moros, el 26 de julio de 1524, queriendo relanzar el negocio, contrató en la capital de Tenerife albañil y peón, que por seis doblas canarias al mes, comida, bebida, viaje y tornaviaje, incluyendo "bogar tres días que a otra isla vinimos e saltaremos e en otra", se comprometieron a dejar la fortaleza "como estuvo", sin alzar la mano de la obra. De no trabajar por enfermedad o desidia, dejarían de cobrar, pero si paraban por falta de materiales o "aparejos", que habría de procurarles Lugo, percibirían su salario [3].

Disfrutaba Pedro de la inversión, continuando su guerra en el Nuevo Reino, cuando fue llamado a la corte. Con un pie en el barco, titulándose Adelantado de las Islas de Canaria, gobernador de Tenerife y San Miguel de la Palma, a 19 de abril de 1525 apoderó a Luis de Aday, "para que por mí y en mi nombre seáis alcaide" de Santa Cruz, durante 8 meses, "entretanto yo vo e vengo de Castilla". Sancho, criado de Lugo, le entregaría la torre, con armas y pertrechos, pudiendo conservar el cargo al regreso de Lugo, si así lo deseaba. En la ausencia, Aday continuaría la "guerra e conquista della, en todo el término de la dicha torre". Mal vistas las de agresión, incluso en la época, el teniente de alcaide la justificó, achacándola a "traición" de Juan de Lugo y Hamete "moro, su hermano", que "levantaron" la tierra. Cabalgadas y pesquisas se continuarían, hasta capturar y exportar al último rebelde [4], practicando la trata, con justificación y disculpa. De regreso al hogar, el Adelantado compareció de nuevo ante escribano, el 8 de marzo de 1526. Esta vez apoderó a Luis de Aday, para entregar la torre de la Mar Pequeña. Levantado el pleito homenaje, que Lugo dio en su día, "por auto e relación", según convenía a la "guarda de su derecho", su representante daría la fortaleza, con armas y pertrechos, al alcaide Diego de Vargas, el canónigo Alonso Vyvas, prior de la catedral de Gran Canaria o a quien tuviese su poder[5].

Verificado el traspaso a 19 de agosto, se liquidaron las tenencias de Diego de Vargas y el licenciado Herrera, titulares de la alcaidía de Santa Cruz de la Mar Pequeña, hasta el 1 de enero del mismo año. Borrados castillo y topónimo de la historia, el 8 de noviembre de 1530 Martín Herrandes Çerón, gobernador de Gran Canaria, recibió la mitad de las tenencias de una torre de Santa Cruz, que estuvo en otra parte[6]. Pero Fernández de Lugo no se mudó. Continuó la conquista del Nuevo Reino de Granada[7], apareciendo en 1527 en San Cristóbal, ejerciendo el gobierno de sus dos islas, con título de adelantado[8]. En 1529 fletó la "armada, que agora yrá a Berbería", formada en Santa Cruz, puerto de Tenerife[9]. Dos años más tarde, desde la misma residencia, seguía despachando "armadas", para "saltar" en Berbería. En la de 1531 fue por capitán su hijo, Alonso Luis de Lugo, que en septiembre de 1534, continuaba practicando la cabalgada en Tenerife[10]. En 1535, Pedro Fernández de Lugo fue nombrado gobernador de Santa Marta, que se dice fundada por Rodrigo de Bastidas, en 1524. Abandonando los gobiernos hereditarios de Tenerife y Palma, conservó el título de Adelantado de las Canarias. En competencia con los Pizarro del Perú y Ambrosio Alfinger, de Venezuela, organizó expedición al valle de Alcázares, haciéndose con las esmeraldas. Al traicionarle el hijo, pues se quedó con el botín, dejando sin pagar a la gente, el padre le denunció, siendo llevado preso a Madrid, donde quedó en la cárcel de corte. En 1536, Hernández de Lugo inició la conquista del Río Grande de la Magdalena. Fallecido en 1538, el hijo preso heredó el adelantamiento y el gobierno de Santa Marta. Puesto en libertad en 1541, tomó posesión de la provincia en 1543, cometiendo tales tropelías, que paró por segunda vez en Madrid y en la cárcel. Cuentan que estuvo desterrado en Mallorca, pasando a Milán, donde murió. Pero en 1572 un Alonso Luis de Lugo, adelantado de las Islas de Canaria, residente en La Palma, capital de Gran
Canaria, continuaba organizando armadas, para "saltar" en Berbería.

Coincidiendo con la desaparición de la Torre de Santa Cruz y la provincia de la Mar Pequeña, se modificaron ciertas leyes de Indias. Prohibida en los inicios de la conquista, la entrada de conversos de moro o judío, sambenitados y quemados por "herética parvedad", hasta la cuarta generación, la veda se mantuvo hasta 1511. Falto de pobladores, el Católico abrió la mano. Quien quisiese podría "morar" en el "descubrimiento", sin más requisito que el de enunciar nombre y lugar de origen, ante oficiales de la corona, que lo registraban en libros perdidos. Fortalecida la corriente migratoria, por correr voces de oro, el Emperador regresó a los orígenes, ordenando a los jueces que los reos, sospechosos de contaminación religioso - ideológica, pagasen la pena en cárcel, por ser imprudente exportarlos a unas Indias, donde no faltaban correligionarios naturales[11]. Recorriendo en sentido opuesto el camino del abuelo, que introdujo en Canarias el sistema fiscal de Castilla, para distinguirlas de la conquista colombina, el Emperador se propuso asimilarlas, restableció el quinto en 1525[12]. Protesta encabezada por el regidor Juan de Aguirre, la obligo a pasar por periodo prolongado de franqueza fiscal, para salvar su política.

Continuaron los canarios sus cabalgadas, entrando sin remilgos en la conquista portuguesa, donde los naturales, vasallos del Xarife, no podían ser mutados en carne de mercado. Habiendo adoptado al rey de Portugal por protector, la captura de 13 vecinos de Tamaraque y uno de Cabo Blanco, en 1527, por canarios, puso en aprieto a Luis Sacoto, gobernador de Santa Cruz del Cabo de Guee. A tres meses del término de tregua de dos años, firmada con Muley Mafamedes, rey del Sus, negociaba Portugal prórroga por otros tantos, con el "irmâo mais velho", Muley Hamete, rey de Marruecos, que suspendió las negociaciones, supeditándolas al regreso de los raptados. Sin posibilidad de defender Santa Cruz, por ser "mucha la frontera de moros", escasa la guarnición y subsistir los residentes, de lo que traían los naturales cada mañana. No habiendo sementeras, huertos ni ganado, en el término de la plaza, era seguro que de reanudarse las hostilidades, abandonarían el enclave, sin necesidad de perder batalla. Dirigiéndose a Pedro de Lugo, "Adelantado de Tenerife", Sacoto pidió la devolución de los cautivos. Entregó al de Cabo Blanco, porque estaba en su "isla", confesando no poder recuperar los restantes, por estar en Gran Canaria, fuera de su jurisdicción. Dirigiéndose a Juan III, Sacoto advirtió que de lamentar el Xarife haber puesto el reino, "debajo de su bandera", la plaza estaría en precario, por lo que debía escribir al Emperador, consiguiendo que los cautivos fuesen devueltos en el primer barco, pues de no hacerlo, se acabaría la paz en "Africa"[13]. Fechada la carta a 14 de abril, disgustó al rey, pues al año siguiente gobernaba la factoría Antonio Leitâo.

Desembarcado en Santa Cruz el 28 de febrero de 1528, con la primavera en puertas, tiempo de navegaciones y corsarios, a 3 de abril se manifestó inquietó, por la falta de gente. No habiendo regresado García de Mello con los moros, que robaron los canarios, Muley Hamete, entrando en Safi, reclamó interlocutor portugués. Designado Duarte Llópez, fue a la corte en compañía del judío Bezomero, bien quisto de los moros, Celebrada la primera entrevista, escribió el embajador que según palabras de Hamete, de no estar de vuelta los cautivos, cuando llegase el rey de Fez, la paz no sería firmada, añadiendo que quedaba en "Çafym, receloso"[14], mientras la situación se complicaba en Santa Cruz y otras factorías de "Allende", al imperar la escasez, por desertar paulatinamente los proveedores. Recordando Juan III que en tiempos abasteció un duque de Medina Sidonia, mandó factor a Sanlúcar. Recibido por la duquesa Ana de Aragón y atendido el pedido, a 20 de marzo de 1528 la Emperatriz Isabel agradeció el buen trato, dado al mensajero de "mi hermano.., cerca de la cargazón del pan, para el proveymiento de los lugares de Allende", frontera con enemigos, de la Santa Fe Católica[15]. El envío coincidió con nueva guerra de Carlos V, contra Francia e Inglaterra. Conveniente reactivar las cabalgadas, el Emperador pretextó complacer al regidor de Tenerife, Cristóbal de Valcaçar, para declarar legítimas y francas las presas, que hiciesen castellanos y canarios, combatiendo a su costa contra franceses y moros aliados, tanto si las hiciesen en la mar, como en tierra de Berbería[16].

En 1529 Pedro de Lugo fletó la "armada, que agora yrá a Berbería", formada en Santa Cruz, puerto de Tenerife [17]. Francisco de Sirpa participó, siendo capturado. A 20 de noviembre de 1530, su mujer Agueda Gómez, vecina de San Cristóbal, entregó a Luis de Aday 32 tostones de plata de Tenerife, equivalentes a 4.032 maravedís de Canarias, ocho varas de paño de florete negro, cinco tocas de lienzo de presilla, una de lienzo casero y ovillo de hilo "prieto", con peso de tres onzas, para llevarlo en "este presente viaje, que agora hago a la dicha Berbería, para lo dar por rescate del dicho Francisco de Sirpa, cautivo en la dicha Berbería"[18]. Capitán de la armada Alonso Luis de Lugo, fue testigo de la imprudencia de Aday. Habiéndose "desmandado de la bandera", le capturó Hamete Çigal, padre del moro Hubala, cazado por los castellanos en Angla de Caballos. A cambio de Aday, Çigal exigió la persona del hijo y la mitad de la presa, conseguida en la jornada. Blasina de Perdomo, analfabeta y mujer de Aday, ayudada por su cuñado, Diego de Aday, negoció con Alonso Luis. Negó el botín pero cedió a Hubala, con condición de que le sería devuelto o pagado su precio, caso de no ser recuperado Aday, por estar muerto o haber sido llevado a Fez, como esclavo del Xarife. Recibido a 12 de enero de 1532, fue restituido el 5 de septiembre de 1534[19], por haber quedado Luis de Aday en tierra de moros, no sabemos si vivo o muerto.

Abocadas las cabalgadas a desembocar en conflicto, aviso de armada de turcos y moros, formada en Meça, para saquear Tenerife, enviado en 1532 por los portugueses que estaban en "la villa del Cabo de Aguer, que es en Africa"[20], no hubiese debido sorprender a los vecinos. No apareció la armada, pero se multiplicaron los corsarios. Al progresar humanismo y protestantismo, los interdictos de la iglesia perdieron vigencia. Y por extensión, sus concesiones. Enterada la Emperatriz Isabel de que Francia y Bretaña formaban armada, para ir "a los mares de Poniente destos nuestros reynos y hazer daños y robos", el 6 de abril de 1536 ordenó secuestro de navíos, para guardar la mar de las "dichas Indias y Levante". Los designaríacomisión, integrada por Francisco Tello, tesorero de la Casa de la Contratación, un oficial de la corona y tres mercaderes, en representación del gremio de Indias. Cargado el gasto a la "avería", es decir al comercio privado, al faltar "artillería para la dicha armada", Carlos V pidió prestados sus cañones, a Juan de Guzmán [21].

La polémica de las plazas portuguesas, fue solventada por Mahamete de Marruecos, entre 1539 y 1541. En el curso de brillante campaña, en el Sus y Guinea, recuperó la isla de Mogodor con Santa Cruz, Azamor y Safi, quedando al rey de Portugal Mazagán, murada poco antes por un Pireis. Consolidada la dinastía Es Sadín, se dijo que Juan III dejó los enclaves de su voluntad, al no ser rentables, porque el pueblo portugués debía ignorar que su rey había sido derrotado. Trasladada la aduana de Santa Cruz a Sierra Leona, al sur del delta del Orinoco, en la provincia de Porto Santo, se hizo "famosa en esta Guinea, de rescate de oro y negros"[22], antes de revelarse mal sana, debido a la humedad. Pasaron las instalaciones a Santiago de Cabo Verde, quedando Santo Tomé y Mina en aduana secundaria y depósito de esclavos. El hijo de Juan III, heredero malogrado, no sería señor de Guinea, según solían los sucesores. Estrenó el título de príncipe de Brasil.

Hasta mediado el siglo XVI, los americanos pudieron viajar libremente a la metrópoli. En 1497, Mateo Viña mandó esclava canaria al Puerto de Santa María, comprada por el duque de Medina, en 14.000 maravedís. El 9 de abril de 1553, su hijo adquirió esclavo indio, llamado Francisco, caro pues costó 100 ducados o 37.400 maravedís [23]. En Sanlúcar aparecen indios libres, ejerciendo de costaleros, "palanquines" y otros oficios menores, habiendo residido las hijas mestizas de Cortés, por ser el Guzmán su tutor. Tuvo ministriles aztecas, regalo del conquistador de Méjico, que en 1540 se reintegró a la patria, arrastrando con Pedro de Montezuma, señor de Tula, heredero del difunto emperador. El duque alquiló casa, alojándole con sus caballeros cerca de un año, hasta que fue llamado a la corte, donde recibió condado y rentas en su patria de origen, con prohibición, transmisible por herencia, de volver a pisarla. Una condesa, coetánea de Carlos II, recibió privilegio para importar especies y cacao mejicano, francos de derechos, aprovechando la corona la merced, para documentar versión insólita de la conquista: el emperador regaló su imperio a Carlos V, por su propia voluntad y de pura admiración [24].

Prohibido a los naturales abandonar el continente y a la metrópoli recibirlos, ni aun como esclavos, cada vez sería más difícil a los castellanos, criollos o avecindados en Indias, conseguir licencia para embarcar [25]. Pero la provisión de 14 de agosto de 1543, no indica intención de aislar a la población de Indias. Habiendo "moriscos" naturales como Leonor Sánchez, conocida por La Fudimenta, mencionada por Juan Castellanos en Venezuela, temiendo que animados por un Islam victoriosos se uniesen al Xarife, creando dificultadas al poder español, el Emperador ordenó que los "nuevamente convertidos de moros", de origen peninsular, sus hijos y nietos, fuesen remitidos a Castilla, "sin que quedase ninguno"([26], Diferentes las circunstancia bajo Felipe II, al terminó de la guerra de las Alpujarras quiso reemplazar una mano de obra autóctona en extinción, remitiendo "golpe" de moriscos" a Cuba, Santo Domingo y las "tierras calientes", donde no tardaron en ser "consumidos", por el calor y el trabajo, a más de partida a la Florida, provincia pobre habitada por pueblos, con reputación de intratables.

Quisieron padre e hijo un continente inmaculado, en lo intelectual, por no decir amorfo, probándolo el Emperador, al prohibir la introducción de libros o escritos en Indias, que tocase temas ajenos a la religión, alegando que los conquistadores no debían distraerse de la tarea de convertir, ni los infieles olvidar el deber, de ser convertidos. En Génova, ocupado en sus guerras, Carlos V se manifestó preocupado, por la "cantidad de navíos de armada de corsarios", que fletaban en Bretaña y Normandía, con intención de robar las naos "que vienen de las nuestras Indias y las otras de nuestros súbditos, que andan en el trato de Levante y Poniente". A 9 de septiembre de 1543, mandó formar armada para patrullar "por esa costa de Andalucía y por los Cabos", temiendo que interceptasen las comunicaciones con las "Indias y en Levante". Como años atrás, representantes de la Casa de la Contratación y de los mercaderes de Indias formaron comisión, que eligiese los barcos. Vacías las cajas, la operación se financió con cargo a una "avería" extraordinaria. Creciente la impopularidad de los impuestos, por no ver el fruto los paganos, el rey marginó de la recaudación a sus oficiales, encomendándola a los señores[27].

Entre las aportaciones del imperio a las Indias, destaca el chapetón, gremio al que pertenecieron los Velazares, arrendatarios de Venezuela o Nueva Andalucía, provincia que la corona pretendía extender, cuando menos hasta el río Marañón, aunque nunca pasó del Amazonas. Novatos en el continente, suplían ignorancia con doblones, poniendo de actualidad la figura del intérprete. Nuevo en San Cristóbal de Tenerife, Francisco Solorzano de Hoyo arrendó carabela, para practicar la trata. A 8 de marzo de 1549, contrató ante escribano a Luis Perdomo, hermano de Pedro Riço y probable pariente de Blasina, para "este presente viaje que vays de resgate y a saltar en tierra de Berbería.., ansy arriba como abaxo e donde quiera que lo oviéredes de hacer", salvo en la conquista de Portugal, no queriendo el "lengua" complicaciones. A cambio de traducir y tratar con los naturales, cobraría 6 reales de plata viejos, equivalentes a 42 maravedís, en moneda de la isla, por "pieza" de esclavo, rescatada "por mi industria e solicitud", o que "metiéredes en el navío o navíos", no recibiendo "cosa alguna", por las criaturas que "mamaren". De caer enfermo el titular, el tratante podría utilizar otro "lengua", pero de reemplazarle por capricho, tendría que pagar a Perdomo, por cuantos negros embarcase. El intérprete podría cargar las mercancías y negros que consiguiese, por comisiones, regalos u otra vía, a los que alimentaría Solorzano, hasta que bajasen a tierra [28].

En 29 de marzo de 1549, Carlos V cerró las escalas de mercadores a sus vasallos, prohibiéndoles tocar en Alarache, Çale y otras plazas del Xarife. Los justicias de los puertos castellanos, impedirían zarpar a los sospechosos de dirigirse ir a Berbería [29]. Al año siguiente, dictó la primera y única medida humanitaria, que se intentó aplicar a los aborígenes en Indias: fueron declarados vasallos de la corona, con derecho a las pocas libertades, que gozaba el castellano. Prohibido encomendar al indio que no lo estuviese, condenadas las encomiendas a extinción a la muerte del titular, la pragmática provocó guerra de secesión en el Perú, encabezada por Gonzalo Pizarro, siendo anulada por Felipe II, apenas subió al trono. Libre el musulmán que hubiesen dado vasallaje a las coronas de Portugal o Castilla, pero acreedor a esclavitud el que hiciese proselitismo, participase en revueltas o fuese vasallo del Xarife[30], los "saltos" continuaron hasta 1572. La presencia de oficial portugués, en las Palmas de Gran Canaria, reclamando restitución de dos vasallos del Xarife, capturados por pescadores castellanos, en la conquista de Portugal [31], aconsejó a Felipe II vedar drásticamente la cabalgada[32], por complacer al rey D. Sebastián, con quien no quería problemas, porque para sucederle, como se había propuesto, tenía que empezar por ganar su confianza.

De cabalgada Alonso Luis de Lugo, como de costumbre, se enteró de la veda al regreso. En el banquillo los autores del rapto, el lengua "morisco" Diego Marcial, fue convocado como testigo, por haber dicho que parientes de los cautivos, que formaban parte de la presa, le informaron de un hecho, que no pudieron presenciar. Analfabeto y primitivo, inició el relato en sus preliminares: el primer salto lo dieron en el puerto de Suarçan, "ques abaxo de Sant Bartolomé". Entrando 15 leguas en el interior, hasta Telmaçar, llegaron de noche a la "cabeza del río Çeguia", capturando una muchacha en La Palmita. "Más acá de Çirgao", en la rada de Jarra, se hicieron con 36 "ánimas". Las llevaron a embarcar en Cabo de Bojador, donde esperaban las carabelas. Amparados por los barcos, siguieron la costa por tierra, hasta dar en Los Percheles, donde terminó la cacería, por haber entrado en la conquista de Portugal. Estando en terreno seguro, "Enhala, hijo de Bamba" abordó a Marcial, dando su versión de lo ocurrido. Habiendo pagado los pescadores alformaje, según costumbre, su alformar les acompañó al caladero, en compañía de dos parientes, con el fin de protegerles. Pasado un tiempo prudencial, fueron a buscarles "costa abaxo", en dirección a Cabo Blanco. Encontraron al alformar muerto, "que le havían echado a la mar con unas pezgas", sin encontrar rastro de sus compañeros. Siguiendo "más abajo", descubrieron a unos castellanos pescando. Los capturaron con intención de trocarlos por los ausentes, sin atender a las protestas del "alformar del rey", que les acompañaba. Llevados ante el alcaide de Tagaoz, "que juzga los moros de aquella tierra", ordenó entregarlos a su protector, "para que los bolviesen a Cabo Blanco, donde los habían tomado"[33].

A la salida del juicio, los parientes de los desaparecidos abordaron al alformar, pidiendo que les diese los pescadores, pues no tenían otro medio de recuperar a los suyos. Los entregó con promesa de que serían bien tratados, llegando a oídos de los portugueses, que había rehenes cristianos en Tagaoz. Delegado oficial para recuperarlos, prometió en nombre del rey devolver a los raptados en un plazo de tres meses, denunciando civilizadamente a "los que havían traído los moros, para que se los diesen". Pero los alárabes conocían por experiencia la justicia del blanco. Desconfiados, respondieron que deseando tratar el rescate sin intermediarios, le daban seis meses para regresar, con información sobre los cautivos, prometiendo que a cambio le darían cinco pescadores, reservándose los otros dos, para cambiarlos "moro por cristiano y cristiano por moro". Imposible convencerles, el oficial "vino por los moros a Canarias". No habiendo tenido noticias, Enhala preguntó a Marcial por el paradero de sus parientes. El lengua le respondió llanamente: estaban en la Canaria y tenían rescate, porque los compró un "padre de ánimas", que era "su merced el señor Inquisidor"[34]. Habiendo declarado los pescadores que el alfomar y sus compañeros intentaron capturarles, Marcial ratificó la versión, sin más prueba que su palabra. Aferrándose al testimonio, falso de toda evidencia, los jueces declararon a los raptados ganados en buena guerra. Y absolvieron a los raptores.

La prohibición de saltar en Berbería se mantuvo, hasta que desaparecido D. Sebastián en Alcazarquivir, Felipe II tuvo la corona de Portugal en la mano. En atención a los canarios, pero sobre todo a sus rentas, el 27 de enero de 1579 permitió a los de Gran Canaria, sacar las dos armadas anuales de costumbre, para capturar azanegues y alárabes. No podrían hacerlo en la conquista de Portugal, ni en la costa de Hamete, pero si de "San Bartolomé abaxo", por ser los naturales "contrarios" al Xarife". Propietarios los alárabes de muchos "esclavos negros", tantos que "demás de los que se les pueden tomar, dan otros por sus rescates", ofrecían la comodidad de vivir desperdigados por los campos, alimentándose de la leche de un ganado, que apacentaban en prados costeros, facilitando su captura. "Gente desarmada" y sin barcos, que no sabían "defenderse ni tener con que", "ir a entrar" en Berbería, para capturarles, no implicaba riesgo ni "escándalo"[35].

Ya rey de Portugal y de su conquista, el Austria celebró consejo en Lisboa, en 1582. En el orden del día, figuraba la organización de las comunicaciones con Indias. Bajo control del Austria Guinea, la cantera de negros más próxima a los mercados europeo y americano, se reguló la navegación de los barcos de la trata: los de Santo Tomé y Cabo Verde, se unirían a la flota de Tierra Firme, apartándose en las Canarias, donde sacarían licencia para cargar en los depósitos. Los de Angola y Congo irían con los navíos de Brasil, siendo el permiso innecesario, al no estar comprendida la costa de destino, en las concesiones pontificias. Los negros serían llevados a Lisboa o Sevilla, quedando prohibido desembarcarlos en puerto de Indias, aunque el barco entrase con pretexto de tormenta, corsarios o avería [36]

. Alimentado el depósito de Cartagena, de los que se capturaban en los límites de la conquista de Castilla, las reservas eran pobres, pues a más de haber sido esquilmado el territorio, el que pudo huyó a los controlados por el Xarife. Coronado Felipe II rey de Portugal, los castellanos pudieron aprovechar la Guinea. Revitalizado el tráfico a partir de 1580, libre la trata y caros los negros, intervino la corona, haciendo del negocio regalía real, a través de los "asientos" de negros. Firmado el primero en 1595[37], en 1603, año de la muerte de Hamete el Dorado, estando a punto de estallar guerra civil entre sus hijos, los vecinos de Tenerife, sin duda desinformados, pidieron la licencia misma licencia que se dio a Gran Canaria, para sacar dos armadas al año, pues al faltar esclavos, los campos quedaban sin cultivar, estando la isla perdida, pues los "negros que ay de Guinea [son] muy caros, y los vecinos pobres"[38]. Vigente el asiento, no es probable que hubiese respuesta. En este año, los holandeses ocuparon la Mina de Oro, de Santo Tomé o el Orinoco. Queriendo recuperarla, mercaderes portugueses ofrecieron pagar la armada, sin sospechar que iniciaban contienda interminable, conocida por guerras "del Marañón", por tener el Levante americano como escenario.


[1] R.A. doc. CXXVI. [2] R.A. doc. CXXIX. [3] R.A. doc. CXXXIII. [4] R.A. doc. CXXXIV. [5] R.A. doc. CXXXV. [6] R.A. doc. CXV.
[7] R.A. doc. CXXIX/CXXXV.

[8] R.A. doc. CXXXVII/CXXXVIII. [9] R.A. doc. CXLII.
[10] R.A. doc. CXLIII.

[11] "Norte de la Contratación de las Indias Occidentales". José de Veitia. Ed. de 1671. [12] R.A. doc. CXXXVI.
[13] R.A. doc. CXXXVII/CXXXVIII. [14] R.A. doc. CXXXIX.
[15] ADMS. 2395.

[16] R.A. doc. CXXXIX/CXXXVI. [17] R.A. doc. CXLII.
[18] R.A. doc. CXLII. [19] R.A. doc. CXLIII. [20] R.A. doc. CXLVI. [21] ADMS.2395.
[22] "Los viajes al Estrecho de Magallanes". Pedro Gambóa de Sarmiento.

[23]ADMS. 2431.4047 En 1533, vecino de Vejer, vendió esclavo negro al duque, llamado Hernando, en 13.000 maravedís. [24] ADMS. 2482.2420.
[25] "Política Indiana". Solórzano Pereyra.

[26] "Norte de la Contratación de las Indias Occidentales". José de Veitia. Ed. de 1671. [27] ADMS. 2395. Año 1543. Juan Alonso de Guzmán, hubo de hacerla en sus puertos. [28] R.A. doc. CXLVII.
[29] R.A. Apéndice. [30] ADMS. 2407.
[31] R.A. doc. CL. 28.11.1572. [32] R.A. doc. CXLIX. [33] R.A. doc. CL. 28.11.1572.
[34] R.A. doc. CL. 28.11.1572. Las Palmas. [35] R.A. doc. CLI.
[36] "Norte de la Contratación de las Indias Occidentales". José de Veitia. Ed. de 1671. [37] "Norte de la Contratación de las Indias Occidentales". José de Veitia. Ed. de 1671.
[38] R.A. doc. CLII.

Fotografía extraída del libro de Mariano Gambín, La Torre de Santa Cruz de la mar pequeña.

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